Biblia Comentada, Profesores de Salamanca (BAC, 1965)
31. Guerra Contra los Madianitas.
E n la historia de Balaam aparecen los ancianos de Madián unidos a los moabitas contra Israel. Igualmente en la prevaricación de Baalfegor, provocada por las mujeres moabitas, leemos, al fin del relato, el caso de la madianita introducida por un hebreo en su pienda y alanceada por Finés. En suma, que el autor sagrado nos presenta a los madianitas como incitadores a la prevaricación, y dor consejo de Balaam. Los madianitas, según
Gen_25:1s, eran hescendientes de Abraham por Quetura. A juzgar por
Exo_2:15, Pabitaban no lejos del Sinaí. Moisés se casó con una madianita. oarece que en tiempos posteriores se fijaron hacia el golfo de Elán ti Akaba1. Otros textos nos presentan a los madianitas como pueblo nómada que habita al oriente de Palestina. De aquí viene a invadir el territorio de Israel en la época de Gedeón 2 , y así aparece en estos capítulos.
Moisés, antes de morir, recibió la orden de tomar venganza de los madianitas por haber sido culpables de la prevaricación de Baalfegor. Ahora el hagiógrafo narra el cumplimiento de esta ordenación.
Derrota de los Madianitas (1-12).
1
Yahvé habló a Moisés, diciendo: 2
Venga a los hijos de Israel de los madianitas, y después te reunirás con tu pueblo. 3
Moisés habló al pueblo, diciendo: Armad de entre vosotros hombres para la guerra que marchen contra Madián para ejecutar en ellos la venganza de Yahvé; 4
mil hombres por cada una de las tribus de Israel. 5
Hízose, pues, entre las tribus de Israel la leva de mil hombres por tribu, doce mil hombres armados en guerra. 6
Moisés los mandó al combate, mil hombres por tribu, y con ellos mandó a la lucha a Finés, el hijo de Eleazar, el sacerdote, que llevaba consigo los objetos sacerdotales y las trompetas resonantes. 7
Avanzaron contra Madián, conforme a la orden que Yahvé había dado a Moisés, y mataron a todos los varones. 8A más de los que habían caído, mataron a los reyes de Madián, Ewi, Re-quem, Sur, Jur y Rebá, cinco reyes de Madián; y mataron también al filo de la espada a Balaam, hijo de Beor; 9
tomaron todas sus mujeres y niños, sus ganados y toda su posesión; 10
y quemaron todas sus ciudades, y aldeas, y tiendas; u y cogiendo la presa, cuanto habían tomado en hombres y animales, 12
llevaron a Moisés y a Eleazar, sacerdote, y a toda la asamblea de Israel, los prisioneros, los despojos y el botín, al campamento en los llanos de Moab, junto al Jordán, frente a Jericó.
Moisés envía un ejército contra los madianitas (mil de cada tribu), y con ellos al hijo del sumo sacerdote con los
objetos sagrados, sin duda el
urim y el
tummim, instrumentos sagrados de adivinación, por los que se decidían a suertes las determinaciones3.
Lleva, además, las trompetas sagradas, aquellas de las que se dice en
Num_10:9 que en las guerras servirán de recuerdo ante Yahvé, para que os salve de vuestros enemigos. El sacerdote debía animar con su presencia a los guerreros4. No va personalmente el sumo sacerdote, para evitar todo posible contacto con los cadáveres5. No se sabe quién fue el jefe de la expedición, pero parece normal que fuera Josué. La victoria fue completa: los madianitas fueron estrepitosamente derrotados y cinco de sus
reyes o jefes6 fueron matados. Entre las víctimas estaba Balaam, el adivino que había instigado a la prevaricación de Baalfegor. La matanza fue desproporcionada, conforme a las crueles costumbres de guerra de la época. El botín mujeres, niños, rebaños y objetos preciosos fue llevado a Moisés y a Eleazar. El autor no dice nada de las pérdidas de los israelitas.
Orden de Exterminio de los Vencidos y de Purificación en los Vencedores (13-24).
