sufrió un ataque y la obra se detuvo. El perdió el habla y la boca le quedó paralizada, de manera que no pudo hablar más ni dar ninguna orden en lo referente a su casa. (I Macabeos 9, 55) © Libro del Pueblo de Dios (Levoratti y Trusso, 1990)
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Báquides en Judea (9:1-6).
1 Cuando Demetrio supo que Nicanor y su ejército habían caído en la batalla, volvió a enviar por segunda vez a Báquides con Alcimo a tierra de Judá, a la cabeza del ala derecha de su ejército. 2 Tomaron el camino de la oamea y acamparon en Masalot, cerca de Arbela, apoderándose de ella y matando a muchos. 3 En el mes primero del año 152 asentaron su campo enfrente de Jerusalén; 4 pero veinte mil hombres de infantería y dos mil caballos se dirigieron a Berea. 5 Entre tanto, Judas había acampado en Laisa con tres mil hombres escogidos, 6 los cuales, viendo la muchedumbre del ejército, temieron sobremanera, huyendo muchos del campo y no quedando de todos más que ochocientos.
Este capítulo enlaza con lo dicho en 7:50. El tratado entre los romanos y Judas no impide que Demetrio mande de nuevo un poderoso ejército contra Judea. Báquides y Alcimo vuelven a Palestina con el ala derecha del ejército, esto es, con las tropas más aguerridas, que solían estar a las órdenes inmediatas del rey. Desde el norte de Siria tomó la dirección de Galilea, acampando cerca de Arbela, el actual Jirbet Irbit, a la altura de Magdala y no lejos del lago de Genesaret. Masalot, del hebreo mesilloth, escaleras, no es nombre de lugar. Por el texto se deduce que Báquides marchó a Jerusalén, o porque creía encontrar allí a Judas o para entronizar a Alcimo en sus funciones sacerdotales en el templo. Al enterarse de que Judas acampaba a unos kilómetros al norte, fue en busca suya. Las tropas cansadas de Judas temblaron a la vista del numeroso ejército enemigo.
Cunde el desaliento (9:7-10).
7 Viendo Judas que su ejército se disgregaba y que, sin embargo, la batalla era inminente, se sintió aplanado, porque no le quedaba tiempo para volverlos a juntar, 8 y, sintiendo que se le rompía el corazón, dijo a los que le quedaban: Ea, vayamos al enemigo, a luchar contra él. 9 Querían ellos disuadirlo, diciendo: No podremos; mejor nos sería conservar ahora nuestra vida y volver luego con nuestros hermanos; entonces podremos combatirlos; por ahora somos muy pocos. 10 Pero Judas contestó: Lejos de mí hacer tal cosa, de huir ante ellos. Si nuestra hora ha llegado, muramos valerosamente por nuestros hermanos y no empañemos nuestro honor.
No sabemos las causas que concurrieron al relajamiento total de la moral combativa de las tropas de Judas. La superioridad numérica del enemigo fue más bien un pretexto para rehuir el combate. Unos se marcharon, otros quedaron al lado de Judas, pero con una moral muy resquebrajada. Judas midió justamente lo trágico de la situación, temiendo que su fin se acercaba. Sólo Dios, con un milagro, podía salvarle. Del pesimismo que invadía a los combatientes, y que influía extraordinariamente en sus ánimos, se hace eco el mismo autor sagrado.
Encarnizados combates (9:11-16).
11 En esto el campo enemigo se movió y ellos le hicieron frente. La caballería se dividió en dos partes: los honderos y arqueros del ejército, todos hombres valientes, se adelantaron, ocupando la primera fila. 12 Estaba Báquides en el ala derecha, e hizo al sonido de las cornetas avanzar la falange dividida en dos cuerpos. 13 Los de Judas dieron también la señal, y la tierra tembló al estruendo de los ejércitos. La batalla fue encarnizada, y duró desde la mañana hasta la tarde. 14 Vio Judas que Báquides, con el núcleo más fuerte de su ejército, estaba en el ala derecha, y, juntando a los más animosos, 15 se echó con ellos sobre el enemigo, derrotándolo y persiguiéndolos hasta el pie de la montaña. 16 Los del ala izquierda, viendo derrotada y en huida la derecha, pudieron perseguir a Judas y a los suyos por la espalda.
