I Reyes 17, 7-24

pero al cabo de cierto tiempo se secó el torrente, pues no había caído lluvia alguna sobre la tierra. Entonces le dirigió Yahvé su palabra, diciendo: “Levántate y vete a Sarepta, de Sidón, y mora allí. Yo he dado orden a una mujer viuda para que te mantenga.” Levantóse y fuese a Sarepta. Al llegar a la entrada de la ciudad, vio a una mujer viuda que recogía serojos; la llamó y le dijo: “Vete a buscarme, por favor, un poco de agua en un vaso para que beba”;" y ella fue a buscarla. Llamóla de nuevo cuando iba a traérselo, y le dijo: “Tráeme también, por favor, un bocado de pan”;" pero ella le contestó: “Vive Yahvé, tu Dios, que no tengo nada de pan cocido y que no me queda más que un puñado de harina en la tinaja y un poco de aceite en la vasija; precisamente estaba ahora tomando unos serojos para ir a preparar esto para mí y para mi hijo; lo comeremos y nos dejaremos morir.” y me dijo: “No temas; ve y haz lo que has dicho; pero prepárame para mí antes una tortita cocida en el rescoldo y tráemela, y luego ya harás para ti y para tu hijo;" pues he aquí lo que dice Yahvé: “No faltará la harina que tienes en la tinaja ni disminuirá el aceite en la vasija hasta el día en que Yahvé haga caer la lluvia sobre la haz de la tierra.” Fue ella e hizo lo que le había dicho Elías, y durante mucho tiempo tuvieron que comer ella y su familia y Elías, sin que faltase la harina de la tinaja ni disminuyese el aceite de la vasija, según lo que había dicho Yahvé por Elías. Después de esto enfermó el hijo de la mujer dueña de la casa; y su enfermedad era tan violenta, que no podía resollar." La mujer dijo entonces a Elías: “¿Qué hay entre ti y mí, hombre de Dios? ¿Has venido por ventura a mi casa para traer a la memoria mis pecados y hacer morir a mi hijo?” El le respondió: “Dame acá tu hijo.” El le tomó del regazo de su madre, le subió a la habitación donde él dormía y le puso en su cama, e invocó a Yahvé, diciendo: “jOh Yahvé, mi Dios! ¿Vas a afligir a la viuda que en su casa me ha hospedado, matando a su hijo?” Tendióse tres veces sobre el niño, invocando a Yahvé y diciendo: “Yahvé, Dios mío! Que vuelva, te ruego, el alma de este niño a entrar en él.” Yahvé oyó la voz de Elías, y volvió dentro del niño su alma y revivió. Tomó entonces al niño Elías, bajó y entrególo a su madre, diciendo: “Mira, tu hijo vive.” La mujer dijo a Elías: “Ahora conozco que eres hombre de Dios y que es verdad en tu boca la palabra de Yahvé.”
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