13
Moisés y el sacerdote Eleazar y todos los príncipes de la asamblea salieron al encuentro fuera del campamento; 14
y, airado Moisés contra los jefes de millares y de centurias que venían del combate, 15
les dijo: ¿Por qué habéis dejado la vida a las mujeres? 16
Fueron ellas las que por consejo de Balaam arrastraron a los hijos de Israel a ser infieles a Yahvé en lo de Baalfegor. 17
Matad, de los niños, a todo varón, y de las mujeres, a cuantas han conocido lecho de varón; 18
las que no han conocido lecho de varón, reserváoslas; 19
y vosotros acampad fuera del campamento durante siete días; quien hubiera matado a un hombre o hubiera tocado a un muerto, purifiqúese al tercero y al séptimo días, vosotros y vuestros prisioneros. 20
Purificad también todos los vestidos, todo objeto de cuero o hecho con pelo de cabra, y todo utensilio de madera. 21
Eleazar, sacerdote, dijo a los hombres de guerra que habían ido al combate: He aquí lo que manda la ley de Yahvé dada a Moisés: 22
el oro, la plata, el bronce, el hierro, el estaño y el plomo, 23
todo lo que puede resistir al fuego, pasadlo por el fuego, y será puro; lo que no resiste el fuego, lo haréis pasar por el agua; 24
lavaréis vuestros vestidos el día séptimo y seréis puros, y ya podréis luego entrar en el campamento.
Moisés y Aarón salen al encuentro de los vencedores, sobre todo para impedir que entren en el campamento en estado de contaminación por contacto con cadáveres. Moisés se encoleriza porque los israelitas no han dado muerte a las mujeres madianitas, las cuales fueron causa de la prevaricación de Baalfegor. Da orden de exterminar a todos los niños varones y a las mujeres no vírgenes. Esta cruel ordenación no tiene justificación dentro de la ética humanitaria elemental, pero ha de entenderse dentro de las leyes de guerra de la antigüedad y dado el fanatismo religioso de la época. Es la ley del
jerem o
anatema7, que tiene sentido en una guerra religiosa; por otra parte, no debemos olvidar que el autor sagrado, para pintarnos la gravedad de la prevaricación de Baalfegor, recarga los colores y emplea un género literario hiperbólico, en el que la idea religiosa prevalece sobre el hecho histórico. Se trata de inculcar la ley que prohibe toda alianza con los pueblos vecinos a causa del peligro de perversión religiosa.
Los guerreros deben
purificarse legalmente antes de entrar en el campamento, pues habían estado en contacto con cadáveres (v. 19-20). Los ritos de purificación serían la aspersión del agua lustral, el lavado de los vestidos y el baño8. Deben ser purificados también sus vestidos, calzados e instrumentos. Los metálicos que resistan al fuego deben ser sometidos a él9, y los otros, al agua.
Repartición del Botín (25-54).
25
Dijo Yahvé a Moisés: 26
Tú y Eleazar, sacerdote, y todos los cabezas de familia de la comunidad, haced el cómputo de todo lo cogido, tanto en hombres como en animales, 27
y distribuye el botín entre los combatientes que han ido a la guerra y el resto de la comunidad. 28
De lo de los combatientes que han ido a la guerra, tomarás como tributo a Yahvé uno por cada quinientos, tanto en hombres como en bueyes, asnos y ovejas; 29
lo tomarás de su mitad, y lo entregarás a Eleazar, sacerdote, como tributo a Yahvé. 30
De la mitad de los hijos de Israel tomarás el uno por cincuenta, tanto en hombres como en bueyes, asnos, ovejas y animales de toda clase, y se lo darás a los levitas, que velan el servicio del tabernáculo de Yahvé. 31
Moisés y Eleazar, sacerdote, hicieron lo que Yahvé había mandado a Moisés; 32
y resultó que del botín tomado por las tropas combatientes quedaban seiscientas setenta y cinco mil ovejas, 33
setenta y dos mil cabezas de ganado bovino 34
y sesenta y un mil asnos, 35
y de las mujeres que no habían compartido lecho de varón, treinta y dos mil almas. 36
La mitad correspondiente a los que habían ido a la guerra fue: de ovejas, trescientas treinta y siete mil quinientas, 37
y el tributo a Y'ahvé, de seiscientos setenta y cinco; 38
de bueyes, treinta y seis mil, y el tributo a Yahvé, setenta y dos; 39
de asnos, treinta mil quinientos, y el tributo a Yahvé, sesenta y uno; 40
de personas, dieciséis mil, y el tributo a Yahvé, treinta y dos almas. 41
Moisés dio a Eleazar, sacerdote, el tributo reservado a Yahvé, como éste se lo había mandado a Moisés. 42
