Dicho esto, se fue. Los sacerdotes, con las manos extendidas hacia el cielo, invocaron a Aquel que había combatido incesantemente en favor de nuestra nación, diciendo: (II Macabeos 14, 34) © Libro del Pueblo de Dios (Levoratti y Trusso, 1990)
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Alcimo indispone a los judíos con Demetrio (14:1-11).
1 Al cabo de tres años supieron los de Judas que Demetrio, hijo de Seleuco, había desembarcado en Trípoli con poderoso ejército y flota 2 y se había hecho dueño de la tierra, dando muerte a Antíoco y a Lisias, su tutor. 3 Cierto Alcimo, que había sido antes sumo sacerdote y que en los tiempos de la confusión se había voluntariamente contaminado, considerando que no había para él otro modo de salvación y de acceso al altar santo, 4 se vino al rey Demetrio el año ciento cincuenta y uno, trayéndole una corona de oro, una palma y unos ramos de olivo que se creían procedentes del templo. Aquel día no pidió nada. 5 Pero, aprovechando la ocasión, propicia a su demencia, de haber sido llamado a consejo por Demetrio, para preguntarle cuáles eran las disposiciones y designios de los judíos, respondió: 6 El partido de los judíos que llaman asideos, cuyo jefe es Judas Macabeo, fomenta las guerras y las sediciones y no consiente que el reino goce de paz; 7 por lo cual, yo, despojado de la dignidad paterna, quiero decir, del sumo sacerdocio, he venido ahora aquí, 8 mirando con toda lealtad por los intereses del rey y buscando también los de mis conciudadanos, pues, por la temeridad de aquéllos, toda nuestra nación se halla en ruinas. 9 Date cuenta, pues, ¡oh rey! de estas cosas; mira por nuestra tierra y nuestra raza oprimida, llevado de tu desinteresado amor hacia todos. 10 Mientras Judas esté con vida, no podrá el Estado gozar de paz, 11 Dicho esto, al punto los restantes amigos, que se hallaban indispuestos contra Judas, inflaron más el ánimo de Demetrio.
Demetrio escapó de Roma y, a bordo de una nave cartaginesa, desembarcó en las costas de Siria, en Trípoli, el año 161 antes de Cristo, 151 de la era seléucida (1Ma_7:1).
Alcimo era de estirpe sacerdotal, pero no de la familia de Onías. Por favor de Eupator y Lisias, Alcimo sucedió a Menelao en el cargo de sumo sacerdote. Los asideos fueron los primeros entre los hijos de Israel que pidieron la paz (1Ma_7:13) y reconocieron a Alcimo por legítimo sumo sacerdote.
Nicanor se dirige a Judea (1Ma_14:12-14).
12 Logrando que éste llamase luego a Nicanor, comandante anteriormente del cuerpo de elefantes, y le nombró general de Judea, 13 dándole orden de acabar con Judas, dispersar a todos los suyos e instalar a Alcimo por sumo sacerdote del santísimo templo. 14 En seguida, los gentiles, que por temor de Judas habían huido de la Judea, se agregaron como rebaño a Nicanor, pensando que el infortunio y la calamidad de los judíos sería su ventura.
Para - distinguir a este Nicanor del homónimo de que habló en 12:2, el autor le caracteriza por el cargo que tuvo en un tiempo de comandante del grupo de elefantes. Pero los romanos abolieron el empleo de estos animales en las guerras ya antes del advenir miento de Demetrio.
Revés de Simón en Desáu (14:15-17).
15 Al saber los judíos la venida de Nicanor y la invasión de los gentiles, se cubrieron de polvo, orando al que eligió a su pueblo para siempre y protegió en todo tiempo con manifiestos prodigios su heredad. 16 A las órdenes de su jefe, se pusieron luego en marcha, y vino a darse la batalla junto a la aldea de Desáu. 17 Simón, hermano de Judas, había venido a las manos con Nicanor; pero, desconcertado un momento por la repentina llegada de los enemigos, sufrió un revés.
