Biblia Comentada, Profesores de Salamanca (BAC, 1965)
15. Alianza de Dios con Abraham.
L iterariamente, el relato es complejo y heterogéneo, pues no es difícil sorprender diversas fuentes entrelazadas más o menos hábilmente. Generalmente, los comentaristas distinguen aquí dos documentos. Se señalan algunas discordancias: en el v.5 se dice que las estrellas brillan en el cielo (lo que supone ya entrada la noche), mientras que en el v.12 se dice que el sol va a ponerse. En el v.6 se alaba la fe de Abraham, que le es imputada en justicia, mientras que en el v.8 pide
Abraham un signo para creer; en el v.2 Abraham llama a Dios
Yahvé con toda naturalidad, mientras que en el v.7 Dios le dice: Yo soy Yahvé... Por estas razones se ha creído necesario admitir duplicidad de documentos1.
Promesa de un Primogénito Varón (1-6).
1Después de estos sucesos habló Yahvé a Abram en visión, diciéndole: No temas, Abram; yo soy tu escudo; tu recompensa será muy grande. 2Contestóle Abram: Señor mío, Yahvé, ¿qué vas a darme? Yo me iré sin hijos, y será heredero de mi casa ese damasceno Eliezer. 3No me has dado descendencia, y será mi criado quien me herede. 4Pero en seguida le respondió Yahvé: No te heredará éste, sino, al contrario, uno salido de tus entrañas, ése te heredará. 5Y, sacándole fuera, le dijo: Mira al cielo y cuenta, si puedes, las estrellas; así de numerosa será tu descendencia. 6Y creyó Abram a Yahvé, y le fue reputado por justicia.
En el momento de llamar a Abraham, había hecho Dios una promesa al patriarca. Después de los sucesos pasados, el Señor se la quiso ratificar con un rito solemne. El texto no indica las circunstancias de tiempo y lugar. La ligazón con lo anterior se hace por la fórmula genérica después de estos sucesos o cosas. El hagiógrafo presenta a Abraham como un profeta que recibe una comunicación divina directa. La aparición en visión es característica de los escritos profetices. A las ansias e incertidumbres íntimas del patriarca, Dios le dice en una visión:
No temas, yo soy tu escudo; tu recompensa grande (v.1). Quizá las palabras aludan a los peligros superados por Abraham. La
recompensa será la posesión de la tierra prometida. Pero el patriarca expresa con tristeza el poco provecho que saca de la simple promesa:
Yo me iré sin hijos... (v.2). Ante esta triste realidad, nada de lo que puede prometerle tiene valor, ya que su
heredero será su siervo Eliezer. ¿De qué le servirá que Dios le haga rico y poseedor de la tierra de Canaán, si no tiene hijos? Al morir le sucederá como heredero su siervo, que se convertirá en hijo adoptivo.2 En las legislaciones de Asiria y de Nuzu se prevé este caso de
adoptar como heredero a un siervo. En caso de que el adoptante tuviera hijos, el siervo perdía derecho a la herencia3. Según esta costumbre que imperaba en las relaciones jurídico-sociales de la Alta Siria, de donde provenía Abraham, no serían los parientes próximos de éste (como su sobrino Lot) los herederos, sino su siervo, hijo de su casa o nacido en ella. Ahora Dios le asegura que le heredará uno
salido de sus entrañas (v.4); la promesa no especifica quién ha de ser la madre. Sara propondrá que sea Agar la que dé hijos a Abraham, ya que ella no tiene esperanzas4. Para confirmarle en su promesa, Dios sacó al campo a Abraham para que contemplara el cielo estrellado, y le invitó a contar las innumerables estrellas, que son un símbolo de la innumerable descendencia que le está reservada (v.5). La promesa está llena de poesía oriental y también de hipérbole. Abraham creyó ciegamente en las palabras de Dios, y le
fue reputado por justicia, es decir, su acto extraordinario de fe dio la medida de la justicia o santidad del patriarca. En ello Dios reconoció que era justo y recto. San Pablo comenta las palabras divinas: Abraham, contra toda esperanza, creyó que había de ser padre de muchas naciones, según lo dicho: Así será tu descendencia, y no flaqueó en la fe al considerar su cuerpo sin vigor, pues era casi centenario y estaba amortiguado el seno de Sara, sino que, ante la promesa de Dios, no vaciló, dejándose llevar de la incredulidad; antes, fortalecido por la fe, dio gloria a Dios, convencido de que Dios era poderoso para cumplir lo que había prometido, y por esto le fue computado a justicia. Y no sólo por él está escrito, sino también por nosotros, a quienes se otorga la justicia mediante la fe en Jesucristo.5
Es el mejor y más autorizado comentario.
