Biblia Comentada, Profesores de Salamanca (BAC, 1965)
Sujeción de los Cananeos (9-12).
Estrategia de los gabaonitas (9:1-15).
1
Cuando supieron estos sucesos todos los reyes del lado de acá del Jordán, los de la montaña y los del llano y los de las costas del mar Grande, frente al Líbano; los jéteos, los amorreos, los cananeos, los fereceos, los jeveos y los jebuseos, 2
se unieron todos para combatir a Josué y a Israel de común acuerdo. 3
Los habitantes de Gabaón, al saber cómo había tratado Josué a Jericó y a Hai, 4
recurrieron a la astucia y se pusieron en camino, llevando provisiones para el viaje. Tomaron sacos viejos sobre sus asnos, cueros viejos de vino, rotos y remendados; 5
zapatos viejos y recosidos para sus pies, y se pusieron vestidos viejos; todo el pan que traían para el camino estaba duro y hecho migas. 6
Llegaron a Josué, al campamento de Caígala, y le dijeron a él y a los de Israel: Venimos de muy lejanas tierras para hacer alianza con vosotros; hagámosla, pues. 7
Y los de Israel respondieron a aquellos jeveos: Quizá vosotros habitáis en medio nuestro; ¿cómo vamos a poder hacer alianza con vosotros? 8
Ellos respondieron a Josué: Somos siervos tuyos. Y Josué les dijo: ¿Quiénes sois y de dónde venís? 9
Respondieron ellos: Tus siervos vienen de muy lejanas tierras, por fama de Yahvé, tu Dios, pues hemos oído hablar de cuanto hizo en Egipto 10
y de lo que ha hecho a los reyes de los amorreos de la otra parte del Jordán, Seón, rey de Hesebón, y Og, rey de Basan, que habitaba en Astarot. 11
Por eso nuestros ancianos y todos los habitantes de nuestra tierra nos han dicho: Tomad con vosotros provisiones para el camino e id a su encuentro y decidles: Somos siervos vuestros, haced alianza con nosotros. 12
Aquí tienes nuestro pan; estaba caliente cuando lo cogimos en nuestras casas para el camino, el día en que partimos para venir a vosotros; y ahora, como veis, está seco y en migajas; 13
estos odres de vino eran nuevos cuando los llenamos; y ya los veis, rotos; nuestros vestidos y nuestros zapatos se han hecho viejos por lo largo del camino. 14
Los de Israel tomaron de sus provisiones, y sin consultar a Yahvé, 15
Josué les otorgó la paz y concertó con ellos que les dejaría la vida, y también los príncipes de la asamblea les juraron.
Los éxitos militares de los israelitas produjeron efectos dispares entre los habitantes de la montaña (
bahar)
, de la Sefela, del litoral mediterráneo (
hof hayiam hagadol),
pues mientras la mayoría acordó una coalición para enfrentarse contra el enemigo común, otros, los gabaonitas, idearon una estratagema para concertar una alianza con los israelitas a fin de salvar sus vidas y haciendas. ¿Conocían los gabaonitas la ley deuteronómica (
Deu_20:11-18) que mandaba tratar con dureza a las naciones y ciudades vecinas y con más suavidad a las que estaban lejos? Referente a las primeras, di cese en el Deuteronomio que las darás al anatema, no harás pactos con ellas ni les harás gracia (
Deu_7:2); en cambio, a las ciudades lejanas les brindarás la paz. Si la aceptan y te abren, la gente de ella será hecha tributaria y te servirá (
Deu_20:10). Gabaón, que se identifica con el actual
Ed-Djib, hallábase a ocho kilómetros al noroeste de Jerusalén y a diez de Hai. Sus habitantes temían para sí idéntico trato que los de esta última. Partieron de su ciudad y se dirigieron a Caígala para entablar negociaciones con Josué, sorprendiendo a éste y a sus oficiales, los cuales, sin consultar a Yahvé, les dieron crédito, celebrando juntos un banquete de alianza, hospitalidad y protección, intercambiándose las provisiones. Con juramento se les otorgó la paz, concertándose un pacto para asegurarles la vida. Los gabaonitas mencionan al rey Seón, que lo era de Hesebón, ciudad emplazada a unos diez kilómetros al norte de Mádaba, en Transjordania. Recibía el nombre de Basan el territorio transjordánico septentrional, desde Galaad, al sur, hasta el monte Hermón, al norte. Astarot se identifica con Astarot Carnaim (
Gen_14:5), al norte del Yarmuc, a unos treinta y seis kilómetros al oriente del lago de Genesaret.
