Biblia Comentada, Profesores de Salamanca (BAC, 1965)
Censo del pueblo (24:1-9).
1
Volvió a encenderse el furor de Yahvé contra Israel, impulsando a David a que hiciera el censo de Israel y de judá. 2
Dijo, pues, David a Joab, jefe de su ejército: Recorre todas las tribus de Israel, desde Dan hasta Berseba, y haz el censo del pueblo, para saber su número. 3
Joab dijo al rey: Aumente Yahvé, tu Dios, el pueblo cien veces otro tanto como son y véalo mi señor el rey. Mas ¿para qué quiere esto mi señor el rey? 4
Pero prevaleció la orden del rey sobre Joab y sobre los jefes del ejército, y salió Joab, con los jefes del ejército, de la presencia del rey para hacer el censo del pueblo de Israel; 5 y pasado el Jordán, comenzaron por Aroer y la ciudad que está en medio del valle y por Gad hasta Jazer. 6
Y fueron a Galaad y a la tierra de los jéteos, hasta Cades, y luego desde Dan hasta Sidón la grande; 7
fueron a la ciudad fuerte de Tiro y a todas las ciudades de los jeveos y cananeos, y, por fin, al Negueb de Judá, a Berseba. 8
Cuando hubieron así recorrido toda la tierra, volvieron a Jerusalén al cabo de nueve meses y veinte días; 9
y Joab remitió al rey el rollo del censo del pueblo. Había en Israel ochocientos mil hombres de guerra que esgrimían la espada, y quinientos mil en Judá.
Se ignora
a qué época del reinado de David corresponde este suceso. A tenor del v.1, es el mismo Dios el que impulsó a David a que llevara a término el censo de Israel, acción que desencadena la cólera divina y provoca
el castigo de la peste. El autor de las Crónicas señala que David obró a impulsos de Satán, el adversario del pueblo judío. Hacer un censo del pueblo era considerado como un atentado a las prerrogativas divinas, en cuyas manos está el poder de dar la vida y de quitarla, de cerrar y abrir el útero. Con el censo parece que se quiere poner un tope a la población, que, conforme a las promesas divinas, debía ser
incalculable (
Gen_13:16;
Gen_15:5;
Gen_22:17;
Gen_26:4;
Gen_28:14). Otros creen que la malicia del acto estriba no en sí mismo,
sino en los motivos de vanagloria que movieron a David a ponerlo en práctica. Los encargados del censo fueron los militares, quizá por desear conocer el rey el número de personas hábiles para la guerra o porque la situación interior requería la presencia de las armas en caso de que se boicoteara la acción del rey. A Joab le pareció aquella orden fuera de lugar, porque, a su entender, el censo equivalía a limitar el crecimiento de la población. Por lo mismo, pronuncia una bendición augurando que Yahvé aumente el pueblo cien veces otro tanto como son y que David pueda verlo. Ante la insistencia del monarca, Joab acató la orden. El censo tuvo lugar en un período muy avanzado de la vida de David.
El itinerario seguido fue el siguiente: pasado el Jordán, comenzaron por Aroer, hoy
Jirbet Arair, que domina el torrente Arnón. Aroer encontrábase en el país de Amón Que 11:33) y era el límite sur de las posesiones israelitas de TransJordania (
Deu_2:36). Se menciona a Gad por pertenecer la ciudad a dicha tribu. De Jazer continuaron hacia las tierras de Galaad, entre el Yaboc y el Yarmuc, de donde pasaron a la tierra de jéteos, a Cades. Algunos exegetas sospechan que los comisionados llegaron a Cades, junto el Orontes, a veintiséis kilómetros al sudoeste de Homs. Otros identifican la ciudad con Cades de Neftalí (
Jos_12:22) o de Galilea (
Jos_20:7). De Dan (
Jos_3:10;
Jos_17:11) marcharon a Sidón (
Jos_11:8;
Jos_19:28;
Jue_1:31) Y a 1a fortaleza de Tiro (
Jos_19:29). Visitaron allí las ciudades de los jeveos y cananeos (
Jos_11:3;
Jue_3:3), tomando nota de los hebreos que vivían en medio de la población pagana. Por la costa del Mediterráneo descendieron hacia el sur, pasando al Negueb de Judá (
1Sa_27:10) y Berseba, en la extremidad meridional del reino. De regreso a Jerusalén se compulsaron las notas de viaje y se confeccionó la estadística definitiva, que arrojó la cifra de ochocientos mil hombres de guerra en Israel y quinientos mil en Judá, cifra que, según
1Cr_27:23, remonta a un millón cien mil y cuatrocientos setenta mil respectivamente. Estos números han sido alterados y aumentados considerablemente. De los datos consignados en el texto, y teniendo en cuenta que en el censo no se incluyen los levitas ni los benjaminitas (
Num_1:49;
1Cr_21:6), resultaría una población total de unos cuatro millones de personas.
