Biblia Comentada, Profesores de Salamanca (BAC, 1965)
Salmo 36 (Vg 35): La Impiedad del Malvado y la Bondad de Dios.
E ste salmo puede dividirse en dos partes:
a) descripción
de la maldad del impío, que no maquina sino obras de iniquidad (2-5);
b) bondad de Dios hacia el ser humano (6-10). Contrapuestas estas dos conductas la del pecador y la de Dios , el salmista termina pidiendo protección a Dios para los justos y afirmando el fin luctuoso de los impíos (11-13).
La primera parte es de tipo
sapiencial, y no pocos críticos modernos suponen que originariamente fue un poema diferente del resto del actual salmo 1. Incluso se ha destacado el carácter antológico de toda la composición, hecha a base de la mera yuxtaposición de fragmentos originariamente diversos. La primera parte es más
didáctica, mientras que la segunda es más bien lírica. Las metáforas abundan, y el estilo es fresco y vigoroso: los montes, el abismo, los pájaros que guardan a sus polluelos bajo las alas, el convite en la casa del padre...,
todas estas imágenes sirven para expresar la bondad y providencia divina. En la segunda parte predomina el paralelismo sinónimo.
Según el título, el salmo es también de David, como es ley en toda la primera colección del Salterio; pero las dependencias literarias de los escritos de Jeremías y de otros escritos de índole sapiencial sugieren que esta composición mixta salmódica lírico-sapiencial es de época posterior al exilio.
La maldad de los impíos (1-5).
lAl maestro del coro. De David, siervo de Yahvé. 2
Oráculo de malicia tiene el impío en lo íntimo de su corazón; no hay ante sus ojos temor de Dios. 3
Pues lisonjéase a sus propios ojos demasiado para descubrir y odiar su pecado2
. 4
Las palabras de su boca son falsedad y fraude; ha renunciado a ser cuerdo y a obrar bien. 5
En su lecho maquina iniquidad, emprende caminos no buenos, no rechaza el mal. La
malicia parece consustancial al
impío; y ello deriva de su ateísmo práctico, pues no reconoce el
temor de Dios como norte de su vida ni teme los juicios divinos. En el texto hebreo se emplea la palabra
pajad, que designa el terror que debe inspirar la justicia divina al pecador 3. El impío se traza su vida sin plantearse el problema de que está sometido a la justicia punitiva del Omnipotente 4. La
malicia está, pues, apegada a lo
íntimo de su corazón, como una segunda naturaleza, en tal forma que sus reacciones instintivas tienen para él la fuerza de un
oráculo. La palabra hebrea empleada, ne'um, podría traducirse por susurro íntimo. En la Biblia suele emplearse para la transmisión
de las comunicaciones oraculares de Dios a los profetas5, aunque algunas veces aparece teniendo por sujeto al ser humano6.
El impío encuentra razones especiosas y se
lisonjea demasiado a sí mismo, condescendiendo con sus concupiscencias, para poder reconocer en él algo pecaminoso y, en consecuencia, detestarlo (v.2). Piensa:
Peccavi, et quid accidit mihi triste.7 No ve la conexión de sus acciones desarregladas con la justicia punitiva divina. En consecuencia, sus palabras son fraudulentas, sin temor a hacer dañó al prójimo, y emprende el camino de la necedad; no es inteligente ni
cuerdo, pues no conoce la consecuencia grave de sus propios actos y verdaderos intereses y no se da cuenta de que el pecado, a la larga, acarrea la desgracia8. Obcecado en su malicia, aun en la tranquilidad de su
lecho maquina la iniquidad 9. Durante las horas de quietud, su espíritu no piensa sino en planear acciones inicuas para el día siguiente. Las horas de quietud nocturna, en vez de ser horas de recapacitación, de arrepentimiento por las transgresiones diurnas10, son para el impío ocasión para calcular mejor sus iniquidades para el día siguiente.
