en castigo del decreto infanticida, dísteles a ellos, contra toda esperanza, aguas abundantes. (Sabiduría 11, 8) © Sagrada Biblia (Nacar-Colunga, 1944)
;;
11. Castigo de los Egipcios.
5 Pues por donde fueron castigados sus enemigos, 6 por ahí fueron socorridos los indigentes. 7 En vez de las aguas perennes del río, se vieron aquéllos turbados con sangre podrida; 8 en castigo del decreto infanticida, dísteles a ellos, contra toda esperanza, aguas abundantes. 9 Y mostraste por aquella sed el castigo infligido a los adversarios, juzgados con ira. 10 Porque aquéllos, probados y corregidos con misericordia, conocieron cómo eran atormentados los impíos con ira. n Pues a unos, como padre que amonesta, los probaste; pero a los otros, como rey severo que condena, los castigaste. 12 Pues ausentes y presentes eran igualmente atormentados. 13 Y heridos por un doble pesar, gimieron por la memoria de lo pasado, 14 porque, oyendo que sus propios tormentos beneficiaban a los otros, conocieron al Señor. 15 Pues aquel que ellos arrojaron y despreciaron, le admiraron al fin de los sucesos, cuando sintieron una sed muy diferente de la de los justos. 16 En castigo de los pensamientos insensatos y estúpidos con que, extraviados, adoraban a reptiles irracionales y viles brutos, les enviaste en castigo muchedumbre de animales irracionales. 17 Para que conocieran que por donde uno peca, por ahí es atormentado. 18 Pues no era difícil a tu mano omnipotente, que creó el mundo de la materia informe, enviarles muchedumbre de osos o feroces leones, 19o fieras desconocidas llenas de furor, creadas nuevamente, que respirasen un aliento inflamado, exhalando un olor infecto, o que de sus ojos lanzasen terribles centellas, 20 que no sólo hiriéndolos les causaran la muerte, sino que ya sólo con su vista espantable los mataran; 21 pero, aun sin esto, por un simple soplo podrían perecer perseguidos por la justicia y disipados por tu soplo poderoso; pero todo lo dispusiste con medida, número y peso. 22 Porque el realizar cosas grandes, siempre está en tu mano, y al poder de tu brazo, ¿quién puede resistir? 23 Pues todo el mundo es delante de ti como un grano de arena en la balanza y como una gota de rocío de la mañana que cae sobre la tierra. 24 Pero tienes piedad de todos, porque lodo lo puedes, y disimulas los pecados de los hombres para traerlos a penitencia; 25 pues amas todo cuanto existe y nada aborreces de lo que has hecho, que no por odio hiciste cosa alguna. ¿Y cómo podría subsistir nada si tú no quisieras, o cómo podría conservarse sin ti? 27 Pero a todos perdonas, porque son tuyos, Señor, amador de las almas.
En esta perícopa, el autor, con un fin didáctico, va a contraponer la misericordia de Dios para con los hebreos con la justicia que empleó con los egipcios, justicia temperada por la misericordia, como la misericordia para con Israel fue muchas veces sustituida por la justicia.
Un mismo elemento sirve a Dios para mostrar su misericordia con los israelitas y para castigar a los egipcios: a aquéllos proporciona prodigiosamente abundantes aguas en lugar desierto, contra toda esperanza, de una manera prodigiosa l, mientras que a éstos convierte las aguas del Nilo en sangre, con lo que hubieron de sufrir una ardorosa sed. A los datos del éxodo, donde como motivo general de la plaga se da la confirmación de la misión de Moisés, se añade aquí como razón particular el servir de castigo al decreto del faraón sobre la muerte de los niños hebreos 2. Duro castigo que hubieron de sufrir los egipcios cuando los hebreos se hallaban en su país y en sus consecuencias, después de haber partido, el cual les proporcionó un doble sufrimiento: la sed física que les infligió y el sentimiento de que ese castigo se había convertido en beneficios para aquellos a quienes habían oprimido, y que ahora gozaban de felicidad, como tal vez les notificarían las caravanas llegadas a Egipto del desierto. Esto les hizo sentir que el Señor estaba con aquel niño hebreo salvado de las aguas, a quien, constituido en caudillo de los suyos, ellos habían desoído y despreciado 3.
A la plaga de las aguas convertidas en sangre siguieron las plagas de las ranas, mosquitos y tábanos. También aquí a la finalidad propuesta en el éxodo (vencer la obstinación del faraón) añade el autor del libro la razón peculiar por la que Dios escogió ese castigo, que fue su culto zoolátrico. En efecto, los egipcios daban culto a los cocodrilos, serpientes, lagartos, ranas, escarabajos, etc. Adoraban a Júpiter en la imagen de un carnero, a Apis en la de un buey, a Mercurio en la de un perro. La religión de los egipcios, en un principio espiritualista, vino a caer en el más grosero culto a los animales, de modo que la zoolatría vino a ser parte integrante de la religión egipcia. Fue una consecuencia de la doctrina sacerdotal sobre la emancipación eterna de la materia engendrada por Dios y sobre la metempsicosis (Lesétre).
