Biblia Comentada, Profesores de Salamanca (BAC, 1965)
¿Quién era Jefté? (11:1-5).
1
Era Jefté, el galadita, un fuerte guerrero, hijo de una meretriz, y tuvo por padre a Galaad. 2
La mujer de Galaad dio a éste otros hijos, que, cuando fueron grandes, arrojaron de casa a Jefté, diciendo: No vas tú a heredar en la casa de nuestro padre, pues eres hijo de otra mujer. 3
Jefté huyó de sus hermanos y habitó en tierra de Tob. Uniéronse con él gentes perdidas, que salían con él. 4
Al cabo de días hicieron guerra los hijos de Amón contra Israel, 5
y fueron entonces los ancianos de Galaad a la tierra de Tob en busca de Jefté.
Los expositores encuentran oscuros los datos que da el texto sobre el origen de Jefté. De una parte, Jefté el galadita, es decir, del país de Galaad, es hijo de una meretriz y, por consiguiente, de padre desconocido; por otra, cierto Galaad engendró a Jefté de una primera mujer o concubina reconocida. Esta oscuridad del texto proviene de una yuxtaposición imperfecta de los documentos antiguos, y cuyas divergencias el autor sagrado no ha querido aclarar. Galaad tuvo otros hijos de su mujer legítima, los cuales, siendo mayores, arrojaron de casa a Jefté por ser hijo de otra mujer (
Gen_21:10;
Gen_29:19). Jefté se marchó y fuese a vivir en tierra de Tob, la actual
Et-Taiyibé, a quince kilómetros de Dera, en el Galaad septentrional. Allí reunió una tropa con gente aventurera (
Gen_9:9;
1Sa_22:1-2;
2Sa_25:13) y se entregó a hacer algaras contra las tribus del desierto, con lo que se hizo famoso.
Pacto de Jefté con los galaditas (2Sa_11:6-11).
6
Y le dijeron: Ven; serás nuestro jefe en la guerra contra los hijos de Amón. 7
Respondió Jefté a los ancianos de Galaad, diciéndoles: ¿No sois vosotros los que me aborrecéis y me arrojasteis de la casa de mi padre? ¿A qué venís a mí ahora, cuando os veis en aprieto ? 8
Los ancianos de Galaad respondieron: Por eso venimos a ti ahora, para que vengas a combatir con nosotros a los hijos de Amón y seas nuestro jefe y de todos los habitantes de Galaad. 9
Contestóles Jefté: Si me lleváis con vosotros a combatir contra los hijos de Amón, en el caso de que Yahvé me los entregue, seré vuestro jefe. 10
Dijéronle los ancianos a Galaad: Sea Yahvé testigo entre nosotros si no hiciéremos lo que dices, 11
Partió Jefté con los ancianos de Galaad y le hicieron su jefe y caudillo, y repitió Jefté sus palabras en presencia de Yahvé, en Masfa. Los enviados rogaron a Jefté que aceptara la jefatura del ejército israelita. Sabiendo que tenían necesidad de él, se hizo rogar, y trató de sacar todas las ventajas que le ofrecía esta coyuntura. No queriendo ellos remover historias pasadas, le prometen nombrarle jefe no sólo del ejército, sino otorgarle la jefatura Poder supremo sobre todo Galaad. A ello
se obligan con juramento. Pero Jefté quiere que
aquel juramento se haga en presencia de Yahvé en el santuario de Masfa.
Negociaciones con los amonitas (2Sa_11:12-28).
