Biblia Comentada, Profesores de Salamanca (BAC, 1965)
60. Gloria de la futura Jerusalén.
Es un bellísimo himno dedicado a la nueva Jerusalén, que aparece en todo su esplendor como una nueva aurora que ha de iluminar toda la tierra, que se despereza en un ambiente de tinieblas. Todas las naciones se apresuran a participar de su ciudadanía. Vuelven los que están en la diáspora. Los gentiles llevarán sus tesoros como signo de sumisión y acatamiento. Los extranjeros reedificarán los muros de Jerusalén, y hasta los reyes se declararán vasallos suyos. Dios será como el sol que iluminará a aquella ciudad de justos, eternos ciudadanos de Sión. La descripción es deslumbrante, con todas las hipérboles de una imaginación oriental desbordada. En realidad se quedó corta en comparación con el reinado de gracia del Nuevo Testamento en las almas.
La alusión a las ruinas y destrucciones y al templo no edificado nos llevan a una época posterior al exilio.
Jerusalén, luz de las naciones (1-3).
1 Levántate y resplandece, pues ha llegado tu luz, y la gloria de Yahvé alborea sobre ti, 2 pues he aquí que está cubierta de tinieblas la tierra y de oscuridad los pueblos. Sobre ti viene la aurora de Yahvé y en ti se manifiesta su gloria. 3 Las gentes andarán en tu luz, y los reyes a la claridad de tu aurora. Hermosa invitación introductoria, en la que Jerusalén es presentada como una noble mujer sentada en tierra en medio de tinieblas ! Aunque en el texto hebreo no se haga mención expresa de Jerusalén, no obstante, el contexto lo pide 2. Una nueva
luz (v.1) va a caer sobre la Ciudad Santa profanada, que se verá aureolada por la
gloria de Yahvé, que surge radiante ante sus ojos como una aurora de esperanza, que se destaca tanto más cuanto que la tierra
está cubierta de tinieblas (v.2). En realidad, esa
luz para el profeta será una iluminación
religiosa moral, que será la admiración de los pueblos, como se dirá más tarde (v.2l).
Es la
aurora de Yahvé (v.2), su aparición rutilante, que extenderá su sombra protectora y su
gloria, o manifestación esplendorosa de su poder. Su resplandor será tal, que las
gentes o pueblos paganos querrán acercarse para participar de su
luz (v.3), y hasta sus mismos
reyes querrán ser testigos de esta
aurora. En 2:2-4 se dice Que los pueblos van a Sión a instruirse en la ley de Yahvé. El profeta destaca el carácter deslumbrador de la gloria de Yahvé como medio de atracción de los pueblos; y por eso contrapone las
tinieblas de las gentes
con la aurora rutilante de luz, efecto de la presencia sensible de Yahvé en su pueblo.
El retorno de los dispersados de Israel (4-9).
4 Alza en torno tus ojos y mira: Todos se reúnen y vienen a ti, llegan de lejos tus hijos, y tus hijas son traídas a ancas. 5 Entonces mirarás y resplandecerás, palpitará y se ensanchará tu corazón, pues vendrán a ti los tesoros del mar, llegarán a ti las riquezas de los pueblos. 6 Te cubrirán muchedumbres de camellos, de dromedarios de Madián y de Efa. Todos vienen de Saba, trayendo oro e incienso, pregonando las glorias de Yahvé. 7 En ti se reunirán los ganados de Cedar; los carneros de Nabayot estarán a tu servicio. Subirán como (víctimas) gratas sobre mi altar, y yo glorificaré la casa de mi gloria. 8¿Quiénes son aquellos que vuelan como nube, como palomas a su palomar? 9Sí, se reúnen las naves para mí 3con los navíos de Tarsis a la cabeza, para traer de lejos a tus hijos con su oro y su plata, para el nombre de Yahvé, tu Dios; para el Santo de Israel, que te glorifica. El profeta exulta de emoción al ver el maravilloso espectáculo de la afluencia de todos los pueblos hacia Sión, y, sobre todo, del retorno de sus hijos dispersos entre los países enemigos. El estilo es incisivo y directo:
alza en torno tus ojos. La frase es la misma que en 49:18. Las naciones aparecen como nodrizas llevando en vilo a los hijos e
hijas de Sión. Con ellos vienen las
riquezas de los pueblos (v.5), con sus famosos tesoros
del mar, la opulencia proverbial de las ciudades marítimas que se dedicaban al comercio, como los fenicios y cretenses. No obstante, la afluencia de gentes será de todas las direcciones: no sólo del occidente marítimo, sino también del misterioso oriente desértico, con sus
camellos y dromedarios de Madián y de Efa (v.6), tribus que habitaban en la estepa de la península sinaítica, al sur de Palestina, hacia el golfo de Akaba 4. Saba: el actual Yemen, al sudeste de Arabia, famoso por su oro e incienso 5. La frase
trayendo oro e incienso (v.6) es considerada por algunos como glosa tomada de
1Re_10:2. Parece que recarga el ritmo.