Anuncio del castigo (1Cr_24:10-14).
10
David sintió latir su corazón cuando hubo hecho el censo del pueblo, y dijo a Yahvé: He pecado gravemente al hacer esto. Ahora, ¡oh Yahvé! perdona, te ruego, la iniquidad de tu siervo, pues he obrado como un insensato. 11
Al día siguiente, cuando se levantó David, había llegado a Gad, profeta, el vidente de David, palabra de Yahvé, diciendo: 12
Ve a decir a David: Así habla Yahvé: Te doy a elegir entre tres cosas la que he de hacer yo a tu elección. 13
Vino Gad a David y se lo comunicó, diciendo: ¿Qué quieres: tres años de hambre sobre la tierra, tres meses de derrotas ante los enemigos que te persigan o tres días de peste en toda la tierra? Reflexiona, pues, y ve lo que he de responder al que me envía. 14
David respondió a Gad: Estoy en una cruel angustia. Caigamos en las manos de Yahvé, cuya misericordia es grande; pero que no caiga yo en las manos de los hombres. El
remordimiento se apoderó de David, latiéndole el corazón (
1Sa_24:6);
se arrepiente y confiesa su pecado. El profeta Gad es el encargado de retransmitirle el oráculo divino, que da a escoger a David entre tres castigos de progresión descendente: tres años de hambre (
1Sa_21:1ss), tres meses de rebelión o tres días de peste. El texto masorético habla de siete años de hambre, cifra que corresponde a la de otros textos bíblicos (
Gen_41:2755;
2Re_8:1). A David le pareció que el castigo de tres días de peste era el más benigno y
el que dependía directamente de Dios, más misericordioso y clemente que los hombres.
La peste (2Re_24:15-17).
15
David escogió para sí la peste. Eran los días de la mies del trigo cuando la peste comenzó en el pueblo, y murieron, desde Dan a Bersabé, setenta mil hombres del pueblo. 16
El ángel de Yahvé tendía ya su mano sobre Jerusalén para destruirla pero se arrepintió Yahvé del mal y dijo al ángel que hacía perecer al pueblo: Basta; retira ya tu mano. El ángel de Yahvé estaba cerca de la era de Areuna el jebuseo. 17
A la vista del ángel que hería al pueblo, dijo David a Yahvé: Yo he pecado; pero éstos, las ovejas, ¿qué han hecho? Caiga tu mano sobre mí y sobre la casa de mi padre. Comenzó la peste al principio de verano, cayendo unas setenta mil víctimas, demostrando con ello a David que, si Yahvé había multiplicado el pueblo de Israel como las estrellas del cielo, podía en un momento segar su vida. Según el texto hebraico, la peste (
deber)
empezó por la mañana. Cuando el ángel exterminador (
Exo_12:23)
tendía la mano sobre Jerusalén, le mandó Dios que la retirase. Fue el pecado de David el que provocó el castigo; pero su arrepentimiento impidió que tomara proporciones alarmantes, diezmando la capital. Otra tradición atribuye la
salvación de Jerusalén al amor que tenía Dios por ella (v.16).
Construcción de un altar (Exo_24:18-25).
