Biblia Comentada, Profesores de Salamanca (BAC, 1965)
24. Bondad, Sabiduría, Caridad, Impiedad, Pereza.
No envidiar al impío. Ventajas de la sabiduría (24:1-10).
1
No tengas envidia del malvado ni desees ponerte en su lugar, 2
porque su corazón maquina la ruina, y sus labios no hablan más que para dañar. 3
Con la sabiduría se edifica la casa y con la prudencia se afirma; 4
con la ciencia se hinchan sus cámaras de todo lo más preciado y deleitoso. 5
Hace más el sabio que el valiente, el hombre de ciencia más que el fuerte; 6
porque con estratagemas se hace la guerra, y la victoria está en la muchedumbre de los consejeros. 7
Demasiado sublime es para el necio la sabiduría; no abrirá su boca en las puertas. 8
El que maquina el mal será llamado hombre de malos pensamientos. 9
El pensamiento del necio es el pecado, y es abominable a los hombres el petulante. 10
Si eres flojo en el tiempo bueno, ¿qué fuerza tendrás en el día de la desventura? Más veces ha recomendado el sabio no sentir envidia de los malvados, aunque les sonría la fortuna y triunfen en la vida *. El motivo que esta vez pone ante los ojos de los justos es que su corazón y sus labios traman el mal, con lo que se apartan de la sabiduría y el temor de Yahvé y maquinan, consiguientemente, su perdición: a su prosperidad aparente seguirá la ruina, y, cuando menos lo piensan, una muerte prematura acaba con su triunfo y su gloria 2.
Es la sabiduría, con la prudencia y sagacidad práctica que entraña, quienes construyen la casa, la casa material también, y proporcionan a sus miembros la paz y prosperidad, la vida larga y feliz, el éxito en los negocios y demás bienes que lleva consigo la sabiduría. Y es ella la que da el triunfo en la guerra. Son importantes para conseguir la victoria la valentía y la fortaleza física de los guerreros, pero es la sabiduría e inteligencia de los consejeros quienes descubren la estratagema que salva las situaciones difíciles 4. Siguen unas máximas sueltas, del estilo de las de la segunda parte, cuyo sentido no ofrece dificultad. La sabiduría, dice la primera, es algo tan elevado y sublime, que el necio es incapaz de estimarla en su justo valor para poder lanzarse con decisión a su conquista. Y sin ella tendrá que guardar silencio en las asambleas públicas que para administrar justicia se reunían en las puertas de la ciudad (22:22) 5. Quien obra el mal, advierte la máxima siguiente, primero lo ha concebido en su corazón. Dice San Agustín que el pensamiento es como un emperador que se asienta, como en su trono, en el corazón, y, por consiguiente, si es bueno, manda cosas buenas, y, si es malo, manda cosas malas 6. Por eso, quien maquina el mal es tildado de hombre de malos pensamientos. Y de ahí el sumo cuidado que hay que poner, comenta A Lapide, respecto de los pensamientos, en fomentar los buenos y apartar los malos, pues de aquéllos proviene la voluntad y la obra buena, y de éstos la mala. Eres lo que muchas veces pienses 7.
El V.9 contiene en su primera parte un pensamiento importante: el necio siempre planea el pecado. Se ha habituado de tal manera a él, que sus pensamientos se dirigen siempre al mal y no se siente a gusto si no lo está cometiendo. Parece presentar el sabio el pecado como algo propio del necio, que sólo él puede cometer. El libro de la Sabiduría con sus afirmaciones sobre la justicia y la impiedad, con sus respectivas consecuencias, pondría más de manifiesto hasta qué punto es una locura seguir los caminos del impío; necedad que no tiene límites en quienes, gozando de las luces de la revelación neotestamentaria, conocen el amor de Dios a los hombres, manifestado en Jesucristo; el cielo, preparado para los justos, y el infierno, para castigo de los pecadores. Que el petulante se haga despreciable a los demás, es algo que la experiencia confirma. Nada tan intolerable como la soberbia, como nada más amable y encantador que la sencillez.
