Biblia Comentada, Profesores de Salamanca (BAC, 1965)
Capitulo 5.
Curación de un poseso, 5:1-20 (Mat_8:28-34; Luc_8:26-39).
1
Llegaron al otro lado del mar, a la región de los gerasenos, 2
y en cuanto salió de la barca vino a su encuentro, saliendo de entre los sepulcros, un hombre poseído de un espíritu impuro, 3
que tenía su morada entre los sepulcros y ni aun con cadenas podía nadie sujetarle, 4
pues muchas veces le habían puesto grillos y cadenas y los había roto.5
Continuamente, noche y día, iba entre los monumentos y por los montes gritando e hiriéndose con piedras. 6
Viendo desde lejos a Jesús, corrió y se postró ante El, 7
y, gritando en alta voz, dice: ¿Qué hay entre ti y mí, Jesús, Hijo del Dios altísimo? Por Dios te conjuro que no me atormentes. 8
Pues El le decía: Sal, espíritu impuro, de ese hombre. 9
Y le preguntó: ¿Cuál es tu nombre? El dijo: Legión es mi nombre, porque somos muchos. 10
Y le suplicaba insistentemente que no le echase fuera de aquella región. 11
Como hubiera por allí en el monte una gran piara de puercos paciendo, 12
le suplicaban aquéllos diciendo: Envíanos a los puercos para que entremos en ellos. n Y se lo permitió, y los espíritus impuros salieron y entraron en los puercos, y la piara, en número de dos mil, se precipitó por un acantilado en el mar, y en él se ahogaron. 14
Los porqueros huyeron y difundieron la noticia por la ciudad y por los campos; y vinieron a ver lo que había sucedido. 1
S Llegándose a Jesús, contemplaban al endemoniado sentado, vestido y en su sano juicio, el que había tenido toda una legión, y temieron. 16
Los testigos les referían el suceso del endemoniado y de los puercos. 17
Pusiéronse a rogarle que se alejase de sus términos; 18
Subiendo El en la barca, el endemoniado le suplicaba que le permitiese acompañarle. 19
Mas no se lo permitió, antes le dijo: Vete a tu casa y a los tuyos y cuéntales cuanto el Señor ha hecho contigo y cómo ha tenido misericordia de ti. 20
Y él se fue y comenzó a predicar en la Decápolis cuanto le había hecho Jesús, y todos se maravillaban. Los tres evangelistas vinculan esta escena a la tempestad calmada. Sucede al desembarcar de aquella travesía.
El primer problema que plantea este relato es la divergencia topográfica que se lee sobre el país en que desembarcan. Este es al otro lado del mar de Tiberíades (Mt-Mc), frente a Galilea (Lc). Y precisan este lugar. Pero aparece con tres variantes: gerasenos, gadarenos y gergeseos. En Mt está críticamente bien establecida la lectura de gadarenos; en Mc-Lc, la lectura críticamente bien establecida es la de gerasenos. Aunque en todos ellos abundan las otras variantes . Queda, pues, la divergencia doble de gadarenos gerasenos.
Se sabe por este pasaje que este lugar estaba situado junto al Lago (Mt v.32; Mc par.; Lc v.33), y que, además, estaba enclavado en la Decápolis (Mc v.20).
La región de los gadarenos supone una capital, Gadara. La Gadara de la Decápolis era una villa helenística situada al sudeste del Lago. Era llamada metrópoli de Perca. 2 Su territorio se extendía hasta el lago de Tiberíades 3. Corresponde su situación al actual Umm Keis, que está 12 kilómetros hacia el sur del lago de Tiberíades y separada de él por un profundo valle, colinas y el río Yarmuk 4.
Mc-Lc ponen la escena en la región de los gerasenos. Lc corresponde por capital la ciudad de Gerasa, que formaba parte de la Decápolis y corresponde a la actual Djérash, a 60 kilómetros hacia el sur del Lago 5.
Ante esta divergencia topográfica de Mt y Mc-Lc, ¿cuál es la posible solución? Piensan algunos que la lectura de los gadarenos de Mt fuese una
interpolación del traductor griego del evangelio aramaico de Mt. Pero parece que la solución sea otra. Dada la preponderancia de las villas más importantes de la Decápolis, los ciudadanos de la confederación podían denominarse por el nombre de la villa que en un momento histórico tuviese la preponderancia en la confederación. Así, esta misma oscilación de preponderancia histórica se prestaba también a una oscilación denominativa no siempre correspondiente al preciso momento histórico de preponderancia 6.
