II Samuel  24, 17-25

A la vista del ángel que hería al pueblo, dijo David a Yahvé: “Yo he pecado; pero éstos, las ovejas, ¿qué han hecho? Caiga tu mano sobre mí y sobre la casa de mi padre.” Aquel día vino Gad a David y le dijo: “Sube y alza a Yahvé un altar en la era de Areuna el jebuseo.” Subió David, conforme a la orden de Gad, como se lo había mandado a éste Yahvé. Areuna, al mirar, vio al rey y a sus servidores que se dirigían hacia él, y, saliendo, se prosternó delante del rey, rostro a tierra, diciendo: “¿Cómo mi señor el rey viene a su siervo?” David respondió: “Vengo a comprarte esta era y a alzar en ella un altar a Yahvé, para que se retire la plaga de sobre su pueblo.” Areuna dijo a David: “Tómela mi señor y ofrezca cuantos sacrificios le plazca. Ahí están los bueyes para el holocausto; los trillos y los yugos darán la leña;" todo eso, ¡oh rey! se lo regala Areuna al rey. Que Yahvé, tu Dios, te sea favorable.” Pero el rey respondió a Areuna: “No; quiero comprártelo por precio de plata; no voy a ofrecer yo a Yahvé, mi Dios, holocaustos que no me cuestan nada.” Y compró David la era y los bueyes en cincuenta siclos de plata;" alzó allí el altar a Yahvé y ofreció holocaustos y sacrificios pacíficos. Así se aplacó Yahvé con su pueblo y cesó la plaga en Israel.
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