Biblia Comentada, Profesores de Salamanca (BAC, 1965)
11. Las luchas entre Siria y Egipto. Persecución de los Judíos.
En este capítulo encontramos explicitados al detalle hechos que en los capítulos anteriores fueron anunciados de un modo más general. Aunque no se dan nombres concretos - según el estilo de la literatura apocalíptica - , sin embargo, los detalles que se describen son tales, que no es difícil identificarlos históricamente. La narración empieza de modo más genérico, con alusiones al reino de Persia y de Grecia, para centrarse en las relaciones minuciosas de los dos reinos - seléucida de Siria y lagida de Egipto - que tenían más trascendencia en la vida política y religiosa del pueblo judío.
Luchas entre los reyes de Siria y de Egipto (1-19).
1 El año primero de Darío el medo, yo estuve allá para animarle y sostenerle. 2 Y ahora voy a darte a saber la verdad: Habrá todavía tres reyes en Persia, y el cuarto acumulará más riquezas que los otros; cuando por sus riquezas sea poderoso, se levantará contra el reino de Grecia. 3 Pero se alzará un rey valeroso que dominará con gran poder y hará cuanto quiera. 4 Y cuando esté en la altura, se romperá su reino y será dividido hacia los cuatro vientos; no será de sus descendientes ni ya tan poderoso como fue, pues será dividido y pasará a otros distintos de ellos. 5 El rey del mediodía vendrá, se hará fuerte, pero uno de sus jefes será más fuerte que él y dominará, siendo potente su dominación. 6 Al cabo de algunos años se aliarán, y la hija del rey del mediodía vendrá al rey del norte para restablecer la concordia, pero no conservará ella la fuerza de su brazo ni permanecerá él en su brazo; ella será entregada, y con ella los que la trajeron, con su padre y con el que entonces había sido su sostén. 7 Un retoño de sus raíces se alzará en su lugar y vendrá con ejército y entrará en las plazas fuertes del rey del norte; dispondrá de ellas y se hará poderoso. 8 Aun a sus dioses, sus imágenes fundidas y sus objetos preciosos de plata y oro los cogerá y se los llevará a Egipto. Estará luego algunos años alejado del rey del norte, 9 y éste marchará contra el rey del mediodía y se volverá a su tierra. 10 Su hijo saldrá a campaña y reunirá una muy fuerte muchedumbre de tropas, avanzará y se derramará como un torrente; se desbordará, pero se volverá, y llevará las hostilidades hasta la Fortaleza, 11 El rey del mediodía se enfurecerá, y, saliendo, atacará al rey del norte, levantará una gran muchedumbre, y las tropas del rey del norte serán puestas en sus manos. 12 Esta muchedumbre se ensoberbecerá, y el corazón del rey se hinchará, derribará a muchos millares, pero no triunfará, 13 porque el rey del norte volverá con una muchedumbre más numerosa que la primera, y al cabo de algún tiempo marchará con un gran ejército y muchos aprestos. 14 Entonces se alzarán muchos contra el rey * del mediodía, y hombres violentos de su pueblo se rebelarán para cumplir la visión y sucumbirán. 15 El rey del norte avanzará y alzará baluartes y se apoderará de ciudades fuertes. Los ejércitos del mediodía no resistirán, faltos de fuerza para resistir. 16 El que avanza contra él hará lo que quiera y nadie podrá resistirle, y se quedará en lo mejor de la tierra, exterminando cuanto caiga en su mano. 17 Querrá adueñarse de todo el reino del mediodía, y le dará su hija por mujer con la intención de llevarle a la ruina; pero no sucederá esto, la cosa no le saldrá como quería. 18 Volverá sus ojos del lado de las islas y tomará muchas, pero un jefe pondrá fin al oprobio que sobre ellas quiso echar, y el oprobio recaerá sobre él. 19 Acogeráse luego a las fortalezas de su tierra, pero se tambaleará y caerá y no se le hallará.La frase del í. é
el año primero de Darío el medo parece glosa de un escriba que quiere datar la profecía al estilo de otros capítulos anteriores 1. El texto exige continuar el relato anterior, en que está hablando el ser refulgente
que es la personificación del designio de Dios en la historia, el cual es ayudado por Miguel, el valedor de los derechos del pueblo judío. Va a explicitar lo que antes dijo, empezando por la historia de los reyes de Persia. Los cuatro reyes de Persia de que habla, parecen ser: Ciro (550-529), Cambises (529-521), Darío Histaspes (521-485), y el cuarto, famoso por
