Biblia Comentada, Profesores de Salamanca (BAC, 1965)
40. La Gloria de Yahvé en la liberación de Israel.
Suele considerarse este capítulo como una recapitulación introductoria a toda la segunda parte del libro de Isaías. La razón de ello es porque encontramos en este capítulo las principales ideas desarrolladas en los restantes capítulos. El profeta se dirige en segunda persona plural, sin determinar más, y el fin del destierro es considerado como la reconciliación de Yahvé con su pueblo, al que castigó sumergiéndole en la noche oscura de la cautividad. La liberación aparece por eso como la manifestación de la luz plena y alegre. La vuelta de los exilados es idealizada y confundida en la perspectiva con los albores de la era mesiánica.
Comúnmente se suele dividir el capítulo en dos partes:
a) preludio (in);
b) himno sobre la grandeza de Yahvé (12-31).
Promesa de liberación (1-2).
1 Consolad, consolad a mi pueblo, dice vuestro Dios; 2 hablad al corazón de Jerusalén y gritadle que se cumplió su servidumbre, que está pagada su culpa, que ha recibido de manos de Yahvé el doble por todos sus pecados. Estas primeras palabras,
consolad, consolad (v.1), han hecho que se llame a estos capítulos libro de consolación para Israel, pues la idea de consuelo domina y penetra estas maravillosas profecías de restauración. La repetición enfática de
consolad indica la certeza de la liberación en la mente del profeta, que intenta levantar los ánimos de los pusilánimes, apesadumbrados por la sucesión de tantas calamidades. ¿A quién se dirige el profeta? La traducción de los LXX supone que eran los
sacerdotes los destinatarios; pero esto parece una glosa. Algunos comentarios suponen que el autor habla a los
profetas, representantes de los intereses espirituales del pueblo ante Dios, y los grupos de selectos que vivían en torno a personajes proféticos. Deben hablar a
mi pueblo, e.d., Israel, con el que Dios vuelve a reanudar sus relaciones íntimas y a considerarle como pueblo
suyo. Se trata de un mensaje de
perdón al pueblo. Por ello debe hablar
al corazón de Jerusalén (v.2), e.d., hablarle amorosamente
l, confortarle.
Jerusalén aquí representa a Israel en general,
como metrópoli santa elegida por Dios 2. La gran nueva comunicada a ella es que ha terminado su
servidumbre, lit. su servicio militar, que quedó como sinónimo de trabajo duro. La alusión es a la época de servidumbre en Egipto, donde el pueblo estuvo condenado a trabajos forzados. Esta servidumbre quedó como tipo del exilio babilónico, al que se refiere el hagiógrafo. Jerusalén había pecado y tenía que sufrir una época de expiación, como un condenado a trabajos forzosos. Con ello ha quedado
pagada (lit. satisfecha) su culpa (cf.
Lev_26:34; cf. 51:1). Jerusalén ha recibido de Yahvé
el doble (castigo)
por todos sus pecados (v.2). La idea parece extraña en labios de un autor que tiene una idea muy alta de la justicia divina. Es una frase que no debe tomarse al pie de la letra, pues indica, en general, que el castigo sufrido por Israel ha sido de proporciones aparentemente desorbitadas. Por otra parte, no debemos perder de vista que el hagiógrafo pensaba, al afirmar esto, en el
Siervo de Yahvé, incluido dentro del pueblo de Israel, verdadera víctima inocente de propiciación por todos sus compatriotas.
La gloria de Yahvé viniendo por el desierto (3-5).
