? el Señor dio a Caleb vigor, que conservó hasta la vejez, para que subiese a lo alto de la tierra, y su descendencia obtuvo la heredad, (Eclesiástico 46, 11) © Sagrada Biblia (Nacar-Colunga, 1944)
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46. Caudillos.
Josué y Caleb (46:1-15).
1 Fuerte en las batallas fue Josué, hijo de Nun, sucesor de Moisés en la dignidad profética; que fue, según su nombre, 2 grande en la salud de los elegidos del Señor, para ejercer la venganza contra los enemigos que se le opusieron, para poner a Israel en posesión de su heredad. 3 ¿Qué gloria no alcanzó cuando alzó sus manos y extendió su espada contra la ciudad? 4 ¿Quién le resistió? Porque combatió las batallas del Señor. 5 ¿No se detuvo el sol al tender su mano, y un solo día fue igual a dos? 6 Invocó al Altísimo Soberano, mientras acosaba por todas partes a los enemigos, y le respondió el Señor grande con piedras de granizo de gran potencia, 7 que arrojó contra el pueblo enemigo, y en la bajada aniquiló a los adversarios; 8 para que las naciones conociesen su anatema, y que era contra Dios la guerra que hacían, y que él obedecía las órdenes del Todopoderoso. 9 En los días de Moisés mostró su misericordia con Caleb, hijo de Jefoné, impidiendo la defección del pueblo y reprimiendo la murmuración de los sediciosos. 10 Sólo estos dos fueron reservados de los seiscientos mil infantes para ser introducidos en la heredad, en la tierra que mana leche y miel. 11Õ el Señor dio a Caleb vigor, que conservó hasta la vejez, para que subiese a lo alto de la tierra, y su descendencia obtuvo la heredad, 12 a fin de que viesen todos los hijos de Israel que es bueno caminar en pos del Señor. 13 Los jueces, cada uno por su nombre, los que no pervirtieron su corazón y no se apartaron del Señor. 14 Sea bendita su memoria, florezcan sus huesos en la sepultura 15 y en sus hijos se renueve su nombre.
Sucesor de Moisés en la dignidad profética, pues, como él, hablaría al pueblo en nombre de Dios y ejecutaría sus planes, fue Josué, valiente guerrero que había vencido ya en vida de Moisés a los amalecitas 1. Fue, por designio de Dios 2, quien introdujo al pueblo en la tierra prometida después de haber vencido a sus enemigos, lo que constituye su mayor título de gloria. Hizo honor a su nombre, que significa el Señor es salvación. Y en este aspecto es tipo del redentor - cuyo nombre Jesús tiene la misma significación -, el cual nos libró del enemigo de nuestras almas y nos introduce en el reino de los cielos.
Ben Sirac hace mención de algunos de los más salientes episodios guerreros de la vida de Josué: conquista de Hai, en que no retiró la mano que tenía tendida con el dardo hasta que no hubo dado al anatema a todos los habitantes de la ciudad 3. Constata en seguida que nadie le podía resistir, porque el Señor estaba con él para defenderlo de los enemigos y darle la victoria en las luchas que como caudillo suyo tenía que librar por el pueblo escogido. Cuando los medios naturales no eran suficientes para obtener la victoria, no vacilaba en implorar un prodigio para que sus planes de conducta se llevasen a cabo. Y así Dios hizo que llevasen a cabo en un día una victoria que parecía imposible conseguir en una sola jornada, derrotando a los cinco reyes amorreos que presentaron batalla a los israelitas, asediando la ciudad de Gabaón4. Y para que la victoria fuese más completa, cuando los amorreos huían por la bajada de Betorón, una fuerte granizada produjo en ellos una mortandad mayor que la que en la batalla les causaron los israelitas por la espada. Mediante esta intervención de Dios, los cananeos deberían conocer que Josué combatía en nombre del Dios todopoderoso de Israel y que, al hacer la guerra al pueblo de Israel, la hacían al Señor mismo, Dios de los ejércitos, contra el cual es inútil combatir.
El autor recuerda otro episodio meritorio de Josué, al que asocia a Caleb (V.9). Cuando los demás exploradores regresaron de la misión a que fueron enviados por Moisés, asustaron de tal manera al pueblo con los relatos sobre los habitantes de aquellas tierras, que quería volverse a Egipto. Josué y Caleb, fieles a la voluntad de Dios, que había decretado la conquista de Canaán, se opusieron con valor e impidieron la defección del pueblo. En premio de ello, mientras que los 600.000 infantes perecieron en el desierto sin poder ver la tierra prometida 5, ellos dos pudieron gozar de la posesión de aquel país que, comparado con el desierto, es con razón muchas veces presentado como una tierra que manaba leche y miel6.
Dios conservó su vigor a Caleb hasta los años de su vejez, lo que le permitió apoderarse de la región montañosa de Hebrón, que recibió de Josué en heredad para su descendencia7, conforme a la palabra de Yahvé 8, obteniendo así parte en la distribución de la tierra prometida sin ser miembro genuino del pueblo escogido. Fue la recompensa y premio a su fidelidad y un ejemplo palpable para todos los israelitas, que pudieron comprobar una vez más cuan bueno y provechoso es seguir fielmente al Señor.
Samuel (46:16-23).