La reflexión con que termina la perícopa entraña una enseñanza práctica. Si en la prosperidad, cuando las cosas van bien y no hay dificultades, eres débil en el cumplimiento de tus deberes, no esperes que serás fuerte en el día de la desgracia, cuando aquél se torne difícil y costoso. La lección es que hay que ejercitarse en el espíritu de fortaleza en el tiempo bueno, para saber vencer después las grandes contrariedades en el tiempo de tribulación. Esto tiene especial importancia en la vida espiritual:
la fidelidad en las pequeñas adversidades de cada día fortalece a las almas para las cosas grandes y las prepara a vencer las más fuertes tentaciones 8.
Caridad con el prójimo. Huir de los malvados (24:11-22).
11
Libra al que es llevado a la muerte; al que está en peligro de muerte sálvale. 12
Que si luego dijeres: No lo sabía, ¿no lo sabrá el que pesa los corazones? Bien lo sabe el que vela por tu vida, y dará a cada uno según su merecido. 13
Come miel, hijo mío, que es buena, y el panal es muy dulce al paladar. 14
Así es, sábelo, la sabiduría para tu alma; si la adquieres, tendrás buen porvenir, y tu esperanza no quedará incumplida. 15
No aceches, ¡oh impío! la morada del justo, no saquees su casa; 16
pues el justo, si siete veces cae, siete se levanta; pero el impío sucumbirá en la desventura. 17
No te goces en la ruina de tu enemigo, no se alegre tu corazón al verle sucumbir; 18
no lo vea Dios y le desagrade y aparte de sobre él su ira. 19
No te entrometas con los perversos, no tengas envidia del impío; 20
porque el impío no tendrá buen fin, y la lámpara del malvado será apagada. 21
Teme, hijo mío, a Yahvé y al rey y no te unas a los veleidosos, 22
porque de improviso viene sobre ellos la perdición, y el disfavor de entrambos, ¿quién lo conoce? Los dos primeros versos parecen referirse al que es injustamente condenado a muerte, tal vez por declaraciones de falsos testigos, y su amonestación se dirige a los jueces y magistrados, a quienes tantas veces los autores sagrados recomiendan la justicia y la equidad en los juicios 9. La razón que el sabio les propone por la que han de librar al inocente de la muerte, es de un elevado valor religioso: si bien ante los hombres podrían aparecer como jueces justos, Dios, ante cuyos ojos todo está patente, vengaría con duro castigo la sangre inocente por ellos a sabiendas derramada. Dios pedirá cuentas no sólo del mal positivo que hicimos, sino también del bien que dejamos de hacer, tan valioso en este caso como una vida humana.
Con la comparación de la miel exalta el sabio el valor y los frutos de la sabiduría. Aquélla es dulce y grata al paladar y hace bien al cuerpo. La sabiduría resulta agradable a la mente y confiere al cuerpo el bienestar que proporcionan los bienes materiales que consigue la sabiduría 10. Entre los beneficios enumera aquí un
buen porvenir y una esperanza que no se vera defraudada (v. 14). Algunos (Ôïí, Renard) opinan que este inciso está fuera de lugar debido a que en el libro se hace referencia al fin sólo cuando se trata directamente de la retribución. Estaría tomado
Deu_23:18, donde quedó explicado su sentido.
En los v.15-16, el sabio se dirige al impío y le intima a que se abstenga de hacer el mal al justo, pues al fin no saldrá con su intento, y con su conducta lo que conseguirá es hacerse mal a sí mismo. Si el justo cae muchas veces en el infortunio, otras tantas lo libra del mismo Yahvé, como afirma, el salmista11, mientras que el impío sucumbirá en su desventura, porque Yahvé tiene puestos sus ojos sobre los malos para borrar de la tierra su memoria, como afirma también aquél 12. El texto se refiere al orden material, no a los pecados, por lo que no se puede acudir a él para probar que la naturaleza está fundamentalmente depravada, como hacían los calvinistas. Y, aplicado al orden moral, diríamos que se trataría de los pecados veniales, en que el mismo justo incurre muchas veces, y de los que con la gracia de Dios se levanta en esa lucha contra la naturaleza caída por superarse cada día en su ascensión hacia Dios. En algunos manuscritos se lee siete veces al día cae el justo. No parece auténtica la adición al día, dado que no se encuentra en texto alguno antiguo, ni hebreo ni griego. Tampoco se encuentra en el siríaco ni en la Vulgata. Pudiera provenir de
Sal_119:164 o
Lev_17:4.
