Biblia Comentada, Profesores de Salamanca (BAC, 1965)
8. Origen y Excelencia de la Sabiduría.
C on el capítulo 8 llegamos al fragmento más importante, no sólo de la primera parte, sino de todo el libro, por su contenido sapiencial. Unido, con la perícopa 1:20-30, a los capítulos 6-9 de la Sabiduría y el 24 del Eclesiástico, contienen el punto culminante de la revelación anticotestamentaria sobre la Sabiduría divina y la segunda Persona de la Santísima Trinidad.
Consta de tres partes. La primera es una invitación de la sabiduría, dirigida a todos a participar de sus beneficios (1-11). La segunda canta las excelencias de la sabiduría, declarando su naturaleza y atributos (12-21). La tercera proclama su origen y actividad en la obra de la creación (22-36).
Invitación de la sabiduría (8:1-11).
1
¿No está ahí clamando la sabiduría y dando voces la inteligencia? 2
En la cima de las alturas, junto a los caminos, en los cruces de las veredas se para; 3
en las puertas, en las entradas de la ciudad, en los umbrales de las casas da voces: 4
A vosotros, mortales, clamo, y me dirijo a todos los hombres. 5
Entended, ¡oh simples! la cordura, y vosotros, necios, entrad en la discreción. 6
Escuchad, que voy a deciros nobles palabras, y abriré mi boca a sentencias de rectitud. 7
Sí; mi boca dice la verdad, pues aborrezco los labios inicuos. 8
Todos mis dichos son conformes a la justicia; nada hay en ellos de tortuoso y perverso. 9
Todos son rectos para la persona inteligente y razonables para el que tiene la sabiduría. 10
Recibid mi enseñanza mejor que la plata, y la ciencia mejor que el oro fino; 11
pues la sabiduría vale más que las piedras preciosas, y cuanto hay de codiciable no puede comparársele. La mujer adúltera había aprovechado la oscuridad y la soledad con su encontradizo para seducirlo y llevarlo a la perdición. La sabiduría, por el contrario, toma la palabra y, a la luz del día, invita en alta voz y en las alturas elevadas, de modo que pueda ser oída por todos; en los cruces del camino, para ofrecerse a todo caminante; en las puertas de la ciudad, para que cuantos entren y salgan por ellas puedan escuchar sus enseñanzas; en los umbrales mismos de las casas, porque a toda costa quiere ser escuchada y hacer a los hombres partícipes de sus beneficios. A través de la ley natural impresa en el corazón de todos los hombres, de la conciencia, que a cada paso dice lo que es bueno y lo que es malo e incita a seguir aquél y evitar éste, la sabiduría divina habla en todas partes, en casa y en la calle, en la ciudad y en los caminos, y en todas las circunstancias de la vida, en los ratos de quietud y en los quehaceres de los negocios, cuando las cosas salen bien y cuando las tribulaciones llegan al corazón. Su llamamiento se dirige a todos los mortales, sin distinción de raza y condición. Es el universalismo que predicaron los profetas, y que en la plenitud de los tiempos, predicada por la Sabiduría que tomó carne, realizarían los apóstoles. Su llamamiento se dirige de una manera especial a aquellos que tienen más necesidad de sus enseñanzas:
los simples o inexpertos, que fácilmente se dejan seducir por los razonamientos de los impíos * y de los halagos seductores de la mujer adúltera 2; y
los necios o insensatos, que por su mala conducta viven apartados de ella.
