Biblia Comentada, Profesores de Salamanca (BAC, 1965)
8. Visión del Carnero y del Macho Cabrío.
Las vicisitudes del pueblo judío van a ser reflejadas con más detalles en estos capítulos que siguen. La datación de la visión es del
año tercero de Baltasar, pero su contenido se refiere detalladamente a la época de los Seléucidas de Siria, opresores de Palestina en el siglo II. Este capítulo está redactado en hebreo, mientras que el anterior lo estaba en arameo; pero es una clara continuación de éste. La disposición es muy similar: visión (1-14) y explicación hecha por un ángel (15-27).
Contenido de la visión (1-14).
1 El año tercero del reinado de Baltasar, yo, Daniel, tuve una visión, a más de la que había tenido anteriormente, 2 y, estando en la visión, me pareció hallarme en Susa, la capital, en la provincia de Elam, y estar durante la visión cerca del río Ulai. 3 Alcé los ojos y miré, y vi un carnero que estaba delante del río. Tenía dos cuernos, y aunque ambos eran altos, el uno era más alto que el otro, habiendo crecido más después del otro. 4 Vi al carnero acornear a poniente, a norte y mediodía, sin que bestia alguna pudiera resistirle y sin que nadie pudiera librarse de él. Hacía cuanto quería y se engrandeció. 5 Pero en esto vino un macho cabrío sin tocar la tierra con sus pies y con un cuerno entre los ojos. 6 Llegó al carnero de los dos cuernos que había visto delante del río, y corrió contra él con la furia de su fortaleza. 7 Vi que le acometía, rompiéndole ambos cuernos, sin que el carnero tuviera fuerza para resistirle, y, echándole por tierra, le pisoteó, sin que nadie pudiera librar al carnero. 8 El macho cabrío llegó a ser muy potente; pero, cuando lo fue, se le rompió el gran cuerno, y en su lugar le salieron cuatro cuernos, uno a cada uno de los vientos del cielo. 9 Del uno de ellos salió un cuerno pequeño, que creció mucho hacia el mediodía y el oriente y hacia la tierra gloriosa, 10 engrandecióse hasta llegar al ejército de los cielos, y echó a tierra estrellas y las holló. 11 Aun contra el príncipe del ejército se irguió, y le quitó el sacrificio perpetuo y destruyó su santuario. 12 Convocó impíamente ejércitos contra el sacrificio perpetuo, echó por tierra la verdad, hizo con buen éxito lo que quiso. 13 Entonces oí hablar a uno de los santos, respondiendo a otro santo que le preguntaba: ¿Hasta cuándo va a durar esta visión de la supresión del sacrificio perpetuo de la asoladora prevaricación y déla profanación del santuario?14 Entonces dijo: Hasta dos mil trescientas tardes y mañanas. Luego será purificado el gran santuario. La datación en el
año tercero de Baltasar quiere indicar que esta visión es continuación de la del capítulo anterior. Quizá esta datación es obra de un glosista posterior. Daniel es transportado imaginariamente a Susa, capital de Elam, destruida por Asurbanipal, reconstruida por Darío Histaspes (521-485) y lugar de residencia de los reyes persas en invierno. Por esa capital pasaba el río
Ulai, que es el
Eulaeus de los escritores clásicos 1.
Elam era una provincia de la nueva Persia. Daniel ve imaginariamente a un
carnero que está delante del río (v.3), que simbolizaba el imperio medopersa. La elección del
carnero para designar a Persia es muy apropiada, porque, según la astronomía babilónico-persa, el reino de Persia estaba subordinado al signo del zodíaco del
ariete. El
carnero que veía Daniel
tenía dos cuernos, uno mayor que el otro, es decir, el conglomerado étnico medo-persa.
El más alto correspondía a Persia, que había suplantado a Media en la hegemonía nacional (
habiendo crecido mas después del otro, v.3). Ciro, príncipe de la provincia del norte de Persia, Anzán, venció al rey de Media, Astiajes, y se declaró soberano de Persia y de Media en 549 a.C. Después se lanzó hacia occidente. Es lo que quiere indicar el profeta al decir que el carnero acorneaba
a poniente, a norte y a mediodía (v.4), las direcciones seguidas por los invasores persas: Babilonia, Lidia (Asia Menor) y Egipto, en tiempos de Cambises, sucesor de Ciro. Es la
segunda bestia, semejante al oso que hemos visto en 7:5 con
tres costillas entre los dientes. El poderío persa fue exorbitante, de forma que nadie podía con él. Todos los pueblos le estaban sometidos y no había esperanzas de
liberarse de él. Pero inesperadamente aparece en escena un
macho cabrío que avanza tan apresuradamente, que apenas toca la
tierra con sus pies (v.6).