sus riquezas, que hará la guerra a
Grecia, es Jerjes (485-465), el cual en 480 intentó invadir el continente europeo para derrotar a Grecia 2. Aunque los persas fueron derrotados en el sigloV reiteradamente por los valerosos griegos (en Platea, Salamina, Maratón), sin embargo, el que dará el golpe de gracia al imperio persa es Alejandro Magno, que es el
rey valeroso del í.3. Pero su imperio será efímero, pues en el cénit de sus victorias militares y en plena juventud morirá en Babilonia en 323 a.C., siendo dividido su reino
hacia los cuatro vientos, es decir, entre los cuatro generales o
Diadocos 3. Ninguno de ellos será de sus
descendientes (v.4). En efecto, los dos hijos de Alejandro fueron asesinados unos trece años después de la muerte del gran macedonio4. Por otra parte, el imperio desmembrado nunca llegó a ser
tan poderoso como en tiempo de Alejandro. El hagiógrafo, después de enumerar a grandes rasgos la historia de Persia y de Grecia bajo Alejandro, pasa a hablar detalladamente de las incidencias político-militares dé dos de los sucesores del caudillo macedonio (los Seléucidas de Siria y los Lagidas de Egipto), porque afectan a la trayectoria histórica del pueblo judío. El
rey del mediodía es el de los Ptolomeos de Egipto; luchará denodadamente por la posesión de Palestina, que se hallaba en la encrucijada geográfica de ambos reinos rivales. En la distribución del imperio de Alejandro, Egipto y Libia quedaron bajo la égida del general Ptolomeo I, hijo de Lagos (de ahí el nombre de
lagida dado a su dinastía). Desde el 322 al 306 a.C. gobernó sus provincias con la categoría de
estratega, pretendiendo después el título de
rey. Es el
rey del mediodía de que habla el v.5.
Uno de sus
jefes o generales llegó a ser más fuerte que él. Se trata del general Seleuco Nicator, a quien en principio le correspondió la satrapía de Babilonia y Siria en la convención de Triparadisus del 321 a.C.; pero por las intrigas de Antígono (a quien había correspondido el Asia Menor) tuvo que refugiarse en Egipto, sirviendo como general de Ptolomeo I Lagos. Después de la batalla de Gaza en 312 y después de recuperar su satrapía de Babilonia, fundó un reino propio en Siria (de su nombre
Seleuco se llamará la dinastía de Siria de los
Seléucidas)
5. Su
dominación fue creciendo desmesuradamente al vencer a su contrincante Antígono
en Ipso (301 a.C.); y su reino comprendía entonces desde Frigia y Capadocia hasta el Indus, siendo en realidad un gran imperio, cuya capital desde el año 300 es Antioquía de Siria.
Naturalmente, al punto surgieron los choques con los Lagidas de Egipto. El hagiógrafo, deseoso de centrar su narración en la época de los Macabeos, pasa por alto las incidencias habidas entre el sucesor de Seleuco I (Antíoco I Soter: 281-261/60) y los Lagidas, diciendo que después
de algunos años (v.6) se entablaron conversaciones diplomáticas para poner fin a las hostilidades. Para ello, Ptolomeo II Filadelfo (285-246) intentó casar a su hija Berenice con su rival Antíoco II Theos (261/60-247/46) de Siria, pero poniendo como condición que éste se divorciara de su mujer Laodice, y, en consecuencia, los hijos habidos de ésta renunciaran a la herencia del trono. Con ello, Ptolomeo creía poder un día anexionarse el imperio de Siria.
Pero, a la muerte de éste, Antíoco II de Siria se divorció de Berenice, tomando su antigua mujer. Es a lo que alude el v.6, al decir que la hija del rey del mediodía no
conservará la fuerza de su brazo. Y esto es un eco de la famosa frase de la mezcla de hierro y de arcilla de los pies de la estatua de diversos metales del c.2, donde en el v.43 se habla de
alianza humana. La afrenta fue vengada por
un retoño de sus raíces (v.7), es decir, un hermano de ella, llamado Ptolomeo III Evergetes (264-221), que emprendió una campaña contra el ejército de Seleuco II Calínico de Siria (246-226), sucesor de Antíoco II. El rey del
mediodía (Egipto) se apoderó de las
plazas fuertes del rey del norte (v.7), es decir, de Seleucia, puerto de Antioquía de Siria, llegando hasta Babilonia y volviendo después a Egipto con un gran botín (v.8).
