Lucas 23, 13-33

Pilato, convocando a los príncipes de los sacerdotes, a los magistrados y al pueblo, les dijo: Me habéis traído a este hombre como alborotador del pueblo, y, habiéndole interrogado yo ante vosotros, no hallé en él delito alguno de los que alegáis contra El. Y ni aun Herodes, pues nos lo ha vuelto a enviar. Nada, pues, ha hecho digno de muerte. Le corregiré y le soltare. Tenía que soltarles uno por la fiesta. Pero todos a una comenzaron a gritar, diciendo: Quítale y suéltanos a Barrabás, el cual había sido encarcelado por un motín ocurrido en la ciudad y por homicidio. De nuevo Pilato se dirigió a ellos, queriendo librar a Jesús. Pero ellos gritaban diciendo: Crucifícale, crucifícale. Por tercera vez les dijo: ¿Qué mal ha hecho? Yo no encuentro en El nada digno de muerte; le corregiré y le soltaré." Pero ellos a grandes voces instaban pidiendo que fuese crucificado, y sus voces prevalecieron. Decidió, pues, Pilato, acceder a su petición. Soltó al que por motín y homicidio había sido puesto en la cárcel, según le pedían, y entregó a Jesús a la voluntad de ellos. Cuando le llevaban, echaron mano de un cierto Simón de Cirene, que venía del campo, y le cargaron con la cruz para que la llevase detrás de Jesús. Le seguía una gran muchedumbre del pueblo y de mujeres, que se herían y lamentaban por EL. Vuelto a ellas Jesús, dijo: Hijas de Jerusalén, no lloréis por mí, llorad más bien por vosotras mismas y por vuestros hijos, porque días vendrán en que se dirá: Dichosas las estériles, y los vientres que no engendraron, y los pechos que no amamantaron. Entonces dirán a los montes: Caed sobre nosotros, y a los collados: Ocultednos, porque, si esto se hace en el leño verde, en el seco, ¿qué será? Con EL llevaban otros dos malhechores para ser ejecutados. Guando llegaron al lugar llamado Calvario, le crucificaron allí, y a los dos malhechores, uno a la derecha y otro a la izquierda.
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