Entre las aportaciones de estas tribus beduinas no faltan los
ganados de Cedar (v.7), clan arábigo del este de TransJordania. Junto a esta mención están los
carneros de Nabayot. En las inscripciones cuneiformes se suelen citar juntas ambas tribus. Estos Na-
bayot parecen ser los nabateos de la época helenística, que se establecieron en TransJordania, con Petra o Sela como capital, pero que procedían del desierto arábigo 6. Sus ofrendas servirán para los sacrificios sobre el
altar de Yahvé, con lo que será glorificado su templo:
la casa de mi gloria (v.7).
El profeta dirige ahora su mirada hacia el occidente, hacia las costas marítimas, para contemplar un espectáculo inenarrable: un tropel de gentes
vuelan como nube, como palomas a su palomar. Son sus hijos, que vuelven a su
palomar, la tierra de Yahvé, para reintegrarse a su nueva ciudadanía. Se acercan escoltados por los
navios de Tarsis a la cabeza, las embarcaciones de mayor tonelaje de la época, que hacían sus travesías hasta el extremo occidente, la lejana Tarsis o España meridional7. Con ellos vienen el
oro y la
plata, metales tradicionales, según los antiguos geógrafos, de la península Ibérica. Y todo
para el nombre de Yahvé (v.9), e.d., para su glorificación, ya que
nombre, en este caso, como en otros, es sinónimo de manifestación
gloriosa.
Sión, señora de las naciones (10-16).
10 Extranjeros reedificarán tus muros, y sus reyes estarán a tu servicio, pues si en mi ira te herí, en mi clemencia he tenido piedad de ti. 11 Tus puertas estarán siempre abiertas, no se cerrarán ni de día ni de noche, para traerte los bienes de las gentes, con sus jefes por guías al frente, 12 porque las naciones y reinos que no te sirvan a ti perecerán y las gentes serán totalmente exterminadas. 13Vendrá a ti la gloria del Líbano, los cipreses, los olmos y los alerces juntamente, para embellecer mi santuario, y voy a honrar el lugar de mis pies. 14A ti vendrán humillados los hijos de tus tiranos, y se postrarán a tus pies cuantos te infamaron. Y te llamarán la ciudad de Yahvé, la Sión del Santo de Israel. 15De abandonada que eras, odiada y sin viandantes, te haré eterno prodigio, delicia de los siglos. 16 Mamarás la leche de las gentes, los pechos de los reyes, y sabrás que yo, Yahvé, soy tu Salvador, tu Redentor, el Fuerte de Jacob. El pensamiento del profeta va avanzando. No sólo las gentes traerán sus tesoros desde oriente y occidente, sino que reconstruirán los muros caídos (v.10). Los
extranjeros y reyes han sido los destructores; ellos ofrecerán ahora la mano de obra para la reedificación. Con ello se da plena satisfacción a su pueblo. Parece, pues, aludir a la época posterior al destierro babilonio. A continuación se da la razón teológica de ese cambio de situación: tanto en la época de desgracia como en la del triunfo es Yahvé el que dirige el hilo de su historia. Sus pecados fueron causa de la catástrofe:
en mi ira te herí (v.10). La justicia divina tenía sus exigencias. Pero también la misericordia, que siempre prevalece en Dios en sus relaciones con su pueblo, tiene sus fueros, y por eso, en definitiva, le perdonó:
en mi clemencia he tenido piedad de ti (v.10).
