Biblia Comentada, Profesores de Salamanca (BAC, 1965)
Emboscada en Hai y toma de la ciudad (8:1-23).
1
Yahvé dijo a Josué: No temas ni te acobardes. Toma contigo a todos los hombres de guerra, levántate y sube contra Hai. Mira, pongo en tus manos al rey de Hai, a su pueblo, su ciudad y su territorio. 2
Trata a Hai y a su rey como trataste a Jericó y a su rey; pero el botín y el ganado, tomadlo para vosotros. Pon una emboscada detrás de la ciudad. 3
Josué se dispuso a subir con todos los hombres de guerra contra Hai. Escogió treinta mil, todos ellos hombres valerosos, y los hizo partir de noche, dándoles esta orden: 4
Estad sobre aviso; poneos en emboscada detrás de la ciudad, sin alejaros mucho, y estad todos prontos. 5
Yo, con la gente que llevo conmigo, nos acercaremos a la ciudad, y cuando salgan a nuestro encuentro como la primera vez, huiremos ante ellos. 6
Ellos saldrán en persecución nuestra; y cuando los hayamos atraído lejos de la ciudad, porque se dirán: Huyen delante de nosotros, como la primera vez; 7
entonces, saliendo vosotros de la emboscada, os apoderáis de la ciudad. Yahvé, vuestro Dios, la entregará en vuestras manos. 8
Cuando la hayáis tomado, la incendiaréis. Haced según lo que ha dicho Yahvé. Ved, ésas son mis órdenes. 9
Josué los hizo partir; y ellos fueron a ponerse en emboscada entre Betel y Hai, al occidente de Hai. Josué pasó la noche en medio del pueblo. 10
Levantóse Josué bien de mañana, y, después de revisar al pueblo, avanzó a la cabeza de él, él y los ancianos de Israel, contra Hai. 11
Todos los hombres de guerra que estaban con él subieron y se acercaron; llegados frente a Hai, se detuvieron al norte de la ciudad, teniendo el valle entre ellos y Hai. 12
Tomó Josué unos cinco mil hombres, y los puso en emboscada entre Betel y Hai, al occidente de la ciudad. 13
Luego que todo el pueblo hubo tomado posiciones al norte de la ciudad, y la emboscada al occidente de ella, avanzó Josué durante la noche al medio del valle. 14
Cuando el rey de Hai vio esto, se levantó de prisa, bien de mañana, para combatir a los hijos de Israel. Y sin saber que detrás de la ciudad había una emboscada contra ella, el rey, con todo su pueblo, se dirigió a un cierto lugar del llano. 15
Josué y todo Israel, fingiéndose derrotados por ellos, huyeron por el camino del desierto; 16
se reunió toda la gente que había en la ciudad, para perseguirlos con gran griterío, y persiguieron a Josué, que los alejó así de la ciudad. 17
No hubo ni uno de Hai que no saliera tras de Israel y le persiguiera, dejando abierta la ciudad. 18
Yahvé dijo a Josué: Tiende hacia Hai el dardo que llevas en la mano, porque voy a poner en tu poder la ciudad. Josué tendió hacia la ciudad el dardo que tenía en la mano, 19
y las gentes de la emboscada se levantaron prestamente del lugar donde estaban, y, corriendo, entraron en la ciudad, se apoderaron de ella y le pusieron fuego. 20
Cuando los de Hai miraron atrás y vieron el humo que de la ciudad subía al cielo, ya no pudieron ponerse en salvo por ningún lado; pues el pueblo, que huía camino del desierto, se volvió contra los que le perseguían. 21
Josué y todo Israel, viendo que la ciudad había sido tomada por los emboscados y cómo subía el humo de la ciudad, se volvieron y derrotaron a los de Hai; 22
los otros salieron de la ciudad a su encuentro; los de Hai se vieron envueltos por los de Israel, de un lado por unos, del otro por otros; y los de Israel los batieron, sin dejar ni un superviviente ni un fugitivo; 23
tomaron vivo al rey de Hai y se lo llevaron a Josué.