Tiene la conciencia encallecida y sólo piensa en el mal.
Providencia divina sobre los justos (6-10).
6
¡Oh Yahvé! tu piedad (se levanta) hasta los cielos, tu fidelidad hasta las nubes. 7
Tu justicia es como los montes de Dios, tus juicios son un inmenso abismo. Hombres y bestias tú socorres, ¡oh Yahvé! 8
¡Cuan preciosa es, oh Dios, tu piedad Los hijos de los hombres a la sombra de tus alas se acogen. 9
Sácianse de la abundancia de tu casa y los abrevas en el torrente de tus delicias; 10
porque en ti está la fuente de la vida, en tu luz vemos la luz. Esta pieza poética tiene el aire de un himno a la bondad divina, reflejada en la providencia cotidiana sobre hombres y animales. El salmista no encuentra términos para encomiar la magnitud de esa
piedad divina, que se extiende indefinidamente hasta lo más alto de los cielos; por ello resulta inconmensurable. La metáfora es corriente en la literatura sapiencial U. Su justicia es comparable, por su magnitud, a las
montañas de Dios; expresión bíblica que indica las más altas montañas 12. Según la mitología babilónica, los dioses tenían sus reuniones en las cimas de las montañas más elevadas 13. Quizá de esta concepción popular haya surgido la expresión
montañas de Dios. Los montes son símbolo de la firmeza y estabilidad por su mayestática presencia inconmovible 14.
Son obras de Dios y reflejan sus atributos de inmutabilidad y grandeza. Los
juicios de Dios, sus misteriosos designios sobre los hombres, son tan insondables como el
inmenso abismo (v.7). El
abismo aquí es el
tehom, o depósito de aguas subterráneas sobre las que se asienta la tierra 15; es el paralelo del
tiamat de la literatura babilónica.
La providencia divina se extiende a todos: a los
hombres y a las
bestias, pues todos son criaturas suyas 16; a todos
socorre, proveyéndoles de los medios de vida 17. Particularmente los hijos
de los hombres encuentran en El su protección, como los pajarillos bajo
las alas de la madre. Este símil es corriente en la literatura salmódica 18. En los monumentos de arte egipcio se representa al faraón bajo las alas protectoras de alguna divinidad, como Horus, en forma de gavilán 19. La panorámica de la Providencia divina se extiende a todos los hombres, y por eso se llaman aquí hijos
de los hombres, y se evita el nombre de
Yahvé símbolo de las relaciones del Dios nacional con Israel, su pueblo y, en su lugar, conforme a esta perspectiva universalista, se emplea el nombre genérico de
Dios, que es soberano y protector de todos los pueblos. Particularmente los israelitas
participan de la generosidad de su Dios; para ellos es un generoso anfitrión que los invita a losbanquetes de su templo, saciándolos con la
abundancia de su casa, expresión que primeramente designa los convites sagrados que se tenían con motivo de determinados sacrificios como los pacíficos y de acción de gracias , en los que participaban los oferentes y sus invitados 20. Todos éstos son
como invitados a la mesa de Yahvé. Pero el salmista piensa, sobre todo, en los bienes espirituales que proporciona la amistad divina y la participación en los oficios litúrgicos.
