Daniel  8, 14-17

Entonces dijo: Hasta dos mil trescientas tardes y mañanas. Luego será purificado el gran santuario. Mientras yo, Daniel, contemplaba la visión y buscaba la inteligencia, púsose ante mí un como hombre, y oí una voz de hombre que de en medio del Ulai gritaba y decía: Gabriel, explícale a éste la visión. Vino éste luego cerca de donde estaba yo, y al acercarse me sobrecogí y caí sobre mi rostro. El me dijo: Atiende, hijo de hombre, que la visión es del fin de los tiempos.
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