Sus enseñanzas, proclama la Sabiduría, están plenamente conformes con la verdad, a la vez que dictadas por la más leal sinceridad. La sabiduría que aquí habla es la sabiduría divina, que no puede engañar ni engañarse. Por lo mismo, sus sentencias están totalmente de acuerdo con la justicia, que es la verdad puesta en práctica, y enseñan el camino que lleva a la verdadera vida. Jesucristo se declaró a sus discípulos como el camino, la verdad y la vida3. Pero, para reconocer como verdaderas las directrices que señala la sabiduría y ordenar la vida conforme a ellas, es precisa la inteligencia, o conocimiento de sus enseñanzas, y la ciencia moral práctica, o buena disposición de la voluntad para llevarlas a la práctica. Los faltos de juicio y los malvados no pueden fácilmente comprenderlas. Muchos judíos, cegados por los prejuicios de un mesías temporal, y muchos gentiles, apegados a las cosas de la tierra, no comprendieron el misterio de la cruz, suprema prueba del amor de Dios a los hombres, y lo tildaron de escándalo y necedad. La sabiduría es un don de Dios escribe Girotti , y sólo quien la ha merecido con sus virtudes la puede estimar; los malos, que están privados de ella, no la comprenden; ninguna maravilla, pues, cuando afirman que las enseñanzas divinas son irracionales e injustas.4
Se concluye esta primera perícopa con un elogio de las enseñanzas de la sabiduría, que utiliza las comparaciones conocidas del oro y las piedras preciosas5, añadiendo que nada hay codiciable que pueda compararse con ella. Con razón el sabio la prefirió a los cetros y a los reinos, y en comparación con ella tuvo en nada la riqueza6. A su lado no cuentan corales y cristales escribe el autor del libro de Job ; vale más que las perlas..., no entra en balanza con el oro más puro.7
Excelencias de la sabiduría (8:12-21).
12
Yo, la sabiduría, tengo conmigo la discreción, poseo la ciencia y la cordura. 13
[Temer a Dios es aborrecer el mal.] La soberbia, la arrogancia, el mal camino, la boca perversa, la detesto. 14
Mío es el consejo y la habilidad; mía la inteligencia, mía la fuerza. 15
Por mí reinan los reyes y los jueces administran la justicia. 16
Por mí mandan los príncipes y gobiernan los soberanos de la tierra. 17
Amo a los que me aman, y el que me busca me hallará. 18
Llevo conmigo el bienestar y la honra, sólidas riquezas y justicia. 19
Mi fruto es mejor que el oro puro; mi ganancia, mejor que la plata acrisolada. 20
Voy por las sendas de la justicia, por los senderos de la equidad, 21
para procurar ricos bienes a los que me aman y henchir sus tesoros. Después de la exhortación dirigida a todos los mortales con el fin de llevarlos al amor y práctica de sus enseñanzas, va a cantar sus excelencias. Al hacerlo, y para poner más de manifiesto el valor de sus dones, nos hablará de sus atributos, que constituyen, en cierto sentido, su naturaleza, y de los saludables efectos que produce en los reyes y en cuantos la aman y la buscan.
Enumera unas cuantas cualidades que son en otras muchas páginas del libro sinónimos de sabiduría, y que presenta ella misma aquí, personificada, como las cualidades de que ella está adornada o diversas facetas que su naturaleza comprende, y que fueron enumeradas ya en el mismo prólogo. El libro de Job las atribuye directamente a Dios 8, y el profeta Isaías las atribuye al Mesías 9, lo que indica se trata aquí de la sabiduría divina, y al atribuírselas el autor prepara los caminos a la revelación trinitaria. En medio de la enumeración hace mención de tres males que la sabiduría detesta: la soberbia y la arrogancia, el mal camino y la boca perversa, de que el sabio habla con mucha frecuencia en el libro y presentó poco antes como cosas odiosas a Yahvé 10. La mención del temor de Dios como fuente de aborrecimiento del mal, si bien se encuentra en el texto hebreo y versiones antiguas, es probablemente glosa de un escriba a 13bc, ya que rompe el ritmo.
A continuación describe los efectos de la sabiduría en quienes la alcanzan. Los reyes, quienes por su complicada misión la precisan de una manera peculiar, gobernarán y administrarán justicia con todo acierto, porque ella les inspira las leyes sabias y justas que requieren el bien de los subditos y la justicia social n. Pero antes de pasar adelante establece una condición necesaria para poder gozar de sus beneficios: el amor a la sabiduría y el esfuerzo por conseguirla (v.17), que viene a coincidir con la guarda de los mandamientos de Dios, a la que el autor del Deuteronomio promete los bienes materiales 12.
Jesucristo declaró que a todo aquel que le amase ama a Dios quien guarda sus mandamientos vendría El y el Padre y establecerían en él su morada, y que el que no lo ama no guarda sus mandamientos 13.