Los autores modernos sitúan, generalmente, la topografía de esta escena en la región que incluye el villorrio en ruinas de Korsi. A unos dos kilómetros al sur de este villorrio está el-Hammi Moqa'edlo. Hay incluso en él una especie de promontorio, que se adelanta prácticamente hacia el mar, y en cuya parte superior hay grutas naturales que pudieran haber servido de tumbas. 7
Otro problema que se plantea es sobre el número de los endemoniados, pues Mt pone que eran
dos, y Mc-Lc
uno solo. La tesis ordinaria es admitir dos endemoniados (Mt), porque si Mc-Lc presentan en escena uno solo, no excluyen la existencia del otro. Y es bien sabido que es del estilo de Mt el presentar las categorías en formas plural y dual (
Mat_27:44;
Mat_20:30; comp. con los otros evang.). Acaso la tradición de Mc-Lc se fijó en el que fue luego hecho apóstol de Cristo entre los suyos.
También se propone que el citar dos posesos en vez de uno sea debido a un procedimiento redaccional de compensación. Mt omitió la curación de un poseso que cita Mc (
Mar_1:21-28), y acaso lo querría incluir aquí. Otros casos en Mt podrían ser semejantes. Mt pone igualmente la curación de dos ciegos (
Mat_20:30); en cambio, en el lugar paralelo Mc cita uno. Pero en Mc se cita otra curación de un ciego (
Mar_8:22-26), caso que omite Mt.
Cuando Cristo desembarca en esta región, le salen estos endemoniados. Mt es más sobrio y genérico en la descripción, como es su estilo. Mc-Lc lo describen vagabundo por los montes (Mc) y regiones desérticas (Lc), dando gritos, hiriéndose con piedras, morando en sepulcros y andando desnudo (Lc). Así llevaba muchos años (Lc).
Los escritos rabínicos testifican esta creencia ambiental. Así, rabí José, al que duerme en los monumentos (sepulcros), lo llama ligado por el demonio 8, y del que pernocta en los sepulcros se dice que habita en él el espíritu inmundo 9.
La ferocidad de estos endemoniados era tal que, para evitar que se hiciesen daño a sí mismos o a otros, ya que atacaban a los caminantes (Mt), les habían atado con cadenas en varias ocasiones, pero las habían roto.
Los rabinos atribuían en ocasiones la enfermedad a influjo mágico o a vejación de demonios. De aquí el usar para la cura medios mágicos o exorcismos. Entre los medios mágicos se usaban, verbigracia, amuletos, en los que se escribían versículos de la Escritura, nombres de demonios, los cuales eran sólo conocidos de los rabinos. El exorcismo se solía hacer por medio de conjuros y encantamientos, mezclados de acciones supersticiosas, o por repetición de palabras sin sentido, pero en cuya acumulación y ritmo se pensaba que estaba el poder. Al oír estas palabras, el demonio debía huir (
Hec_19:13-16). Si se resistía, habían de aplicarse otros remedios más eficaces: increpaciones y conminaciones. Para ello existían libros con ritual y fórmulas mágicas (
Hec_19:17-19) 10. Las fórmulas de los exorcismos judíos se pretendía que venían del rey Salomón. Para extraer el demonio de un cuerpo empleaban una especie de anillo mágico y la raíz de una planta llamada
baaras, que se cogía en los alrededores de Maqueronte y se decía estar dotada de virtudes maravillosas. De ella y su uso habla Josefo 11. Igualmente relata un exorcismo solemne hecho por Eleazar ante Vespasiano y Tito 12. También San Justino habla de estos procedimientos judíos y su poco éxito 13.
Cristo usará para curar a este endemoniado su mandato.
Cuando Cristo desembarcó, Mc describe a su endemoniado viendo y conociendo a Cristo desde lejos; viene corriendo y se postra ante él. Y gritando le dijo:
Jesús, Hijo de Dios Altísimo (Mc-Lc),
¿qué hay entre tú y yo?
Te conjuro en nombre de Dios que no me atormentes (Mc).
