Jeremías  52, 15-24

El resto del pueblo que había quedado en la ciudad, los prófugos que se habían pasado al rey de Babilonia y el resto de los artesanos los llevó Nabuzardán, jefe de la guardia, dejando sólo los pobres de la tierra, viñadores y labradores. Rompieron también las columnas de bronce que había en el templo de Yahvé, las basas y el mar de bronce del templo, y se llevaron todo el bronce a Babilonia. Se apoderaron los caldeos de las palas, los cuchillos, las copas, las cucharas y todos los utensilios del culto. Igualmente tomó el jefe de la guardia los pilones, los braseros, las copas, las calderas, los candelabros, las cucharas y los platos; todo cuanto era de oro, por oro; lo de plata, por plata;" las dos columnas, el mar de bronce y los doce toros de bronce y las basas que había hecho el rey Salomón para el templo, de un peso incalculable. Las columnas eran de dieciocho codos de altura; rodeábalas un cordón de doce codos y tenían cuatro dedos de grueso, pues eran huecas por dentro." Tenía cada columna su capitel de bronce, de cinco codos de alto; todo en torno de los capiteles había un entretejido con granadas, todo de bronce. Lo mismo la otra columna." Eran noventa y seis las granadas, pendientes, ciento entre todas, sobre el entretejido en derredor. Y se llevó el jefe de la guardia a Saraya, sumo sacerdote, y a Sofonías, el segundo, y a los tres prefectos del vestíbulo.
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