Biblia Comentada, Profesores de Salamanca (BAC, 1965)
3. Mas Beneficios y Excelencias de la Sabiduría.
Bondad Fidelidad Confianza Temor de Dios.
Primicias (3:1-12).
1
Hijo mío, no te olvides de mis enseñanzas, conserva mis preceptos en tu corazón, 2
porque te darán vida larga, largos días de vida y prosperidad. 3
Que no te abandonen jamás la bondad y la fidelidad; átatelas al cuello, escríbelas en tu corazón, 4
y hallarás favor y buena opinión ante Dios y ante los hombres. 5
Confía en Yahvé de todo corazón y no te apoyes en tu prudencia. 6
En todos tus caminos piensa en El, y El allanará todas tus sendas. 7
No te tengas por sabio, teme a Dios y evita el mal; 8
que será sanidad para tu carne y refrigerio para tus huesos. 9
Honra a Dios de tu hacienda, de las primicias de todos tus frutos, 10
y estarán llenos tus graneros y rebosará de mosto tu lagar 11
No desdeñes, hijo mío, las lecciones de tu Dios; no te enoje que te corrija, 12
porque al que Dios ama le corrige, y aflige al hijo que le es más caro.
El sabio continúa sus exhortaciones en el mismo tono paternal que antes l
, como queriendo grabar más y más profundamente sus enseñanzas en el corazón de sus discípulos. Advertimos una notable diferencia en la manera de proponer sus exhortaciones los profetas y los sabios. Aquéllos las ponen en boca de Yahvé, y habrían cometido un delito digno de muerte haber hablado en nombre propio 2; los sabios, en cambio, las proponen como fruto de sus observaciones y reflexiones. El profeta es el hombre de Dios y habla en su nombre; el sabio reflexiona y descubre la sabiduría que Dios ha derramado sobre las obras todas de la creación y ha revelado de una manera especial en su Ley.
Los frutos que aquí promete el sabio a quienes siguen sus enseñanzas son largos años de vida y prosperidad, lo que incluye la idea de una vida feliz. Es la recompensa tantas veces prometida por Dios en el Antiguo Testamento a los israelitas que observasen la Ley, y que coincide con el habitar la tierra3. Cuando la vida individual y familiar está regulada por las enseñanzas de la sabiduría, reina la paz entre todos sus miembros, y ello lleva consigo la felicidad' y la prosperidad.
Exigencias de la sabiduría son los sentimientos de bondad para con Dios y para con el prójimo y la fidelidad a las obligaciones que respecto de ambos tenemos. Ambos términos unidos aparecen muchas veces en el Antiguo Testamento y significan perfección moral en las relaciones de Dios para con el hombre4, del ser humano para con Dios5,
de los seres humanos entre sí6. Las imágenes con que el sabio las recomienda, empleadas en el Deuteronomio para recomendar
los mandamientos de Yahvé 7, y que los fariseos materializaron en las filacterias, indica a sus discípulos que las han de llevar continuamente en su mente y corazón para cumplirlas en todo momento. Frutos suyos serán el favor de Dios, con los beneficios que de ello derivan, y la estima de los hombres, que admirarán su conducta. Junto a la bondad y fidelidad, la sabiduría quiere una gran confianza en Dios, con la consiguiente desconfianza en sí mismo. Es un principio que repite la ascética cristiana. La vida es tan compleja, que no hay prudencia humana capaz de salir a flote en tantas complicadas circunstancias como presenta la vida. El ser humano debe estudiar los consejos de los sabios y esforzarse por obrar conforme a ellos, pero debe a la vez poner toda su
confianza en Dios y esperar de El el éxito de sus obras, pues lo que Dios ha hecho ya por nosotros es suficientemente grande como para que podamos esperar lo demás con fe y confianza, escribe Bossuet 8. Y San Bernardo dice que quien a sí mismo se constituye en maestro propio, de un necio se hace discípulo.9 Semejante confianza era recomendada por los profetas aun en el mismo orden político 10.