La expresión Dios Altísimo es usada en los escritos rabínicos para denominar al Dios de los judíos. Se había hecho término usual y casi técnico, desde la época de los Macabeos, para expresar al Dios de Israel. También los paganos conocían al Dios de los judíos bajo este nombre 14.
Aunque de suyo no era título mesiánico, en boca de este endemoniado debe de estar usado en este sentido. Pero no es usado aquí en el sentido de filiación divina, pues luego lo conjurará por Dios (Mc).
El valor de la fórmula ¿qué hay para ti y para mí? (Mc-Lc), aquí significa que no tienen que ver nada entre ellos 15.
El endemoniado conjura a Cristo que no le atormente. Y Mc añade la razón: Porque le decía: Sal de ese hombre, espíritu impuro. Este imperfecto le decía (åëåãåí) debe de estar por un pluscuamperfecto le había dicho 16. Se concebiría mal una
orden de Cristo condicionada y realizada más o menos en forma de exorcismo. Aquí el exorcismo de Cristo es su orden (Lc v.29).
El endemoniado le conjura por Dios. Manifiestamente este endemoniado cree en la virtud del nombre de Dios, máxime sobre Cristo, del que reconoce su grandeza y santidad al llamarle Hijo de Dios. En la conjuración usa el tipo de resortes judíos 17. El endemoniado quiere contener a Cristo, como si éste viniese a alterar los planes permisivos de Dios.
En Mc-Lc pide el endemoniado que no le atormente. ¿En qué sentido? Mt es el que da la explicación: ¿Has venido aquí a atormentarnos antes de tiempo? La tradición judía reconocía que los demonios estaban condenados en el infierno, pero admitía que algunos podían ejercer de tentadores y atormentadores de los hombres (
Job_1:10.12;
Job_2:4). Sólo a la hora del juicio final será terminada esta obra de tentación y daño a los hombres (
2Pe_2:4). Esto está especialmente expuesto en los libros apócrifos de
Henoc y Jubileos I8. Pero la venida del Mesías comenzaba a contener esta obra demoníaca, como Cristo mismo dijo (
Mat_12:28). Esta libertad condicionada
de que gozaban antes del juicio final y días mesiánicos, pero de la que ahora ya no van a gozar o la tienen muy constreñida, es por lo que se encuentran atormentados. Y al tener su limitación antes del juicio final, es lo que les hace quejarse y temer que Cristo haya venido antes de tiempo a atormentarles.
Cristo le pregunta, no al endemoniado, sino al demonio, cuál sea su nombre. El conocer el nombre del demonio debía de tener importancia en los exorcismos judíos. En un papiro mágico se pregunta insistentemente al demonio si es demonio del cielo o del aire. 19 El hereje Celso pretendía haber visto listas, que los cristianos poseían, con los nombres de los demonios, a lo que atribuía él el poder de los exorcistas cristianos 20. Tener el nombre era, en el mundo mágico, poseer de alguna manera el dominio de la persona cuyo nombre se poseía. Se ve la finalidad de esta pregunta de Cristo en aquel ambiente: al no decir el demonio su nombre y decir que son legión, el poder de Cristo sobre los demonios aparecerá más claro, por no usar el procedimiento de los exorcistas y por dominar
en la colectividad de los espíritus impuros. Extraña el que Cristo no sepa el nombre del demonio. Es un elemento redaccional.
El demonio no responde su nombre, pero ensaya ocultarse en la vaguedad de una colectividad. Dice legión, porque habían entrado en él muchos demonios. La respuesta no podía pasar de una bravuconearía. Pues constando la legión romana de 5.000 a 6.000 hombres, no se puede pensar en semejante invasión en un individuo. Lo que los evangelistas están destacando aquí ya es el poder total de Cristo sobre los demonios, ya que reconocen la sumisión a sus órdenes, pues le suplicaban insistentemente que no los echase fuera de aquella región. Lo que Lc expresará de otra manera, dando el motivo de aquel deseo: que no les mandase irse al abismo, es decir, estar en el infierno, sin las concesiones de libertad tentadora. Es un pensamiento que ya supone la epístola de San Judas (
Jud_1:6). El abismo como sinónimo de infierno y morada de demonios aparece en el N.T. (
Rev_9:1.2.11:
2Cr_11:7, etc.) y en los apócrifos 21.
