Hechos 8, 4-13

Los que se habían dispersado iban por todas partes predicando la palabra. Felipe bajó a la ciudad de Samaría y predicaba a Cristo. La muchedumbre a una oía atentamente lo que Felipe le decía y admiraba los milagros que hacía;" pues muchos espíritus impuros salían gritando a grandes voces, y muchos paralíticos y cojos eran curados, lo cual fue causa de gran alegría en aquella ciudad. Pero había allí un hombre llamado Simón, que de tiempo atrás venía practicando la magia en la ciudad y maravillando al pueblo de Samaría, diciendo ser él algo grande. Todos, del mayor al menor, le seguían y decían: Este es el poder de Dios llamado grande;" y se adherían a él, porque durante bastante tiempo los había embaucado con sus magias. Mas cuando creyeron a Felipe, que les anunciaba el reino de Dios y el nombre de Jesucristo, se bautizaban hombres y mujeres. El mismo Simón creyó, y bautizado, se adhirió a Felipe, y viendo las señales y milagros grandes que hacía, estaba fuera de sí.
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