Pues bien, a quienes la aman y ponen en práctica sus enseñanzas, la sabiduría otorga el bienestar que proviene de una buena reputación ante los hombres y de las riquezas sólidas, cimentadas en la verdad, en la honradez y en la justicia, no en el engaño y en la injusticia, con el consiguiente peligro de perderlas cuando menos se espera. Y sobre estos bienes materiales, la justicia y la equidad, también afirmadas en el prólogo 14; es decir, la rectitud moral, que es la verdadera fuente de felicidad, según el pensamiento de los sabios. Así, los bienes prometidos aquí por la sabiduría son, en primer lugar, de orden material; pero también de orden moral y espiritual, figura de los bienes sobrenaturales que traería la Sabiduría encarnada. El pensamiento de que muchas veces la sabiduría no confería aquellos bienes materiales a quienes de verdad la amaron y siguieron sus consejos, debió de hacer sospechar al sabio en estos últimos, y ciertamente preparó la revelación de los mismos, respecto de los cuales, con relación a las promesas meramente materiales de los primeros libros sagrados, nos hallamos ya a medio camino por lo menos.
Origen de la sabiduría y su obra en la creación (8:22-36). 15
22
Yahvé me engendró, primicias de sus actos, con anterioridad a sus obras, desde siempre. 23
Desde la eternidad fui constituida; desde los orígenes, antes que la tierra fuese. 24
Antes que los abismos fui engendrada yo; antes que fuesen las fuentes de abundantes aguas. 25
Antes que los montes fuesen cimentados, antes que los collados fui yo concebida; 26
antes que hiciese la tierra, ni los campos, ni el polvo primero de la tierra. 27
Cuando fundó los cielos, allí estaba yo; cuando puso una bóveda sobre la faz del abismo, 28
cuando daba consistencia al cielo en lo alto, cuando daba fuerza a las fuentes del abismo; 29
cuando fijó sus términos al mar para que las aguas no traspasasen sus linderos; cuando echó los cimientos de la tierra, 30
estaba yo con El como arquitecto, siendo siempre su delicia, solazándome ante El en todo tiempo, 31
recreándome en el orbe de la tierra, siendo mis delicias los hijos de los hombres, 32
Oídme, pues, hijos míos; bienaventurado el que sigue mis caminos. 33
Atended al consejo y sed sabios y no lo menospreciéis. 34
Bienaventurado quien me escucha, y vela a mi puerta cada día, y es asiduo en el umbral de mis entradas. 35
Porque el que me halla a mí halla la vida y alcanzará el favor de Yahvé. 36
Y al contrario, el que me pierde, a sí mismo se daña, y el que me odia, ama la muerte. El sabio va a revelar el último secreto de la grandeza de la sabiduría, explicándonos su origen y la parte que tuvo en la creación de las cosas: fue engendrada por Dios en la eternidad, antes de la creación de las cosas, y tomó parte en la creación de las mismas como arquitecto que dirigió al Creador en su obra.
Comienza afirmando que
Yahvé la engendró, como primicias de sus actos, antes que todas las obras. El verbo hebreo
qánáh, empleado por el autor, aparece muchas veces en nuestro libro 16; significa adquirir y, consiguientemente, poseer, como traduce la Vulgata y las versiones de Aquila, Símaco y Teodoción 17. La significación de poseer está aquí determinada por el desde siempre, desde la eternidad, y en los v.24-25 por la afirmación de su generación por parte de Dios. De modo que el sentido completo es que Yahvé posee la sabiduría, porque le ha dado el ser por generación. La traducción me engendró es en nuestro caso preferible, por el contexto siguiente. El término hebreo
ré'síth, que la Vulgata Glementina traduce al principio, es un sustantivo apuesto la pronombre personal (la sabiduría), que todas las versiones griegas y los mejores códices de la Vulgata traducen como principio, en el sentido de arquitecto de sus obras. Pero esta idea no aparece hasta la perícopa siguiente (27-31); el sustantivo hebreo, en griego áñ÷Þ, significa también muchas veces primicias 18; a Jesucristo se aplica en este sentido en
Col_1:15 y en
Rev_3:14. Tomado en esta acepción, el sentido sería que la sabiduría constituye las primicias, la obra primera y singular de la actividad divina. El
derek puede significar los escondidos designios de Dios, que el hombre difícilmente puede penetrar 19, o las obras todopoderosas de Dios 20. El vocablo
qedhem, que suele traducirse antes de, con anterioridad a (sus obras), en hebreo es un sustantivo apuesto a sabiduría, como primicias, que puede, por consiguiente, traducirse mejor por lo que va delante, preámbulo (Robert, Renard). El sabio presentaría la generación de la sabiduría allá en la eternidad algo así como un muy lejano y misteriosísimo preludio de la creación de las cosas. El
desde siempre (mead, desde entonces, mucho antes de la creación) puede interpretarse desde la eternidad, como indica el paralelismo con el verso siguiente.