No lejos de allí había una piara de puercos, que Mc valúa en cerca de dos mil. El número no resulta extraño, ya que este puede referirse muy bien a lo que es ordinario: el acoplar en uno todos los diversos rebaños del pueblo para facilitar su pastoreo y guarda.
Los judíos tenían prohibida la cría del cerdo, como animal impuro, pero no por la Ley, sino por la tradición rabínica 22, aunque se ha hecho ver que, en la práctica, esta prescripción era frecuentemente violada 23. Este número de la piara hace suponer una población en gran parte pagana. Se sabe que en las ciudades de Gadara e Hippos, de la Decápolis, había muchos gentiles 24, hasta incluso no ser judíos la mayor parte de las gentes de esta región 25. Aunque la misión de Cristo estaba destinada inmediatamente a los judíos, la excepción benéfica en otras gentes se podía dar, como en el caso de la cananea (
Mar_7:24, par.).
Dos preguntas se suelen hacer a este propósito: ¿Por qué los demonios piden entrar en los puercos? ¿Por qué Cristo permite aquí el daño anejo a sus propietarios?
Si los demonios piden, al ser expulsados de los endemoniados, no ser obligados a ir a¡ abismo, es decir, a cesar en su tarea de enemistad y odio al establecimiento del reino de Dios, y cuya prueba de su llegada, como Cristo dijo, es la expulsión de los demonios de los poseídos (
Mat_12:28, par.), piden también entrar en la manada de los puercos. Era una transacción benéfica para los hombres. Pero, sin duda, pretendían, al impulsarlos con una carrera desenfrenada a despeñarse y ahogarse en el lago, provocar una reacción hostil de las gentes contra Cristo, con las ventajas que de esto pudieran derivarse para su obra de mal. Pero se ve, por otra parte, que su acción en esta piara acusa, de modo más sensible, el movimiento diabólico de, literariamente, expulsión e ingreso, destacándose así la suprema autoridad de Cristo sobre los espíritus impuros.
El daño que se seguiría en los propietarios no debía de ser tan cuantioso como a primera vista pudiera parecer, ya que no supone que fuese toda la manada propiedad de un solo dueño, sino, como es ordinario, se habrían agrupado los ganados de diversos dueños. Naturalmente, no podrá darse una razón concreta de la permisión de este daño en aquellos dueños. Pudo ser por castigo moral, para quitar un excesivo apego a los bienes. Siempre son razones de providencia. ¿Por qué permite Dios o quiere, v.gr., una inundación, donde se destruirán bienes, se ahogarán rebaños y morirán personas? Pero lo que tiene más valor es la enseñanza teológica que se desprende de esta autorización o permisión de Cristo. Los evangelistas valoran la importancia de las cosas según un ideal espiritual. Nadie tiene el derecho de imponer a su prójimo el cambio de un bien temporal por un bien espiritual, pero Dios tiene ese derecho: él había permitido a Satán herir a Job en sus bienes e incluso en su carne. Los evangelistas podían recordarse de esto, y se puede concluir que, en su pensamiento, Jesús ejercía el poder de Dios. 26
Así esta escena viene a presentar a un tiempo
a Cristo como Mesías (
Mat_12:23.28) y
como ejerciendo poderes de Dios: tanto sobre los bienes materiales como sobre el disponer del destino de los demonios en permitirles una acción temporal tentadora o en recluirlos definitivamente en el abismo (Lc).
Los pastores, despavoridos ante aquel suceso, en que no podían responder de la custodia de los ganados, partieron a la ciudad y a los campos a dar la noticia. Ante tal suceso, la gente se presentó en el lugar. Se describe el asombro de la gente al encontrarse al endemoniado sentado a los pies de Jesús, vestido y cuerdo (Lc-Mc). Ante el asombro, no de la curación del endemoniado, sino de la manada despeñada y ahogada, le rogaron que se retirase de su región, pues estaban sobrecogidos de un gran temor (Lc). Y el ruego debió de ser repetido e insistente, como lo describe Mc. No deja de ser extraña esta petición. Admitido el milagro, ¿por qué se obra así? Probablemente por el temor a que pudiese haber nuevas pérdidas en sus bienes materiales. Acaso vieron en él a un profeta judío que castigaba así el animal para ellos prohibido.