Este acto de fe era más meritorio que el de la obediencia hecha al salir por orden de Dios de su parentela para entrar en Canaán. Matatías recuerda a sus hijos al morir este texto del Génesis6.
Alianza de Dios con Abraham (7-21).
7Díjole después Yahvé: Yo soy Yahvé, que te saqué de Ur de los Caldeos para darte esta tierra en posesión. 8Preguntóle Abram: Mi Señor Yahvé, ¿en qué conoceré que he de poseerla? 9Y le dijo Yahvé: Elígeme una vaca de tres años, una cabra de tres años también, y un carnero igualmente de tres años, y una tórtola y un palomino. 10Tomó Abram todo esto, y partió los animales por la mitad, pero no las aves, y puso de cada uno una parte frente a la otra. 11Bajaban las aves sobre las carnes muertas, y Abram las espantaba. 12Cuando estaba ya el sol para ponerse, cayó un sopor sobre Abram, y fue presa de gran terror, y le envolvió densa tiniebla. 13Y dijo a Abram: Has de saber que tu descendencia será extranjera en una tierra no suya, y estará en servidumbre, y la oprimirán por cuatrocientos años; 14pero yo juzgaré al pueblo que los esclavizará, y saldrán de allí después con mucha hacienda; 15pero tú irás a reunirte en paz con tus padres, y serás sepultado en buena ancianidad. 16A la cuarta generación volverán acá, pues todavía no se han consumado las iniquidades de los amorreos. 17Puesto ya el sol, y en densísimas tinieblas, apareció una hornilla humeando y un fuego llameante, que pasó por entre la mitad de las víctimas. 18En aquel día hizo Yahvé pacto con Abram, diciéndole: A tu descendencia he dado esta tierra desde el río de Egipto hasta el gran río, el Eufrates; 19al quineo, al quineceo, al cadmoneo, 20al jeveo, al fereceo, a los refaim, 21al amorreo, al cananeo, al guergueseo y al jebuseo.
El patriarca pide a Dios una señal visible de que, en efecto, se cumplirán esas promesas7. Yahvé se presenta como el Dios de Abraham, que le ha sacado de Ur de los Caldeos. En 12:31 se dice que fue el padre de Abraham el que sacó a la familia por su propia iniciativa, sin aludir para nada a los designios divinos. Aquí el autor presenta la primera emigración de Abraham como efecto de un impulso directo divino, prescindiendo en la narración de las causas segundas. A continuación Yahvé le ordena a Abraham que escoja una vaca, una cabra, un cordero y dos aves, y que las tres primeras víctimas sean divididas en dos partes y sean dispuestas una frente a otra, como formando una calle por el medio, por donde, según la costumbre, debían pasar las partes contrayentes, diciendo: Divídame Dios como a estas víctimas si yo faltare al compromiso contraído. El profeta Jeremías nos cuenta un rito análogo: en una ocasión crítica para la ciudad de Jerusalén, sus jefes hicieron un pacto con Dios, prometiendo manumitir a todos los siervos hebreos, según las prescripciones de la Ley, y lo hicieron pasando por la calle que formaban los cuartos de un becerro sacrificado. Mas, porque no fueron fieles al compromiso, el Señor dice que los grandes de Judá, los grandes de Jerusalén, los eunucos, los sacerdotes y todo el pueblo
pasarán por entre las partes del becerro y
los entregaré en manos de sus enemigos, en manos de los que a muerte los persiguen, y sus cadáveres serán pasto de las aves del cielo y de las bestias de la tierra.8 En el caso presente es Yahvé el único que pasa, bajo la forma de
hornilla humeante (v. 17), pues es una simple promesa de Dios al patriarca, no un contrato bilateral como el del Sinaí9.