Es la
tercera bestia o leopardo con
cuatro alas del 0.7, es decir, Alejandro Magno, que vertiginosamente se hace dueño del Próximo Oriente. Acometió al
carnero de los dos cuernos, es decir, al imperio medo-persa, rompiéndole
ambos cuernos. La victoria fue total. Alejandro Magno atravesó el Helesponto en 334, derrotó al rey de Persia Darío Codomano en 333, cruzó Palestina, conquistó Egipto y fundó Alejandría y después se dirigió a Persia, venciendo a los restos del imperio persa en Arbela en 331. La carrera militar no pudo ser más vertiginosa. El profeta quizá escogió la figura del
macho cabrío para designar a Alejandro Magno, porque Siria (cuya provincia habían de regentar los sucesores de él, los Seléucidas, opresores de los judíos) está bajo el signo del
Capricornio en la distribución astronómica de los babilonios. En todo caso, el único
cuerno del macho cabrío simboliza a Alejandro Magno (v.5). Después creció desmesuradamente su imperio, llegando hasta la India (v.8); pero en su pleno apogeo murió el gran macedonio (
se le rompió el gran cuerno)
en 323, a la edad de treinta y dos años.
Al desaparecer el imperio se desmembró en cuatro partes, adjudicadas a los cuatro
Diadocos (
y en su lugar le salieron cuatro cuernos, uno a cada uno de los vientos del cielo, v.8), que son: 1) Casandro (Macedonia y Grecia), al occidente; 2) Lisímaco (Asia Menor, con Paflagonia y el Ponto), al norte; 3) Seleuco (Siria, Babilonia hasta el Indus), al este; 4) Ptolomeo (Egipto), al sur. Al menos así quedó dividido el imperio en 301 después de la batalla de Ypso, en Frigia, aunque hubo antes un período de luchas por el imperio entre los generales.
Los Seléucidas son los que más preocupan al profeta, por la importancia que tienen en los asuntos del pueblo judío, sobre todo Antíoco IV Epifanes, que es el
cuerno pequeño, salido de
uno de los cuatro (v.9),
y que se extendió
hacia el mediodía, el oriente y hacia la tierra gloriosa (v.9), es decir, hacia Egipto, Mesopotamia y Palestina, respectivamente. En 165 a.C., Antíoco IV Epifanes hizo una expedición contra las regiones del Tigris y Eufrates. La
tierra gloriosa o
hermosa es la tierra de los judíos 2, por ser el lugar de morada del pueblo elegido. En efecto, Antíoco IV invadió reiteradamente la Palestina en su paso hacia Egipto, intentando ahogar los sentimientos religiosos de los judíos. En su arrogancia pretendió igualarse a Zeus, poniendo en sus monedas una estrella en la frente 3.
Quizá aquí la expresión
ejército de los cielos aluda al pueblo de Dios, llamado también
pueblo de los santos4
, y entonces se comprende bien la frase siguiente de que
echó a tierra estrellas y las holló, es decir, con sus opresiones logró hacer abandonar la religión judía a muchos de los más altos representantes del pueblo judío. El
príncipe del ejército en ese caso es Dios, que en el v.25 se llama
príncipe de príncipes, y en 11:36 Dios
de los cielos. El profeta quiere decir que el
pequeño cuerno atacó el centro religioso donde moraba Dios, el templo de Jerusalén, suprimiendo el
sacrificio perpetuo (v.1-1), es decir, el sacrificio cotidiano, que se ofrecía por las mañanas y las tardes5. La alusión es clara a la profanación del templo de Jerusalén por Antíoco IV Epifanes en 168 a.C., suprimiendo con ello el sacrificio diario6; y
echó por tierra la verdad (v.12), es decir, trató de destruir la fe monoteística de los judíos.
La profanación culminó en
laasoladora prevaricación (v.13), que la Vg traduce por la
abomination desolationis, que no es sino la entronización del ídolo abominable sobre el altar de los sacrificios 7. Esto representaba para el alma judía el mayor sacrilegio concebible. Justamente la supresión del sacrificio y profanación del santuario duró unos tres años y medio, que es lo que respondió a uno de los
santos otro santo, que parece ser Gabriel. Daniel finge un diálogo celeste entre los ángeles para dar más impresión de misterio. En 10:5-6 aparece un personaje misterioso, que puede ser también uno de estos interlocutores.