Después de unos años de paz entre Siria y Egipto, el
rey del norte (Siria), Seleuco II Calínico, dirigió una campaña de revancha contra el
rey del mediodía (Egipto), pero fue derrotado, y tuvo que volverse
a su tierra defraudado (v.8). Pero su
hijo Antíoco III el Graude (223-187)6 atacó Palestina, que estaba bajo el dominio de Ptolomeo -IV Filopator (221-203), rey de Egipto. Al principio, aquél tomó la mayor parte del país
(avanzará, se derramará como un torrente., v.10), pero al fin fue derrotado en Rafia (217 a.C.)
(la Fortaleza del rey de Egipto), con lo que Palestina volvió a quedar bajo la férula de los Ptolomeos. Entonces el
rey del mediodía, Ptolomeo Filopator, tomará la revancha después de haber reunido una
gran muchedumbre de ejército (70.000 de infantería, 5.000 de caballería y 73 elefantes), y derrotará
al rey del norte, cuyo ejército estaba formado por 62.000 soldados de infantería, 6.000 de a caballo y 102 elefantes.
Palestina quedó de nuevo bajo Egipto. Pero el rey de Egipto no supo aprovechar su victoria, mientras que Antíoco III el Grande, después de haber tenido espectaculares victorias en Persia y Asia
Menor, reunió un gran ejército y atacó de nuevo a Egipto (v.13), llegando hasta Gaza, en la misma frontera egipcia, siendo favorecido por las luchas intestinas habidas en Egipto bajo la minoría de edad de Ptolomeo V Epífanes (203-181), hijo de Ptolomeo IV (v.14)7·
A
los insurrectos egipcios se les sumaron
hombres violentos (v.14), que parecen ser los del partido de Tobías Amonita, que en su lucha contra los judíos favorecían a los Seléucidas de Siria, pues los egipcios eran tolerantes 8. Con su conducta hostil a los judíos cumplirán
la visión relativa a la persecución de la época macabea, tal como está en el libro de Daniel (v.14). El
rey del norte, Antíoco el Grande, vencerá a los
ejércitos del mediodía (Egipto) en la famosa batalla de Banias (Cesárea de Filipo de los Evangelios) en 198 a.C. Como consecuencia de esta victoria, el rey de Siria
se quedará con lo mejor de la tierra, que es la
tierra hermosa del 8:9, es decir, Palestina 9. Queriendo dominar Egipto, ofreció su
hija (v.16), Cleopatra, al rey de Egipto Ptolomeo V. No quería atacar militarmente a Egipto, porque entonces había de chocar con el poder del imperio romano, cuyos embajadores, venidos a Egipto para llevar la noticia de la victoria sobre Aníbal, le habían dicho en Alejandría a Antíoco III el Grande que no tocase el reino de Ptolomeo V.
El rey de Siria logró casar a su hija con Ptolomeo V, celebrándose las bodas en Rafia, donde poco antes había sido derrotado. Pero, a pesar del éxito inicial diplomático,
la cosa no le saldrá como quería (v.17), porque su hija seguirá más bien una política favorable a su marido. Empujado por sus éxitos, quiso extender su dominio a
las islas (v.18) o costas del Mediterráneo. En efecto, en 197 a.C. ocupó el Asia Menor y en 192 a.C. desembarcó en Grecia, apoderándose de la parte situada al norte de Corinto. Pero en 191 a.C. le salió al paso el ejército romano, venciéndole en las Termopilas y después definitivamente en Magnesia, bajo las órdenes de Lucio Cornelio Escipión el Asiático. Con esta victoria, el caudillo romano le devolverá el
oprobio (v.18) o insulto que Antíoco el Grande había hecho a los embajadores de Roma, que le reprochaban el haber recibido al vencido Aníbal10. Después de la derrota de Magnesia tuvo Antíoco III el Grande que abandonar el Asia Menor, retirándose a las
fortalezas de su tierra de Siria (v.18); hasta que al fin
caerá asesinado en Elimaide por haber querido apoderarse del tesoro del templo (187 a.C.).