El Señor, que sacó los seres de la creación de aquella primera masa caótica que previamente creara de la nada (v.18)4, pudo hacer caer de improviso una muchedumbre de animales salvajes o crear otras fieras monstruosas que con su aliento, con su olor o con su sola mirada les diesen muerte 5. Más aún, no le era necesario al Señor crear animales grandes o pequeños para castigar a los egipcios; una palabra suya bastó para dar el ser a la creación entera, y un soplo de su hálito bastaría para reducirlos a la nada; al final de los tiempos, la Sabiduría encarnada dará muerte al inicuo con el hálito de su boca 6. Pero Dios señaló un límite, porque no quería destruir a los egipcios, sino castigarlos en la medida precisa para que reconocieran su mano poderosa; no quiso hacer una manifestación de su poder, sino de su justicia, temperada siempre por la misericordia mientras estamos en esta vida. Los tres términos medida, número y peso vienen a ser expresión de la múltiple sabiduría, exactitud y justa medida con que Dios hace todas las cosas 7.
La última perícopa de la sección desarrolla el pensamiento precedente: Dios tiene un poder absoluto, de modo que puede aniquilar a los seres creados con la facilidad con que se mueve un grano de arena o se evapora la gota de rocío al contacto con los rayos del sol (v.23) 8; pero tiene misericordia de todos, de los justos y de los pecadores, a quienes no castiga en seguida, como merecían y El podría hacer, sino que les da tiempo a que hagan penitencia 9. Gomo razón de esa misericordia presenta el autor sagrado su poder. El ejercicio de la misericordia es la expresión más perfecta de la omnipotencia divina, porque al perdonar y tener misericordia de los hombres les hace partícipes de un bien infinito, que es el último efecto de la virtud divina, y porque el efecto de la misericordia divina es fundamento de todas las obras divinas 10.
La última razón de esa misericordia es el amor (v.25). Dios ama todas las cosas; si éstas vinieron a la existencia, fue porque ya antes las amó, y su amor es causativo de las mismas. Ninguna ha podido venir al ser como efecto del odio divino, de modo que sea indigna de su amor. Y son, por el mero hecho de que existen, entitativamente buenas 11, participación de la bondad de Dios, y reflejan sus perfecciones. Y por lo mismo que Dios las ama, como el artista su obra, como el padre a sus hijos, las conserva en el ser.
Pero entre todos los seres ama con predilección al hombre, en el cual dejó plasmada su imagen y semejanza. Y por eso perdona a los pecadores, a los egipcios, por graves que sean sus pecados, con sólo un sincero arrepentimiento de ellos, porque son suyos, obra de sus manos, que llevan en su naturaleza humana plasmada la imagen y semejanza de Dios. Es un gran motivo de confianza - escribe San Agustín - para un alma el considerar que ha salido de las manos de Dios, que ha recibido de El todo cuanto es y que no la ha hecho solamente para ser una débil contraseña de su poder (como son las criaturas irracionales), sino que la ha creado a su imagen y semejanza y la ha hecho digna de entrar en su gloria. 12
1 Exo_17:3. - 2 Filón dice que les envió esta plaga para castigar la veneración en que tenían el río, que consideraban como principio primero de todas las cosas (De vita Mo.si's I 98). - 3 Exo_5:2.4; Exo_7:13.22; Exo_10:10-11, etc. - 4 Algunos han concluido de la expresión del v.18 que el autor se aparta de la doctrina que afirma la creación de la nada (Gen_1:1-2; 2Ma_7:28), y profesa la doctrina platónica de la creación de todas las cosas de una previa materia informe. Se trata aquí de la creatio secunda. La concepción platónica es de todo extraña al autor de la Sabiduría (cf. 1:4; 9:1-9; 11:21-26; c. 13-14; 16:13-15, etc.). - 5 Cf. Job_41:10-13. - 6 2Te_2:8. - 7 En Isa_28:17; Job_31:6; Dan_5:27, medida y peso son símbolos de la justicia divina. E. Des Places, Un emprunt de la Sagesse (Dan_11:20[21]) aux Lois (VI 757b,3-4) de Platón: Bib 40 (1959) icios. - 8 2Ma_8:18; Isa_40:15; Ose_4:4. - 9 2Pe_3:9. - 10 I 21:4; 25:3. - 11 5. Th. I 20:2. - 12 Citado en Girotti, o.c., p.312.