3 Una voz grita: Abrid camino a Yahvé en el desierto, enderezad en la estepa una calzada a vuestro Dios. 4 Que se alcen todos los valles y se rebajen todos los montes y collados; que se allanen las cuestas y se nivelen los declives. 5 Porque va a mostrarse la gloria de Yahvé, y a una la verá toda carne, porque ha hablado la boca de Yahvé. La mente del profeta se proyecta sobre el retorno glorioso idealizado de su pueblo, precedido de la
gloria de Yahvé (v.3). Delante va un heraldo del cortejo glorioso de Yahvé
(Una voz grita, v.3). Es el Precursor, encargado de preparar lo necesario para que la visita resulte grandiosa, en conformidad con el Rey que se aproxima. Ante todo es necesario preparar una calzada amplia, digna de El, para que pase el cortejo real sin obstáculo ni tropiezo. Por eso se invita a la naturaleza a que contribuya a la manifestación gloriosa de Yahvé. Todos los declives montañosos y los valles deben transformarse para construir una gran avenida llana por la que pase el cortejo de la
gloria de Yahvé. Todos
(toda carne, v.5) serán testigos de esta gran epifanía gloriosa del Dios de Israel, y ese gran camino real será trazado
en el desierto, en
la estepa. La imagen está construida sobre el relato del éxodo en el que Israel aparece atravesando el desierto del Sinaí camino de la tierra de promisión. Aunque el sentido inmediato aluda al retorno del exilio, no obstante, los Padres comúnmente han visto aquí una invitación a las almas a prepararse moralmente, con el ejercicio de las virtudes, para recibir a Dios con el cortejo de sus gracias sobrenaturales. Los evangelistas aplican el pasaje a San Juan Bautista, como precursor de Jesús el Mesías, al preparar las conciencias de los judíos para recibirle debidamente, con espíritu de penitencia y de humildad (cf.
Mat_3:2;
Luc_3:4-6).
La gloria de Yahvé va a mostrarse a todos. El profeta concibe la manifestación de Dios al modo de la
nube que aparecía durante la peregrinación de los israelitas en el desierto.
La gloria de Dios, e.d., su manifestación
gloriosa, con sus hazañas y milagros en favor de su pueblo. A
una la vera toda carne: en el texto griego, en vez de
a una se lee la salvación de Dios (cf. 52:10), y así lo transcribe
Luc_3:6.
Inmutabilidad de la palabra de Dios (6-8).
6 Una voz dice: Grita. Y yo respondo: ¿Qué he de gritar? Toda carne es hierba, y toda su gloria como flor del campo, 7 Sécase la hierba, marchítase la flor cuando pasa sobre ellos el soplo de Yahvé. Ciertamente hierba es el pueblo3. 8 Sécase la hierba, marchítase la flor, pero la palabra de nuestro Dios permanece para siempre. El profeta oye un nuevo anuncio (v.6) alusivo a la caducidad de lo humano frente a la inmutabilidad de la palabra y decisiones de Dios. Los planes de los hombres
(toda carne, v.6) son como
hierba o
flor del campo, que se agosta al soplo solano que viene del desierto. Toda su lozanía y apariencia de vigor y consistencia se deshace en unas horas de calor. Así es el hombre frente a las decisiones de Dios.
Una sola palabra de Dios basta para cambiar los destinos de la historia. El profeta quiere dar esperanza a los oprimidos: todo el poder de los opresores desaparecerá como el verdor del campo en una ola de calor 4.
El soplo de Yahvé es el viento solano (cf.
Sal_103:6).
En contraste con los planes humanos, que se deshacen con la misma facilidad que se marchita la hierba, la
palabra de Dios permanece para siempre (v.8), e.d., sus planes de restauración de Israel y sus promesas prevalecerán sobre los humanos designios.
Vuelta de Yahvé a Sión (9-11).
9 Sube a un alto monte, mensajera de buenas nuevas de Sión; alza con fuerza, tu voz, mensajera de buenas nuevas de Jerusalén. álzala, no temas; di a las ciudades de Judá: He aquí a vuestro Dios. 10He aquí al Señor, Yahvé de los ejércitos, que viene con fortaleza, y su brazo dominará a favor suyo; he aquí que El viene con su salario y va delante de El su paga. 11El apacentará su rebaño como pastor, El le reunirá con su brazo, El llevará en su seno a los corderos y cuidará a las paridas. El profeta invita a unos supuestos mensajeros de buenas nuevas a que anuncien la proximidad de la llegada de Yahvé, que retorna a su pueblo después de haberse separado de él por sus pecados. La palabra hebrea que traducimos por
mensajera es un colectivo femenino, y aquí puede referirse a un grupo ideal de anunciadores o profetas fieles a Yahvé, quizá los mismos a quienes poco antes se les encargaba que consolaran al pueblo. Son portadores de albricias para Sión-Jerusalén y las ciudades de Judá, e.d., la familia israelita en general. Y el objeto de su anuncio es el retorno victorioso de Yahvé,
que viene con fortaleza, y su brazo dominara (brazo aquí es sinónimo de poder dominador), y trae, como los conquistadores, su
salario., su paga, e.d., el botín de los enemigos, llevado, al estilo oriental, delante de él como trofeo. Yahvé ha vencido a los enemigos de Israel y ahora vuelve con los trofeos de la victoria a su pueblo. Por otra parte, ese
salario de Yahvé es también la salvación y liberación del pueblo escogido una vez vencidos los enemigos.