Dios se convierte en ese caso en torrente de delicias del que participan sus fieles predilectos. El profeta Ezequiel habla de un río que saldrá del templo en los tiempos mesiánicos para regar la tierra desértica de la zona del mar Muerto21. El salmista, sin embargo, parece que juega con la tradición de los ríos del paraíso 22. En
Sal_16:11 se expresa el deseo de vivir en el santuario junto a Yahvé, donde se encuentra el alimento espiritual: Tú me enseñarás el camino de la vida, la
hartura de tus bienes junto a ti, las
eternas delicias junto a tu diestra. La amistad con Dios es fuente de felicidad y de hartura espiritual, porque es el
torrente de delicias, que en el contexto del salmo es paralelo a la
abundancia o grosura
de tu casa: el fiel yahvista no sólo se deleita en la grosura de las víctimas sacrificadas en honor de su Dios, sino que encuentra otro banquete espiritual más reflectivo,
pues en Yahvé está la fuente de la vida (v. 10), que es el camino de la vida de
Sal_16:11. Los israelitas, carentes de luces sobre la retribución en el más allá, esperaban que su vida se prolongara muchos años, bendecida por Yahvé. Aquí el salmista declara que
la fuente de una ?ida colmada de bienes está sólo en su Dios 23; por eso, el mejor modo de asegurar una larga y dichosa vida es permanecer fiel a El 24. Sin embargo, la palabra
? ida en boca del salmista tiene también un sentido más espiritual, aunque no trascienda a ultratumba.
Yahvé es fuente de vida física, pero también es fuente de la verdadera vida, basada en la comunión espiritual con El; por eso aquí parece sinónima de
luz: en tu luz vemos la luz, expresión que equivale a
vivir25. La
luz de Yahvé es la manifestación radiante de su rostro, con lo que ello implica de Benevolencia y bendición hacia sus fieles 26. El salmista, pues, al contemplar la
luz radiante del rostro benévolo y condescendiente de su Dios, siente revivir su ser, recibiendo nueva
luz espiritual. En
Pro_16:15 se dice: En la alegría del rostro del rey está la
vida, y su favor es como nube preñada de lluvia primaveral. El sabio piensa aquí en la mirada benevolente del rey que otorga favores a sus subditos. En
Sal_4:7 se suplica protección y ayuda a Yahvé: Alza sobre nosotros, ¡oh Yahvé! tu
serena faz; lo que se explícita mejor en
Sal_31:17 : Haz
resplandecer tu faz sobre tu siervo y sálvame en tu misericordia; en
Sal_44:14 : No les dio su brazo la victoria; fue tu. diestra, tu brazo, la
luz de tu rostro, porque te
complaciste en ellos.
La manifestación radiante de la faz de Yahvé implica complacencia y misericordia para con sus fieles servidores:
Apiádase Dios de nosotros, haga
resplandecer su faz sobre nosotros. ¡Oh Dios! haz
resplandecer tu rostro, y seremos
salvos 27. Los textos se pueden multiplicar para demostrar que, en el lenguaje poético de los salmos,
ver la faz de Yahvé y ser objeto del
resplandor de su faz equivalen a participar de su protección y beneficios en todos los órdenes. La frase, pues, del salmista
en tu luz vemos o veremos
la luz, como traduce la Vg, no indica la esperanza de una vida bienaventurada con Dios en ultratumba, sino simplemente la esperanza de participar de la protección y bendición divinas en el orden material y espiritual en esta vida, pues, en la mentalidad viejotestamentaria, la amistad
con Dios otorgaba vida larga y satisfacción íntima en el orden espiritual, ya que el fiel era
como el confidente de su Dios, en cuya amistad encontraba la plena realizacion de su personalidad.
La justicia divina castigará a los impíos (11-13).
11
Extiende tu piedad a los que te conocen y tu justicia a los rectos de corazón. 12
No me pise el pie del soberbio ni me eche fuera la mano del impío. 13
Allí han caído los obradores de iniquidad, están postrados, sin poder levantarse. El salmista, consciente de
su calidad de amigo de su Dios, le pide que muestre su misericordia para con los que
le conocen, es decir, los que reconocen su autoridad aceptando sus preceptos 28. En correspondencia a esta conducta de sumisión a su voluntad, pide el salmista que la
justicia divina fiel a sus promesas de protección a los justos se manifieste sobre los
rectos de corazón, que no claudican a pesar de que muchas veces en la vida tienen que sufrir reveses de toda índole 29.
