Baruc 3, 20-32

Otros más jóvenes han visto la luz y han habitado sobre la tierra, pero no han conocido el camino de la ciencia, no han comprendido sus senderos. Tampoco sus hijos la han alcanzado y se han alejado de sus caminos. No se oyó nada de ella en Canaán, ni se la vio en Temán. Ni siquiera los hijos de Agar, que buscan la ciencia sobre la tierra, ni los mercaderes de Merrán y de Temán, inventores de fábulas y buscadores de inteligencia, han conocido el camino de la sabiduría, ni se han acordado de sus senderos. ¡Qué grande, Israel, es la morada de Dios, qué extenso es el lugar de su dominio! ¡Es grande y no tiene fin, excelso y sin medida! Allí nacieron los famosos gigantes de los primeros tiempos, de gran estatura y expertos en la guerra. Pero no fue a ellos a quienes Dios eligió y les dio el camino de la ciencia; ellos perecieron por su falta de discernimiento, perecieron por su insensatez. ¿Quién subió al cielo para tomarla y hacerla bajar de las nubes? ¿Quién atravesó el mar para encontrarla y traerla a precio de oro fino? Nadie conoce su camino, ni puede comprender su sendero. Pero el que todo lo sabe, la conoce, la penetró con su inteligencia; el que formó la tierra para siempre, y la llenó de animales cuadrúpedos;
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