16 Samuel, amado de su Señor y su profeta, estableció la monarquía y ungió a los príncipes de su pueblo. 17 En la ley del Señor juzgó a la nación, y visitó el Señor a Jacob. 18 Por su fidelidad fue interrogado como vidente, y reconocido por su fidelidad como vidente fiel. 19 E invocó al Señor todopoderoso, cuando los enemigos le acosaban por todas partes, con la ofrenda de un cordero primal. 20 Y tronó del cielo el Señor, e hizo oír su voz por medio de un gran estampido, 21 y aplastó a los príncipes enemigos, a todos los príncipes de los filisteos; 22 y antes de la hora del sueño eterno pidió testimonio ante el Señor y su ungido: Bienes, ni siquiera unas sandalias de nadie he recibido. Y nadie pudo acusarle. 23 Y después de su muerte profetizó, y anunció al rey su fin, e hizo oír saliendo de la tierra su voz profética, para borrar la iniquidad del pueblo.
A Josué suceden los jueces, en la doble empresa de regir los destinos del pueblo escogido y continuar la conquista de la tierra prometida, iniciada a las órdenes de Josué. El libro de los Jueces refiere cómo realizó cada uno de ellos la misión que les fue confiada. No todos ellos fueron en todo momento fieles a Yahvé 9, como tampoco Israel fue constantemente fiel en el culto al Señor, postrándose más de una vez ante los baales 10. A cuantos permanecieron fieles al Señor, manteniéndose apartados de la idolatría, Ben Sirac desea las dos mayores glorias a que podían aspirar los israelitas de su tiempo, privados de la revelación del más allá: un buen recuerdo para los venideros y una descendencia en la que se perpetuase su nombre. La expresión florezcan sus huesos en la sepultura no contiene alusión alguna a la resurrección de los muertos; es sencillamente una expresión poética para manifestar su deseo de una posteridad numerosa que, como nuevos retoños, perpetúen su virtud y sus obras.
El último de los jueces fue Samuel, que realiza un tipo de juez distinto de los demás. No fue el caudillo militar que libra a los hebreos de los madianitas o los filisteos, pero contribuyó como el que más al engrandecimiento de Israel, dando paso a su período áureo. Ben Sirac recoge las principales facetas de su personalidad. Ya en sus orígenes aparece la mano de Dios presagiando grandes designios: su concepción fue fruto de la bendición del Señor a Ana, cuyo seno era estéril. Juez de Israel, apartó al pueblo de los baales y astartés y lo mantuvo fiel a Yahvé, por lo que Dios se mostró misericordioso para con su pueblo escogido, haciéndole gozar de paz durante el gobierno de Samuel, que culminó en la instauración de la monarquía, a que dio paso en los días de su ancianidad, cuyos primeros reyes ungió él mismo n. Pero fue, además, un gran profeta, por cuya boca habló el Señor a Helí, a Saúl, al pueblo, cuyos oráculos resultaron siempre verídicos. Estaba Yahvé con él, que no dejó cayera por tierra nada de cuanto él decía; todo Israel, desde Dan hasta Berseba, reconoció que era Samuel un verdadero profeta de Yahvé12. Y, como Moisés, un gran intercesor ante Yahvé. Habiéndose congregado en Masfa los israelitas, subieron los filisteos, que ocupaban las cinco ciudades Azoto, Gaza, Ascalón, Ciar y Acarón, a atacar a Israel. Samuel ofreció un sacrificio de un cordero de leche al Señor y oró ante él por su pueblo. Yahvé oyó la súplica de Samuel, hizo descargar una terrible tormenta sobre los filisteos y fueron abatidos por los israelitas, que los hicieron huir por la cuesta de Bet-Horen 13.
Habiendo traspasado su caudillaje al monarca ungido y viendo cercano el fin de sus días, quiere hacer constar la rectitud e integridad de su judicatura (v.22). Testigo Yahvé contra vosotros, y lo es también su ungido, de que nada habéis hallado en mis manos, exclamó Samuel. Testigo, contesta el pueblo, que reconoció: No nos has perjudicado, no nos has oprimido, de nadie has aceptado nada.14 Su conducta era toda una lección para el primer monarca que había de regir los destinos del pueblo y para sus sucesores. Y lo es también para cuantos asumen el gobierno de las naciones. El v.23 alude al episodio referido en Sam 28. Viéndose Saúl en grave aprieto frente a los filisteos acampados en Sunam para combatir a Israel, consultó a Yahvé, que no da respuesta ni por medio de sueños ni por los urim y tummim. Entonces acude a la evocación de los muertos, reprobada por la Ley, y a petición suya la pitonisa de Endor invoca a Samuel. El difunto profeta respondió, pero para anunciar su ruina al rey: Mañana tú y tus hijos estaréis conmigo, y Yahvé entregará el campamento a los filisteos.15 El último miembro del verso, omitido en el hebreo, se refiere a la muerte de Saúl y derrota de Israel como expiación del pecado de haber pedido un rey o de no haber destruido a los amalecitas 16.
1 Exo_17:8-16. Biblia comentada 4 - 2 Deu_31:1-8. - 3 Jos 8:26. - 4 Jos 10. - 5 16:11; Num_11:21; Num_14:38; Num_26:65; Deu_1:35. - 6 Exo_3:8.17; Exo_13:5; Num_13:27; Deu_6:3; Jer_11:5; Jer_32:22; Ez 20,Jer_6:15. - 7 Jos_14:11-14. - 8 Num_14:24. - 9 Gedeón (Jue_8:27), Abimelec (Jue_9:5.23-24.56-57), Sansón (Jue_14:1-3; Jue_16:1). - 10 Jue_2:11-13.19; Jue_3:7-12; Jue_4:1; Jue_6:1; Jue_6:10, Jue_6:6; Jue_13:1. - 11 Sam 8.10.16. - 12 1 Saín 3:19-20. - 13 Sam 7:5-14- - 14 Sam 12:4-5. - 15 Sam 28:19. - 16 Sam 28:12.