La piedad de Yahvé, pues, se da la mano con la justicia, ya que, de un lado, ésta debe hacer honor a sus exigencias basadas en las promesas divinas , y del otro,
Dios siempre se halla por encima de toda exigencia del ser humano, pues éste le debe todo lo que tiene.
Pero el salmista sabe que, en la vida, muchas veces al justo le toca la peor parte; por ello suplica que
no le pise el pie del soberbio, que cree poder imponer su voluntad en contra de toda norma superior divina. Los
impíos se desentienden de Dios y conculcan los derechos de los que le son fieles; parece que el salmista se halla en una difícil situación e implora auxilio a su Protector divino como única salvación posible. Teme ser desplazado de la vida social por los insolentes y desaprensivos 30, y se aferra a su roca de salvación. Pero, confiado en las promesas divinas, reacciona, declarando que los
obradores de iniquidad caerán postrados, sin poder
levantarse. Tan cierto está de su castigo, que lo da ya por hecho, empleando el perfecto profetice:
han caído..., están postrados (v.13) 31. Su caída es definitiva, pues los juicios de Dios no tienen réplica posible, ya que dice la última palabra: el justo triunfa por su auxilio y ve a sus enemigos derrotados, sin posibilidad de volver a levantarse.
1 Así, entre otros, E. Podechard, o.c., I 163. 2 Nuestra traducción se acerca a la de
Bib. de Jér. y parece reflejar con aproximación el texto oscuro hebreo. 3 Cf.
Isa_2:10.19.21. 4 Cf.
Sal_10:4.13;
Isa_14:1 5 Cf.
Gen_22:16, 6 Cf.
Num_24:35;
2Sa_23:1;
Pro_30:1. 7 Cf.
Eco_5:4. 8 Cf.
Sal_14:2;
Jer_4:22;
Sal_14:2. 9 Cf. Miq 2:1s. 10 Cf.
Sal_4:4;
Sal_63:6. 11 Cf.
Job_11:8;
Job_22:12;
Job_35:5;
Sal_57:10;
Sal_103:11;
Efe_3:18. 12 Cf.
Sal_68:16;
Sal_80:11;
Sal_104:16. 13 Véase P. Dhorme,
La religión assyro-babylonienne p.72.101. 14 Cf.
Sal_104:16;
Sal_65:9;
Sal_80:10. 15 Cf.
Gen_7:11;
Sal_33:8; ¹28:14; 38:16;
Rom_11:33. 16 Cf.
Sal_104:14;
Sal_147:10;
Jon_4:11;
Mat_6:26s,;io,2Qs. 17 Cf.
Sal_104:14;
Sal_136:25. 18 Cf.
Sal_17:8;
Sal_57:2;
Sal_63:8;
Sal_61:5;
Sal_9:14;
Rut_2:12. 19 Cf. G. Jequier,
Histoire de la civilisation egyptienne 127. 20 Cf.
Isa_43:24;
Jer_31:14;
Sal_23:6;
Sal_27:4;
Sal_45:5;
Lev_7:15. 21 Cf.
Eze_47:1-12;
Zac_14:8;
Sal_46:5. 22 Cf.
Gen_2:105. 23 Cf.
Sal_34:13;
Jer_2:13;
Jer_17:13;
Sal_4:7. 24 Cf.
Pro_10:11;
Sal_13:14;
Sal_14:47;
Sal_16:22. 25 Cf.
Sal_49:20;
Sal_56:14;
Job_3:16;
Job_33:30. 26 Cf.
Num_6:25;
Sal_89:16;
Sal_119:35. 27
Sal_80:4.8.20;
Sal_67:2. 28 Cf.
Sal_9:11;
Sal_79:6;
Sal_87:4;
Exo_5:2. 29 Cf. Sal
7:101 11:2; 22:11. 30 Cf.
Miq_2:9;
Job_15:23;
Sal_109:11. 31 Cf.
Pro_14:32;
Sal_56:14;
Sal_116:8;
Sal_118:13.