12
Mandó Jefté mensajeros al rey de los hijos de Arnón que le dijeran: ¿Qué hay entre ti y mí para que hayas venido contra mí a combatir la tierra? 13
El rey de los hijos de Arnón respondió a los mensajeros de Jefté: Cuando subió Israel de Egipto, se apoderó de mi tierra desde el Arnón hasta el Jaboc y hasta el Jordán. Devuélvemela, pues, ahora pacíficamente. 14
Jefté mandó nuevos mensajeros al rey de los hijos de Amón 15
que le dijeran: He aquí lo que dice Jefté: Israel no se apoderó de la tierra de Moab ni de la tierra de los hijos de Amón. 16
Cuando Israel subió de Egipto, marchó por el desierto hasta el mar Rojo y llegó a Cades. 17
Entonces envió Israel mensajeros al rey de Edom para que le dijeran: Te ruego me dejes pasar por tu tierra; pero el rey de Edom no se lo consintió; también se los envió al rey de Moab, que rehusó; e Israel se quedó en Cades. 18
Después, marchando por el desierto, rodeó la tierra de Edom y la tierra de Moab, y llegó al oriente de la tierra de Moab y acampó del lado de allá del Arnón, sin entrar en tierra de Moab, pues el Arnón es el límite de Moab. 19
Israel envió mensajeros a Seón, rey de los amorreos, rey de Hesebón, para decirle: Te ruego que nos dejes pasar por tu tierra hasta nuestro lugar. 20
Pero Seón no se fió de Israel, dejándole pasar por su tierra, y reuniendo a toda su gente, acampó en Jahsa y luchó contra Israel. 21
Yahvé, Dios de Israel, puso a Seón con todo su pueblo en las manos de Israel, que los derrotó y se apoderó de la tierra de los amorreos, que habitaban en aquella región. 22
Se apoderó de toda la tierra de los amorreos desde el Arnón hasta el Jaboc y desde el desierto hasta el Jordán. 23
Ahora, pues, que Yahvé, Dios de Israel, desposeyó a los amorreos ante su pueblo Israel, ¿pretendes tú apoderarte de su tierra ? 24
Eso que Gamos, tu dios, te ha dado en posesión, ¿no lo posees tú? ¿Y no vamos a poseer nosotros lo que Yahvé, nuestro Dios, nos ha dado en posesión? 25
¿Querrás tú ser mejor que Balac, hijo de Sefor, rey de Moab? ¿Acaso ha disputado éste a Israel su tierra? ¿Le ha hecho acaso la guerra? 26
Hace trescientos años que habita Israel en Hesebón y en Jazer y en las ciudades que de ellas dependen, lo mismo que en todas las que están a orillas del Jordán. ¿Por qué no las habéis tomado durante todo ese tiempo? 27
Yo no te he hecho mal alguno; pero tú obras mal conmigo haciéndome la guerra. Que Yahvé, el juez, juzgue hoy entre los hijos de Israel y los hijos de Amón. 28
El rey de los hijos de Amón desoyó lo que Jefté le mandó a decir.
Amón justifica su agresión diciendo que, al subir los israelitas de Egipto, se apoderaron de su país. Jefté rebate estas razones apoyándose en los datos que se refieren en
Num_20:14;
Num_21:21-30;
Deu_2:27-37· Cuando Israel subió de Egipto, no atacó a Edom ni a Moab (
Num_20:14-21;
Num_21:11). Pidió a Seón, rey de los amorreos, rey de Hesebón, que le autorizara el tránsito por su territorio, pero el rey respondió con las armas. Entonces Israel repelió la agresión, y con el auxilio de Yahvé se apoderó de todo su territorio, es decir, del Arnón al Jaboc, desde el río Jordán al desierto (
Num_21:30; Deut 2 27-37). Luego el territorio fue arrebatado a los amorreos, no a los amonitas. El derecho, concluye Jefté, está en favor de los israeelitas; con todo, si Amón quiere la guerra, debe aceptarla con todas sus consecuencias. Yahvé será el arbitro, el cual no solamente combatirá por su pueblo, sino que con la victoria decidirá quién de los dos tiene razón.
En el curso de su argumentación dice Jefté que Gamos es el dios de los amonitas, cuando en realidad era Milcom (
1Re_11:5-7;
Rev_23:13;
Jer_49:1-3Jer_49:-4-6; Camós, dios de los moabitas,
Num_21:29, ·
Jer_48:46, Estela de Mesa). La presencia de Camós en el texto se explica por el error de algún copista. Jefté se acomoda al lenguaje común del antiguo Oriente, pero sabía que Yahvé extendía su poder aun a las naciones extranjeras (
Exo_7:17;
Rut_1:13-18). Es probable que Jefté quisiera solucionar pacíficamente este conflicto con los amonitas; pero cabe la sospecha de que iniciara estas conversaciones con el fin de ganar tiempo para reunir un número regular de combatientes (v.29).
