II Crónicas  5, 10-14

No había en el arca más que las dos tablas que en ella fueron puestas por Moisés en Horeb cuando Yahvé dio su ley a los hijos de Israel a su salida de Egipto, Cuando los sacerdotes salieron del santuario, pues todos los sacerdotes que allí se encontraban fueron santificados sin observar la distribución de los servicios, los levitas cantores, los de Asaf, de Hernán y Jedutún, con sus hijos y hermanos, vestidos de lino fino, hacían resonar los címbalos, los salterios y las cítaras, puestas al oriente del altar, con ciento veinte sacerdotes que tocaban las trompetas. Todos al mismo tiempo cantaban a una, entre el sonar de las trompetas, los címbalos y los otros instrumentos músicos, y alababan y confesaban a Yahvé: “Porque es bueno, porque su misericordia es eterna.” La casa de Yahvé se llenó de una nube;" y no pudieron ya estar allí los sacerdotes para ministrar por causa de la nube, porque la gloria de Yahvé llenaba la casa de Dios.
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