No ha habido tiempo alguno en el que la sabiduría haya adquirido su excelencia y dignidad, sus atributos, los dones que ella comunica a quienes la alcanzan. Lo tiene todo desde los orígenes, desde mucho antes de que existiesen las criaturas; es eterna como el mismo Dios, porque
ha sido constituida desde la eternidad (v.23). Los LXX emplean el verbo èåìåëéüù, que significa fundar, poner los cimientos, establecer 21, que habría que interpretar en el sentido de que la sabiduría está en Dios,
es la sabiduría misma de Dios, que existe desde que El es. A otros parece más de acuerdo con el contexto la idea del verbo
násak, que significa derramar un metal fundido para hacer una estatua 22, derramar un líquido en honor de Yahvé, hacer una libación 23. Como en la consagración de los reyes se derramaba óleo sobre su cabeza 24, vino a significar dar la investidura, constituir en un cargo25. Significaría que la sabiduría en su generación, que tuvo lugar en la eternidad, recibió su investidura, su dignidad y cuantos dones posee.
Los versos siguientes son un desarrollo en forma negativa de la idea del verso precedente. Afirman la preexistencia de la sabiduría a las primeras obras de la creación: el abismo, las fuentes de las aguas, los montes y los collados, el mismo primer polvo de la tierra. Antes de que todas estas cosas vinieran a la existencia por la acción de Dios creador,
fue concebida la sabiduría (v.24). El verbo hebreo
hil significa volverse, retorcerse por la vehemencia del dolor como la parturienta 26, concebir, dar a luz 27. El antropomorfismo observa Girotti es atrevido, pero el autor lo ha querido usar para caracterizar la generación de la sabiduría. En seguida dirá que los montes son plantados, que la tierra es hecha; estos verbos caracterizan la actividad divina, en cuanto que produce seres inanimados. Pero de la Sabiduría se dice que fue concebida (
partorita).
Ella es, pues, un ser viviente, salido de Dios antes que el mundo y de otra manera 28. El
cardines orbis terrae, que hemos traducido por
el primer polvo de la tierra, responde al hebreo
ro'sh, que significa cabeza y entraña la idea de principio, por lo que puede traducirse las partes más importantes de la tierra, los primeros elementos, los primeros átomos del polvo de la tierra.
Afirmado el origen divino de la sabiduría y su preexistencia respecto de las criaturas, en un desarrollo idéntico al anterior y de una manera positiva, va a declarar el papel de la sabiduría en la creación. El autor concibe a Dios como un artífice que va sacando de aquella masa caótica las diversas obras que constituyen el universo. Antes de realizar su obra, el artista ha de idearla y concebirla en su mente con su inteligencia y plasmarla luego en la realidad con su sabiduría. También Dios ideó el universo y fue realizando sus obras conforme al plan preconcebido. A cada una de ellas añade el autor del Génesis que vio que era buena 29; y al conjunto: vio Dios ser muy bueno cuanto había hecho 30. Pues bien, la Sabiduría estaba entonces en Dios y fue como el arquitecto que le presentaba los planos a realizar y que la omnipotencia divina iba plasmando en la realidad. Fue, pues, ella quien inspiró esa maravillosa armonía de la creación, en cuyas obras fueron quedando impresas sus huellas, a través de las cuales nos es posible a nosotros remontarnos hasta ella 31. Dios encontraba sus delicias en la Sabiduría y se alegraba de sus iniciativas y realizaciones. De la Sabiduría encarnada diría en los tiempos mesiánicos que tenía puesta en ella todas sus complacencias 32. A su vez, la Sabiduría se sentía feliz
en el oficio que Dios le había señalado y se alegraba al contemplar realizadas las obras que ella había diseñado. Pero encontró sus
delicias (v.31) en el hombre, obra la más perfecta de la creación, hecha a imagen y semejanza del mismo Dios, capaz de entender los misterios de la sabiduría y de amarla y alabarla en nombre de la creación entera.