La promesa es la posesión de la tierra de Canaán por la descendencia del patriarca, pero después de que hayan pasado cuatro generaciones, cuatro siglos, de permanencia en Egipto en calidad de esclavos.
Este extraño rito de partir la víctima en dos mitades y pasar por medio de ellas lo encontramos en textos extrabíblicos. Sin duda que a esto se alude en la expresión hebrea cortar la alianza.10 En unos textos encontrados en Mari (Alta Mesopotamia), para decir concluir una alianza se dice matar el asno de la alianza.11 Entre los beduinos de Transjordania aún se practica el rito del
fedú: cuando un miembro de la familia está enfermo, se mata una oveja, se la corta en dos partes y se la suspende bajo la tienda o ante la puerta; todos los miembros de la familia deben pasar entre los dos trozos de la víctima para conjurar la desgracia12. En el caso del Génesis, el sentido es diferente, pero hay cierta analogía en el conjunto escénico. Dios pasa en forma de fuego por medio de los fragmentos de las víctimas. En el A.T. se suele simbolizar la presencia sensible de la divinidad por el fuego, por lo que incluye de purificador: así en la zarza ardiendo13, la columna de fuego en el desierto 14 y la nube humeante en el Sinaí, donde Dios se manifiesta sensiblemente15.
Los v.11-16 son un presagio de la triste suerte que la descendencia de Abraham habrá de soportar durante cuatro generaciones. Los pájaros que caen sobre la presa (v.11) son signos de mal agüero, y simbolizan la esclavitud de los hebreos bajo la disciplina férrea de los egipcios. Así, los pájaros que quieren comer los trozos de carne son los enemigos de la descendencia de Abraham. El gesto de éste de espantarlos con un palo es la liberación final del pueblo oprimido. Durante el sueño, Dios le comunicó al patriarca el sentido de aquellos pájaros de rapiña revoloteando sobre las víctimas descuartizadas. Por eso dice el texto que Abraham
fue presa de gran terror (v.12); es el triste presagio que se cierne sobre sus descendientes, pues se verán obligados a vivir como
extranjeros en país extraño. La duración de cuatrocientos años de exilio anunciada (v.12) equivale a cuatro generaciones en sentido amplio (v.16)16. Se trata de cifras redondas, que no han de tomarse al pie de la letra. Después se anuncia el castigo de los opresores:
yo juzgaré al pueblo que los esclavizará (v.14). Por su parte, el patriarca gozará de una vida larga y pacífica17.
Después el autor sagrado transcribe la promesa de posesión de la tierra de Canaán en sentido amplísimo:
Desde el río de Egipto hasta el gran río, Eufrates (v.18). En
Exo_23:1s: Desde el mar Rojo hasta el mar de Palestina (Mediterráneo) y desde el desierto de Sin hasta el río Jordán. En
Num_34:1-15 se indican como límites, por el oeste, el Mediterráneo; por el este, el río Jordán con el mar Muerto; por el mediodía, el desierto de Sin con Edom, y por el norte, los montes de Líbano y Antilíbano. De
Jos_22:9s resulta claro que Transjordania no entraba en la promesa. La mención del
río Eufrates (v. 18) debe de ser aquí una glosa inspirada en las profecías mesiánicas. Será tradicional la delimitación desde Dan norte de Palestina hasta Bersabé Negueb18. El
río de Egipto (v.18) puede ser el Nilo o el torrente
w. Aris, al sur de Gaza. Así, pues, aquí los límites señalados, más que la realidad, indican el imperialismo hebreo.19 Sin duda que hay retoques redaccionales en el texto conforme a estos sueños imperialistas.
