Marcos 15, 42-47

Llegada ya la tarde, porque era la Paresceve, es decir, la víspera del sábado, vino José de Arimatea, miembro ilustre del sanedrín, el cual también esperaba el reino de Dios, que se atrevió a entrar a Pilato y pedirle el cuerpo de Jesús. Pilato se maravilló de que ya hubiera muerto, y, haciendo llamar al centurión, le preguntó si en verdad había muerto ya. Informado el centurión, dio el cadáver a Jóse, el cual compró una sábana, lo bajó, lo envolvió en la sábana y lo depositó en un monumento que estaba cavado en la peña, y volvió la piedra sobre la entrada del monumento. María Magdalena y María la de José miraban dónde se le ponía.
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