La persecución de los judíos (20-45).
20 El que le sucederá mandará al ornamento del reino un exactor, pero en pocos días será quebrantado, y no por ira ni por guerra. 21 Un hombre despreciable ocupará su puesto, sin estar investido de la dignidad real. Aparecerá de improviso y se apoderará del reino por la intriga. 22 Las tropas, que se derramarán como un torrente, quedarán sumergidas ante él y aniquiladas, así como también un príncipe de la alianza. 23 Después de haberse concertado con él, usará de engaños, se pondrá en marcha y con poca gente vencerá. 24 Entrará de improviso en los lugares más fértiles de la provincia y hará lo que no hicieron sus padres ni los padres de sus padres. Repartirá el botín, los despojos y las riquezas, y traerá designios contra las fortalezas; todo esto durante algún tiempo. 25 Al frente de un gran ejército empleará su fuerza y su ardor contra el rey del mediodía. El rey del mediodía se empeñará en la guerra con un ejército poderoso y muy numeroso, pero no le resistirá, porque le harán traición. 26 Los que comen su pan le quebrantarán y su ejército será destruido, cayendo muchos muertos. 27 Los dos reyes meditarán en su corazón hacerse mal, y, sentados a la misma mesa, hablarán falazmente, mas no les servirá de nada, porque llegará el fin al tiempo señalado. 28 Volverá a su tierra con grandes riquezas y será en su corazón hostil a la alianza santa, y obrará contra ella; luego se volverá a su tierra. 29 Al tiempo determinado marchará de nuevo contra el mediodía, pero esta última vez no sucederán las cosas como en la primera; 30 vendrán contra él naves de Italia, y descorazonado, retrocederá. Luego, furioso contra la alianza santa, no se quedará inactivo, y volverá a concertarse con los que abandonaron la alianza santa. 31 A su orden se presentarán tropas que profanarán el santuario y la fortaleza, y harán cesar el sacrificio perpetuo, y alzarán la abominación desoladora. 32 Seducirá con sus halagos a los traidores a la alianza santa, pero el pueblo que conoce a Dios obrará con firmeza, 33 y los sabios entre ellos instruirán a la muchedumbre. Caerán de entre ellos por un tiempo a la espada, al fuego, al cautiverio y al pillaje, 34 y, mientras sucumben, tendrán poco socorro, y muchos se unirán a ellos hipócritamente. 35 Sucumbirán también algunos de los sabios para que sean depurados, purificados y blanqueados, hasta que llegue el fin, que no llegará sino al tiempo determinado. 36 El rey hará lo que quiera, y se gloriará por encima de todos los dioses, y del Dios de los dioses dirá cosas increíbles. Prosperará hasta que llegue la ira a su consumación, porque lo que está decretado se cumplirá. 37 No respetará ni aun al dios de sus padres ni a la delicia de las mujeres; no respetará dios alguno, porque se glorificará a sí mismo por encima de todos. 38 Honrará en su lugar al dios de las fortalezas, dios que no conocieron sus padres; le honrará con oro y plata, con piedras preciosas y cosas de gran valor. 39 A ese dios extraño dedicará las plazas fuertes, y colmará de honores a los que le reconozcan, y los hará dominar sobre muchos, distribuyéndoles tierras en merced. 40 Al fin de los tiempos, el rey del mediodía chocará con el del norte, y el rey del norte caerá sobre él como una tempestad, con carros y jinetes y numerosas naves; avanzará por las tierras, se derramará como un torrente y se desbordará. 41 Entrarán en la tierra gloriosa y sucumbirán muchos, pero Edom, Moab y los príncipes de los hijos de Amón se librarán de sus manos. 42 Extenderá su mano sobre muchas tierras, y no escapará la de Egipto; 43 se adueñará de tesoros de oro y plata y de todas las preciosidades de Egipto; libios y etíopes le seguirán. 44 Pero nuevas venidas del oriente y del norte le asustarán, y partirá muy enfurecido, con ánimo de exterminar a muchos. 45 Alzará la tienda de su palacio entre los mares y el monte glorioso y santo. Mas luego llegará su fin sin que nadie pueda socorrerle.El sucesor de Antíoco III el Grande, Seleuco IV Filopator (187-175), enviará a un
exactor (v.20), Heliodoro, ministro de finanzas, a Jerusalén para apoderarse del tesoro del templo 11
, como lo había hecho su padre en el templo de Elimaide. Necesitado de dinero después de la gran derrota ante los romanos, y para cumplir lo pactado en la paz de Apamea, el sucesor de Antíoco III el Grande se decidió a llenar sus arcas en Palestina,
el ornamento del reino, frase que es paralela a la
tierra hermosa del v.16. El hagiógrafo reserva para el país donde moran los adoradores del verdadero Dios los mejores calificativos. Pero el rey de Siria
será quebrantado, y no en lucha campal cuerpo a cuerpo, sino dolosamente (
no por ira ni por guerra, v.20), sino envenenado a instigación de su ministro Heliodoro.
