Eclesiástico 47, 1-25

° Después de él surgió Natán | que profetizó en tiempos de David ° . Como se separa la grasa en el sacrificio de comunión, | así David fue separado de entre los hijos de Israel. Jugó con los leones como si fueran cabritos, | y con los osos como si fueran corderos. ¿Acaso no mató de joven al gigante, | y quitó el oprobio del pueblo, | lanzando la piedra con la honda | y abatiendo la arrogancia de Goliat? Porque invocó al Señor altísimo, | quien dio vigor a su diestra, | para aniquilar al potente guerrero | y reafirmar el poder de su pueblo. Por eso lo glorificaron por los diez mil | y lo alabaron por las bendiciones del Señor, | ofreciéndole la diadema de gloria. Pues él aplastó a los enemigos del contorno, | aniquiló a los filisteos, sus adversarios, | para siempre quebrantó su poder. Por todas sus acciones daba gracias | al Altísimo, el Santo, proclamando su gloria. | Con todo su corazón entonó himnos, | demostrando el amor por su Creador. Organizó coros de salmistas ante el altar, | y con sus voces armonizó los cantos; | y cada día tocarán su música. Dio esplendor a las fiestas, | embelleció las solemnidades a la perfección, | haciendo que alabaran el santo nombre del Señor, | llenando de cánticos el santuario desde la aurora. El Señor le perdonó sus pecados | y exaltó su poder para siempre: | le otorgó una alianza real | y un trono de gloria en Israel. Le sucedió en el trono un hijo sabio, | que, gracias a él, vivió holgadamente. Salomón reinó en tiempo de paz, | y Dios le dio tranquilidad en sus fronteras, | para que levantara un templo en su nombre | y edificara un santuario eterno. ¡Qué sabio fuiste en tu juventud, | lleno de inteligencia como un río! Tu espíritu cubrió la tierra, | la llenaste con enigmáticos proverbios. Tu nombre llegó hasta las islas lejanas, | y fuiste amado por la paz que infundías. De tus cantos, tus sentencias, tus proverbios | y tus interpretaciones se admiraron las naciones. En nombre del Señor Dios, | que es llamado Dios de Israel, | amontonaste el oro como estaño, | como plomo multiplicaste la plata. Pero entregaste tu cuerpo a las mujeres | y te dejaste dominar por ellas. Profanaste así tu gloria | y deshonraste tu linaje, | acarreando la ira sobre tus hijos | y afligiéndolos con tu locura. Por eso tu dinastía se dividió en dos, | y de Efraín surgió un reino rebelde. Pero el Señor jamás retiró su misericordia, | no dejó que sus palabras se perdieran, | ni que se borrase la descendencia de su elegido, | ni que desapareciese el linaje del que fue su amado. | Por eso dio a Jacob un resto, | y a David un retoño nacido de él. Descansó Salomón con sus padres | y dejó en el trono a uno de su linaje, | lo más loco del pueblo, falto de inteligencia: | Roboán, que pervirtió al pueblo con su consejo. También Jeroboán, hijo de Nabat, hizo pecar a Israel | e indicó a Efraín el camino del pecado. | Desde entonces el pueblo cometió tantos pecados | que fueron expulsados de su tierra. Hicieron toda clase de maldades, | hasta que el castigo cayó sobre ellos.
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