El género literario del relato ha llamado la atención. Refiriéndose al mismo, anota Schildenberger que la forma figurada es en ciertas circunstancias más eficaz para hacer comprender a uno el carácter y la importancia de un hecho, como nos lo demuestran las parábolas, por cuyo medio el profeta Natán, por ejemplo, hace ver a David en un momento toda la maldad de su adulterio y de su asesinato (
2Sa_12:1ss). Por la misma razón, tampoco fue menester, para satisfacer las exigencias de la historiografía sagrada, que la anecdótica narración del engaño de los gabaonitas (Jos 9) relatara literalmente los sucesos que han sido la causa de que ellos pudieran quedarse en su tierra y subir hasta el servicio del altar de Yahvé. Bastaba contarlos en la forma figurada que gustaba al pueblo piénsese en las tradiciones coleccionadas por Herodoto , que representaba los hechos esenciales que le servían de fundamento según la importancia que ellos tenían para la historia soteriológica. El pacto que los israelitas habían celebrado con estas cuatro ciudades en el curso de su ocupación (
2Sa_9:17) había sido un hecho político y puramente humano, estipulado sin haberlo preguntado a Yahvé, y puesto que el territorio de las ciudades objeto de la alianza, junto con Jerusalén, que no había sido conquistada, separaba a la tribu de Judá de las restantes tribus, han sido los israelitas los que fueron engañados, porque este territorio perjudicaba la unidad de las doce tribus del pueblo2.
Josué cae en la trampa (2Sa_9:16-27).
16
Tres días después de concertada la alianza supieron que eran vecinos suyos y que habitaban en medio de ellos. 17
Los hijos de Israel partieron y llegaron a sus ciudades al tercer día. Eran sus ciudades Gabaón, Cafirá, Beriot y Quiriat-Jearim. 18
No los destruyeron, por el juramento que los príncipes de la asamblea les habían hecho por el nombre de Yahvé, Dios de Israel; pero toda la asamblea murmuraba contra los príncipes. 19
Los príncipes dijeron a la asamblea: Nosotros les hemos jurado por Yahvé, Dios de Israel; no podemos, pues, tocarlos; pero he aquí cómo los trataremos: les dejaremos la vida, por no atraer sobre nosotros la cólera de Yahvé, por el juramento que les hemos hecho; 21
y añadieron los príncipes: Que vivan, pues, pero que sirvan de leñadores y aguadores para toda la congregación; y se hizo como los príncipes dijeron. 22
Josué hizo llamar a los gabaonitas, y les habló así: ¿Por qué nos habéis engañado, diciendo: Estamos muy alejados de vosotros, cuando habitáis en medio de nosotros? 23
Ahora, pues, malditos sois, y no dejaréis de ser esclavos, para cortar la leña y sacar el agua para la casa de mi Dios. 24
Ellos respondieron a Josué, diciendo: Es que supimos la orden que Yahvé, tu Dios, había dado a Moisés, su siervo, de que toda la tierra se os entregara y de que todos sus habitantes fueran exterminados delante de vosotros. Por eso tuvimos gran miedo por nuestras vidas, y por eso hemos hecho esto. 25
Estamos en tus manos; trátanos como te parezca bueno y justo tratarnos. 26
Josué hizo de ellos lo que había dicho, y los libró de la mano de los hijos de Israel, para que no los matasen; 27
pero los destinó desde entonces a cortar la leña y a sacar el agua para la asamblea y para el altar de Yahvé, en el lugar que Yahvé eligiese, lo que hacen todavía hoy.
A los tres días se descubrió el engaño; pero habiéndose Israel obligado con juramento a respetar sus vidas, no pudieron exterminarlos. Con gran contrariedad supieron los israelitas no sólo que Gabaón estaba cerca, sino que era la ciudad principal de una confederación jetea de cuatro ciudades, regida por un colegio de ancianos. La solución propuesta fue la de convertir a los gabaonitas y a los habitantes de las otras tres ciudades confederadas en esclavos de la comunidad de Israel, destinándolos especialmente al servicio del santuario (
2Sa_21:2-14;
1Re_9:20). Las ciudades de Cafirá, Beriot y Quiriat-Jearim se identifican, respectivamente, con Jirbet Kefire, a siete kilómetros al sudoeste de Gabaón; el-Bireh, al norte de la misma, y Quiriat-el-Enab, llamado también Abugosch, a doce kilómetros al noroeste de Jerusalén. Las tres ciudades se mencionan en 15:9.60; 18:14-15; 24-28. El significado de toda la narración es mostrar que los jéteos quedaron en Israel en virtud de un tratado con los israelitas, que les destinaron al servicio del templo 3.