El
hombre despreciable (v.21) que por la
intriga se apodera del reino, es Antíoco IV Epífanes (175-163), hermano de Seleuco IV, que estaba como rehén en Roma, según lo estipulado entre los romanos y su padre Antíoco III el Grande. Su hermano Seleuco le rescató, enviando en su sustitución a su hijo Demetrio. Al morir inesperadamente Seleuco IV, llegaba Antíoco IV a Antioquía, y con el apoyo del rey de Pérgamo logró asegurarse el trono, vacante por la muerte de su hermano, en contra de los derechos del príncipe heredero, Demetrio, que estaba en Roma. El hagiógrafo le llama
hombre despreciable (en
1Ma_1:11 se le llama raíz de pecado), quizá en oposición al título que se había dado de
Epífanes, que significa
manifiesto, esplendente (el título completo es dios manifiesto, como si fuera una encarnación de la divinidad).
Al poco de subir al trono invadió Judá, destituyendo al
príncipe de la alianza (v.22), el sumo sacerdote Onías III, llamado
príncipe de la alianza por ser jefe religioso de la comunidad israelita, que tenía un
régimen teocrático, basado en la alianza entre Yahvé e Israel12. El sumo sacerdote depuesto buscó refugio en Dafne (cerca de Antioquía de Siria), y allí fue asesinado en 171 a.C. 13 Como hemos visto en 9:25, es el
ungido-jefe asesinado mencionado en la profecía de las
setenta semanas. Antíoco IV tuvo que hacer frente al ejército acaudillado por Heliodoro, venciéndole
(las tropas, que se derramarán como un torrente, quedaran sumergidas ante él., v.22). En su labor de captación para la helenización del pueblo judío usó de
engaños, ganando al principio
poca gente. Deseoso de captarse amigos, multiplicaba sus prodigalidades a costa de expolios en las provincias más
fértiles. y en las
fortalezas de su reino (v.24) 14.
Repuesto de las derrotas militares de su padre, quiso tentar fortuna, atacando al
rey del mediodía, Ptolomeo VI Filometor, nieto, por su madre, de Antíoco III el Grande y sobrino, por tanto, de Antíoco IV Epífanes. La campaña tuvo lugar en 169 a.C. El rey de Egipto fue derrotado en Pelusio, siendo hecho prisionero; el desastre se debió, sobre todo, a los malos consejos de los tutores del rey, Euleo y Leneo, que le instigaron a atacar al rey de Siria. Se dice de ellos que
comen su pan (v.26), por la gran intimidad que tenían con el rey egipcio. Fueron los causantes de la derrota del ejército, en el que hubo muchos
muertos. Una vez en poder de Antíoco IV, su sobrino Ptolomeo Filometor trató de ganarle a su causa, y ambos reyes mantuvieron una paz aparente, pero interiormente estaban buscando la ocasión de revancha (
meditaron en su corazón hacerse mal, y, sentados a la misma mesa, hablaban falazmente., v.27).
Antíoco quiso hacer ver a su sobrino que, conquistando él Egipto, aquél estaría más seguro en el trono; pero la estratagema
no les servirá de nada, porque en los designios divinos
llegará al fin el tiempo señalado, es decir, la derrota de los planes del rey sirio. Acompañado de su sobrino Ptolomeo, el rey sirio avanzó sobre Menfis, pero una facción nacionalista proclamó en Alejandría como rey de Egipto a Ptolomeo Fiscón, hermano de Ptolomeo Filometor. Antíoco IV intentó tomar la ciudad rebelde; pero, convencido de su inexpugnabilidad, se volvió, cargado de
grandes riquezas (v.28), a su tierra siria 15. Al pasar por Palestina saqueó el templo de Jerusalén
(su corazón fue hostil a la alianza, v.28). Todos los expolios le eran insuficientes para su prodigalidad 16.
