Biblia Comentada, Profesores de Salamanca (BAC, 1965)
Cántico Triunfal de Débora (5:1-32).
El llamado cántico de Débora, por su ímpetu lírico y atractivo oético, por su antigüedad y energía de lenguaje, por haber sido compuesto bajo la impresión inmediata de los acontecimientos, tiene un valor histórico y literario de primer orden. Dícese en el texto que lo cantaron conjuntamente Débora y Barac. Es muy probable que ni uno ni otro compusieron este cántico, que se debe a un poeta desconocido, que lo compuso para celebrar la hazaña gloriosa de la profetisa (Lagrange, Notscher). El texto se ha conservado en muy mal estado debido a la circunstancia de haber
sido retransmitido oralmente durante mucho tiempo antes de fijarse por escrito. La lengua conserva algunos matices dialectales del norte, lo que puede explicarse por los retoques y cambios introducidos en época tardía al texto primitivo. Modernamente lo ha estudiado, teniendo en cuenta las leyes de la métrica hebraica, Otto Grether1. En cuanto a los datos que figuran en esta pieza poética, deben interpretarse a la luz de los que se refieren en el relato en prosa (c.4), teniendo además en cuenta el género literario poético 2.
Primera estrofa: Yahvé vuela hacia el campo de batalla (5:1-5).
1
Aquel día cantaron Débora y Barac, hijo de Abinoam, este canto: 2
Los príncipes de Israel al frente, ofrecióse el pueblo al peligro. Bendecid a Yahvé. 3
Oíd, reyes; dadme oído, príncipes. Yo, yo cantaré a Yahvé. Yo cantaré a Yahvé, Dios de Israel. 4
Cuando tú, ¡oh Yahvé! salías de Seír, cuando subías desde los campos de Edom, tembló ante ti la tierra, destilaron los cielos y las nubes se deshicieron en agua. 5
Derritiéronse los montes a la presencia de Yahvé, a la presencia de Yahvé, Dios de Israel.
Las dos primeras palabras del cántico se interpretan diversamente. Unos la derivan de
para, dejar crecer la cabellera (
Num_5:18;
Num_6:5;
Eze_44:20), y entonces el autor haría alusión al voto de los guerreros de dejar crecer su cabellera hasta el día de la victoria (Lods, 353). Una cabellera larga mecida por el viento indicaba prosperidad y libertad (
Deu_32:42;
2Sa_14:26) o duelo (
Jer_41:5) 3.
Débora habla de reyes en plural. No habiendo todavía rey en Israel (
Jer_1:1), se presume que alude a los reyes extranjeros. Se describe cómo Yahvé viene de Seír (
Deu_2:455) en ayuda de Israel, conforme a la antigua creencia de que Yahvé habitaba especialmente en el Sinaí (
Deu_33:2-6;
Sal_68:8-9), desde donde dominaba sobre toda la tierra. Seír designa la región de Edom (
Gen_32:4;
Gen_36:8; 1 Re c.19;
Hab_3:3;
Sal_68:8-9). La tempestad y conmoción de los elementos denota la presencia de Yahvé (
Exo_19:15-18;
Jue_4:14;
2Sa_22:8-16;
1Re_19:11).
Segunda estrofa: la opresión (1Re_5:6-8).
6
En los días de Samgar, hijo de Anat; en los días de Jael, estaban desiertos los caminos; los que antes andaban por caminos trillados, íbanse por senderos desviados; 7
desiertos estaban los lugares indefensos, desiertos en Israel, hasta que me levanté yo, hasta que me levanté yo, madre en Israel. 8
A las puertas estaba la guerra; y no se veía ni un escudo ni una lanza entre los cuarenta mil de Israel.
La situación de las tribus del norte era desesperada en los días que precedieron al levantamiento de Débora. El comercio y el tráfico estaban paralizados por la inseguridad en las vías de comunicación. Los que se aventuraban a salir lo hacían por senderos desviados, huyendo del camino trillado en donde les acechaba el robo y la muerte (
Lam_1:4;
Sof_3:6). Los cananeos poseían los puestos claves para el desenvolvimiento económico de Israel.