El v.7 contiene una triple recomendación: la humildad, el temor de Yahvé y la huida del mal. Hay entre ellas íntima relación. La práctica de la humildad, que la ascética cristiana considera como base y fundamento de la vida espiritual, remueve el principal obstáculo que se alza contra la sabiduría bíblica, la soberbia. Dios resiste a los soberbios y no da su gracia sino a los humildes n. El
teme a Dios y evita el mal encierra toda la sabiduría práctica y la ética de los Proverbios; el temor de Dios dice el libro de Job , ésa es la sabiduría; apartarse del mal, ésa es la inteligencia.12 La humildad lleva de la mano al temor de Dios, y éste lógicamente aparta al hombre del mal (16:4). La recompensa se indica en términos que se refieren expresamente al cuerpo; es claro que la religión con la práctica de las virtudes, la continencia, la castidad y la huida de los vicios, favorece la salud corporal. Pero no se limita a él; también el alma recibe como fruto una profunda paz y alegría interior, que repercute ella misma en el buen estado del cuerpo 13. Llama la atención la recomendación que a continuación hace sobre las primicias, pues es el único pasaje de los Proverbios en que se recomienda expresamente el culto a Yahvé, del que sólo se habla incidentalmente en unos cuantos lugares 14. La Ley mandaba ofrecer las primicias de los frutos 15, con lo que los israelitas debían reconocer a Dios como autor de todos los bienes temporales. Los sabios, más que en declarar la obligación del culto exterior, insisten en recomendar la rectitud moral, que consiste en la práctica de las virtudes morales y la huida de los vicios a ellas opuestos. A su cumplimiento promete abundantes frutos de la tierra. Es Dios quien da las buenas cosechas y las malas, que son, en último término, consecuencia y castigo del pecado. Si Yahvé está contento por las ofrendas de los israelitas, su bendición se derramará sobre los campos, conforme estaba prometido en la Ley 16. Mientras que en el Nuevo Testamento las bendiciones son más bien de orden espiritual, sin que el Señor se desentienda de las cosas humanas que nos son necesarias 17, en el Antiguo Testamento son más bien de orden material18; pero en los libros sapienciales se van desmaterializando para dar paso a un concepto de vida feliz en el que se insiste mucho más en la virtud que en los bienes materiales, con lo que nos colocan a medio camino entre la Ley y el Evangelio.
Concluye la perícopa el sabio resolviendo una dificultad que se plantearía todo israelita privado de la revelación sobre la vida de ultratumba frente a las afirmaciones precedentes: ¿no dice la experiencia que muchas veces quienes honran a Dios tienen mucho que sufrir? Ciertamente, responde el autor, pero se trata de una excepción, cuya razón de ser está precisamente en el amor que Dios siente hacia ellos. Lo afirmaría también San Juan, que pone en boca del Señor estas palabras:
Yo reprendo y corrijo a cuantos amo 19, y lo confirma el caso de Job. No hay justo tan perfecto que no se desvíe alguna vez o tenga peligro de apartarse del camino recto; el castigo divino le ayudará entonces notablemente a arrepentirse y continuar caminando por la senda de la virtud. Quiere además el Señor que el justo se justifique cada vez más 20, y nos enseña el apóstol San Pablo que es en medio de las contrariedades donde las virtudes se perfeccionan 21. Los cristianos conocemos el valor satisfactorio del sacrificio por nuestros pecados, conforme a la enseñanza del concilio Tridentino 22; al darnos ocasión de expiar en esta vida el reato de nuestras culpas, nos adelanta la hora del gozo eterno, evitando o acortando al menos los sufrimientos del purgatorio. Y San Pablo afirma el valor apostólico de las tribulaciones; Jesucristo llevó a cabo la redención por medio del sacrificio y el dolor, pero la aplicación de la misma a las almas no se hará sino mediante nuestras oraciones y sacrificios 23.
Excelencia y frutos de la sabiduría (3:13-26).
13
Bienaventurado el que alcanza la sabiduría y aquel que alcanza inteligencia, 14
porque es su adquisición mejor que la de la plata y de más provecho que el oro. l5
Es más preciosa que las perlas y no hay tesoro que la iguale. l6
Lleva en su diestra la longevidad y en su siniestra la riqueza y los honores, De su boca brota la justicia y lleva en la lengua la ley y la misericordia (LXX). 17
Sus caminos son caminos deleitosos y son paz todas sus sendas. 18
Es árbol de vida para quien la consigue; quien la abraza es bienaventurado. 19
Con la sabiduría fundó Yahvé la tierra, con la inteligencia consolidó los cielos. 20
Con su ciencia hizo brotar las fuentes y por ella los cíelos destilan el rocío. 21
Hijo mío, no la pierdas nunca de vista, guarda siempre la prudencia y el consejo, 22
que serán vida para tu alma y gracia para tu cuello. 23
Entonces irás confiado tu camino y no tropezará tu pie. 24
Guando te acostares, no sentirás temor; te acostarás y dormirás dulce sueño. 25
No tendrás temor de repentinos pavores ni de la ruina de los impíos cuando venga. 26
Porque Yahvé será tu confianza y preservará tu pie de quedar preso. Quien alcanza la sabiduría puede sentirse realmente dichoso; los beneficios que lleva consigo superan a los más preciados metales. La frecuencia con que a éstos es antepuesta por los sabios nos recuerda la margarita preciosa del Evangelio, por la que vale la pena de venderlo todo 24. La sabiduría es digna de todos los esfuerzos y sacrificios precisos para conseguirla. Salomón lo entendió muy bien,
por lo que no pidió a Dios oro ni plata, sino un corazón sabio e inteligente para gobernar a su pueblo25.
