Biblia Comentada, Profesores de Salamanca (BAC, 1965)
Los Discursos de Elihu (c. 32-37).
T erminado el ciclo de discusiones de los tres amigos de Job y el monólogo de éste, aparece inesperadamente un nuevo personaje que pretende dar nueva luz sobre el misterio de los sufrimientos del justo: los caminos de la Providencia son misteriosos, y, por tanto, el hombre no está capacitado para juzgar sus actos; por otra parte,
Dios es soberanamente justo, y, en consecuencia, el hombre no puede dudar de la justicia de sus actos. Es un avance de la solución final,
propuesta por el propio Dios en su teofanía; pero, además, se insinúa que la virtud del justo se perfecciona y purifica con el sufrimiento.
Los críticos modernos consideran este fragmento de marcada unidad literaria como adición al drama primitivo del libro de Job 11. El estilo es más prolijo; abundan los arameísmos, y, sobre todo, el personaje no aparece mencionado ni en el prólogo ni en el epílogo del libro.
32. Intervención de Elihu.
L os tres interlocutores de Job decidieron callarse, ya que no podían convencer al amigo de su presunta culpabilidad. Elihú representante de la nueva generación había callado por respeto a la ancianidad, mientras aquéllos exponían sus argumentaciones; pero ahora que han enmudecido y que parece que Job queda victorioso, interviene violentamente para convencer a éste de su culpabilidad. Está decepcionado por los argumentos de los que representaban la antigua sabiduría y quiere aportar nuevas luces sobre el problema. No puede reprimir el impulso interior que le obliga a hablar sin acepción de personas.
Presentación de Elihú (1-5).
1
Dejaron aquellos tres hombres de replicar a Job, pues se declaraba inocente a sus ojos; 2
pero Elihú, hijo de Barakel, buzita, de la familia de Ram, se encendió en cólera contra Job porque se declaraba justo ante Dios. 3
También contra los tres amigos ardió su cólera, porque no hallaban qué responder a Job, y, a pesar de eso, le condenaban. 4
Había esperado Elihú mientras hablaban con Job, porque ellos eran más entrados en días que él; 5
mas al ver Elihú que no había respuesta en la boca de los tres hombres, se encendió su cólera. Job acababa de declarar enfáticamente su inocencia, pidiendo a Dios que diera el fallo definitivo a su querella, sin temer a las acusaciones del libelo que contra él pudiera presentar su adversario judicial. Los tres amigos no encontraron más argumentos para convencer a Job de que era culpable, y decidieron callarse. Pero esto dejaba en mal lugar la justicia divina, ya que parecía que Job, con sus arrogancias, quedaba triunfador indebidamente en la discusión. Y es entonces cuando inesperadamente entra en lid un joven de temperamento exaltado y revolucionario, que se indigna porque los representantes de la sabiduría tradicional no han sabido defender la justicia divina. Elihú de nombre, es de la tierra de Buz, cerca de Teima y Dedán i, en los confines entre Edom y Arabia. Pertenece, pues, al mismo círculo étnico de los otros tres amigos de Job; en todo caso, es también un
hijo de oriente, como Job; un trans-jordano para el judío que habitaba en Canaán.
Pacientemente había esperado que los
ancianos expusieran sus puntos de vista, pero, como no convencían al arrogante Job, decide Elihú tomar parte en la discusión (v.5).
Explicación preliminar (6-14).