Samgar, hijo de Anat, es el gran juez de que se habla en 3:31; otros no admiten esta identificación, viendo en él un enemigo de los israelitas. La mención de Jael en el v.6 debe considerarse como una glosa. Jael sólo alcanzó fama después de la victoria. A Débora se la llama madre en Israel, como a otros personajes famosos se les llamó padres (
Gen_48:8;
Isa_22:21;
Job_29:16) por su dignidad y operosidad en favor del pueblo. Según el texto masorético, las causas de este estado lastimoso deben achacarse a la idolatría del pueblo, a la penuria de armas y a la cobardía e impericia guerrera del mismo.
Tercera estrofa: alzamiento (Job_5:9-12).
9
Se va mi corazón tras los príncipes de Israel. Los que del pueblo os ofrecisteis al peligro, bendecid a Yahvé. 10
Los que montáis blancas asnas, los que os sentáis sobre tapices, los que ya vais por los caminos, cantad El que fue lugar de rapiña, es ya lugar de regocijo. 11
Cantad en él las justicias de Yahvé, las justicias que ha hecho Yahvé, a los lugares indefensos de Israel. Entonces pudo ya el pueblo de Yahvé bajar a sus puertas. 12
Despierta, despierta, Débora. Despierta, despierta, entona un canto. Levántate, Barac; apresa a los que te aprisionaban, hijo de Abinoam.
Débora levanta los ánimos de la multitud. A su grito acuden millares de hombres del pueblo (LXX). Las gentes obligadas a permanecer en casa salían a las encrucijadas de los caminos o se juntaban cabe a una fuente para aclamar a los guerreros que marchaban al combate. Todos sin excepción: los nobles (que montan blancas asnas,
Gen_49:11;
Num_22:21), los magistrados (se sientan sobre tapices) y el pueblo humilde (los que van por los caminos), comparten el mismo entusiasmo. Muchos ponen el v.12 entre el 8 y el 9.
Cuarta estrofa: los valientes (Num_5:13-16a).
13
Entonces vencieron los pequeños a los grandes; prevaleció el pueblo de Yahvé contra los fuertes. 14
Los de Efraím los exterminaron en el valle. Detrás de ti (Débora) iba Benjamín con tu ejército. De Maquir bajaron los jefes, de Zabulón los capitanes; 15
los príncipes de Isacar están con Débora. Barac se precipitó con los infantes en el valle. En las filas de Rubén hay grandes ansiedades de corazón. 16
Y ¿por qué te quedaste en tus apriscos, oyendo las nautas de tus pastores? Los cananeos con sus carros de combate son humillados y arrollados
por el entusiasmo del pueblo de Yahvé desprovisto de armas. Efraím, Benjamín y el clan de Maquir, atacando por el sur, e Isacar, Zabulón y Neftalí por el norte, quitaron el oprobio de Israel, exterminando a los cananeos en el valle de Cisón. Las tribus del sur, Judá y Simeón, no participaron en la refriega por hallarse muy lejos del teatro de guerra. En un principio Benjamín formaba parte de la casa de José (
2Sa_19:20), aliándose a la de Judá en tiempos de la monarquía. Los capitanes (los que llevan el bastón de mando,
Gen_49:9;
Amo_1:5-8) de Zabulón iban al mando de soldados de su misma tribu. Maquir, hijo primogénito de Manases (
Jos_17:1-2), designa la fracción de Manases establecida en Palestina, en oposición a la otra mitad, que habitaba en TransJordania.
Quinta estrofa: los cobardes (Jos_5:16b-18).
16
En las filas de Rubén hay grandes ansiedades de corazón. 17
Galaad descansaba al otro lado del Jordán. Y Dan, ¿por qué se quedó junto a sus naves? Aser, a orillas del mar, descansaba en sus puertos; 18
pero Zabulón es un pueblo que ofrece su vida a la muerte. Lo mismo es también Neftalí desde lo alto de los campos.
Las tribus transjordánicas permanecieron al margen de la contienda; la tribu de Dan, que ya por aquel entonces había emigrado hacia el norte, en las fuentes del Jordán Que c. 17-18), prestaba sus servicios en las naves de Tiro y Sidón, lo mismo que la tribu de Aser. Ningún reproche a la tribu de Leví ni a la de Judá y Simeón, quizá porque estas últimas vivían al mediodía de Palestina o porque estaban ocupadas en rechazar al cananeo de sus territorios. Sin embargo, Rubén no estaba más cerca del campo de operaciones. La conducta de las tribus que se negaron a intervenir es tanto más deplorable en cuanto
que habían perdido el sentido de la solidaridad, prefiriendo sus negocios particulares
al bien general de la nación.