Prohibe el sabio alegrarse de la desgracia del enemigo, (v. 17) Es el aspecto negativo del precepto de Jesucristo sobre el amor a los enemigos 13. Tal conducta desagrada a Dios, que es a quien corresponde la venganza 14, el cual puede apartar su ira de tu enemigo y volverla contra ti. El ser humano, especialmente si es cristiano, no debe vengarse de sus semejantes sino con el amor 15. De nuevo se recomienda al justo no sentir envidia por el impío. Los motivos son los mismos que en los v.1-2. Su prosperidad no durará mucho 16.
Junto al temor de Dios, el sabio recomienda la reverencia para con el rey, a quien se pone en paralelo con Yahvé como supremas autoridades en la concepción teocrática de Israel. El rey es ministro de Dios, se sienta en el trono de Yahvé sobre Israel17 y es llamado ungido de Yahvé.18 Cohelet manda: Guarda el mandato del rey a causa del juramento hecho a Dios. 19 Finalmente, se recomienda al justo que no se junte a los veleidosos, que no se someten a la voluntad de Dios y del rey, cuyo furor sobre los malvados nadie sabe dónde puede llegar 20.
Segunda colección de los sabios (Lev_24:23-34).
Acepción de Personas. La Buena Respuesta. El Falso Testimonio. La Venganza (Lev_24:23-29).
23
También éstas son sentencias de los sabios. No está bien tener acepción de personas en el juicio. 24
Al que dice al culpable: Tú tienes la razón, le detesta el pueblo y le maldicen las gentes; 25
pero al que rectamente juzga, todo le va bien, y sobre él desciende fausta bendición. 26
Da un beso en los labios quien da una buena respuesta. 27
Dispon tu obra de fuera y prepáratela en el campo; luego la meterás en casa. 28
No testifiques de ligero contra el prójimo; ¿quieres, acaso, engañar con tus labios? 29
No digas: Como me ha tratado a mí, le trataré yo a él y le daré lo que se merece. El plural sabios, a quienes también se atribuye esta sección, indica existía una clase especial de maestros sapienciales, algunas de cuyas sentencias tenemos en los libros bíblicos. Comienza la colección condenando la acepción de personas en los juicios, vicio que debía de ser frecuente dada la insistencia de los sabios sobre el particular 21. El que no juzga con equidad, se atrae la maldición de Dios 22 y la de las gentes, pues comete un grave mal que perturba la justicia y el orden social. Quien, por el contrario, juzga conforme a la justicia, sin dejarse llevar de la adulación de los ricos ni de la debilidad de los pobres, se hace digno de la bendición de Dios, pues cumple una insistente recomendación de la ley 23, y del aprecio de los hombres, que acudirán a él con la seguridad de que hallarán justicia en sus causas. Si bien el pensamiento puede dirigirse de una manera peculiar a los jueces, tiene un alcance general y vale para todos. Cuan grata sea una buena respuesta, lo expresa el sabio poniéndola en parangón con el beso en los labios, que manifiesta amistad y afecto más profundo. Algunos autores refieren esta sentencia a la precedente, e interpretan que el dictamen del juez que juzga sin acepción de personas se gana la benevolencia y afecto de los demás. Parece más bien tener un alcance general y referirse a los efectos agradables de toda buena respuesta.
El v.27, en su última parte, parece estar incompleto. Los autores ven en él una recomendación en relación con el matrimonio: antes de pensar en formar un hogar, has de asegurarte un porvenir que lo haga feliz. Entre las cosas que precisas está el sustento, que ha de venir de los frutos del campo. Sólo asegurando éste debes tomar mujer y edificarte una casa. Una lección más general que se desprende de la sentencia es que antes de emprender un negocio hay que contar con los medios precisos para llevarlo a feliz término. Jesucristo hace aplicación de este principio a la construcción de la torre y a la declaración de guerra 24.