Aunque Mt omite otro rasgo, lo recogen Mc-Lc. Cuando Cristo, a sus ruegos, se embarcaba para retirarse de allí, el endemoniado ya curado le rogaba insistentemente que le dejase estar con él. ¿Por qué le rogaba esto? Seguramente que no era por temor a que, ausente Cristo, volviese a su antiguo estado. El que había ordenado al demonio salir de él le daba con ello la orden de no volver a atormentarle. Pero Cristo no accedió a esta petición. No podía, por propio impulso, seguirle como apóstol o discípulo. Pues no lo eligieron ellos a El, sino El a ellos (
Jua_15:16). Pero, si no con carácter oficial, de hecho lo hizo su apóstol en aquella región. Pues le mandó que fuese a los suyos y narrase lo que Dios ha hecho contigo. Fuera de Palestina no había el peligro de levantamientos mesiánicos. Por eso aquí le manda publicar esta obra de Dios, mientras que en Palestina les prohibía el manifestar sus milagros. Algo puede orientar esto sobre el secreto mesiánico.
Este hombre curado vino
a ser como constituido apóstol de Cristo en aquellas regiones. El poder de Cristo sobre los espíritus impuros, hecho con autoridad propia, le presentaba en una esfera distinta de los exorcistas judíos. ¿Quién era? Esta fue la buena nueva que anunció este poseso ya curado por toda la ciudad (Lc) o por la Decápolis (Mc). Esta divergencia puede ser debida a que Lc dé una mala traducción de la palabra aramea
mediría', que en la lengua palestinense significaría provincia. La traducción de Mc es la lógica: en la (provincia) Decápolis 27.
Esta era, originariamente, una federación de 10 ciudades helenistas, situadas en Transjordania, excepto Escitópolis, que estaba en Cisjordania, y que fueron separadas del territorio judío por Pompeyo el 64 a.C. Posteriormente se les unieron otras ciudades, aunque conservándose para el título oficial de la federación el nombre de Decápolis. Gozaban estas ciudades de determinados derechos y autonomía, aunque en esta época estaban bajo el dominio del Cesar, mediante su propretor de Siria o procurador de Judea 28.
Siendo la mayor parte de esta región gentil y habiendo sido Cristo enviado a predicar a las ovejas perdidas de la casa de Israel (
Mat_15:24), al venir Cristo a esta región, probablemente vino a causa de los grupos judíos que en ella vivían 29, si no es que venía, como en otras ocasiones, buscando un pequeño retiro. Pero, si el beneficio fue hecho en la casa de Israel, si este endemoniado de Mc era judío, redundó luego en toda la Decápolis. Acaso lo anunció primero a los grupos judíos (Mc v.19: Señor = Adonai). Pues, al oír lo que el curado decía en esta región, se maravillaban (Mc). Con ellos se hacía la Luz en las tinieblas de la gentilidad y se veía la proximidad del reino. La enseñanza doctrinal del pasaje es clara: el absoluto dominio de Cristo sobre los demonios, expulsándolos y sometiéndolos a sus órdenes. Lo que era presentarse como
el Mesías, instaurador del Reino, pues si yo arrojo con el Espíritu de Dios a los demonios, es que ha llegado a vosotros el reino de Dios (
Mat_12:28). Y hasta
se presenta a Cristo como Dios, al disponer de los bienes materiales y del destino de los demonios, sometidos en todo a sus órdenes. Esta escena es objeto de diversas interpretaciones 30. La diferencia sintética redaccional de Mt frente a Mc-Lc es perceptible. Sin duda hay en ella elementos adventicios de relleno a lo que debe de ser primitivo; es el caso de una posesión o enfermedad semejante, conforme al ambiente, sobre la que se da la enseñanza. ¿Acaso este endemoniado o loco pudo un día espantar o perseguir parte de un rebaño de cerdos, lo que provocó el despeñarse y ahogarse algunos en el Lago? El pasaje de los cerdos despeñados parece tener especialmente un valor simbolista: el demonio a petición propia va a una piara de cerdos, que era animal impuro; con ello se califica a los demonios. En el despeñar a los cerdos se destacaría que toda obra diabólica es de maldad. Y al despeñarse cerdos-demonios en el Lago-Abismo-Inflerno se plastificaria mejor el poder de la victoria de Cristo en su lucha contra los poderes demoníacos, en la hora de la instauración de su Reino. Mt más esquemático está más elaborado (v.29). En este v. se percibe la confesión de la divinidad de Cristo. Es la confesión de la fe de la Iglesia. El demonio no va a conjurar
a Cristo-Dios por Dios, que no le atormente.