Con las fórmulas acostumbradas, concluye invitando a todos a seguir sus enseñanzas y a llevarlas en cada momento a la práctica.
La sabiduría que aconsejó, por así decirlo, a Dios en la obra de la creación física, ha de ser también la que dirija al hombre en su actividad moral, el cual debe acoger dócilmente las sugestiones de aquella que ha aconsejado a Dios, y que ha demostrado en el orden físico lo que es capaz de hacer en el orden moral (Girotti) 33. A quienes las sigan promete la
vida larga y feliz y el
favor de Yahvé, que se gozaba con su Sabiduría en la creación de las cosas y se sentirá ahora complacido en aquellos cuya actividad esté dirigida por ella. El que desprecia sus enseñanzas se verá privado de él y dirige sus pasos por el camino de la perdición, que lo lleva a la muerte 34.
Así, pues, la Sabiduría, en la mente del autor de los Proverbios, tiene su origen en Dios, de quien procede no por creación el sabio ha tenido buen cuidado de evitar los términos hacer, crear, que pudieran expresarla , sino por generación mucho antes de que fueran creadas las demás cosas. Aparece como el primer fruto de la actividad, que es colocado en un rango muy superior y totalmente aparte del de los seres de la creación. No es algo abstracto o un mero ideal que debía servir como modelo en la creación de las cosas, sino un ser concreto que actúa como arquitecto en la misma, que se recrea en sus producciones. Se presenta, por una parte, como algo intrínseco a Dios, su sabiduría esencial; pero, por otra, como algo distinto que ha sido engendrado por El como primicias de sus actos, sin que pueda considerársela como un ser separado de El, pues inspira sus obras, con las que no puede confundirse en consecuencia. ¿Se trata de la mera personificación del atributo divino o de la segunda Persona de la Santísima Trinidad? Cierto que de una personificación tan viva a la afirmación de la segunda Persona no hay más que un paso. Los autores sapienciales no lo dieron 35, pero fueron más allá de la mera personificación, empleando un lenguaje que convenía al misterio trinitario, colocándose en un plano intermedio entre la mera personificación
y la afirmación del Hijo, que estaba reservada a los autores neotestamentarios, con lo que prepararon los caminos a la revelación de la doctrina sobre la distinción de personas.
La Iglesia, en su liturgia, aplica esta perícopa a la Santísima Virgen. Es claro que no se refiere a ella en su sentido literal, en el que sólo se trata de la sabiduría divina. Ni tampoco en un sentido
plenior, fundado sobre el literal, y que, desconocido por el autor humano, hubiese sido intentado por Dios, ya que no consta de tal cosa en la revelación posterior. Se trata sencillamente de una acomodación de la perícopa
a la Santísima Virgen con fundamento en la realidad. La Sabiduría constituye las primicias de la actividad divina, preámbulo de sus obras; María es la obra más eximia del mundo creado que salió de las manos de Dios. La Sabiduría dirigió a Dios como arquitecto en la obra de la creación; María fue la obra cumbre concebida por la Sabiduría. Cuando Dios en su eternidad engendró a la
Sabiduría-Persona, pensó en aquella en cuyas entrañas un día, en el tiempo, tomaría la naturaleza humana 36.
Rev_1 1:11-14. 2 7:6-23.
