I Tesalonicenses 5, 1-10

Cuanto al tiempo y momento preciso, no hay, hermanos, por qué escribir. Sabéis bien que el día del Señor llegará como ladrón en la noche. Guando se dicen: “Paz y seguridad,” entonces, de improviso, les sobrevendrá la ruina, como los dolores del parto a la preñada, y no escaparán. Cuanto a vosotros, hermanos, no viváis en tinieblas, para que ese día no os sorprenda como ladrón;" porque todos sois hijos de la luz e hijos del día. No somos de la noche ni de las tinieblas. Por consiguiente, no durmamos como los otros, antes bien, velemos y vivamos sobriamente. Los que duermen, de noche duermen, y los que se embriagan, de noche se embriagan. Pero nosotros, hijos del día, seamos sobrios, revestidos de la coraza de la fe y de la caridad y del yelmo de la esperanza en la salvación. Que no nos destina Dios a la ira, sino a la salvación por nuestro Señor Jesucristo, que murió por nosotros para que, en vida o en muerte, vivamos unidos a El.
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