Fue el ejército sirio quien tomó la iniciativa. No se dice que Judas invocara a Dios al principio de la batalla; apela él al honor para no rehuir el combate, pero parece no acordarse de Dios. Acaso no quiso el autor sagrado comprometer la causa divina en una lucha que más parecía un suicidio voluntario que un combate entre dos ejércitos.
Muerte de Judas (9:17-22).
17 La lucha se agravó, cayendo muchos de una y otra parte. 18 Cayó también Judas, y los restantes huyeron. 19Jonatán y Simón tomaron a Judas, su hermano, y le dieron sepultura en el sepulcro de sus padres en Modín. 20 Le lloraron, y todo Israel hizo por él gran duelo y por muchos días hicieron luto, diciendo: 21Cómo ha caído el valiente, el salvador de Israel! 22 Por lo demás, la historia de las guerras de Judas, sus hazañas, su magnanimidad, son demasiado grandes para ser escritas.
La lucha se agravó, y de una y otra parte cayeron muchos. Entre ellos cayó también Judas. Los supervivientes de su ejército huyeron a la desbandada. Las gentes de Judas mutilaron el cadáver de Nicanor (7:47). Era de temer que la misma suerte corriera el de Judas; pero sus hermanos lograron de Báquides, no sabemos a precio de qué, la autorización de llevarse el cadáver de su hermano y sepultarlo en Modín.
1 Polibio, 32:7:13.
2 Flavio Josefo, Ant. lud. 14:10:15; niese, Festschrift für Noídefee II 81733.
3 Hállase muy difundida la opinión de los que relacionan la mencionada palabra griega con los habitantes.de la Galia y no de Galacia. Después de los estudios de Mommsen, escribe Bévenot, está fuera de duda que el término griego tois galatais no se refiere a los gálatas, que se establecieron en Asia Menor el año 240 antes de Cristo, sometidos por Manlio Vulso el 189 (Ôßôï livio, 38:17:37), sino a los galos del norte de Italia, que apoyaron a Aníbal en la segunda guerra púnica (218-201), siendo vencidos definitivamente en el año 190 antes de Cristo.
4 Plinio, Nat. Hist. 33:4:6; Estrabón, 3:3.
5 Praep. Evang. 30:34·
6 Schürer, III 474-477; Bellet, l.c., 309-
7 Véase su texto en Bévenot y en CIG, n.248s.
3. Jonatan, Sucesor de Judas (c.9:23-12:54).
Israel a la deriva (9:23-27).
23 Muerto Judas, cobraron ánimo los apóstatas en todo el territorio de Israel y levantaron cabeza los obradores de la iniquidad. 24 Hubo por aquellos días un hambre grandísima, y el pueblo se pasó a ellos. 25 Escogió entonces Báquides hombres impíos y los estableció por señores de la tierra. 26 Buscaban éstos insistentemente el paradero de los amigos de Judas y los llevaban a Báquides, que los castigaba y escarnecía. 27 Fue ésta una gran tribulación en Israel, cual no se vio desde el tiempo en que no había entre ellos profetas.
La muerte de Judas sumió a Israel en una situación muy precaria. Los que le habían seguido encerráronse en sus casas o buscaron asilo en tierras inhospitalarias para no sufrir el oprobio de su derrota ni escuchar los improperios que les echaban en cara los helenizantes. Los judíos apóstatas arreciaron en su persecución, aprovechando la coyuntura para vengarse y tomar represalias. El hambre agravó la situación de los fieles escondidos en sus casas o en los desiertos. El excesivo rigor por parte de Báquides y los excesos de los apóstatas despertaron a los judíos del sopor en que yacían y les confirmaron en la necesidad de agruparse bajo un mando y luchar por las reivindicaciones nacionales.
Elección de Jonatán y su huida al desierto (9:28-34).