Voto de Jefté y victoria sobre los amonitas (Rut_11:29-40).
29
El espíritu de Yahvé fue sobre Jefté, y, pasando por Ga-laad y Manases, llegó hasta Masfa de Galaad, y de Masfa de Galaad pasó a retaguardia de los hijos de Amón. 30
Jefté hizo voto a Yahvé, diciendo: Si pones en mis manos a los hijos de Amón, 31
el que a mi vuelta, cuando venga yo en paz de vencerlos, salga de la puerta de mi casa a mi encuentro, será de Yahvé y se lo ofreceré en holocausto. 32
Avanzó Jefté contra los hijos de Amón y se los dio Yahvé en sus manos, 33
batiéndolos desde Aroer hasta según se va a Menit, veinte ciudades, y hasta Abel Queramim. Fue una gran derrota, y los hijos de Amón quedaron humillados ante los hijos de Israel. 34
Al volver Jefté a Masfa, salió a recibirle su hija con tímpanos y danzas. Era su hija única; no tenía más hijos ni hijas. 35
Al verla rasgó él sus vestiduras y dijo: ¡Ah, hija mía, me has abatido del todo, y tú misma te has abatido al mismo tiempo! He abierto mi boca a Yahvé sobre ti y no puedo volverme atrás. 36
Ella le dijo: Padre mío, si has abierto tu boca a Yahvé, haz conmigo lo que de tu boca salió, pues te ha vengado Yahvé de tus enemigos, los hijos de Amón. 37
Y añadió: Hazme esta gracia: déjame que por dos meses vaya con mis compañeras por les montes, llorando mi virginidad. 38
Ve, le contestó él, y ella se fue por los montes con sus compañeras y lloró por dos meses su virginidad. 39
Pasados los dos meses, volvió a su casa y él cumplió en ella el voto que había hecho. No había conocido varón. 40
De ahí viene la costumbre en Israel de que cada año se reúnan las hijas de Israel para llorar a la hija de Jefté, galadita, por cuatro días.
Aunque el pueblo y los ancianos eligieran a Jefté por jefe (
Rut_10:18;
Rut_11:11), para ejercer su misión de juez tenía necesidad de la Infusión del espíritu de Yahvé (
Rut_3:10;
Rut_6:34), que acrecentara su fuerza y energía. Mientras duraban las conversaciones, recorrió Jefté el país reclutando tropas entre las tribus vecinas de Manases y Efraím (
Rut_12:1-2) con el fin de reforzar el ejército estacionado en Masfa (
Rut_10:17).
Antes de la batalla hizo Jefté su famoso voto (
neder)
a Yahvé, diciendo: Si pones a los hijos de Amón en mis manos, el que a mi vuelta saliere de las puertas de mi casa a mi encuentro al regresar en paz (
besalom)
de los hijos de Amón, será de Yahvé, y se lo ofreceré en holocausto (
ha alitihu olah).
Al regresar Jefté a Masfa, le salió al encuentro su hija única al frente de un grupo de mozas con tímpanos y danzas (
Exo_15:20). Al verla, Jefté rasgó sus vestiduras en señal de dolor y contrariedad (
Jos_7:6) al pensar que, en fuerza de su voto, tenía que inmolar a su única hija (
Gen_22:2ss). Esta consternación de Jefté se explica por el hecho de que al hacer su voto no pensaba en inmolar a su hija. Quiso sacrificar una víctima humana pensando que con ello agradaba a Dios;
pero dejó a Yahvé, arbitro de los acontecimientos, que la eligiera. ¿Pensaba acaso en algunos de los que en otro tiempo le habían arrojado de la casa de su padre? (
Gen_11:2). Aunque el texto no lo especifique claramente, el pensamiento de Jefté era sacrificar sólo la primera persona que saliera de su casa. La hija intuyó lo trágico de la escena, pero comprendió que, una vez su padre se había comprometido con un voto a Yahvé, no podía volver atrás. Pidió, sin embargo, a su padre que difiriera el cumplimiento del voto, dejándole un plazo de dos meses, durante los cuales erraría por los montes y lloraría con sus amigas la fatalidad de tener que morir sin haber dejado descendencia. Conforme al voto, la hija de Jefté fue inmolada en holocausto. La impresión que causó este sacrificio prueba que el pueblo
de Israel no estaba acostumbrado a semejantes sacrificios. En toda la antigüedad se consideraba como una desgracia y deshonor el que una mujer no dejara descendencia (
Gen_16:1-5;
Gen_30:23;
1Sa_1:10;
Isa_47:8;
Isa_49:21;
Luc_1:25). Con el Evangelio aparece la virginidad voluntaria (
Luc_1:34;
Mat_19:12).
