Deuteronomio  18, 1-8

Los sacerdotes levitas -o sea, toda la tribu de Leví- no tendrán parte ni herencia con los israelitas: ellos se alimentarán de las ofrendas destinadas a los sacrificios y de la herencia del Señor. Por lo tanto, esta tribu no poseerá una herencia en medio de sus hermanos: su herencia es el Señor, como él mismo se lo ha declarado. Los derechos de los sacerdotes sobre las personas que ofrecen en sacrificio un animal del ganado mayor o menor son los siguientes: se dará al sacerdote la espalda, las quijadas y el estómago. También le darás las primicias de tu trigo, de tu vino y de tu aceite, y las primicias de la esquila de tu ganado menor. Porque el Señor, tu Dios, eligió al sacerdote y a sus hijos, entre todas tus tribus, para que siempre estuviera en su presencia y oficiara en nombre del Señor. Si un levita que reside en cualquier parte del Israel, se traslada por voluntad propia de una de tus ciudades al lugar que elija el Señor, su Dios, podrá oficiar allí en nombre del Señor como todos sus hermanos levitas que están en la presencia del Señor. Y comerá una porción igual a la de ellos además de lo que obtenga por la venta de sus bienes patrimoniales.
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