Biblia Comentada, Profesores de Salamanca (BAC, 1965)
Salmo 90(Vg 89): Meditación Sobre la Vida Humana.
C omúnmente se admite la existencia de dos poemas, originalmente diversos, en este salmo:
a) contraposición de la eternidad de Dios y brevedad de la vida humana;
b) relaciones de Dios e Israel: plegaria pidiendo la rehabilitación de la nación, postrada en la aflicción.
En estilo bellísimo y pintoresco, con abundancia de metáforas, el salmista canta en la primera parte la grandeza de Dios, Señor del universo, anterior a la formación de los montes, para quien mil años son como un día. Frente a esta grandeza divina está la pequenez e indigencia del hombre, hecho de la tierra, sin consistencia, y cubierto de pecados, que excitan la ira divina. Por sus faltas, la vida humana transcurre triste y en constante turbación. Es un canto emotivo, de elevación casi único. A la seriedad del pensamiento sobre la pequenez de la vida humana corresponde la solemnidad y tonalidad grave de expresión. Pero, aunque esté bajo el golpe del dolor y de una punzante melancolía, el poeta no se deja arrastrar por ella fuera de Dios ni de la confianza en El... Su manera es demasiado viril para entregarse a estériles lamentaciones... 1
Según el título, este salmo es de
Moisés, al que se le llama varón de Dios, como en
Deu_33:1 2. Entre los antiguos Padres ya se discutió la verosimilitud del título, y aunque la mayoría de ellos lo atribuyen a Moisés 3, San Agustín cree que es de David, puesto en labios de Moisés por ficción literaria 4, Los críticos modernos piensan que el salmo es de composición múltiple, y en el fragmento de los v.8-12 descubren un marcado sello sapiencial con no poco parecido con
Job_4:17-21 5. El último fragmento (13-17) es considerado generalmente como posterior al exilio, mientras que el primer poema tiene un marcado sello arcaizante, que nos lleva a los tiempos primeros de la monarquía.
La eternidad de Dios y la pequenez del hombre (1-6).
1
Oración de Moisés, varón de Dios. Señor, tú has sido refugio para nosotros de generación en generación. 2
Antes de ser engendrados los montes y de ser formada la tierra y el orbe eres tú, ¡oh Dios! desde la eternidad y para siempre. 3
Haces volver al hombre al polvo, diciendo: Volved, hijos de Adán! 4
Porque mil años son a tus ojos como el día de ayer, que pasó; como una vigilia de la noche. 5
Los arrebatas; son como un sueño mañanero, como hierba que se marchita: 6
a la mañana florece y crece, a la tarde se corta y se seca. El í. é parece adición redaccional del compilador, que ha pretendido unir el contenido del primer poema (2-12) con el segundo (13-17), en que se trata de Israel bajo la protección divina.
ADios es anterior a la misma constitución de los
montes, que en la literatura bíblica son símbolo de la máxima estabilidad y antigüedad6. A esta eternidad aplastante de la divinidad, el poeta opone la realidad de la vida humana, efímera, y ello por decreto del mismo Dios (v.3). Por imperativo superior, el hombre tiene que
volver al polvo, lo que es un eco del castigo divino impuesto a la primera pareja humana después del pecado 7. El salmista no alude a la tragedia del pecado original, pero supone que la muerte ha sido impuesta al hombre por la voluntad del Creador.
La eternidad de Dios se mide por milenios, que para El cuentan como un día 8, o aún menos, como una
vigilia de la noche: un tercio de la misma 9. La vida del hombre, en cambio, es pasajera, como un
sueño mañanero 10, o como musgo, que brota por la mañana y por la tarde se seca 11. Las metáforas son bellas y reflejan bien el carácter efímero de la vida humana, que no es más que una ilusión.
La cólera divina y los pecados del hombre (7-12).
