I Samuel 25, 22-34

Que castigue Dios a su siervo David si de aquí al alba queda con vida un solo hombre en todo lo de Nabal.” En cuanto Abigaíl se dio cuenta de la presencia de David, bajóse del asno y, echándose ante David rostro a tierra, se prosternó a sus pies y le dijo: “Caiga sobre mí, señor, la falta. Deja que te hable tu esclava y escucha sus palabras. No haga cuenta mi señor de ese malvado de Nabal, porque es lo que su nombre significa, un necio, y está loco. Yo, mi señor, no vi a los que mi señor envió. Y ahora, mi señor, como vive Yahvé, que te ha preservado Yahvé de derramar sangre y tomar por tu mano la venganza, ojalá que todos tus enemigos y cuantos te persiguen sean como Nabal. Ahí tienes este presente que tu sierva trae a mi señor; que se reparta entre la gente que sigue a mi señor." Perdona, te ruego, la falta de tu sierva, pues, de cierto, Yahvé hará a mi señor casa estable, ya que mi señor combate los combates de Yahvé, y no vendrá sobre ti el mal en todo el tiempo de tu vida. Si alguno se levanta para perseguirte y buscar tu vida, la vida de mi señor estará atada en el haz de los vivos ante Yahvé, tu Dios, y la de tus enemigos será volteada dentro de lo cavo de la honda. Cuando Yahvé haga a mi señor todo el bien que le ha prometido y le haga jefe de Israel, no sentirá mi señor el remordimiento de haber derramado sangre inocente y de haberse vengado por su mano. Cuando, pues, Yahvé favorezca a mi señor, acuérdate de tu esclava.” David dijo a Abigaíl: “¡Bendito Yahvé, Dios de Israel, que te ha mandado hoy a mi encuentro! ¡Bendita tu sabiduría y bendita tú, que me has impedido hoy derramar sangre y vengarme por mi mano! De otro modo, ¡vive Yahvé, Dios de Israel, que no me dejó hacer el mal! si tú no te hubieras apresurado a venir a mi encuentro, que de aquí al alba no le hubiera quedado a Nabal hombre vivo.”
Ver contexto