II Macabeos 1, 8-19

Pues incendiaron el pórtico del templo y derramaron mucha sangre inocente. Pero suplicamos al Señor, y le ofrecimos sacrificios y flor de harina, y encendimos las lámparas, y presentamos los panes. Ahora vosotros celebrad la fiesta de los Tabernáculos en el mes de Casleu. Dada el año ciento ochenta y ocho.” “Los moradores de Jerusalén y de Judea, el senado y Judas, a Aristóbulo, maestro del rey Tolomeo, del linaje de los sacerdotes ungidos, y a los otros judíos de Egipto, salud y prosperidad. Librados por Dios de grandes peligros, le damos muchas gracias, estando prontos a luchar de nuevo contra el rey. Pero Dios mismo ha aniquilado a los que combatían contra la ciudad santa. Pues cuando ese caudillo, con el ejército que le acompañaba, que parecía irresistible, llegó a Persia, fueron heridos en el templo de Nanea, gracias al engaño de los sacerdotes de ésta. Antíoco, acompañado de sus amigos, vino al lugar como para desposarse con ella y tomar, en virtud de tal desposorio y a título de dote, sus tesoros. Los sacerdotes de Nanea le habían hecho esta propuesta, y él, con escasa gente, entró en el recinto del templo. Cerraron aquéllos las puertas una vez que Antíoco había entrado, y, abriendo luego una abertura disimulada en el techo, a pedradas aplastaron al caudillo, y a los acompañantes los descuartizaron, les cortaron sus cabezas y las tiraron fuera. Por esto bendito sea Dios, que así ha castigado a los impíos. "Estando, pues, para hacer la purificación del templo en el mes de Casleu, hemos creído deber nuestro manifestároslo para que también vosotros celebréis la fiesta de los Tabernáculos y del fuego que se encendió cuando Nehemías, después de edificar el templo y el altar, ofreció sacrificios." Pues, al ser nuestros padres llevados a Persia, los sacerdotes piadosos que había entonces, ocultamente tomaron el fuego del altar y lo escondieron en un hueco, a manera de pozo seco, en el cual lo depositaron, tan en seguro, que el sitio quedó de todos ignorado.
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