En la literatura apocalíptica es muy común esta multiplicación de interlocutores, que no tienen otra misión que rodear de misterio y de interés los diálogos imaginativos. Así, el autor del libro de Daniel presenta a su protagonista dialogando con seres misteriosos celestiales en torno a problemas que inquietan al lector. Uno de ésos dice que la supresión del sacrificio durará dos
mil trescientas tardes y mañanas (v.14), es decir, mil ciento cincuenta días, o sea, unos
tres años y medio. La frase corresponde a un
tiempo, tiempos y medio tiempo que hemos visto en 7:25. El santuario fue profanado en junio del 168 a.C. y consagrado de nuevo en diciembre del 165 a.C. 8 Quizá el punto de partida en el cómputo sea el 15 de diciembre del 168, en que se erigió el ídolo abominable. El autor dice
tardes y mañanas, en vez de días, para computar el número de sacrificios omitidos, que debían ofrecerse uno por la mañana y otro por la tarde. Este período de tres años y medio es computado de modo diferente en distintos textos en cuanto al detalle 9, pero sustancialmente parece clara la alusión al período que duró la profanación del templo bajo Antíoco IV. La época de desolación terminará con la
purificación del santuario, que se cumplió en el 25 de diciembre (
Quisleu)
de 165 a.C., después de la victoria de Judas Macabeo 10.
Interpretación de la visión (15-27).
15 Mientras yo, Daniel, contemplaba la visión y buscaba la inteligencia, púsose ante mí un como hombre, 16 y oí una voz de hombre que de en medio del Ulai gritaba y decía: Gabriel, explícale a éste la visión. 17 Vino éste luego cerca de donde estaba yo, y al acercarse me sobrecogí y caí sobre mi rostro. El me dijo: Atiende, hijo de hombre, que la visión es del fin de los tiempos. 18 Al hablarme caí entontecido sobre el rostro, pero él me tocó y me hizo estar en pie, 19 y me dijo: Voy a enseñarte lo que sucederá al fin del tiempo de la ira, pues tendrá fin ese tiempo. 20 El carnero de dos cuernos que has visto son los reyes de Media y de Persia; 21 el macho cabrío es el rey de Grecia, y el gran cuerno de entre sus ojos es el rey primero; 22 el romperse y salir en su lugar otros cuernos, cuatro reyes que se alzarán en la nación, mas no de tanta fuerza como aquél.23 Al final de su dominación, cuando se completen las prevaricaciones, levantaráse un rey imprudente e intrigante; 24 su poder crecerá, no por su propia fuerza, y producirá grandes ruinas y tendrá éxitos, y destruirá a poderosos y al pueblo de los santos. 25 Por sus prosperidades y por el éxito de sus intrigas, se llenará de arrogancia su corazón, y hará perecer a muchos que vivían apaciblemente, y se levantará contra el príncipe de los príncipes, pero será destruido sin que intervenga mano alguna. 26 La visión de las tardes y mañanas es verdadera; guárdala en tu corazón, porque es para mucho tiempo. 27 Yo, Daniel, quedé quebrantado y estuve enfermo algunos días, y cuando convalecí, me ocupé en asuntos del rey. Estaba asombrado de la visión, pero nadie la supo. Daniel va a transmitir personalmente la interpretación de la visión sobre el
carnero y el macho cabrío, que ya hemos explicado.
Para dar mayor interés al relato, finge un diálogo con un intérprete oficial, según es ley en los libros apocalípticos. Gabriel, el intérprete oficial en sus comunicaciones con los hombres, le adelanta a Daniel que la visión se refiera al v.11
de los tiempos (v.17). En el v.18 puntualizará que se trata del
fin del tiempo de la ira, que, como veremos, no es sino la terminación de la época de persecución de Antíoco IV Epífanes.
Sigue luego la identificación del
carnero y macho cabrio, como hemos visto anteriormente; es decir, los reyes de Media y de Persia, el de Grecia y sus
cuatro sucesores. El
rey imprudente e intrigante no es otro que el
pequeño cuerno, es decir, Antíoco IV, que hizo guerra a la
tierra gloriosa y contra el
principe de los príncipes, que es el Dios de los judíos (v.25). Después el ángel intérprete le invita a prestar atención a la fisión
de tardes y mañanas, es decir, a los hechos que han de transcurrir durante esos tres años y medio, en los que culminará la persecución de los fieles. Daniel quedó
quebrantado y enfermo por la impresión recibida.
1 Cf. Plinto,
Hist. Nat. 6:27. Sobre Susa cf.
Neh_1:1;
Est_1:1. 2 Cf. 11:16.42. 3 Cf.
2Ma_9:10. 4 Cf. 7:17.27;
Henoc 90,24. 5 Cf.
Exo_29:38-42. La expresión
holocausto perpetuo sólo aparece aquí en el A.T., pero se hace corriente en la literatura rabínica posterior. 6 Cf.
1Ma_1:45.59;
1Ma_4:52-53. 7 Cf.
1Ma_1:57. 8 Cf.
1Ma_21:24.49-57;
1Ma_4:26-59. 9 Cf. 7:25; 9:27; 12:11. 10 Cf.
1Ma_1:54;
1Ma_4:525.