Como tierra de las promesas divinas figura este territorio muchas veces en los vaticinios mesiánicos, particularmente en los que anuncian la vuelta de la cautividad y la restauración, que va siempre unida a la obra mesiánica20. Sobre todo Ezequiel nos traza el cuadro ideal de la distribución de la tierra entre las doce tribus. Esta tierra tiene por límite oriental el Jordán. Desde entonces poseerán esta tierra para siempre y en paz21. San Pablo contrapone dos cosas: la promesa hecha por Dios a Abraham sin condición expresa alguna y el pacto contraído luego en el Sinaí con el pueblo22. La primera nacía de la bondad generosa de Dios hacia el patriarca, a quien sólo pide la fe; la segunda iba condicionada por la Ley. La primera no podía faltar,
porque Dios no falta a lo que una vez promete; no así la segunda, ligada a ciertas condiciones, cuyo incumplimiento puede traer consigo la anulación del pacto, por lo cual los profetas dan por caducada la alianza sinaítica23.
Los v. 19-21 parecen ser una glosa. Véase la identificación de la mayor parte de los nombres en la tabla etnográfica24. Los
quineos o quenitas son una tribu de la península del Sinaí, emparentados con los madianitas25. Habitaba al sur de Tel Arad, y más tarde se extendió hacia el sur del mar Muerto26. El
quineceo está emparentado con los fereceos, de la familia jurrita27. A esa tribu pertenecía Caleb28. Los
cadmoneos sólo son nombrados aquí y no es fácil identificarlos. Algunos piensan en los
Bene Qedem los hijos de Oriente 29, moradores al nordeste de Canaán, en el desierto de Siria.
2 En heb. hay un juego de palabras entre heredero (ben-me-seq) y damasceno (Dammeseq). 3 Véase R. De Vaux, art.c.: RB (1949) 25-26. 4
Gen_16:2. 5
Rom_4:18-28. 6
1Ma_2:52. 7 Cf.
Gen_12:7;
Gen_13:14-17. 8
Jer_34:18s. 9
Exo_24:3-8. 10 En el griego clásico tenemos el equivalente exacto: (***), y en latín: foedus icere, ferire, percutere, que sin duda equivalen a
cortar la víctima que acompaña a los juramentos del pacto. Cf.
Ilíada III 298s; y Tito Livio: Si el pueblo romano por mala fe falta al pacto, entonces Júpiter hiere al pueblo romano, como yo
hago herir este puerco, y hiere tanto más fuerte cuanto que tú eres más poderoso (I 24). Alude a la alianza de albanos y romanos. 11 Cf. R. De Vaux, arte.: RB (1949) 24; véase E. Dhorme, o.c., p.217-219. 12 Jaussen, Coutumes des Arabes au pays de Moab 362. 13
Exo_3:2. 14
Exo_13:21. 15
Exo_19:18-20. 16 En 12:41 se da como duración cuatrocientos treinta años. 17 Según
Gen_25:7-8, vivió ciento setenta y cinco años. En
Exo_20:12 se promete una larga vida como recompensa a la virtud. 18
Jue_20:1;
1Sa_3:20;
Num_13:22;
Jue_3:3. Según
Num_34:3-5, la extensión va desde Jamat, al norte (Alta Siria), hasta Cades, en el Negueb. 19 A. Clamer, O.C., p.267. 20 Cf.Is 34:16; 35:10; 61:4s. 21 Ez c.48. 22 Rom 4;13s. 23 Cf.
Isa_56:21;
Jer_31:31-34. 24 Véase com. a
Gen_10:6;
Gen_10:15-17. 25
Cf.
Num_24:21-22;
Jue_4:11; véase Abel, Géorg. I 273. 26 id., ibid. 27 Cf. E. Dhorme,
La religión des Hébreux nomades 119-120. 28 Cf.
Num_32:12. 29 Cf.
Gen_29:11; Cedma:
Gen_25:15.