28 Reuniéronse entonces todos los amigos de Judas y dijeron a Jonatán: 29 Desde que murió tu hermano Judas no apareció ninguno semejante a él, capaz de hacer frente a los enemigos, a Báquides y a los perseguidores de nuestro pueblo. 30 Pero hoy te elegimos en su lugar para que seas nuestro jefe y capitán, para que nos lleves a nuestras batallas. 31 Aceptó Jonatán el mandato y ocupó desde entonces el puesto de Judas, su hermano. 32 Cuando Báquides tuvo noticia de ello, le buscó para darle muerte. 33 Mas, sabiéndolo Jonatán, su hermano Simón y sus parciales, huyeron al desierto de Tecoa y acamparon junto a las aguas de la cisterna de Asfar. 34 Súpolo Báquides en un día de sábado, y vino con todo su ejército al otro lado del Jordán.
Jonatán era conocido por su valor y su fidelidad a la memoria de su padre. Al comunicarle los conjurados que habían pensado en elegirle por jefe (arjon) y caudillo (egoúmenos), no rehusó la oferta. Con ello se oponía al acuerdo concluido con el general sirio, por lo que tuvo que huir a uña de caballo al desierto de Tecoa. Era el desierto el único lugar no controlado por las tropas de Báquides y en donde podían fácilmente ocultarse los que vivían al margen de la ley. Ocias había hecho una gran obra en el desierto de Tecoa al construir torres y excavar muchas cisternas (2Cr_26:10) para los pastores y sus rebaños. La de Asfar se hallaba en el lugar que ocupan las ruinas de Bir-ez-Zaferán, a cinco kilómetros al sur de Tecoa. No nos explicamos el porqué Báquides, al oír que Jonatán se retiró al desierto de Tecoa, se marchase a Transjordania. Acaso nos hallamos frente a una glosa muy antigua, ya existente en el texto hebraico, y que pasó a la versión griega 1.
Traición y castigo de los nabateos (2Cr_9:35-42).
35 Envió Jonatán a su hermano por jefe de una tropa, y rogó a los nabateos, sus amigos, les permitieran dejar a su custodia el bagaje, que era mucho. 36 Pero salieron de Madaba los hijos de Jambri, y se apoderaron de Juan y de cuanto llevaba, y se partieron con ello. 37 Llegó a Jonatán y a Simón, su hermano, la nueva de que los hijos de Jambri celebraban una solemne boda con gran pompa y conducían desde Nadabat la novia, hija de uno de los magnates de Canaán. 38 Y, acordándose de su hermano Juan, salieron, se ocultaron al abrigo de un monte, 39 alzaron los ojos y vieron una caravana regocijada y numerosa. Era el novio, que con sus amigos y hermanos salían al encuentro de la novia con panderos, instrumentos músicos y muchas armas. 40 Lanzándose fuera de su escondite, los de Jonatán los atacaron, quedando heridos muchos y huyendo los restantes al monte, apoderándose los vencedores de todos los despojos. 41 Las bodas se convirtieron en llanto; el sonido de la música, en lamentaciones; 42 y, tomada venganza de la sangre de su hermano, se volvieron a la ribera pantanosa del Jordán.
Cada uno que se juntaba a Jonatán y acudía a su escondite del desierto ponía a buen recaudo todo cuanto poseía. Pensó Jonatán confiar la custodia de estos bienes a los nabateos (2Cr_5:25), de vida semi-nómada, que habitaban al sudeste del mar Muerto. Juan, hermano suyo, fue el designado para llevar el bagaje a la tierra de los nabateos y de asegurar a las mujeres e hijos de los combatientes una morada segura. Juan y su comitiva atravesaron el Jordán, llegando al país de los moabitas. En el camino les salieron al encuentro los hijos de Jambri, instalados en Madaba (Num_21:30; 1Cr_19:7), a treinta y cinco kilómetros al sur de Ammán, asaltando la caravana y matando al jefe que la conducía. Jonatán quiso vengar la afrenta, y aprovechó la ocasión de celebrarse una suntuosa boda.
Escaramuza junto al Jordán (1Cr_9:43-49).
43 Supo el suceso Báquides, y en día de sábado vino con mucha fuerza hasta las márgenes del Jordán. 44 Dijo entonces Jonatán a los suyos: Ea, luchemos por nuestra vida. No es hoy como ayer y anteayer. 45 El peligro nos acosa por delante y por detrás; ahí y allí, las aguas del Jordán, las márgenes pantanosas y el bosque; no hay escape. 46 Clamad, pues, al cíelo para que os salve de vuestros enemigos. Trabóse la batalla. 47 Alzó Jonatán para herir a Báquides; pero éste retrocedió, esquivando el golpe. 48 Salvaron Jonatán y los suyos el Jordán, pasando a nado a la ribera opuesta; pero los enemigos no atravesaron el Jordán para perseguirlos. 49 Aquel día cayeron como unos mil hombres de los de Báquides.