Con el castigo de Acán se normalizaron las relaciones entre Dios y el pueblo, estando seguro Josué del éxito de una futura operación contra Hai. Es probable que los exploradores enviados a Hai (7.2-3) subestimaran su capacidad defensiva y los efectivos de su ejército. Ante la dolorosa experiencia, Josué se dispuso a atacar la ciudad con todos sus hombres de guerra. De noche mandó un grueso cuerpo de tropa con la consigna de colocarse en emboscada entre Betel y Hai. El número de treinta mil es una hipérbole manifiesta; algunos exegetas22 lo reducen a tres mil y les parece todavía excesivo, por la razón de que difícilmente pasaría inadvertido a las gentes de Hai un número tan crecido de soldados apostados detrás de la ciudad. Hablando H. Vincent del relato de la conquista
de Hai, nota en el texto un formulario enfático, cifras incoherentes y desmesuradas, insistencia sobre cosas maravillosas cuya inverosimilitud nos es notoria, pero que no desconciertan a un espíritu oriental.23
A la mañana siguiente, muy de madrugada (6:12), subió Josué con el resto del ejército y se acercó a la ciudad. La disposición de los combatientes con respecto a la ciudad era la siguiente: la emboscada enviada durante la noche subió de Jericó por
Ain ed-Duq, siguió por el valle Zeitún, dejando Hai a la izquierda, escondiéndose detrás del cerro llamado hoy día
Burdjmus, entre Betel y Hai. Josué, al llegar a la altura de
Jirbet Haijan, se dirigió hacia Hai por la llanura que se encuentra al sudeste de la misma, con el fin de hacerse visible a los habitantes de la ciudad. Hai quedaba entre dos fuerzas. La estratagema de Josué surtió el efecto deseado. Los versículos 12-13 faltan en el texto griego; deben considerarse como una glosa narrativa.
Castigo infligido a Hai (8:24-29).
24
Cuando Israel hubo acabado de exterminar en el campo a todos los habitantes de Hai, camino del desierto, por donde los habían perseguido, y todos hasta el último hubieron sido pasados a filo de espada, todo Israel se volvió a la ciudad y la pasaron también a filo de espada. 25
El número de muertos aquel día fue de doce mil hombres y mujeres, todas las gentes de Hai. 26
Josué no retiró la mano que tenía tendida con el dardo hasta que no hubo dado el anatema a todos los habitantes de Hai 27
Los de Israel sólo reservaron para ellos el ganado y el botín de esta ciudad, como Yahvé se lo había mandado a Josué. 28
Josué quemó a Hai, convirtiéndola en un montón de ruinas, que todavía hoy subsiste. 29
Hizo colgar de un árbol al rey de Hai y le dejó allí hasta la tarde; a la puesta del sol dio orden de tomar el cadáver y arrojarlo a la puerta de la ciudad, echando sobre él un gran montón de piedras, que todavía subsiste hoy. El anatema de Hai fue más benigno que el de Jericó, autorizándose al pueblo se quedara con el ganado y el botín de la ciudad. La práctica de la destrucción total de todos los seres vivientes hacíase cada día más difícil por privarse a los soldados del botín de guerra. Por este motivo se introdujo paulatinamente cierta mitigación de las leyes del
herem. Los israelitas se ensañaron con los habitantes de Hai, como hicieron antes con los de Jericó. Tanto los que habían salido de la ciudad como los que habían quedado en ella fueron devorados por la espada. Dios permitía estos excesos, muy propios, como dejamos anotado más arriba, de todos los otros pueblos antiguos del Próximo Oriente, para impedir que sus habitantes contagiaran a los israelitas con sus ritos idolátricos.
Hai a la Luz de las Excavaciones.