Resurrección de la hija de Jairo y curación de la hemorroísa,Mat_5:21-43
(Mat_9:18-26; Luc_8:40-56).
Ambos milagros, y entrelazados, los relatan los tres sinópticos. Pero la superioridad del relato de Mc es innegable: la vivacidad del relato, la precisión de detalles, la traza de los personajes, demuestran el testigo ocular que ha notado con cuidado en su memoria todas las actitudes: la de Jesús, las de los discípulos, las de los dos suplicantes, las de la turba. Tenemos ciertamente, en el texto de Mc, la tradición más antigua, más fiel, más viva. 31
21
Habiendo Jesús ganado en la barca la otra ribera, se reunió una gran muchedumbre. él estaba junto al mar. 22
Llegó uno de los jefes de la sinagoga llamado Jairo, que, viéndole, se arrojó a sus pies 23
Y le rogaba diciendo: Mi hijita está muriéndose; ven e impónle las manos para que sane y viva. 24
Se fue con él, y le seguía una muchedumbre, que le apretaba. 25
Una mujer que padecía flujo de sangre desde hacía doce años 26
y había sufrido grandemente de muchos médicos, gastando toda su hacienda sin provecho alguno, antes iba de mal en peor, 27
como hubiese oído lo que se decía de Jesús, vino entre la muchedumbre por detrás y tocó su vestido; 28
pues se decía: Si tocare siquiera su vestido, seré sana. 29
Al punto se secó la fuente de la sangre, y sintió en su cuerpo que estaba curada de su mal. 30
Luego Jesús, sintiendo en sí mismo la virtud que había salido de El, se volvió a la multitud y dijo: ¿Quién ha tocado mis vestidos? 31
Los discípulos le contestaron: Ves que la muchedumbre te aprieta por todas partes, y dices: ¿Quién me ha tocado? 32
El echó una mirada en derredor para ver a la que lo había hecho, 33
y la mujer, llena de temor y temblorosa, conociendo lo que en ella había sucedido, se llegó y, postrada ante El, declaróle toda la verdad. 34
Y El le dijo: Hija, tu fe te ha salvado; vete en paz y seas curada de tu mal. 35
Aún estaba El hablando, cuando llegaron de casa del jefe de la sinagoga, diciendo: Tu hija ha muerto; ¿por qué molestar ya al Maestro? 36
Pero, oyendo Jesús lo que decían, dice al jefe de la sinagoga: No temas, ten sólo fe. 37
No permitió que nadie le siguiera más que Pedro, Santiago y Juan el hermano de Santiago. 38
Llegados a casa del jefe de la sinagoga, ve el gran alboroto de las lloronas y plañideras, 39
y, entrando, les dice: ¿A qué ese alboroto y ese llanto? La niña no ha muerto, duerme. 40
Se burlaban de él; pero El, echando a todos fuera, tomó consigo al padre de la niña, a la madre y a los que iban con El, y entró donde la niña estaba; 41
y tomándola de la mano, le dijo: Talitha, qum[i], que quiere decir: Niña, a ti te lo digo, levántate. 42
Y al instante se levantó la niña y echó a andar, pues tenía doce años, y se llenaron de espanto. 43
Recomendóles mucho que nadie supiera aquello, y mandó que diesen de comer a la niña. Para facilitar el estudio se consideran ambos milagros por separado.
Resurrección de la hija de Jairo. Esta escena está ligada a la anterior por un tiempo corto, como supone la narración. Cristo reembarca en el otro lado del mar de Tiberíades. Debe de ser en Cafarnaúm. Mt-Mc dicen que allí se le reunió una gran muchedumbre, pero Lc acaso refleja mejor la proximidad cronológica de estas escenas, al decir con su fórmula usual rotunda: pues todos le estaban esperando.