Llegó a Báquides la noticia del desplazamiento de Jonatán al otro lado del río Jordán y quiso cortarle la retirada. Aprovechó un sábado, por conocer la costumbre judía de no pasar a la ofensiva en día de fiesta (1Cr_2:41). Báquides vadeó el río y se camufló en los matorrales que crecen junto al mismo, en la ribera izquierda, esperando el regreso de Jonatán. Vióse Jonatán aprisionado entre el ejército sirio y el Jordán, siendo la situación desesperada. No es como ayer y anteayer (Gen_31:2; Jos_4:18; 1Sa_5:2; 2Re_13:5), queriendo decir: Jamás nos hemos encontrado en situación tan comprometida; no hay escape. Jonatán recomienda la oración, pero atacó al mismo tiempo a Báquides, haciéndole retroceder. Del ejército de Báquides cayeron unos mil hombres, cifra que Flavio Josefo hace remontar a dos mil. Duro debió de ser el golpe recibido por Báquides, el cual no se atrevió a vadear el Jordán y perseguir a Jonatán y a su ejército.
Fortificaciones de Báquides (2Re_9:50-53).
50 Vuelto éste a Jerusalén, edificó ciudades fuertes en Judea, la fortaleza de Jericó, la de Emaús, la de Betorón, la de Betel, la de Tamnata, la de Faratón y la de Tefón, con muros altos y puertas y cerrojos, 51 y poniendo en ellas guarnición para hacer la guerra a Israel. 52 Fortificó asimismo las ciudades de Betsur y Gazer y la ciudadela, y puso guarniciones y las abasteció de víveres. 53 Tomó luego a los hijos de los principales del país como rehenes y los recluyó en la ciudadela de Jerusalén.
Se alargaba desmesuradamente la estancia de Báquides fuera de Antioquía. No valía la pena seguir la vida nómada de unos pocos guerrilleros descontentos con el gobierno de la nación. Bastaba levantar sólidas fortalezas en los puntos neurálgicos del país. Jericó ocupaba un lugar clave que controlaba las rutas de Jerusalén a la TransJordania; Amuás o Emaús era como un centinela al pie de la Sefela, que guardaba los accesos a Judea y a Jerusalén. Betorón dominaba la región de Modín y los accesos a las montañas de Efraím. Betel (Beitin) defendía la capital por el septentrión. A dieciséis kilómetros al norte de Betel se encuentra Tamnata (Jirbet Tibna), en el camino que une Gofna y Birzeit con la región de Modín. Faratón y Tefón no han sido plenamente identificadas.
Muerte de Alcimo (2Re_9:54-57).
54 El año ciento cincuenta y tres, el mes segundo, ordenó Alcimo derribar el muro del atrio interior del santuario, destruyendo la obra de los profetas. Comenzó a ejecutarlo, 55 pero le sobrevino un ataque apoplético y quedaron suspendidas las obras. Se le cerró y paralizó la boca, de modo que no pudo ya hablar palabra ni disponer de su casa. Murió Alcimo en medio de grandes tormentos. 56 Luego que Báquides vio muerto a Alcimo, se volvió al rey, 57 y la tierra de Judea gozó de paz por dos años.
Había en el templo un muro de separación entre el atrio de los judíos y el de los gentiles (1Re_7:12), obra de los profetas, particularmente de Ageo y Zacarías. Que Alcimo pretendiera reemplazarlo por otro de estilo helenístico o que maquinara quitar toda la barrera entre judíos y paganos, no es fácil determinarlo. En tiempo de Herodes, la división entre un atrio y otro era señalada por el soreg, o balaustrada, cuya altura llegaba hasta el pecho.
Segunda expedición de Báquides (1Re_9:58-66).