Confortados con la oración, los soldados de Judas presentaron batalla junto a Desáu. Este lugar nos es desconocido; quizá en el texto primitivo leíase Adasa (1Ma_7:40), que se encuentra a unos tres kilómetros de Cafarsalama (1Ma_7:31) 2.
Amistad entre Judas y Nicanor (1Ma_14:18-25).
18 A pesar de lo cual, Nicanor, que sabía el valor de los judíos y cuan animosamente combatían por la patria, temía encomendar a las armas la resolución. 19 Por eso envió a Posidonio, a Teodoto y a Matatías a proponer conciertos de paz. 20 Después de un largo examen de las condiciones y de haberlo comunicado el general a la muchedumbre, de común acuerdo convinieron hacer conciertos de paz. 21 Señalaron el día en que los dos jefes se reunirían solos, y pusieron dos sillas, una frente a otra. 22 Judas, sin embargo, había apostado hombres en lugares convenientes, dispuestos a intervenir si los enemigos cometían alguna perfidia. Así tuvieron el amigable coloquio. 23 En adelante, Nicanor moró en Jerusalén, sin cometer injusticia, y hasta disolvió las tropas que a manera de rebaños se le habían juntado. 24 A Judas le tenía siempre a su lado, pues sentía hacia él cordial afecto. 25 Le exhortaba a que se casara y criara hijos. Y, en efecto, se casó, y, viviendo tranquilamente, disfrutaba de la vida.
Tres mensajeros envió Nicanor a Jerusalén con proposiciones de paz. Difícil es identificar a los tres enviados. Según 1Ma_7:27-31, estas negociaciones tuvieron lugar antes del combate de Cafarsalama, lo que mueve a Grimm, Bévenot, Knabenbauer, a distinguir dos combates, el de Desáu y el de Cafarsalama. En esta hipótesis, el curso de los acontecimientos sería el siguiente: 1) batalla de Desáu; 2) negociaciones de paz; 3) derrota de Nicanor en Cafarsalama; 4) amenazas contra los sacerdotes del templo; 5) derrota y muerte de Nicanor. El v.21 es dudoso críticamente, pero la idea sustancial es que ambos jefes se entrevistaron en pleno campo, sentados en sillas lujosas, semejantes a la sella castrensis de los pretores romanos. Aunque la amistad de Nicanor fuera sincera, sin embargo controlaba de cerca todo movimiento sospechoso del caudillo Judas. Por indicación de Nicanor, Judas tomó estado, fundó un hogar y gozó de la vida. El verbo koinonein significa tomar parte en la existencia común de los mortales en vez de guerrear en campaña, vivir sin hogar ni lugar fijo y matar. La guerra es algo antinatural, por oponerse al instinto de la procreación y a la armonía que debe existir entre los ciudadanos.
Intrigas de Alcimo (1Ma_14:26-29).
26 Pero Alcimo, al ver la buena inteligencia de ambos y los pactos concertados, se vino a Demetrio, acusando a Nicanor de traidora deserción contra el reino, puesto que se había dado por sucesor a Judas, enemigo del reino. 27 El rey se enojó, e inducido por las calumnias de aquel malvado, escribió a Nicanor, diciéndole cuánto le habían desagradado los conciertos hechos y ordenándole que le enviase cuanto antes preso al Macabeo a Antioquía. 28 Cuando recibió estas órdenes, Nicanor quedó confuso y sintió gravemente tener que anular lo concertado, sin haber recibido daño alguno de tal varón. 29 Mas, no siendo posible oponerse al rey, aguardó una ocasión propicia para ejecutar sus mandatos.
Alcimo veía con malos ojos la camaradería existente entre Nicanor y Judas. De seguir por aquellos derroteros, sus reivindicaciones quedarían en letra muerta. Por lo mismo acusó a Nicanor de haber nombrado a Judas diadoco, con lo cual le confería el derecho de ocupar su puesto al morir.
Raptara de relaciones (1Ma_14:30-36).