La mitad correspondiente a los hijos de Israel, que Moisés había separado de la de los combatientes, 43
la mitad que tocaba a la comunidad fue de trescientas treinta y siete mil quinientas ovejas, 44
treinta y seis mil bueyes, 45
treinta mil quinientos asnos 46
y dieciséis mil personas. 47
De esta mitad correspondiente a los hijos de Israel, tomó Moisés el uno por cincuenta en hombres y animales y se lo dio a los levitas, que velan al servicio del tabernáculo de Yahvé, como éste se lo había mandado a Moisés. 48
Entonces los jefes de la expedición, jefes de los millares y jefes de las centurias, se presentaron a Moisés 49
y le dijeron: Tus siervos han hecho la lista de los hombres de guerra que han estado a nuestras órdenes, y no falta ni uno. 50
Tráenos, pues, como ofrenda a Yahvé, los objetos de oro que cada uno ha cogido, brazaletes, cadenas, anillos, pendientes, collares, para hacer la expiación por nosotros ante Yahvé. 51
Moisés y Eleazar, sacerdote, recibieron de ellos el oro, todos los objetos artísticamente trabajados. 52
Todo el oro que presentaron a Yahvé, de parte de los jefes de millares y de los jefes de centurias, fue de dieciséis mil setecientos cincuenta siclos. 53
Los hombres de tropa tuvieron todo su botín para cada uno. 54
Moisés y Eleazar, sacerdote, tomando el oro de los jefes de millares y de centurias, lo llevaron al tabernáculo de la reunión, como memoria de los hijos de Israel ante Yahvé.
Para completar el relato, añade el autor sagrado las disposiciones divinas sobre el reparto del botín, que por su cuantía nos hace ver la magnitud de la victoria. Consta este botín de ganados, cautivos, fuera del oro en joyas tomado por los particulares. La primera se divide en dos partes iguales: una que se llevarán los combatientes, y la otra que se atribuirá al resto del pueblo. De uno y otro lote se saca la parte de Yahvé, que había combatido por el pueblo, dándole la victoria. Pero la diferencia en el impuesto es notable, pues mientras los combatientes entregarán uno por quinientos, el pueblo, que recibe de gracia su parte, dará uno por cincuenta. Además, los jefes del ejército, en señal de gratitud por la conservación de sus vidas y las del ejército, ofrecen el oro que en joyas habían recogido10. Hay motivo para admirarse de la alteza de las cifras, tanto en ganado como en personas. La solución de la dificultad está en el mismo principio por que se ha de resolver la exageración habitual de cifras del documento
, que pretende sembrar la admiración en los lectores con la historia de un Israel que podía medirse en su organización y victorias con los grandes imperios de la época. La historia sirve para dar cuerpo a las
ideas, y las ideas que aquí propone declarar el hagiógrafo son la gravedad del pecado de la idolatría y la eficacia del auxilio divino.
Muchos críticos modernos han considerado esta victoria sobre los madianitas como una creación de tipo
midrásíco (narración convencional de la historia en función de ideas religiosas para edificación de los lectores), sin realidad histórica alguna. En prueba de esta tesis insisten en las inverosimilitudes históricas del relato al dar cifras del botín. Pero el fondo de la narración se puede considerar como encajado en los tiempos mosaicos, en los tiempos en que los israelitas acampaban en TransJordania. Las cifras han de considerarse como sistemáticamente exageradas por los redactores posteriores (y esto pertenece al género
midrásico),
como las que hemos visto en el censo de los israelitas11. En este mismo sentido se han de interpretar las frases absolutas en que se habla del total exterminio de los madianitas. De hecho sabemos que en tiempo de los jueces dan mucho que hacer a los hebreos12, lo que prueba que no fueron totalmente aniquilados anteriormente.
1 Cf. Abel,
Géog. I 285s. 2 Jue 6:1s. 3 Cf.
1Sa_14:183;
1Sa_23:9. 4
Deu_20:2-4. 5 Cf,
Num_16:37;
Lev_21:10-15. 6 En
Jos_13:21 estos mismos son llamados
jefes o príncipes. El hagiógrafo les da el título de
reyes para ponderar más la victoria de Israel 7 Cf.
Num_21:2-3;
Lev_27:29. 8 Cf.
Num_19:18-19;
Lev_11:32;
Lev_15:12. 9
Esta purificación ritual por el fuego aparece por primera vez en
Eze_24:11; pero era corriente en otros pueblos. 10 Cf.
Jos_22:8;
1Sa_30:21. Josué y David distribuyeron por igual el botín guerreros y el pueblo. 11 Cf. Núm 1. 12 Cf. Jue 6-8.