Y, en contraste con esta actitud de vencedor bélico, Yahvé será para su pueblo redimido un
pastor que la apaciente, prodigando los cuidados máximos a los componentes más débiles y necesitados de la comunidad israelita.
Grandeza del poder y sabiduría de Dios (12-17).
12 ¿Quién midió las aguas con el hueco de su mano, y apalpó los cielos, y determinó en un tercio todo el polvo de la tierra, pesó en la romana las montañas, o en la balanza los collados? 13 ¿Quién ha determinado el espíritu de Yahvé, quién fue su consejero y le instruyó? 14¿Con quién deliberó para recibir instrucciones, que le enseñase el camino de la justicia, le adoctrinara en la ciencia 5 y le diera a conocer el camino del entendimiento? 15 He aquí que las naciones son como gotas de agua en el caldero y son reputadas como polvillo en la balanza, y levantan las islas como el polvillo el viento. 16 El Líbano no basta para combustible, 17 ni sus animales para el holocausto. Todos los pueblos son delante de El como nada, son reputados por El como nada y vanidad. Nadie debe desesperar respecto de las promesas divinas si se tiene en cuenta la omnipotencia de Dios y superioridad sobre todas las criaturas. El conserva todas las cosas en su peso y medida: mide los cielos, los recoge en su mano y calcula en un
tercio (probablemente de
efah, medida de áridos bastante reducida) 6. Su sabiduría es proporcionada a su poder, y no necesita de consejero alguno (v.13). Nadie podrá oponerse a sus designios, pues los pueblos y colectividades sociales
(las naciones, v. 15) son como gotas de agua en un recipiente o polvillo en una balanza en comparación con el poder e inteligencia de Dios. Las mismas islas son insignificantes y las conmueve como polvillo. Es más, Yahvé es tan inmenso que no habría bastante combustible en el Líbano ni animales suficientes para preparar un holocausto digno de El (v. 16).
Vanidad de los ídolos (18-24).
18 ¿A quién, pues, compararéis a Dios y a qué imagen haréis que se le asemeje? 19 El ídolo es fundido por el artífice, el orfebre la reviste de oro y le adorna con cadenillas de plata7. 20 El que es pobre para la ofrenda8, escoge madera incorruptible y busca un buen artífice para erigir un ídolo que no se tambalea.21 ¿No lo sabéis? ¿No lo habéis oído? ¿No os lo han revelado desde el principio? ¿No lo habéis entendido desde la fundación de la tierra?9 22Está El sentado sobre el círculo de la tierra, cuyos habitantes son como langostas. El tiene los cielos como un toldo y los despliega como una tienda de morada. 23 El torna en nada a los príncipes, y en vanidad a los jueces de la tierra.24 Apenas plantados, apenas sembrados, apenas ha echado su tronco raíces en la tierra, sopla sobre ellos y se secan, y como pajuela los arrastra el huracán. El autor pone en contraste con la omnipotencia de Yahvé la inanidad de los ídolos, ridiculizando su procedencia. Mientras Yahvé es omnipotente y trascendente, los ídolos son obra de sus devotos, y con toda ironía describe el proceso de su fabricación: la labor del artífice, los elementos de que se compone, etc. (v. 19-20). Después el hagiógrafo se encara con los hombres en general, diciendo que esta diferencia entre Yahvé y los ídolos la han podido comprender estudiando la naturaleza desde
el principio (v.21) de la historia de la humanidad. Se admira que la humanidad no haya aún entendido una cosa tan elemental. A continuación vuelve a hacer la apología de la trascendencia de Dios en contraposición a la procedencia humana de los ídolos. Dios habita en lo más alto del
circulo de la tierra y tan alejado está, que, vistos desde allí, los hombres son
como langostas (v.22), expresión proverbial para indicar la pequeñez de los hombres (cf.