30 Observando de su parte el Macabeo que Nicanor se conducía con él más fríamente y que sus relaciones no eran tan amigables como de costumbre, pensó que tal conducta era mal indicio; y así reunió a muchos de los suyos y comenzó a guardarse de Nicanor. 31 Dándose éste cuenta de cuan hábilmente había sido vencido por Judas, llegó al augustísimo y santo templo en el momento mismo en que los sacerdotes ofrecían los acostumbrados sacrificios, y les mandó que le entregaran a Judas. 32 Asegurando ellos con juramento que ignoraban dónde estaba, extendió su diestra hacia el templo, 33 y juró así: Si no me entregáis a Judas preso, arrasaré este templo de Dios, destruiré el altar y elevaré aquí un magnífico templo a Baco. 34 Los sacerdotes tendieron las manos al cielo, e invocando al que siempre se había mostrado defensor de nuestro pueblo, dijeron: 35 Tú, Señor de todas las cosas, que de nada necesitas, has tenido a bien establecer este templo de tu morada en medio de nosotros. 36 Preserva, pues, santísimo Señor, por siempre limpia esta casa, que hace poco ha sido purificada.
El episodio que en esta perícopa se refiere concuerda fundamentalmente con lo dicho en 1Ma_7:3355,
Suicidio de Radas (1Ma_14:37-46).
37 Un cierto Racías, de los ancianos de Jerusalén, fue denunciado a Nicanor como amante de la ciudad, donde gozaba de muy buena fama, y por su bondad era apellidado padre de los judíos. 38 En efecto, en los tiempos anteriores había evitado todo contacto con los gentiles y había atraído sobre sí la acusación de judaismo, exponiendo por ello su cuerpo y su vida. 39 Deseando Nicanor dar muestra de su mala voluntad hacia los judíos, mandó más de quinientos soldados a prenderle, 40pues creía inferir, prendiendo a éste, un golpe a todos los judíos. 41 Estaba la tropa a punto de apoderarse de la torre de su casa, forzando la puerta de entrada y dada ya la orden de prenderle fuego. Racías, estando para ser apresado, se echó sobre su espada, 42 prefiriendo morir noblemente antes de caer en manos de criminales y recibir ultrajes indignos de su nobleza. 43 Mas como a causa de la precipitación no hubiera acertado a matarse y la tropa invadiera ya la casa, resueltamente corrió al muro y virilmente se arrojó encima de la tropa. 44 En viéndole se retiraron, y vino a caer en medio del espacio libre. 45 Aún respiraba, y, enardecido su ánimo, se levantó, y mientras a torrentes le corría la sangre de las graves heridas, atravesó a la carrera por entre la muchedumbre, hasta erguirse sobre una roca escarpada. 46 Allí, totalmente exangüe, se arrancó las entrañas con ambas manos y las arrojó contra la tropa, invocando al Señor de la vida y del espíritu que de nuevo se las devolviera. Y de esta manera acabó.
Desairado Nicanor por su fracaso en la captura de Judas, encontró una víctima expiatoria en la personalidad relevante de Racías, miembro de los ancianos de Jerusalén. El autor describe con admiración el arrojo de este procer judío, que prefirió darse muerte a caer en manos de gente impía. Quizá Jasón de Cirene contara lo acaecido con riqueza de detalles; pero nuestro autor se apodera de aquel relato y lo resume de modo realista, encaminado a poner de relieve los valores con que contaba el nacionalismo judío. Racías obró de buena fe, y estaba convencido de que su acción, como la de Eleazar (1Ma_6:18ss), contribuiría a impresionar favorablemente a sus correligionarios judíos y a servir de ejemplo de entereza a todos. El autor sagrado siente simpatía por Racías y no para mientes en el detalle de juzgar de la moralidad de este héroe nacional. Nos sucede actualmente a nosotros, que admiramos las gestas de un héroe popular, Juan de Serrallonga, por ejemplo; pero, puestos en el trance de emitir nuestro juicio sobre la moralidad de sus actos, refrenamos nuestros sentimientos y distinguimos fríamente entre los medios y el fin, entre lo que se ajusta a la ley suprema de la moralidad y lo que se opone a ella. Desde antiguo esta vivencia ha sido objeto de vivas discusiones, y hubo heresiarcas (los donatistas) que invocaban el caso de Racías para justificar la moralidad del suicidio. San Agustín 3 ha expresado su parecer sobre el caso Racías, diciendo: Factum narratum est, non laudatum; et iudicandum potius quam imitandum. Heroico fue el acto de Racías, pero no bueno; no todo lo grande es bueno, decía San Agustín 4. Antiguos comentaristas someten el texto a un examen moral riguroso, tales Cornelio a Lapide y Calmet.