18
Aquel día vino Gad a David y le dijo: Sube y alza a Yahvé un altar en la era de Areuna el jebuseo. 19
Subió David, conforme a la orden de Gad, como se lo había mandado a éste Yahvé. 20
Areuna, al mirar, vio al rey y a sus servidores que se dirigían hacia él, y, saliendo, se prosternó delante del rey, rostro a tierra, 21
diciendo: ¿Cómo mi señor el rey viene a su siervo? David respondió: Vengo a comprarte esta era y a alzar en ella un altar a Yahvé, para que se retire la plaga de sobre su pueblo. 22
Areuna dijo a David: Tómela mi señor y ofrezca cuantos sacrificios le plazca. Ahí están los bueyes para el holocausto; los trillos y los yugos darán la leña; 23
todo eso, ¡oh rey! se lo regala Areuna al rey. Que Yahvé, tu Dios, te sea favorable. 24
Pero el rey respondió a Areuna: No; quiero comprártelo por precio de plata; no voy a ofrecer yo a Yahvé, mi Dios, holocaustos que no me cuestan nada. Y compró David la era y los bueyes en cincuenta siclos de plata; 25
alzó allí el altar a Yahvé y ofreció holocaustos y sacrificios pacíficos. Así se aplacó Yahvé con su pueblo y cesó la plaga en Israel. El ángel exterminador estaba junto a la era de Areuna (llamada
Ornan en
1Cr_21:18;
Orna en los LXX), en donde su propietario estaba ocupado en la trilla del trigo (? .16).
Los bueyes sin bozal (
Deu_25:4) arrastraban lentamente los trillos sobre las resecas gavillas, que quedaban trituradas por los guijarros incrustados en el rulo. Tan pronto como David le manifestó el deseo de comprar la tierra para levantar allí un altar, el jebuseo Areuna 1 se la entregó generosamente, con bueyes, trillos y yugos. David quiso pagársela, conviniendo en cincuenta siclos de plata, o sea, unas ciento cincuenta pesetas. Según 1 Crón, pagó David seiscientos siclos de oro. En aquel altar ofreciéronse holocaustos y hostias pacíficas (
Deu_6:17-18),
lo que se aplacó la cólera divina. Este sitio recibirá
una mayor consagración por la edificación del templo. No fue concedido a David levantar el grandioso templo de Jerusalén, pero fue el autor de la idea y el que compró los terrenos sobre los cuales debía construirse.
Con este apéndice se cierra el segundo libro de Samuel; pero la historia de David se continuará en los dos primeros capítulos del libro I de los Reyes.
1 Les Institutions I 27.
1 Vincent, Jérusalem: DBS 898,
1 Fernández, Problemas 189-196.
3 H. Vincent-F. M. Abel, Jérusalem 2 vols, (París 1912-1926); J. simons, Jerusalem in the Oíd Testament (Leiden 1952).
4 Les ínstituttons I 178,
1 Pesnoyers, Histoire II 193.
1 Para esta profecía consúltese V. Laridon, De prophetia Nathan: Collationes Brugen-ses, 42 (1946) 281-289; 315-321; F. S. Porporato, II Trono Eterno promesso a Davide nel suo avveramento: La Civiltá Cattolica, 100 (1949, 3) 130-139; 265-274; H. Van Den Bussche, Le texte de la prophétie de Natán sur la dynastie davidique (Lovaina 1948); M. Noth, David und Israel in I1 Sam 7: Mélanges Robert, 122-130.
1 Tures et fonctionnaires égyptiens a la cour de David et de Salomón: RB 48 (1939) 394-4O5
2 Ch. Virolleaud, La Legende de Kéret (París 1936);
3 Desnoyers, Histoire III 211-333.
1 Sobre pesos y medidas véase Ë. G. bvrrots, La métrol^ie ðans la Bible: RB 40 (1931 185-213; 41 (1932) 50-76; ídem. Archéohf>ie biblique vol.2 1953 24V2:3; B. Sí. Wam-Bacq., De ponderibus in Sacra Scriptura: VD 29 (1951) 341-360; Idem, De mansuris in Sacra Tapiara: VD 32 (1954) 266-274; 325-334; J. Trinquet, Métrologie Biblique: DBS 5:1212-1250.
2 A. Condamin, David cruel par la faute d'un copiste: RB 7 (1898) 253-258; H. Kruse, Ethos victoriae in V.T.: VD 30 (1950) 71.Desnoyers, Histoire II 228-230.
1 Les Institutions I 56; K. Elliger, Das Gesetz Leviticus 18: Zaw 67 (1955) 1-25; W Kornfeld, Studien zum Heüigkeitsgesetz (Viena 1952) 89-134-
1 H. Cazelles,
La titulature du roí David: Mélanges Robert (París, 5. a.) 132
1 Sobre la composición del ejército de David véase Desnoyers,
Histoire II 234-252·
1 ? . ? . Rosen,
Arawna nom Hittite?: VT 5 (1955) 318-320.