La situación futura de Jerusalén no puede ser más espléndida: va a ser tal la afluencia de caravanas del desierto y de barcos del mar cargados de riquezas, que las puertas de la ciudad
estarán siempre abiertas (v.11). Ni siquiera durante la
noche se cerrarán. Serán precisas todas las horas para recibir tantos bienes aportados por las
gentes, que llevan a sus
jefes por guías al frente. No serán embajadas enviadas por los reyes, sino que éstos personalmente conducirán las caravanas para entregar sus tesoros a Jerusalén.
El í. 12 parece una glosa que interrumpe la ilación de ideas. Esa amenaza contra las
naciones y reinos que no presten vasallaje (v.12) no parece estar en el cuadro esplendoroso del contexto. La afluencia será total. 8
El profeta se complace en especificar los materiales que las gentes traen a Sión en cuanto sirven
para embellecer el
santuario de Yahvé (v.13); y, en primer lugar,
la gloria del Líbano, es decir, sus espléndidas maderas de cedros famosos, que habían servido para la construcción del templo de Salomón:
cipreses., alerces (v.13). Al santuario o templo se le llama enfáticamente el
lugar de mis pies, porque allí tiene su morada en la tierra, aunque su mansión por excelencia es el cielo. En la tierra tiene sólo los
pies, con lo que se indica la trascendencia de Yahvé. 9
No faltarán a esta cita de homenaje a Sión los descendientes de los antiguos tiranos (v.14), u opresores. Se sentirán
humillados ante la magnificencia de Jerusalén glorificada, y confesarán que Dios está con ella:
te llamarán la ciudad de Yahvé (v.14). La frase
y se prosternaran a tus pies falta en los LXX, y, como recarga el ritmo, muchos autores la consideran como glosa posterior. 10
Dios ha cambiado la situación de Jerusalén. Antes era
abandonada, odiada y sin viandantes (v.15), ciudad muerta y despreciada. Pero en la nueva era será objeto de admiración como
eterno prodigio (v.15b) obrado por Yahvé, lo que constituirá la
delicia de los siglos (v.15c) o generaciones. Todos hablarán del portento realizado por Yahvé, que ha cambiado una ciudad
abandonada en objeto de admiración y aprecio de todos los pueblos.
Todas las riquezas de las naciones estarán a disposición de Sión:
mamaras la leche de las gentes y los pechos de los reyes (v.16). Aquí
leche y pechos designan metafóricamente los tesoros y el jugo de las riquezas materiales de las naciones que estarán al servicio de Jerusalén u. Por estos beneficios, Israel reconocerá a Yahvé como su
Salvador y Redentor (v.16d), llamado también el
Fuerte de Jacob, en cuanto que el poder de Dios, protector de los descendientes de Jacob, es el verdadero autor de la nueva situación victoriosa de la nación israelita.
Prosperidad material y moral de la nueva comunidad (17-22).
17 En vez de cobre traeré en ti oro; en vez de hierro, plata; bronce en vez de madera, y hierro en vez de piedras. Te daré por magistrado la paz, y por soberano la justicia. 18 No se hablará ya más de violencia en tu tierra, de saqueo y de ruina en tu territorio. Tus muros los llamarás salud, y a tus puertas alabanza. 19 Ya no será el sol tu lumbrera de día, ni te alumbrará el resplandor de la luna, sino que Yahvé será tu eterna lumbrera, y tu Dios será tu esplendor. 20 Tu sol no se pondrá jamás, ni menguará tu luna, porque será Yahvé tu eterna luz; acabáronse los días de tu luto. 21 Tu pueblo será un pueblo de justos, poseerá la tierra para siempre, renuevos del plantío de Yahvé 12, obra de mis manos para resplandecer 22. Del más pequeño saldrá un millar, y del menor, una nación poderosa. Yo, Yahvé, a su tiempo lo aceleraré. La transformación de Jerusalén será total: en vez de los pobres materiales con que había sido edificada en otro tiempo, la ciudad será reconstruida con materiales nobles. Y no sólo será renovada en el orden material, sino que en el moral habrá un nuevo orden de cosas:
la paz y la justicia se impondrán solas sin necesidad de que vele por ellas el magistrado o el soberano (v.17c).
