Salmos 107, 24-30

también éstos vieron las obras de Yahvé y sus maravillas en el piélago. El mandó surgir un viento huracanado, y levantó las olas. Subían hasta los cielos y bajaban hasta los abismos. El alma de ellos se derretía por el mal. Rodaban y vacilaban como ebrios, y toda su pericia se desvanecía. Y clamaron a Yahvé en su angustia, y los libró de sus apreturas. Tornó el huracán en céfiro, y las olas se calmaron. Alegráronse porque se habían encalmado, y los guió al deseado puerto.
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