Racías se mantuvo siempre adicto a las leyes judías, no declinando jamás a la derecha ni a la izquierda. Hubo otros que, aunque momentáneamente, hicieron concesiones al helenismo; él, en cambio, combatió de hecho y de palabra contra cualquier contacto o comercio con los gentiles. Cuanto más relevante era su personalidad, más impresión causaría su captura por las tropas de Nicanor. Quinientos soldados fueron a prenderle, rodearon su amplio palacio, quizá a las afueras de Jerusalén, prendiendo fuego a las puertas. Familiares y servidores se encontraban en la casa de Racías, quienes, asfixiados por el humo de las puertas ardiendo, se refugiaron en la torre situada en un ángulo del edificio. Habiendo los soldados penetrado en el edificio y llegado a la torre, comprendió Racías que no había escape posible. En aquel momento, ciego por el odio hacia el enemigo y obcecado por la idea del honor, atentó contra su vida echándose sobre su espada (1Sa_31:4). Con la precipitación falló el primer intento, por lo cual, viéndose ya acorralado y al alcance de los incircuncisos, corrió hacia el muro y se arrojó sobre la tropa que rodeaba su casa. Los soldados esquivaron el golpe, y el cuerpo del infeliz dio contra el suelo. Todavía con vida, se levantó y, por entre la masa de los soldados, corrió hacia una roca que sobresalía, e irguiéndose sobre ella, se arrancó las entrañas con la mano y las arrojó sobre la tropa siria, cayendo luego exánime después de invocar al Señor de la vida y del espíritu que de nuevo se las devolviera.
El autor subraya la fe de Racías en la resurrección de la carne, devolviéndole Dios la integridad de su cuerpo. Este episodio encaja perfectamente dentro del libro. Por su carácter tiene estrecha relación con el martirio de los siete hermanos Macabeos (c.7). Compárase 14:37 con 6:18-23. Aquí, como en el capítulo 7, aparece la fe de los mártires en la resurrección.
La oración es nuevamente el punto de partida para enfrentar el enemigo. Judas y Nicanor ya se habían encontrado y enfrentado. Al comparar el relato con el del Primer libro de los Macabeos hay grandes diferencias. Allí Nicanor es presentado como traidor y tramposo (1Ma_7:27-29) mientras aquí el acuerdo de paz es sincero. Nicanor es nombrado por el rey para someter a los judíos, y como en 1Ma_7:27-29 elige el camino del diálogo y el pacto de paz, con la diferencia que allí era un engaño, en cambio aquí es sincero. El camino del diálogo y la paz es un buen ejemplo para solucionar los conflictos entre los pueblos y naciones. La paz es sincera y duradera, tanto que Judas puede abandonar la vida militar y dedicarse a una vida normal de familia.
Alcimo, fiel a su papel de «renegado» logra con su cizaña que el rey obligue a Nicanor a romper el acuerdo de paz firmado con Judas (27). En Nicanor fue más importante la orden que la persona, primó la ley sobre el espíritu.
La defensa del Templo, amenazado esta vez por Nicanor (33), es objetivo prioritario en la campaña de Judas Macabeo.
El anciano Razis, un hombre fiel y respetado, miembro del sanedrín de Jerusalén, es la versión opuesta de Alcimo. Su actitud hay que entenderla no como suicidio sino como martirio, destacándose así la participación activa de los mártires en la campaña liberadora. Muere profesando su fe en la resurrección (46). El martirio es un sí al Dios de la Vida y a la Vida del Pueblo, asumido y ofrecido con todas las consecuencias. Monseñor Casaldáliga escribió al respecto: «Creemos que mientras haya martirio habrá credibilidad, mientras haya martirio habrá esperanza... mientras haya martirio habrá conversión, mientras haya martirio habrá eficacia. El grano de maíz muriendo se multiplica».