58 Todos los apóstatas tomaron de común acuerdo esta resolución: Jonatán y los suyos viven muy tranquilos y confiados; pues bien, hagamos venir a Báquides, y en una noche los prenderemos a todos. 59 Fuéronse a Báquides y se aconsejaron con él. 60 En efecto, se dispuso a venir con mucha fuerza. En secreto envió cartas a todos sus parciales de Judea para que prendieran a Jonatán y a los suyos; lo que no pudieron hacer, por haber llegado tal designio a conocimiento de ellos. 61 Lejos de eso, tomaron ellos presos a unos cincuenta hombres de la tierra, cabecillas de aquella conjura, y les dieron muerte. 62 Luego, Jonatán y Simón, con los suyos, se retiraron a Betbasí, en el desierto; levantaron lo que estaba arruinado y la fortificaron. 63 Informado Báquides de esto, reunió toda su gente y avisó a los de Judea. 64 Vino a acampar enfrente de Betbasí, la atacó durante muchos días empleando máquinas, que construyó exprofeso. 65 Jonatán dejó en la ciudad a su hermano Simón, y él salió al campo con un puñado de hombres. 66 Derrotó a Odoaren, a sus hermanos y a los hijos de Fasirón en sus tiendas, iniciando así sus sucesos y aumentando sus fuerzas.
Los apóstatas judíos diéronse cuenta de que los años de paz eran aprovechados por Jonatán y los suyos para emprender una nueva ofensiva. La oficialidad siria que custodiaba las fortalezas levantadas por Báquides no veía mayor peligro en las actividades de los hermanos Macabeos, acantonados en Modín y pueblos de los alrededores. Los intrigantes judíos acudieron entonces al crédulo Báquides, quien, creyendo que su campaña sería un paseo triunfal, dirigióse personalmente a Judea. Sus esperanzas de apoderarse por sorpresa de los Macabeos fracasaron.
Derrota de Báquides y proposiciones de paz (1Re_9:67-73).
67 Simón y los suyos salieron de la ciudad, pusieron fuego a las máquinas 68 y atacaron a Báquides, a quien causaron una gran derrota; le pusieron en grave aprieto, haciendo fracasar con sus planes su expedición. 69 El se enfureció contra los impíos que le habían aconsejado ir a Judea, hizo dar muerte a muchos de ellos y resolvió volverse a su tierra. 70 Así que Jonatán tuvo noticia de ello, le envió embajadores para concertar la paz y hacerle entrega de los prisioneros. 71 Asintió a ello Báquides y aceptó las proposiciones, jurando no causarle mal alguno en todos los días de su vida. 72 Hízole entrega de los prisioneros que antes había tomado de la tierra de Judá y partió para su tierra, no volviendo más a los confines de Judea. 73 Cesó la guerra en Israel, y Jonatán estableció su residencia en Majmas, donde comenzó a gobernar al pueblo y exterminar a los impíos de Israel.
El sistema de los dos frentes desconcertó a Báquides. Mientras Jonatán hostigaba las tropas en torno a Betbasí, Simón aprovechó la coyuntura para hacer una salida e irrumpir sobre los asaltantes. Según Flavio Josefo 2, el ataque de Jonatán fue de noche. Al verse Báquides cercado por sus adversarios y atacado de frente y por la espalda, cayó víctima del desánimo, no acertando a idear una maniobra que le pusiera al abrigo del enemigo. A falta de otras víctimas más codiciadas, culpó a los impíos judíos de su fracaso, descargando contra ellos el peso de su ira. Humillado, resolvió regresar a su tierra, pensando que, si los judíos helenizantes tenían cuentas pendientes con Jonatán, las resolvieran ellos mismos. En este estado de ánimo aceptó sin dificultad la firma de un armisticio que le sugirió Jonatán. Este retiróse a Majmas, a unos quince kilómetros al norte de Jerusalén, alejado de las guarniciones griegas de la capital y con libertad de movimientos. El autor del libro atribuye a Jonatán las prerrogativas que tenían los antiguos jueces de Israel Que 3:10; 4:4; 1Re_3:9; 2Re_15:15). El autor sagrado no manifiesta acaso toda la verdad sobre los motivos que indujeron a los judíos de Palestina a acusar a Jonatán. Lo más probable es que éste aprovechara todas las circunstancias para humillar a estos apóstatas y dar muerte a los que se enorgullecían de sus ideales helenistas, apoderándose de sus bienes.