3Jn_1:14 :6. 4 O.c., p.40. 5 3:14-15- 6
Sab_7:8. 7 28:18-19. Cf. también los 8 12:13-16. 9 11:2-5. 10 6:16-19. 11 Muchos Padres e intérpretes han entendido el
por mí de los v. 15 y 16 del origen divino del poder de los gobernantes, conforme a la afirmación de San Pablo: no hay potestad sino de Dios (
Rom_13:1). Preferimos la interpretación que damos en el comentario por creerla más de acuerdo con el contexto (v.14). 12
Rom_7:12-15;
Rom_11:1-22. 13
Jua_14:23-24. 14 1:3 15 Lebreton, Les origines du
dogme de la Trinité (París 1928) p. 110-113; Â. Âïtte,
La Sagesse dans les Livres Sapientiaux: R 14 (1930) ñ; Robert,
Les attaches litté-raires bibliques de Proverbes 1-9: RB 43 (1934) 172-205; C. F. Kraft,
Poetic Structure and Meaning in Pro_8:22-31 : JBL 72 (1953) VIIs; Stecher,
Die persónliche Weisheit in den Proverbien Kap. 8: 75 (1953-54) 411-451; A. Gelin, Le
chant de Venfante (Pro_8:22-31): Bivichrét 2:7 (1954) 89-95; De Savignac, Note sur
le sens du verset 8:22 des Proverbes: VT 4 (1954) 429-432; W. F. Albright, Some
Canaanite-Phoenician Sources of Hebrew Wisdom lugar, for Pro_8:255: VTS 3 (F. Rowley) (1955) 1-16; J. B. Bauer, Initium
viarum suarum =
Primitiae^potentiae Dei (
Pro_8:22):
VD 35 (1957) 222-227; id.,
Encoré une fois sur Pro_8:22 : VT 8 (1958) 91-92; H. Gazelles,
L'enfantement de la Sagesse en Prov 8: SacPag i (P.Gcmbloux 1959) 511-515. 16 1:5; 4:5-7; 15:32; 16:16; 17:16; 18:15; 19:8; 20,14. 17 Si bien los LXX han traducido Ýêôéóå ìå (creavit me), ellos dan ordinariamente al verbo
qánáh el sentido de adquirir (êôáóèïá). Por lo demás, el crear puede entenderse también en el sentido de
fundar, constituir, como ya advirtieron los Padres (Dinomio De Alejandría, MG 39:1630-32; Olimpiodoro De Alejandría, MG 93:417). 18
Gen_49:3;
Exo_29:19;
Lev_2:12;
Deu_18:4;
Deu_21:17;
Sal_58:71;
Sal_105:36. 19
Exo_33:13;
Isa_52:2. 20
Job_26:14;
Job_40:19 21
1Re_16:34;
Sal_102:26;
Sal_102:1 Pc 5:10. 22
Isa_40:19;
Isa_44:10. 23
Exo_30:9;
1Cr_11:18. 24 Sam 10:1; 16:13. 25
Sal_2:6. 26
Isa_26:17;
Jer_4:31. 27
Job_15:7;
Sal_51:7;
Isa_45:10. Cf. Zorell,
Lexicón hebr. et aram. V.T. (Roma 1948) al verbo hil, p.226-227. 28 O.c., p.43. Cf. Santo. Tomás, I q.27 2.1. 29
1:4.7.10, etc. 30 1:31. 31 Cf.
Job_38:1-41; Sab 7:22-8:1. Cf. moriarty, Cum
eo eram cuneta componens (
Pro_8:30):
VD 27 (1949) 291-293; R. B. Y. Scott,
Wisdom in Creation: The 'Amon of Pro_8:30; VT 10 (6o) 213-223. El texto hebreo lee 'amor? artista, arquitecto; lección confirmada por.Jos LXX, que traducen áñìüæïõóá, que compone, dirige aptamente, que pone en orden. Las versiones de Sí maco y Teodoción, en cambio, leen
'ámún, participio pasivo del verbo
'aman, llevar en los brazos, criar, amamantar, que traducen por niño, lactante. En este caso, en lugar de expresar el autor la actividad cíe la sabiduría, continuaría la imagen de la formación y crecimiento de la misma, presentándola corno un niño en sus brazos que se recrea con sus obras.
Ego sapientia quasi filia Dei alebar divinis eius opibus et operibus, earum pluchra compositione specie et artificio me pascens et oblectans (A Lapide). 32 Mt 3:17; 17:5. 33 O.c., p.44. Cf. Robert, a.c., p.203-204. 34 1:32; 2:21-22; 3:16, etc. 35 Cf. comentario a
Sab_7:22-30. 36 A Lapide hace en su voluminoso comentario aplicación a la Santísima Virgen de cada versículo.