7
Pues nos consume tu ira y nos conturba tu indignación. 8
Has puesto nuestras iniquidades frente a ti, nuestros (pecados) secretos a la luz de tu faz, 9
Pues todos nuestros días transcurren bajo tu ira, y acaban nuestros años como un suspiro. 10
La duración de nuestros años es de setenta, y óchenla en los más robustos; pero en su mayor parte no son más que penas y vaciedad, porque pasan veloces, y volamos. 11
¿Quién conoce el poder de tu cólera y tu indignación en lo que debes ser temido? 12
Enséñanos, pues, a contar nuestros días para que lleguemos a tener un corazón sabio. La brevedad de la vida es un misterio, y el salmista encuentra la razón de ello en los pecados del hombre, que excitan la ira divina. Las
iniquidades del hombre están siempre desafiando a la justicia divina, y aun los pecados más secretos resaltan ante su
faz. Por eso, la vida del hombre no sobrepasa los
ochenta años 12, y aun éstos están llenos de amarguras y penalidades, en las que se siente la vaciedad y el disgusto. Por otra parte, los hombres no miden el alcance de la cólera divina, y así se entregan alegremente al pecado, sin pensar que en ello les va la vida. El salmista suplica, en este supuesto, que Dios le dé a entender la brevedad de la vida para saber vivir con la conciencia de su limitación, y, en consecuencia, organizándola
conforme a las exigencias del temor de Dios, que es el principio de la sabiduría 13.
Ansias de rehabilitación nacional (13-17).
13
Vuélvete, ¡oh Yahvé! ¿hasta cuándo?., y ten compasión de tus siervos. 14
Sacíanos, desde la mañana, de tu gracia, para que exultemos y nos alegremos todos los días. 15
Alégranos por tantos días que nos humillaste, por tantos años como probamos la desgracia. 16
Que tu obra sea vista de tus siervos, y tu magnificencia (brille) sobre sus hijos. 17
Sea sobre nosotros la suavidad de Yahvé, nuestro Dios, y confirma la obra de nuestras manos a nuestro favor. Sí, afianza la labor de nuestras manos. En la sección anterior, el salmista trataba de las relaciones de Dios con el ser humano en su proyección humana,
sin restricción alguna; en cambio, ahora la perspectiva se estrecha y se consideran
las relaciones de Yahvé con sus siervos, los pertenecientes al pueblo elegido. El tono es más confiado: desaparece el Dios lejano, sumido en la eternidad, para aparecer el Yahvé providente que se preocupa de los problemas de su pueblo. El salmista se hace eco de una tragedia nacional: los que forman el pueblo de Dios han sido
humillados y afligidos. Y, en un arranque de impaciencia, el poeta exlama: ¿
Hasta cuándo?14 No concibe que su Dios permanezca mucho tiempo apartado de su pueblo, y con tono confiado le dice:
Vuélvete. Siente el vacío de su presencia, y por eso pide que muy pronto,
desde la mañana, haga sentir su
gracia, es decir, su comunicación benevolente y protectora, sembrando así la
alegría y la confianza en sus
siervos, que están desolados. No comprende el alejamiento sistemático del que es su Protector desde los tiempos antiguos.
Los años de
humillación y de postración nacional exigen ahora una compensación proporcionada
de alegría en la intimidad con Yahvé (v. 15). No concreta las circunstancias de la
desgracia nacional, pero bien puede ser el exilio babilónico o la penosa situación que siguió a la repatriación.
Llevado de su fe ciega en Dios, le pide que manifieste su
obra, es decir, su intervención milagrosa en favor de ellos, brillando así su
magnificencia como Dios omnipotente y Señor de la historia'. La oración termina con el deseo de que la
suavidad o benevolencia de Yahvé bendiga y confirme el trabajo cotidiano de los que luchan por salir de una difícil situación económica como consecuencia de una postración nacional.
1 R. Kittel, citado por J. Calés, o.c., II 155. 2 Cf.
Jos_14:6. 3 Así opinan Eusebio: PG 23:1124; San Atanasio: PG 27:396; San Jerónimo: PL 22:1169. 4 San Agustín: PL 38:1141.1149. Siguen esta opinión San Belarmino y Calmet. 5 Cf.
Sal_111:10;
Pro_1:7; 2:1s. 6 Cf.
Deu_33:155;
Sal_65:7;
Sal_104:8;
Job_15:7;
Pro_8:255. 7 Cf.
Gen_3:16. 8 Cf.
2Pe_3:8;
Sal_102:13.25-28. 9 Cf.
Jue_7:19. 10 Cf.
Sal_76:6;
Jer_51:39 11 Cf.
Isa_40:6-8;
Sal_103:15;
Job_14:1-2;
Eco_14:18. 12 Cf.
2Sa_19:33. En
Eco_18:8 se eleva el tope a cien años. 13 Sal 111:10;
Pro_1:7;
Tob_4:17-21. 14 Cf.
Sal_6:4.