Sexta estrofa: el combate (Jos_5:19-22).
19
Vinieron los reyes, combatieron; lucharon entonces los reyes de Canaán en Tanac, junto a las aguas de Megiddo. No cogieron plata por botín. 20
Desde los cíalos combatieron las estrellas; desde sus órbitas combatieron las estrellas contra Sisara. 21
El torrente de Cisón los arrastró, el torrente de Cisón pisa los cadáveres de los fuertes. 22
Entonces resonaron los cascos de los caballos en la veloz huida de los guerreros. Maldecid a Meroc, dijo el ángel de Yahvé.
El centro de gravedad de la batalla fue Tanac, junto a las aguas de Megiddo, es decir, el
wadi Ledjun, tributario del Cisón, que en el relato de la victoria de Tutmosis III en 1479 se llama
wadi Qyn. No fueron ni los jefes de las tribus ni los soldados los artífices de la victoria, sino Yahvé, que puso en acción a todo el ejército de los cielos. Las estrellas combatieron desde lo alto de los cielos (
2Sa_5:22-24;
2Sa_22:8-11;
1Re_19:11), mandando un diluvio de agua sobre la llanura.
Séptima estrofa: Jael mata a Sisara (1Re_5:23-27).
23
Maldecid, maldecid a sus habitantes, porque no cooperaron a la victoria de Yahvé, a la ayuda de Yahvé a sus valientes. 24
Bendita entre las mujeres Jael, mujer de Jeber el quineo; bendita entre las mujeres de su tienda. 25
Le pidió agua, y ella le dio leche; en el vaso de honor le sirvió leche; 26
cogió el clavo con la izquierda, con la derecha el pesado martillo, rompiéndole la cabeza. Rompióle la cabeza, le atravesó la sien. 27
El se retorció, cayó, yació, a sus pies se retorció, cayó donde se retorció, allí mismo quedó exánime. Se justifica algo la pasividad de los habitantes de Meroz por hallarse la ciudad situada a poca distancia de Cades de Neftalí, no lejos de Jasor, o en el camino que siguió Sisara en su fuga. La palabra
ángel (v.22) puede ser una glosa para evitar una expresión antropomórfica. Se ha querido ver en Jael una figura
de la Iglesia, que destruye el reino del pecado por la fe en Jesucristo. Ya hemos dicho que su acción no puede justificarse moralmente.
Octava estrofa: angustia en casa de Sisara (1Re_5:28-32).
28
Mira por la ventana la madre de Sisara, por entre las celosías, y grita: ¿Por qué tarda en venir su carro? ¿Por qué tardan en oírse los pasos de su cuadriga? 29
La más avisada de sus mujeres le contesta, y ella repite las mismas palabras: 30
Seguramente está repartiendo los despojos, una joven, dos jóvenes para cada uno, un vestido, dos vestidos de varios colores para Sisara, un vestido, dos vestidos bordados a su cuello. 31
Perezcan así todos los enemigos, ¡oh Yahvé! fuerza. y sean los que te aman como el sol cuando nace con toda su 32
La tierra estuvo en paz durante cuarenta años.
Las palabras de Débora rezuman desprecio e ironía. La madre de Sisara se impacienta por la tardanza de su hijo. Por entre las celosías oteaba el horizonte para distinguir la silueta de su hijo aureolado con la corona de la victoria. Otras mujeres, esposas acaso de los reyes relacionados o de los jefes del ejército, hallábanse en su compañía, la consolaban, alegando que era necesario largo tiempo para repartir el abundante botín de mujeres, vestidos y otros objetos.
Como se ha notado anteriormente, no figura el nombre de Jabin en todo el capítulo y sí el de Sisara, que aparece como el enemigo inmediato y único contra el cual luchan los israelitas. Después de la victoria, descansó Israel cuarenta años, es decir, el tiempo correspondiente a una generación (
Sal_95:10;
Eze_29:11-13).