Nota Sobre el voto de Jefté.
Mucho se ha escrito sobre la naturaleza del voto de Jefté. Los términos empleados en el texto hebraico no dejan lugar a dudas de que se trata de un sacrificio cruento. Así lo entendieron la mayoría de los Santos Padres (Hummelauer).
lephte filiam, quae patri occurrit, occidit, dice San Agustín1. La tradición judía y cristiana hasta el siglo XI ha admitido la inmolación, y aunque el texto sagrado, por los términos generales que emplea, parece querer echar un velo sobre esta escena sangrienta, es difícil, sin embargo,
explicarla en el sentido de una simple consagración a Dios 2. Hay quienes interpretan las palabras de Jefté en sentido condicional y disyuntivo. Pero esta interpretación es imposible, porque, aunque en hebreo la frase puede tener el sentido de Lo que saliere i vuelta, sin embargo, los LXX lo entienden en sentido masculino:
o ekporeuómenos (el que saliere, Vulg.:
quicumque primas rit egressus).
únicamente las personas salen al encuentro de algien y aunque entre los animales lo haga también el perro, la ? ? le excluía terminantemente de los sacrificios. Es, además, imposible esta interpretación, por las siguientes razones: 1) El sentido disyuntivo del
waw (y,
et)
al final del versículo 31 es gramaticalmente imposible. 2) La expresión
ofrecer en holocausto no puede tomarse en sentido metafórico. 3) En esta hipótesis es inexplicable el gran sentimiento que demuestra Jefté. 4) No se explica el plazo de dos meses para llorar su desgracia. 5) Si la hija de Jefté debía continuar viviendo, consagrada a Dios como virgen, no se comprenden las lamentaciones anuales de sus amigas 3. Luego Jefté pensaba en ofrecer en holocausto a Yahvé una persona humana.
No se puede negar el aspecto cruento del voto de Jefté recurriendo al testimonio de algunos autores sagrados que alaban a Jefté (Eccli 46:13-15;
Heb_11:32-33), lo cual no hubieran hecho
si realmente su voto hubiera sido de sacrificar una persona humana. Pero en estos textos, o bien se habla de Jefté sin pronunciarse por la moralidad de sus actos o se le alaba únicamente por su fe. Que la ley mosaica prohibiera terminantemente los sacrificios humanos (
Deu_12:31), es innegable; pero también es cierto que, a pesar de esta prohibición, los israelitas, por influencia de los pueblos circunvecinos, los practicaron (
Deu_18:9-10;
1Re_16:34;
2Re_23:10), clamando contra ellos los profetas (
Jer_32:35)4. Es cierto
que los sacrificios humanos se oponen a los sentimientos naturales y que la ley mosaica los prohibía, pero debemos tener en cuenta que Jefté era un hombre de costumbres rudas, ignorante, aventurero
y jefe de una banda de salteadores y malandrines. Por esto mismo es excusable en él la ignorancia de la ley mosaica (
Deu_12:31), que prohibía tales sacrificios. Al hacer su voto, Jefté procedió con buena fe. Creyó que la inmolación de una víctima humana sería agradable a Dios. A pesar de su vida azarosa, Jefté se muestra hombre religioso,
que reconoce la supremacía de Yahvé sobre todos los otros dioses.
Una vez hecho el voto, estaba completamente convencido de que tenía que cumplirlo. La idea de que una promesa hecha a Dios
obligaba sin distinción de circunstancias era muy extendida en la antigüedad. El voto, como la bendición y la maldición, una vez pronunciado, existe independientemente de la persona que lo emitió (
Num_32:24;
Sal_66:13-14;
Jer_44:17). De donde 1 recomendación de prudencia en hacer el voto (Pro ?