En efecto, ella es quien proporciona
la vida larga, que los sabios presentan como efecto normal de la sabiduría 2ó;
las riquezas mismas y
los honores, que son fruto de la inteligencia, de la prudencia en la administración de la casa, de la honradez y virtudes que comprende la sabiduría. El rey sabio, que había pedido sólo la sabiduría, obtuvo con ella vida larga, riquezas y honores como el que más. Los LXX contienen una adición, probablemente de un anotador que echó de menos la glorificación de la Ley. De la boca de la sabiduría brota
la justicia, en cuanto que la práctica de sus enseñanzas hace al hombre justo. Lleva en su lengua
la Ley, porque sus prescripciones coinciden con sus mandamientos, y
la misericordia de Dios, que los sabios prometen a quienes siguen sus consejos 27. Los caminos de la sabiduría dan también esa
paz interior de que gozan los justos al cumplir la voluntad de Dios, que le manifiestan los dictámenes de la sabiduría, y
la paz exterior o tranquilidad frente a las perturbaciones y peligros externos, de que los libra la protección de Dios. De una y otra carecen los malvados, conforme a la afirmación del profeta Isaías: no hay paz para los impíos 28. El v.18 añade que la sabiduría es
árbol de vida para quien la consigue. Es una alusión al árbol de la vida del paraíso, cuyos frutos conferían la inmortalidad 29. La sabiduría confiere beneficios análogos a quienes practican sus enseñanzas: vida larga y feliz 30. Esta afirmación, contrastada con la de la muerte prematura, castigo de los malvados, deja entrever, a juicio de algunos31, en la mente del autor una suerte diferente en el más allá para el justo y el impío. Cierto que no la vio con la claridad precisa para utilizarla como motivo estimulante para una buena conducta.
Al hacer el elogio de la sabiduría y poner de relieve sus frutos, el sabio se remonta a la sabiduría divina, que acompañó a Dios en la creación y quedó plasmada en todas sus obras. La tierra y los cielos, las fuentes y el rocío, copioso en Palestina, cantan a voces la sabiduría que dirigió al Creador en su obra 32. El autor supone aquí la concepción del Génesis sobre el universo 33: la tierra es una superficie plana que flota sobre las aguas apoyada en sólidas columnas que sostiene el abismo; los cielos, una sustancia sólida y resistente, como de bronce fundido, que en forma de bóveda envuelve la tierra, cuyos extremos sostienen las cimas de las montañas 34.
La última parte de la perícopa contiene una nueva exhortación a mantenerse firme en la práctica de la sabiduría (v.21); otra enumeración de algunos de los frutos ya indicados, vida larga 35, gracia y agrado ante los demás 36, y se extiende más en afirmar la confianza y seguridad que la sabiduría da a quien sigue sus instrucciones: allana sus sendas, lo libra de los tropiezos y caídas y lo fortalece en cualquier tribulación, y puede contemplar sin temor alguno la ruina de los impíos, que no se extenderá a él. Tanto cuando camina como cuando permanece parado, cuando trabaja como cuando duerme, tanto durante el día como durante la noche, siempre y en todas partes estará seguro, intrépido, contento y alegre (A Lapide) 37.
Atenciones debidas al prójimo (3:27-35).
27
No niegues un beneficio al que lo necesita, siempre que en tu poder esté el hacérselo. 28
No le digas al prójimo: Vete y vuelve, mañana te lo daré, si lo tienes a mano. 29
No trames mal alguno contra tu prójimo mientras él confía en ti, 30
No pleitees con nadie sin Tazón si no te ha hecho agravio. 31
No envidies al injusto ni sigas sus caminos, 32
porque el perverso es abominado de Yahvé, que sólo tiene sus intimidades con el justo. 33
En la casa del injusto está la maldición de Yahvé, que bendice la morada del justo. 34
Escarnece a los escarnecedores y da su gracia a los humildes. 35
Da honra a los sabios y reserva la infamia para los necios. Después del elogio de la sabiduría y sus beneficios, el sabio da unos consejos sueltos respecto del comportamiento con el prójimo. Los primeros se refieren a la caridad, tan recomendada por el Deuteronomio y los profetas 38. Prescribe la caridad para con los necesitados y señala en seguida una cualidad que ha de acompañarla, la prontitud, que revela una disposición de ánimo que hace el don doblemente agradable. Desaconseja después dos cosas que, además de entrañar una falta contra la caridad, ofenden la justicia y la fidelidad:
tramar un mal contra el prójimo mientras confía en ti (v.29), lo que arguye una vileza de ánimo que resulta detestable a los ojos de cuantos abrigan en su corazón sentimientos nobles; y
el pleitear sin fundamento alguno para ello, lo que arguye ligereza o malicia en el pleiteante; Jesucristo recomendaría incluso ceder en el propio derecho antes de llevar a tu prójimo a juicio 39.
