Lucas 11, 33-36

Nadie enciende la lámpara y la pone en un rincón ni bajo el celemín, sino sobre un candelabro, para que los que entren tengan luz. La lámpara de tu cuerpo es tu ojo; si tu ojo es puro, todo tu cuerpo estará iluminado; pero, si fuese malo, también tu cuerpo estará en tinieblas." Cuida, pues, que tu luz no tenga parte de tinieblas, porque, si todo tu cuerpo es luminoso, sin parte alguna tenebrosa, todo él resplandecerá como cuando la lámpara te alumbra con vivo resplandor.
Ver contexto