Las excavaciones arqueológicas en
et-Tell, la antigua Hai, en una área de cerca de diez hectáreas, practicadas por Judit Marquet Krause durante los años 1933-1935, han arrojado datos desconcertantes y contrarios, al parecer, al relato contenido en este capítulo. R. Dussaud ha escrito: Las excavaciones de Hai llevan a la conclusión de que el relato del paso del Jordán y la caída de Jericó y de Hai no son históricos. No existe razón alguna para salvar la historicidad de los capítulos 7-8 de Josué, por pertenecer a un conjunto manifiestamente legendario.24
Por la muerte prematura de la señora Judit Krause no se llevó a cabo una exploración exhaustiva del Tell, pero los datos suministrados demuestran que Hai fue completamente destruida por el fuego hacia el año 2000 antes de Cristo, con mucha anterioridad a la llegada de los israelitas. De la destrucción se salvaron en parte los muros y fortificaciones. El lugar fue abandonado durante ocho siglos. A la llegada de los israelitas delante de Hai habíase incluso perdido el nombre de la ciudad, que el texto masorético llama simplemente Hai = la Ruina. ¿Cómo pueden armonizarse estos datos
d las excavaciones arqueológicas de Hai con las afirmaciones del 1ibro de Josué al hablar de Hai y de que el caudillo judío la tomó redujo a un montón de escombros? Algunos autores resuelven la cuestión, como Dussaud, ya citado, diciendo que el relato es legendario, teniendo la finalidad etiológica de explicar la existencia del montón impresionante de Hai y atribuirlo a una destrucción de la ciudad por parte de Josué. Noth25 afirma que la explicación etiológica fue creada hacia la mitad del siglo X por los benjaminitas al ocupar aquel lugar. Según Albright26, el relato bíblico describía originariamente la destrucción de Betel, acontecida en el siglo xui; pero después, por motivos etiológicos, se localizó en las imponentes ruinas de
et-Tell. El P. Vincent ha intentado armonizar los datos de la arqueología con los de la Biblia recurriendo a la siguiente hipótesis. La ciudad de Hai fue destruida hacia el año 2000. De su antiguo esplendor quedaban en pie gran parte de las murallas y el esqueleto de sus santuarios y otros edificios públicos. Al amparo de aquellos viejos escombros se reunieron los cananeos para impedir la penetración de los israelitas en sus ciudades habitadas. Aquellas vetustas ruinas, reanimadas circunstancialmente por hombres de guerra y otras personas acompañantes, dieron la impresión a los israelitas de encontrarse ante una ciudad cananea de vida normal. El autor del libro de Josué habla de Hai como si se tratara de una ciudad en pie, y se complace en usar este apelativo para destacar más la magnitud del triunfo. Hasta aquí Vincent. Esta ingeniosa hipótesis encuentra alguna dificultad en aquellos pasajes (7:5; 8:29) en que se habla de la puerta de la ciudad y del número de hombres y mujeres que mataron los israelitas. ésta misma dificultad se opone a los que interpretan la expresión cayeron los muros de Jericó en el sentido de se derrumbó la guarnición.27
Confirmación de la alianza (8:30-35).
30
Entonces Josué edificó un altar a Yahvé sobre el monte Ebal, 31
según la orden que Moisés, siervo de Dios, había dado a los hijos de Israel, corno está escrito en el libro de la Ley de Moisés; un altar de piedras brutas a las cuales no había tocado el hierro. Ofrecieron en él holocaustos a Yahvé y sacrificios eucarísticos. 32
Allí, sobre las piedras, escribió Josué una copia de la ley que Moisés había escrito delante de los hijos de Israel. 33
Todo Israel, sus ancianos, sus oficiales y sus jueces, estaban a los dos lados del arca, ante los sacerdotes hijos de Leví que llevaban el arca de la alianza de Yahvé; los extranjeros, lo mismo que los hijos de Israel, una mitad del lado del monte Garizim, otra mitad del lado del monte Ebal, según la orden que Moisés, siervo de Dios, había dado antes, para comenzar a bendecir al pueblo de Israel. 34
Leyó después Josué todas las palabras de la Ley, la bendición y la maldición, conforme a todo lo que está escrito en el libro de la Ley. 35
Ni una palabra de cuanto había prescrito Moisés se omitió en la lectura que hizo Josué, en presencia de toda la asamblea, de los hijos de Israel, de mujeres y niños y de los extranjeros que iban en medio de ellos.