Después de saquear el templo de Jerusalén, dejó en la ciudad una guarnición siria 17; un año más tarde emprendió una nueva campaña contra Egipto (v.29), enfurecido porque su sobrino Ptolomeo Filometor se había aliado con su hermano Ptolomeo Fiscón en contra de sus intereses políticos sobre Egipto. Pero el fracaso en esta^expedición fue total, ya que tuvo que habérselas con los temibles* romanos 18. En efecto, al llegar a Alejandría se encontró con Popilio Laenas, que traía un ultimátum del senado romano, en el que se le exigía la inmediata evacuación de Egipto. Antíoco IV pidió tiempo para pensar y consultar la resolución, pero el delegado romano, trazando un círculo con su bastón alrededor de Antíoco, le dijo que no saliera de éste mientras no diera respuesta a su ultimátum. La humillación no pudo ser mayor. El rey sirio dijo que haría lo que pedía el senado romano.
No le quedó, pues, sino retornar a su país; pero, enfurecido, desahogó su cólera contra Palestina, persiguiendo a los judíos
(la alianza santa, v.30), concertándose con los judíos apóstatas que
abandonaron la alianza santa. Su plan era helenizar al pueblo judío para asimilarlo a su reino, creando así una fuerza política más vigorosa 19. Su obra persecutoria empezó por fundar un gimnasio al estilo griego y culminó en la profanación del
templo y la fortaleza, o colina fortificada sobre la que se asentaba el santuario, haciendo cesar
el sacrificio perpetuo y erigiendo en el altar de los holocaustos
la abominación desoladora (v.31), o ídolo de Júpiter Olímpico 20. Su obra helenizadora, basada en halagos y facilidades a los apóstatas de la religión judía, tuvo cierto éxito, pero
el pueblo que conoce a Dios reaccionó
con firmeza (v.32). Es una alusión a las gestas heroicas del anciano Eleazar con su protesta enérgica y de la madre de los siete hijos, que dio la mayor lección de fortaleza religiosa de la historia universal21. El hagiógrafo llama a los piadosos que resistieron a la helenización Zos sabios; son los
asideos, de que nos hablan los libros de los Macabeos 22. Este grupo fiel predicaba la lealtad a la ley judía, siendo ayudado por el reducido socorro de los Macabeos (v.34).
La guerra contra los sirios será cruenta y muchos morirán a la espada y al fuego (v.33). En la persecución perecerán algunos de los sabios y fieles mantenedores de los derechos religiosos judíos, durando esta situación hasta
que llegue el fin, que no llegará sino al tiempo determinado (v.35) en los designios divinos. La persecución servirá para
que sean depurados, purificados y blanqueados en sus ideales religiosos. En estos tiempos de lucha,
muchos se unirán hipócritamente (v.34) a los mantenedores de los derechos de Dios, pero no con sinceridad, sino por cálculos humanos y por miedo al castigo de Judas Macabeo 23.
Antíoco IV, en el colmo de su delirio, se asimila al Júpiter Olímpico, cuyos emblemas hace representar sobre sus monedas (v.36), hablando blasfemamente del Dios
de los dioses, que es Yahvé. Pero le llegará su hora, porque
lo que está decretado se cumplirá. El hagiógrafo constantemente alude a los designios de Dios sobre la historia de su pueblo, y piensa en la hora de su manifestación airada para vengar tantos ultrajes contra su pueblo. El soberbio rey de Siria no respetó siquiera
al dios de sus padres (v.37), Apolo, cuya imagen aparece en las monedas de los predecesores de Antíoco IV, y la sustituyó por la de Júpiter Olímpico, con el que llegó a identificarse 24.
