Job  33, 1-26

Oye, pues, ¡oh Job! mis palabras y apresta el oído a todos mis discursos: He aquí que yo abro la boca, mi lengua articula palabras en mi paladar. Mi recto corazón dicta palabras sabias, y mis labios hablarán claramente. El espíritu de Dios me hizo, y el soplo del Todopoderoso me da vida. Respóndeme, si puedes. ¡Disponte ante mí y mantente firme! También yo soy lo que tú ante Dios; también yo fui formado del barro." Mira, nada tienes que temer de mí! ni mi mano pesará sobre ti. Ciertamente has dicho a mis oídos, y escuché el sonido de las palabras: “Puro soy, sin pecado; limpio estoy; no hay culpa en mí." Mas El inventa pretextos contra mí y me toma por enemigo suyo. Pone mis pies en el cepo y espía todas mis sendas.” Mira, en esto no tienes razón. Yo te respondo que Dios es más grande que el hombre. ¿A qué querellarte con El porque no responde a todas tus palabras? Pues habla una vez, y dos no lo repite. En sueños, en visión nocturna, cuando desciende sobre los hombres el sopor, mientras duermen en el lecho, entonces abre el oído de los hombres y les aterra con apariciones para retraerles del mal y apartar al hombre del orgullo;" para librar su alma del sepulcro, y su vida de atravesar el canal. Le corrige con dolores en su lecho y con el continuo temblor de sus huesos;" su vida tiene asco del pan, y su alma del manjar más exquisito, y se consume su carne hasta desaparecer, y se trasparentan los huesos, que no se veían. Está su alma próxima al sepulcro, su vida junto a los muertos. Pero si para él hay un ángel, un intérprete de entre mil, que haga ver al hombre su deber, tenga piedad de él y le diga: “Líbralo de descender a la fosa; yo hallé el rescate (de su vida).” Reverdecerá su carne más que en su juventud8, volverá a los días de su adolescencia. Suplicará a Dios, y éste se complacerá en él, y verá su rostro con júbilo, y volverá al hombre su justicia.
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