Jer_20:25; Vincent). Todas estas circunstancias disculpan o atenúan considerablemente la gravedad de la falta de Jefté (Condamin). El hagiógrafo sólo refiere el hecho, que no aprueba ni condena. Aún más:
es su fe en Yahvé que padre e hija dan un admirable ejemplo de profundo sentimiento religioso y de entrega completa al cumplimiento del deber, sacrificando ella su vida y él el único fruto de sus entrañas. Es erróneo decir que Yahvé inspirara a Jefté a hacer semejante voto, porque la frase el espíritu de Yahvé fue con él se refiere exclusivamente
al carisma que recibió para cumplir su misión de liberar a su pueblo de la opresión amonita. El mismo espíritu recibieron otros personajes bíblicos (Sansón, Saúl), de los cuales se reprueban algunos de sus actos. Jefté hizo el voto bajo su responsabilidad personal.
Dios le castigó por haber procedido precipitadamente y sin reflexión al emitirlo. Fue insensato Jefté al formular este voto por haberlo hecho sin la debida reflexión, e impío al ponerlo en práctica.5
Algunos racionalistas consideran el relato de la muerte de la hija de Jefté como una leyenda
de origen mítico, encaminada a explicar las fiestas de la Naturaleza que se celebraban en Galaad. Las lamentaciones periódicas sobre la joven víctima son análogas a las que se encuentran en otros pueblos y que tienen por objeto llorar la muerte o la desaparición de una divinidad, ordinariamente divinidad de la vegetación. Así, por ejemplo, se habla del llanto por Adonis-Tammuz, Coré, Linos, Hyacinthe, Hylas, que muchas veces iba acompañado con sacrificios humanos6. De hecho se conoce el voto de Idomene, que durante una tempestad prometió a Poseidón inmolar la primera persona que fuera a su encuentro en la playa (Servius, 3:121; 11:264). Agamenón sacrificó a su propia hija Ifigenia, nombre primitivo de la diosa Artemis-Tauropolos, a la cual se honró con sacrificios humanos (Sófocles,
Elect. 559). Luego, afirma Lods, la perícopa bíblica es la transformación en leyenda heroica, israelita y yahvista, del mito de una antigua divinidad indígena de Galaad. Y es tanto más probable, añade, esta dependencia en cuanto que el período de duelo ritual para los muertos era en Israel de tres y siete días, nunca de cuatro. En tiempos de Ezequiel, las mujeres sentadas junto a la puerta norte del templo de Jerusalén lloraban
al dios Tammuz (
Eze_8:14).
Pero las fiestas de la Naturaleza, que acaso se celebraban en Galaad, habrían servido, a lo más, como modelo para la nueva fiesta instituida para recuerdo de la hija de Jefté. La dependencia, si existe, se reduce
a una simple copia ritual. Existe en la Biblia otro ejemplo de lamentaciones conmemorativas, como la que se instituyó como recuerdo
de la muerte de Josías (
2Cr_35:25). Otra diferencia que existe entre las lamentaciones paganas y el relato bíblico se halla en que aquí no se llora la muerte de una diosa, sino la suerte de una virgen condenada a morir sin dejar descendencia. Muy probablemente no existe ninguna dependencia entre los ritos paganos y las circunstancias que rodearon la muerte de la hija de Jefté. Tanto la personalidad de este jefe israelita como la inmolación de su hija son hechos históricos atestiguados unánimemente por la
tradición judío-cristiana. El mismo Lods afirma que no es imposible que en el episodio del voto haya elementos históricos y que el recuerdo de este sacrificio trágico fuese combinado con alguna
antigua ceremonia religiosa local. (Loos, 404).
En fin, Jefté sacrificó a su hija en holocausto a Yahvé bajo su omnímoda responsabilidad. Sobre esto toda atenuación es imposible; toda controversia, ociosa (Lagrange). El texto está claro; la tradición, unánime. Al elucidar la naturaleza de este voto, se trata de saber lo que ha dicho el hagiógrafo, y no lo que Jefté podía o no podía hacer lícitamente según la ley natural y la mosaica7.