II Samuel  15, 1-6

Después de esto se hizo Absalón con un carro y caballos, y cincuenta hombres iban delante de él. Levantábase Absalón bien de mañana, y, poniéndose junto al camino de la Puerta, a cualquiera que tenía un pleito y venía a juicio ante el rey, le llamaba Absalón y le decía: “¿De dónde eres?” Y él contestaba: “Tu siervo es de tal o cuál de las tribus de Israel.” Entonces Absalón le decía: “Mira, tu causa es buena y justa, pero no tendrás quien por el rey te oiga. ¡Quién me pusiera a mí por juez de la tierra, para que viniesen a mí cuantos tienen algún pleito o algún negocio, y yo les haría justicia!” Y cuando alguno quería postrarse ante él, él le tendía la mano, le cogía y le besaba. De esta suerte obraba Absalón con todos los israelitas que venían al rey en demanda de justicia, y así robaba el corazón de Israel.
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