También los autores de esta colección condenan el falso testimonio y se elevan por encima del espíritu de la ley del talión. Estamos ya a siglos de distancia de la promulgación de aquélla, y un espíritu más cercano a la nueva ley informa la conducta de los israelitas. Los sabios recomiendan el perdón de las ofensas, venciendo esa propensión innata de la naturaleza humana a devolver mal por mal, y que la ley del talión toleraba en la medida en que aquél hubiere sido causado. El autor de 20,20 daba un idéntico consejo, y Ben Sirac afirma que quien se vengare
será víctima de la venganza de Dios 25. Todo esto, que expresa la más alta moral del tiempo de los sapienciales, señala un paso más hacia el amor a los enemigos que predicaría la Sabiduría encarnada.
El perezoso (Lev_24:30-34).
30
Pasé junto al campo del perezoso y junto a la viña del insensato, 31
y todo eran cardos y ortigas, que habían cubierto su superficie; y su cerca de piedra estaba destruida. 32
A su vista me puse a reflexionar; aquello fue para mí una lección. 33
Un poco dormir, un poco cabecear; otro poco mano sobre mano descansando. 34
Y sobreviene como correo la miseria, y como ladrón la indigencia. Los sabios hacen con frecuencia referencia a la pereza y a sus funestas consecuencias. A ella está dedicada la segunda parte de la pequeña colección. El autor ha pasado junto al campo del perezoso, junto a la viña del negligente, y ha contemplado con sus ojos los efectos de la desidia: estaban llenos de cardos y espinas. Es lo que da la tierra casi siempre abandonada a su natural fecundidad, privada del trabajo humano. Aquello fue para él una lección que quiso enseñar a los demás: la pereza conduce a la miseria e indigencia en que pronto se ve envuelto el perezoso.
Los autores de vida espiritual ven en el campo lleno de espinas y abrojos por la incuria del perezoso una imagen del alma llena de defectos y vicios por falta de la disciplina y corrección que recomienda la sabiduría. A Lapide refiere el caso, relatado con frecuencia en las vidas de los Padres, del joven que se presenta a un anciano diciéndole se encuentra lleno de vicios, sin esperanza alguna de poder ya vencerlos. El anciano lo invitó a limpiar de cardos un huerto plagado de ellos, lo que el joven llevó a cabo en el plazo de unos días. Haz lo mismo, le dijo después, en el campo de tu alma: extirpa algún vicio cada día y sé constante en la lucha. Los arrancarás todos y devolverás a tu alma su primitivo esplendor. 26
Lev_1 23:17. 2 1:15; 3:31-32. 3 3:10.16; 8:21. 4 14:4; 21:22 5 El texto es dudoso, y su restauración muy difícil. Esperaríamos^ una cuarteta en que pusiese en contraste la locuacidad del necio con la reticencia del sabio. Cf. 22:22. 6
Praef. in Psalm. 48. 7 q.c., II p.224- 8 Otros traducen: Si
permaneces indiferente en el tiempo de la adversidad, tu fuerza se debilitará (renard) ; st desilusionado
desesperas en el día de la angustia, disminuirá íu
fortaleza (Vulg.). La enseñanza no es menos importante: quien se desalienta ante la adversidad, nunca será un espíritu fuerte. 9
Isa_1:23;
Isa_5:23;
Jer_5:28;
Eze_22:7;
Ose_4:2; Ani 2:6-7; 5:12; 6:13;
Miq_3:11;
Miq_7:3;
Mal_3:5; Sal 62; 3-6;
Mal_64:4-6, etc. 10 3:2.16. 11 34:20. 12 34· 17- 13 Mt 5:44. 14
Lev_19:18;
Rom_12:19. 15
Rom_12:20-21. 16 3:31; 20:20. 17
1Cr_28:5. 18 Sam 24:11; 26:9. 19 8:2. 20 Al v.22 los LXX añaden: El hijo que observa la palabra después de haberla escuchado con cuidado, escapará a la perdición. Que la boca del rey no profiera mentira alguna y no salga engaño de su lengua. La lengua del rey no es de carne, es una espada; quien a ella se entrega será quebrantado; pues si su furor se excita, consume a los hombres hasta los nervios, y devora los huesos y los quema como la llama, de modo que no pueden ser aprovechados ni por los aguiluchos. 21 17:15; 18:5; 28:21. 22 17:15. 23
Lev_19:15;
Deu_1:17-18;
Deu_16:19-20. 24
Lev_14:18-32. 25 28:1. 26
O.c., II p.249.