6
Replicó, pues, Elihú, hijo de Barakel el buzita, y dijo: Yo soy joven, y vosotros ancianos; por eso temía y sentía miedo a exponeros mi pensamiento. 7
Me decía: Hablarán los días, y los muchos años darán a conocer la sabiduría; 8
pero ésta es en el hombre una inspiración, y es el soplo del Omnipotente el que enseña. 9
No son los ancianos los sabios, ni los viejos los que comprenden lo que es justo. 10
Por eso me atrevo a decir: Oídme y daré yo también mi parecer. 11
He aquí que he estado esperando vuestros discursos y escuchando vuestras razones; mientras buscabais palabras, 12
en vosotros ponía mi atención. Pero he aquí que nadie puede convencer a Job, no hay entre vosotros quien responda a sus dichos. 13
Para que no digáis: Hemos hallado sabiduría; es Dios, no el hombre, quien nos adoctrina.3
14
El no me ha dirigido sus palabras4
ni voy a responderle con vuestros argumentos. Llevado de un sentido de respeto a los mayores y también acomplejado ante su supuesta sabiduría de ancianos, el joven Elihú no osaba intervenir en la discusión (v.6). Las palabras del nuevo interlocutor son irónicas y de humildad afectada. Según la mentalidad oriental, la sabiduría era patrimonio de los entrados en años, como fruto de la experiencia; y así lo había declarado el propio Job: Entre los ancianos se halla la sabiduría, y en los de edad avanzada la inteligencia 5. Pero Elihú no piensa igual, pues la verdadera sabiduría no la da la experiencia de los años, sino que es un don, una inspiración del Omnipotente (v.8). Los
designios de Dios sobre los seres humanos son misteriosos, y sólo puede comunicar sus secretos el propio Dios. Por otra parte, la discusión actual prueba que la sabiduría no es patrimonio de los entrados en días, pues Job sigue en su obstinación, y sus amigos han agotado sus argumentos para convencerle. Esto da ánimos para que un representante de la nueva generación entre en la discusión con nuevas luces (v.10).
Pacientemente ha estado atento a los discursos de los tres interlocutores, esperando que convencieran al arrogante Job; pero ha sido en vano (v.11). Ha estado sopesando sus argumentos, esperando encontrar la razón definitiva; pero el resultado fue negativo. Por ello no tienen derecho a decir que reciben la doctrina de Dios (v.13), pues con ella ciertamente habrían convencido al obstinado Job. Elihú, por su parte, no va a utilizar los argumentos de ellos, entre otras razones porque Job no ha dirigido contra él sus palabras o argumentaciones (v. 14).
Elihú se siente impulsado a hablar (15-22).
15
Están desconcertados, no responden ya, les faltan las palabras. 16
Comenzaré yo, pues, ya que no hablan ellos, pues se están ahí sin responder. 17
Replicaré yo también por mi parte, también yo expondré mi parecer. 18
Pues me siento lleno de palabras y me insta el espíritu que hay dentro de mí. 19
He aquí que mi interior está como vino sin escape, que hace reventar los odres nuevos. 20
Hablaré, pues, para desahogarme y abriré mis labios para responder. 21
No haré acepción de personas ni adularé a nadie, 22
porque yo no sé adular, y me soportará por un poco mi Hacedor 6
. De modo redundante y ampuloso, Elihú justifica su intervención, que resulta humillante para los otros interlocutores, de más edad que él. Estos se han callado, llegando a un punto muerto, y, por tanto, es el momento de intervenir con sus nuevas ideas (v.17). Se siente lleno de ideas en estado de ebullición, como vino fermentando, que busca salida y que con su presión revienta los odres nuevos (v.19). El símil es gráfico y refleja bien la impaciencia de las nuevas generaciones por exponer sus puntos de vista. Pero antes hace profesión de imparcialidad: hablará sin acepción de personas, ateniéndose a las exigencias de la verdad y de la justicia, pues no tiene el vicio de la adulación. Finalmente,
pide permiso a Dios para que le soporte por algún tiempo su argumentación (v.22).
1 Cf.
Jer_25:23. El nombre de Elihú aparece en Sam 1:1; Par 27:18; 12:20; 26:7. Ram aparece en
Rut_4:19; Par 2:9-10.25.27. Buz aparece en
Gen_22:21. 3 Así siguiendo una ligera corrección propuesta por Dhorme y seguida por la Bib. de Jér. 4 Dhorme, siguiendo a la V. 511. y a los LXX, traduce: no alinearé palabras como éstas. 5
Job_12:12. 6 Otros traducen: en poco tiempo me llevaría el que me hizo. Así Dhorme y Bib. de Jér, En este supuesto, el sentido sería que el Hacedor no soportaría las frases adulatorias de Elihú, que estaría expuesto a su venganza.