La delicia de las mujeres es la divinidad Adonis-Tammuz, de origen sirio-babilónico, cuya muerte era ritualmente lamentada por las mujeres de Siria 25. Como expoliador de templos, se puede decir en verdad que Antíoco IV
no respetará dios alguno, suplantando a las divinidades tradicionales de su país y proponiendo como divinidad a adorar al dios
de las fortalezas (v-38), probablemente Júpiter Capitolino (o Zeus Olímpico), cuya imagen había visto muchas veces durante su estancia en Roma cuando era rehén. Sabemos que a este dios le dedicó un suntuoso templo en Antioquía 26 y las
plazas fuertes (v.39), como Dura-Europos, en el desierto sirio; Beisán, Gerasa, e intentó hacer lo mismo en Jerusalén27. A los que se prestaban a su política de helenización les daba con largueza
honores. y tierras a merced 28.
Después de habernos presentado al detalle la historia de Antíoco IV Epífanes, anuncia el profeta su futuro desastroso. Hasta ahora las indicaciones eran netamente históricas, pero en adelante va a entrar en la zona de la profecía propiamente tal, como lo indica la expresión
al fin de los tiempos (v.40), que para él es el fin de la persecución y el principio de una nueva era venturosa, la del
mesianismo, anunciada en 9:24. En la parte propiamente profética, los detalles son nebulosos y no se pueden controlar históricamente. El autor del libro de Daniel como profeta había tenido una revelación sobre el fin deshonroso del perseguidor del pueblo judío, y nos la describe en sus detalles a base de elementos y clisés tradicionales en la literatura bíblica anterior 29.
No sabemos que haya habido otra expedición de Antíoco contra Egipto, como parece indicarse en el v.40 30. Muchos autores creen que en estos versículos se trata de una recapitulación de las anteriores campañas de Antíoco IV. Los v.40-45 serían, según esta hipótesis, como un duplicado de lo que se dice en los v.21-39, añadido por algún compilador posterior. Pero, como antes dijimos, es preferible considerar estos versos como pro/éticos; y, por tanto, sus detalles no han de tomarse al pie de la letra; lo sustancial del hecfco es el fin desastroso del perseguidor Antíoco IV Epífanes. El hagiógrafo-profeta supone al ejército de éste invadiendo la
tierra gloriosa, o Palestina (v.41), dejando de lado, por razones estratégicas, a
Edom, Moab y Amón, en TransJordania. Después de haber conseguido grandes victorias en Egipto y Libia, se volverá precipitadamente a causa de las
nuevas venidas de oriente y del norte (v.44); como hizo Senaquerib cuando asediaba a Jerusalén 31.
Al volver de Egipto, alzará la tienda de su palacio (v.45), o tienda real de campaña 32, entre los mares y el monte glorioso y santo, es decir, entre el Mediterráneo y la colina de Sión. Antíoco IV, que había perseguido enconadamente al pueblo judío, debía morir (por idealización
profética) en tierra de Palestina, frente a la colina majestuosa de Yahvé, donde tantas profanaciones se habían cometido. Esto es ya un clisé de la literatura profética, pues Ezequiel, Joel y Zacarías presentan también a los enemigos de Israel derrotados y muertos en las proximidades de Jerusalén 33. De hecho sabemos que Antíoco IV Epífanes murió cerca de Susa, en Persia 34. Al sublevarse los armenios y partos, se dirigió hacia oriente, y en Elimaida intentó saquear el templo, como su padre; pero no se lo permitió el pueblo amotinado; allí se enteró de la derrota de su ejército a manos de Judas Macabeo 35; quiso volverse con su ejército a Palestina con ánimos de arrasarla 36, pero cayó enfermo y murió en Tabae, cerca de Susa 37. Cuando el autor del libro de Daniel redactó su compilación, aún no había tenido lugar la muerte del perseguidor, pero la anunció concretamente, si bien idealizándola en los detalles, conforme a la tradición
profética bíblica.
1 Cf. 7:1; 8:1; 9:1; 10:1. - 2 Cf. Herodoto, 7:20-99, donde se detalla la fuerza y
riqueza de Jerjes. - 3 Sobre la división del imperio de Alejandro entre sus generales, véase lo que heraos dicho en el capítulo anterior. - 4 Parece que el instigador del asesinato de los dos hijos de Alejandro (el legítimo - nacido después de su muerte - , habido de Roxana, se llamaba Alejandro, y el ilegítimo, de Barsine, se llamaba Heracles) fue Casandro. Cf. Diodoro de Sic., XIX 105;
XX 22. - 5 En 312 comenzó la era de los Seléucidas, seguida en la cronología de los libros de los Macabeos. Cf.