Como consecuencia del reconocimiento de los valores morales desaparecerá toda
violencia, saqueo y ruina (v.15a), que eran la secuela del imperio del egoísmo y la opresión en la sociedad anterior. Los
muros y las
puertas de tan venturosa ciudad tendrán los nombres simbólicos de
salud o salvación, en cuanto que reflejan la seguridad total en que estaba la ciudad, y
alabanza, aludiendo al reconocimiento de los gentiles que a ella afluyen, testigos de su nuevo esplendor.
La idealización de la situación sigue
in crescendo. La gloria de Yahvé será tal, que eclipsará el resplandor del sol y de la luna, que resultarán innecesarios:
Ya no sera el sol tu lumbrera. ni el resplandor de la luna (v.19). Estas imágenes serán recogidas por los autores apocalípticos. 13 Dios será en realidad el
resplandor de Sión y la
eterna luz (v.20) que lucirá radiante eternamente, sin que haya ocaso:
tu sol no se pondrá jamás, ni menguara la luna (v.20a), y con ello no habrá más
días de luto (v.20b). La oscuridad es signo de tristeza. En la época mesiánica, la seguridad y la satisfacción provenientes de la salvación serán tales, que no habrá lugar al llanto.
Por otra parte, los nuevos ciudadanos estarán poseídos del sentimiento de rectitud y justicia:
Tu pueblo será un pueblo de justos (v.21).
Serán como
retoños del plantío de Yahvé, plantados por sus mismas
manos para brillar y
resplandecer, dando gloria a Dios en la
tierra que poseerán para siempre. La nueva era mesiánica será definitiva, y en ella vivirá un pueblo numeroso:
del más pequeño saldrá un millar (v.22). Parece aludir a la situación precaria de los repatriados después del destierro en Palestina. No deben estar pesimistas, porque se acerca la hora en que se verán multiplicar por doquier. El cumplimiento de esta profecía tiene su plena significación en la universalidad de la Iglesia,
el Israel espiritual, que se ha extendido por toda la tierra.
Y el profeta termina expresando la garantía de Yahvé, que ha de cumplir lo prometido:
Yo, Yahvé, a su tiempo lo aceleraré (v.22b). Los planes de la Providencia se cumplen inexorablemente á su
tiempo, pues entonces Dios mismo se encarga de
acelerar su cumplimiento.
1 Cf. 49,18; 50,1; 52,is; 54,i-4; Si.iyss; 59,Qs; 58:10. 2 Los LXX, la Vg. y el Targum consignan expresamente el nombre de
Jerusalén, 3 Así según una corrección. El texto hebreo dice: las islas me esperan, aludiendo a la expectación de los pueblos paganos costeros del Mediterráneo ante la manifestación mesiá-nica. Esta misma versión dan los LXX. 4 Cf.
Exo_2:18; Núm 22; 25; 31. Ptolomeo y los geógrafos clásicos ponen por esta zona una ciudad llamada
Madián. 5
Los códices Alej. y Sinaít. añaden piedras preciosas. Sobre Saba cf.
Gén_10:7;
1Re_10:2;
Sal_72:15. 6 Cf. 21:16;
Gen_25:13. Flavio Josefo sostiene dicha identificación. Plinio habla de los
nabateos y cedreos como habitantes de esta zona. 7 Cf. comentario a
Isa_2:16. 8 Probablemente el estico está tomado de
Zac_14:16-19; cf. skinner, o.c., II 0.200. 9 Cf.
Eze_43:7; Is66,i; 57:15- 10 Cf. Skinner, o.c., II 201. 11 La versión griega, para evitar la crudeza de la metáfora, traduce: comerás la
riqueza de los reyes. 12 Lit
. el texto hebreo lee: retoño de su plantación. Pero el Targ., Pesh. y Vg. leen el sufijo en primera persona: de
mi plantación. La traducción dada arriba, siguiendo a Duhm, Gondamin, etc., se obtiene considerando el sufijo final como inicial del nombre de Yahvé en abreviatura. 13 Cf.
Rev_21:23;
Eze_43:2. En
Isa_30:26 se dice que, en los tiempos mesiánicos, el sol y la luna se harán siete veces mayores. Son hipérboles apocalípticas, que nunca pueden tomarse a la letra. Expresan realidades teológicas: Yahvé, nuevo Sol de justicia, iluminando a la nueva Jerusalén.