Señala el autor inspirado el hecho de la magna concentración de Israel en los montes de Garizim y Ebal, conforme a lo que mandó Moisés en
Deu_11:29-30 y 27:2-27. Causa extrañeza que después de la toma de Hai se desplace todo el pueblo, hombres, mujeres y niños, a una región que todavía no había sido conquistada, distante unos cincuenta kilómetros de Caígala. Para obviar la dificultad, algunos autores, siguiendo a San Jerónimo, creen que Garizim y Ebal eran dos colinas situadas entre Jericó y Caígala. Sin embargo, el texto es explícito, y los mencionados montes deben buscarse cerca de Siquem, en la Palestina central. Es muy posible que esta perícopa esté desplazada del lugar que le correspondía en el texto primitivo. Schulz y otros la trasladan al capítulo quinto; otros, en cambio, como Hummelauer, la retrasan a fines de la vida de Josué. Acaso sea éste el sitio que mejor le cuadre; su desplazamiento al lugar que hoy ocupa se explica por el interés del hagiógrafo de presentar a Josué como fiel ejecutor de las órdenes de Moisés (
Deu_27:2-3). Antes de la conquista del territorio que conducía a Siquem no era posible realizar semejante mandato. No se trata solamente de la marcha de hombres armados,
sino de todo el pueblo, con los sacerdotes y el arca de la alianza. No puede admitirse tampoco la hipótesis de que los israelitas pasaran el Jordán a las alturas de Siquem, sino frente a Jericó.
Conforme a la orden de Moisés, se levantó un altar de piedras sin pulir sobre el monte Ebal. En él se ofrecieron holocaustos y sacrificios eucarísticos. No se escribió la Ley sobre las piedras del altar, sino sobre aquellas piedras grandes que revocarás con cal (
Deu_27:2). Bajo el nombre de Ley debe entenderse
el Decálogo. Josué leyó la ley grabada en la piedra, y los sacerdotes proferían las bendiciones y las maldiciones. Entre los asistentes figuraban
extranjeros, o sea, gentes del país que simpatizaban con el pueblo escogido y que debían entrar a formar parte del pueblo de Israel. En el grandioso escenario de Siquem se renovó y rubricó la alianza de Dios con Israel. Desde este momento, las tribus forman una unidad religiosa, Israel, cuyo único Dios es Yahvé.
1 Journal ofthe Palestine Oriental Society 16 (1936) 224-225
2 Abel, Géographie I 234. N. Glueck
(The River Jordan [Philadelphia 1946] 168-198)señala su emplazamiento en tell el-Hammam, a unos tres kilómetros al sur de tell el-Kefrein.
3 J. Daniélou, Rahab, .figure de VEglise: Irénikon, 22 (1949) 26-45; H. Windish, Zur Rahab-Geschichte: Zaw 37 (1917) 188-198.
4 D. Diringer, Le iscrizioni antico-ebraiche palestinesi (Firenze IQ34) 4.
5 De litteraire compositie van Jos 3 en 4: Studia católica, 18 (1942) 185-202
6 .M. Noth, Das Buch Josua (Tübingen 1938); H. Wiesmann, hraels Einzug in Kanaan B, 11 (1930) 216-230; 12 (1931) 90-92; A. Fernández, Crítica histérico-literaria de
Jos_3:1-5 :1 B. 12 (1931) 93-98; Baldi, l.c.
7 Three Israelite Towns in the Jordán Valley: Zareíhan. Succoth, Zaphon: Basor 9 (1943) 2-43
8 F. M. Abel, Caígala qui est aussí le Dodécalithon: Memorial J. Chaine (Lyón 1950)..
9 Hans Joachim Kraus, Gilgal. Ein Beitrag zur Kultusgeschichte: VT 1 (1951) 181-199.
10 A. George, Les récits de Gilgal en
Jos_5:2-15 : Memorial Chaine (Lyón 1950) 171. 103-184.