En los versos siguientes enseña al justo que no ha de envidiar al injusto. No es raro que los malvados, utilizando medios injustos, prosperen en sus negocios. Esto puede suponer una fuerte tentación para el hombre honrado y virtuoso, que puede sentirse tentado a seguir los caminos de aquéllos. El sabio le presenta los motivos por los que no ha de ceder a tal sugestión:
el perverso es abominable a los ojos de Dios, que tiene sólo sus intimidades con el justo (v.32); pensamiento afirmado ya por el profeta David y repetido por los autores de los Proverbios 40. El salmista afirma que Yahvé descubre sus secretos a los que le temen y les da a conocer su alianza41, y la historia de los patriarcas, de los caudillos fieles a Dios y de los profetas, demuestra la veracidad de la segunda afirmación. La Sabiduría encarnada llamaría amigos y comunicaría sus secretos a sus apóstoles42, y nos revelaría que la Santísima Trinidad establecería su morada en el alma del justo 43.
En efecto, la maldición de Dios, que lleva consigo la perdición y la ruina, pesa sobre los impíos, mientras que la bendición de Yahvé, que es fuente de prosperidad y bienestar, se reserva para quienes le son fieles. Quienes hacen con sus palabras y con sus hechos escarnio de los justos, serán a su vez objeto de burla por parte de Dios, mientras que los humildes recibirán su gracia. El Evangelio, al describir la diversa conducta de Jesucristo con los fariseos y las gentes sencillas, escribió un comentario inspirado a esta afirmación. A los sabios, que comprendieron los preceptos de la sabiduría y los llevaron a la práctica, Dios dará honra y gloria ante los hombres; pero quienes no cumplieron la ley divina recibirán menosprecio cuando la sabiduría descubra los secretos de cada uno y dé a todos su merecido. El conjunto de los motivos de este capítulo, que no están exentos de intereses personales y materiales, supone, sin embargo, una concepción espiritual y moral muy elevada de la persona humana,
de sus relaciones con Dios, de la belleza de la virtud. Ella sobrepasa mucho las concepciones formalistas de los sabios paganos (Renard) 44.
1 1:8; 2:1 2
Deu_18:20;
Eze_13:2-3 3
Exo_20:13.
Deu_6:2;
Deu_30:32 4
Exo_34:6 Sal_25:6 5
Ose_4:1 6
Gen_24:49;
Jos_2:12 7 6:8; 11:18 8 Cit. en Girotti o.c, p 23 9 Cit. en Girotti o.c, p 23 10
Isa_10:20;
Jer_9:12;
Sal_118:8-14 11 3:34; 8:13;
Stg_4:6 12 28:28. 13 15:30; 17:22 14 7:14; 15:25; 21:3-27 15
Exo_29:19;
Deu_18:4. 16
Lev_26:3-5;
Deu_28:8. 17
Mat_6:25-34. 18
Lev_26:3-13;
Deu_11:7-15;
Deu_28:2.6.8, etc. 19 áñ
Deu_3:19. 20
Rev_22:11. 21
2Co_12:9. 22 Ses.14 9:.9. 23 Col 1:16. 24
Mat_13:45-46. 25 1 Re 3:
1Re_9:12. 26 3:2; 8:18; 11:30; 12:4. 27 3:5-10; 12:2; 15:9;
Sab_3:9;
Sab_11:24;
Eco_2:7.13;
Eco_16:2. 28 48:22; 57:21. 29
Gen_2:9;
Gen_3:22. 30 Cf. v.2 y 16. 31 A Lapide, ??., Renard. 32 3:22-31. 33 1:1-31 34 Cf. también
Isa_51:13;
Job_9:6;
Job_26:11;
Sal_19:7;
Sal_25:2;
Sal_105:5;
Sal_136:6. 35 3:3.16.18. 36 1:9; 3-4, 37 o.c., p.95 38
Deu_15:7-18;
Deu_24:10-22;
Ose_7:1-2;
Ose_5:10-12. 39
Mat_5:40. 40 6:6; 11:1.20; 12:22; 15:8.26; 16:5; 22:12. 41 25:14- 4
2Jn_1:15 :15. 4
3Jn_1:14 :23. 44 O.c., p.58. Cf. Duesberg, o.c., p.123-124.