1Ma_1:10. - 6 A Seleuco II Calínico le sucedió su hijo Seleuco III Ceraunos, que sólo reinó dos años (226-223), siendo asesinado. Su sucesor fue su hermano Antíoco III el Grande. - 7 Cf. Polibio, XV 25:34. - 8 Cf. Flavio Josefo,
Ant. 12:4:6. - 9 En
Jer_2:19, Palestina es llamada la más bella heredad, y en
Eze_20:6.9, la tierra que es la más hermosa de las tierras. - 10 Según Tito Livio (XXXIII 40), Antíoco había respondido a la reclamación de los romanos que no les importaba lo que hacía Antíoco en Asia, como no importaba a éste lo que hacían los romanos en Italia. - 11 Cf. 2Mac3:7s. - 12
Sobre el carácter de Antíoco IV Epífanes véase el artículo de F. M. abel,
Antiochus Epiphane, en Vivre et penser: RB (1941) 231-54. - 13 En
Eco_50:1-21 se hace el cálido elogio de Onías III ,1o que indica la alta estima en que estaba en los medios cultos del judaismo. - 14 Cf.
1Ma_3:30; Ôßôï Livio, 41:20; Polibio, 26:10. - 15 Cf.
1Ma_1:19. - 16 Los embajadores de Antíoco IV Epífanes llevaron a los romanos una corona de cincuenta talentos, y en Grecia repartieron regalos exorbitantes entre sus habitantes. Cf. Polibio, XXVIII 18. - 17 Cf.
1Ma_1:20-25;
2Ma_5:11-21. - 18 En hebreo se dice naves de
Kittim, literalmente naves de Chipre; pero esta denominación después designó a las costas del Mediterráneo en general (cf.
Jer_2:10;
Eze_27:6); y en la época de los Macabeos, los pueblos marítimos occidentales (cf.
1Ma_1:1;
Eco_8:5). En él Comentario de Habacuc de ios rollos hallados junto al mar Muerto se llama a los romanos
kittim. - 19 Cf.
1Ma_1:11-15;
2Ma_4:4-17. - 20 Cf.
1Ma_1:41-53-543;
Dan_8:3;
Dan_9:27;
Dan_12:11;
1Ma_1:54. - 21 Cf.
2Ma_6:18s; 7,is. - 22 Cf.
1Ma_7:13;
2Ma_14:5. - 23 Cf.
1Ma_6:21;
1Ma_7:13;
1Ma_9:23. - 24 Desde 169 al 166 es representado en las monedas con los emblemas de la divinidad, y la inscripción Antíoco, dios manifiesto. Desde 166, su imagen es la de Zeus Olímpico con la inscripción Rey Antíoco, dios manifiesto, victorioso (F. M. abel, a.c., 2545). Lo que se dice aquí de Antíoco corresponde a lo que se dijo del
pequeño cuerno del 0.7, del
macho cabrío del c.8. Así se dice de él: hará lo que le plazca (8:25); se exaltará a sí mismo (8:10.11.25); hablará altaneramente (7:8.25), etc. (saydon, o.c., p.661). - 25
Cf.
Isa_17:10;
Eze_8:14. - 26 Tito Livio, XLI 20. - 27 Cf. Abel, a.c., 242. - 28 Cf. 2 Mac 4:8-
2Cr_10:24. - 29 Cf:
Isa_10:28-34; 37:7;
Eze_39:4;
Joe_3:2.12-13;
Zac_14:2. - 30 Porfirio dice que hubo otra expedición contra Egipto de Antíoco IV en el año n de su reinado. Cf. san jerónimo,
In Dan. 9:40: PL 25:572. Pero probablemente Porfirio depende del texto bíblico. El autor racionalista quería a toda costa aplicar los versos de la Biblia a Antíoco IV. - 31 Cf. 1837:7. - 32 La palabra empleada por
palacio es persa y sólo aparece aquí en el A.T. - 33 Cf.
Eze_39:4;
Joe_3:2.12-13;
Zac_14:2. - 34 Cf.
1Ma_3:31-371Ma_3:--35 Cf.
1Ma_6:1-7;
2Ma_9:1-3. - 36 Cf. 2 Mac 9:4- - 37 Cf. Polibio, 31, II.