11 E. Powder,
Jos_5:9 and the Institution of Circuncisión: Irish Theological Quarterly, (1951) 368-372 (interpreta el texto del oprobio del pueblo por no poseer un territorio propio antes de entrar en Canaán) ; Figueras, A. ? ., El concepto de pecado en las diversas ases redaccionales de Josué: XVIII Semana Bíblica Española (Madrid 1959) 145-167
12 F. M. Abel, L'apparition du chef de l'armée de Yahvéh á Josué: Studia Anselmiana, 27-28 (Roma 1951) 109-113. José 6
13 F, M. Abel, Les stratagémes dans le livre de Josué; RB 56 (1949) 321-339,
14 Sobre el herem: A. Fernández, Eí herem bíblico: ? 5 (1924) 3-24; H. Stieglecker, Harte and Grausamkeit im Alten Testament: Theologisch-praktische Quartalschrift, 130 (1950) 9-30; 105-128; 131 (1951) 103-118; 210-225; C. Brekelmans, Le Heiem chez les Prophétes du Royaume du Nord et dans le Deutéronome: «Sacra Pagina» (Miscellanea bíblica congressus internationalis catholici de re bíblica; París-Gembloux 1959) 377-383; L. Del-Porte, L'Anathéme de Yahvé. Recherches sur le herem préexilien en Israel: RSR 5(1914) 297-300.
15 Jericho et sa Chronoloeie: RB 44 (1935) 602.
16 Q. H. W. Fairman, Preliminary report on the excavation ai Amarah West, Anglo-Egyp-tian
Sudan 1938-1939: The Journal of Egyptian Archaeology, 25 (i939) 1 39-144·
17 A. Rolla, La Bibbia di fronte alie ultime scoperte (Roma 1959) 37; ídem, Le mura di Cérico eg'ii scavi archeologici del 1952-1953: Rivista Bíblica, 2 (i954) 173-178)· En las excavaciones de los años 1957-1958 se ha llegado a la fase protoneolítica y mesolítica de la antigua Jericó.
18 V. Vilar, Crónica arqueológica de Palestina: EB 14 (1955) 329-332.
19 Introduction a la Bible (Desclée, 195?) vol.1:392
20 A. Van Hoonacker, Das Wunder Josuas: Theologie und Glaube, 5 (1913) 454-461; R Tournay, ? propos des murailles de Jéricho: Vivre et Penser, 3 ser. (1945) 304-306. Sobre las excavaciones de Jericó, véase J. B. F. Garstang, The Story of Jéricho (Londres 1948); K· M. Kenyon, Excavations at Jéricho 1952: PE 984 (1952) 62-82; 85 (1953) 81-95; 86 (1954) 45-63; 87 (1955) 108-117; 88 (1956) 67-82; Digging up Jéricho (Londres 1957); R. North, The 1952 Jericho-Sultan Excavation: ? 34 (1953) i-12; R. Savignac, La conquéte de Jéricho: Rb 49 (1940) 336-53etc
21 B. J. Aifrink, Die Achan-Erzahlung (Jos 7): Studia Anselmiana, 27-28 (Roma 1951) 114-129.
22 Bíblica, 3 (1922) 284.
23 Revue Biblique, 46 (1937) 264; A. Tricot, La prise d'Ai (los 7:1-
Jos_8:29): ? 3 (1922) 273-299.
24 Note additionnelle: Syria, 16 (1935) 351.
25 Palástinajahrbuch, 31 (1935) 20.
26 Basor 55 (1934) 2; 56 (iQ34) 2-15; 57 Ü935) 27-30; 74 (1939) 15-18.
27 J. Marquet-Krause, La deuxiéme campagne de Fouilles a Ay (1934): Rapport sommaire: Siria, 16 (1935) 325-345; R. Dussaud, Note additionnelle: ibid., 346-352; J. Marquet-Krause, Lesfouüles de Ai (et Teli) 1933-1935 (París 1949); H. Vincent, Lesfouilles d'et-Tell: Rb 46 (1937) 231-266; A. Lods, LesfouLies d'Ay et l'épuque de l'entrée des Israélites en Pales-tine Mélanges F. Cumont (Bruselas 1936) 847-857,