Num_13:33;
Sal_113:5). La tierra es concebida como un disco plano rodeada del abismo, sobre la que se pone un toldo arqueado compacto, que son los
cielos. Sobre esa bóveda de los cielos habita Yahvé, inaccesible a todo lo creado. Nada se escapa a la acción destructora de Dios, ni los más altos príncipes (v.23), los cuales son arrancados como troncos sin raíces. Basta el soplo de Yahvé para dar al traste con los que parece que están más firmes:
apenas ha echado raíces su tronco, e.d., las dinastías desaparecen apenas se establecen. Las revoluciones son los medios que tiene Dios para hacer justicia sobre las dinastías reales más pode-
Inmutabilidad de Yahvé (25-31).
25 ¿A quién me asemejaréis, de forma que se me iguale, dice el Santo? 26 Alzada en lo alto vuestros ojos y mirada: ¿Quién los creó? El que saca numerado su ejército, y todos los llama por su nombre, y por la gran fuerza y enorme potencia ninguno falta.27 ¿Por qué dices tú, Jacob; hablas tú, Israel: Mi camino está oculto a Yahvé, y mi derecho se escapa a mi Dios?28 ¿No sabes tú, no has oído, que Yahvé es Dios eterno, creador de los confines de la tierra? No se fatiga ni se cansa, insondable es su inteligencia.29 El da vigor al fatigado y multiplica las fuerzas del débil. 30 Y se cansan los jóvenes y se fatigan, y los jóvenes llegan a flaquear;31 pero los que confían en Yahvé renuevan las fuerzas, echan alas como de águila, corren sin cansarse y caminan sin fatigarse. Yahvé es rey de la naturaleza (v.22) y rey de reyes (23-24); por tanto, está fuera de toda comparación (v.25). Los mismos astros, objeto de máxima admiración, son obra de Yahvé. Dios está fuera de toda comparación, es el
Santo (v.25), e.d., el inaccesible, el trascendente, quien, por otra parte, tiene contadas las estrellas, que hace desfilar designándolas por su nombre (v.26), obedeciendo ellas como ejército disciplinado, sin que ninguna falte a la cita.
El profeta, después de presentar el carácter trascendente de Yahvé como Señor de toda la naturaleza, se dirige a su pueblo
para infundirle esperanza. Parece que entre sus oyentes se oían con bastante escepticismo sus promesas de rehabilitación, y se permitían dudar de su veracidad: ¿Por
qué dices tú, Jacob; hablas tú, Israel? (v.27). El pueblo israelita se consideraba perdido, como si Dios no se preocupase de su suerte
(mi camino está oculto a Yahvé) ni de sus derechos (v.27). La respuesta del profeta se refiere al carácter eterno y omnipotente de Dios, que ayuda y fortalece al desfallecido y cansado. Sólo es necesaria una fe ciega en El, pues entonces el que espera en El será más fuerte y vigoroso que los que están en plena juventud (v.28-30). Dios comunica un vigor y un optimismo que sirven de alas para volar impetuosamente, como el águila, en la senda de la vida, sin miedo al desfallecimiento (v.31).
1 Cf.
Gen_34:3;
Jer_19:3;
2Sa_19:7;
Ose_2:14. 2 Cf.
Isa_49:1435;
Isa_51:165;
Isa_51:52, is. 3 El estico ciertamente hierba es el pueblo, por razones rítmicas, es considerado por muchos autores como glosa. Cf. Comdamin, o.c., 242. 4
Cf. Isa_37:23;
Job_8:12;
Job_14:2;
Sal_37:2;
Sal_103:15;
Sal_90:55. Véase Skinner, o.c. ,11 5. 5 Este estico: le adoctrinara en la ciencia, falta en el texto griego. Como, por otra parte, resulta arrítmico y contra el paralelismo, se cree que es una glosa. 6 El valor del
efah es de unos 39 litros. 7 Falta en el texto griego, y métricamente es superfluo; por eso no pocos consideran este estico: adorna con cadenillas de plata, como glosa. 8 Así lee literalmente el texto hebreo. El sentido sería que los pobres, en vez de revestir la imagen de oro, se contentan con otra de madera. Pero parece que el texto está incompleto. Duhm hace una reconstrucción y traduce: El que erige un simulacro, que se obtiene con una aliteración de consonantes. 9 El hebreo dice literalmente: habéis comprendido los
fundamentos de la tierra. Un ligero cambio nos da la otra lección que hemos escogido siguiendo a Condamin.