II Samuel  13, 23-29

Al cabo de dos años, los esquiladores de Absalón se encontraban en Baal Jasor, cerca de Efraín, y Absalón invitó a todos los hijos del rey. Se presentó al rey y le dijo: «Es el tiempo del esquileo de tu siervo. Vengan el rey y sus servidores a casa de tu siervo». El rey le contestó: «No hijo mío, no iremos todos nosotros para no serte gravosos». Insistió, pero el rey no accedió a ir y le bendijo. Dijo, no obstante, Absalón: «¿No podría venir con nosotros mi hermano Amnón?». El rey contestó: «¿Para qué va a ir contigo?». Absalón insistió y el rey dejó ir a Amnón y a todos sus hijos. Absalón había ordenado a sus criados: «Mirad, cuando el corazón de Amnón esté contento por el vino y yo os diga: herid a Amnón, matadlo. No tengáis miedo. Soy yo quien os lo ordeno. Ánimo y sed valientes». Los criados de Absalón hicieron con Amnón según les ordenó. Todos los hijos del rey se levantaron y, montando cada uno en su mulo, huyeron.
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