En efecto, al desembarcar, y cuando aún El estaba junto al mar (Mc), llegó a él uno de los jefes de la sinagoga (??? ??? ?????????????). La fórmula usada debe de indicar genéricamente que era uno de los miembros distinguidos de la sinagoga. Al menos no se dice explícitamente que fuese el jefe de ella
(rosh hakene-seth), ni exige suponer que hubiese allí varias sinagogas y que éste fuese el jefe archisinagogo de una de ellas. El uso en esta época de palabras compuestas con esta partícula (áñíß) sólo indica que se trata de un miembro principal o distinguido de la sinagoga (
Hec_13:15;
Hec_14:2). En Mt se dice sólo un personaje (áñ÷þí åiò) cualquiera (
Mat_20:25), que puede ser un jefe de sinagoga.
Se llamaba Jairo, nombre bastante usual. Llegándose a Cristo, se postró ante El, e insistentemente le rogaba que viniese a su casa e impusiese sus manos sobre su hija única (Lc), de doce años, que estaba muriéndose, para que la curase. Mc y Lc, que describen dos mensajes de súplica, ponen que se estaba muriendo; Mt, que sólo pone uno, lo centra en la muerte y muerta. Mt, conforme a su procedimiento sustancial, de abreviación, pone en boca de Jairo el que su hija acaba de morir (Üñôé Ýôåëåõôçóåí). Mc-Lc ponen que está en las últimas, porque relatan dos comunicados: la enfermedad y la muerte de la hija. Probablemente Mt lo presenta abreviadamente así, porque, cuando Cristo va a casa de Jairo, la joven está muerta.
Si Jairo ruega a Cristo que, para curar a su hija, venga a su casa y le imponga sus manos, no indica, lo primero, más que Jairo tenía un conocimiento imperfecto del poder de Cristo, pues no pensaba en una curación a distancia, lo que contrasta más con la fe del centurión de Cafarnaúm (
Mat_8:5ss, par.); pero, en cambio, el pedirle que imponga sobre ella sus manos, no era otra cosa que evocar el rito tradicional de curaciones milagrosas (
2Re_5:11), que también usaba Cristo (
Mar_6:5;
Mar_8:23.25), y fórmula con la que le pedían frecuentemente las curaciones (
Mar_7:32;
Mar_10:13;
Luc_18:15; etc.). ¿Acaso piensa en un rito mágico? (
Mat_14:36).
Aún estaba rogándole que curase a su hija, cuando vinieron de su casa a comunicarle la muerte de la niña, por lo que no molestase más al Maestro.
Era la fe imperfecta, que pensaba requerirse la presencia física para la curación. Es lo que hizo exclamar a Marta, la hermana de Lázaro, después de la muerte de éste, dirigiéndose a Cristo: Si hubieras estado aquí, no hubiera muerto mi hermano (
Jua_11:21). La prueba le resultaba especialmente dura a Jairo, cuando acaba de presenciar la curación de la hemorroísa. Es un contraste acusado en dos actitudes de fe.
Pero Cristo, al oír esto, sólo le recomienda que tenga fe. Era ésta la que iba a crear el clima en que El ejercía las curaciones, y que, por faltar tantas veces, no realizó milagros. Y vino a su casa. Pero no permito que le siguiera nadie de la turba que le rodeaba, más que tres apóstoles: Pedro, Santiago y Juan. Estos tres aparecen como privilegiados testigos de la Transfiguración y Getsemaní.
Al llegar a la casa mortuoria, se encontraron con todo el rito de lloronas a sueldo, ya evocadas por Jeremías (
Jer_9:17-18), que a gritos, y desparramandose el cabello, mostraban el dolor y cantaban las alabanzas de la difunta; y junto con ellas los flautistas (Lc), que acompañaban con notas estridentes y lúgubres aquella escena. Y, según el Talmud, aun el israelita más pobre estaba obligado a alquilar dos dos flautistas y una llorona para celebrar el velorio de su mujer 32. Acabando de morir, ¿ya estaba a punto todo este ritual? ¿Puede ser un retoque literario complementario usual?
Por eso, a la presencia de esto, les dice que todo sobra,
porque la niña no ha muerto, duerme. El uso eufemístico del sueño por la muerte es usual al pueblo judío. Así anunció Cristo la muerte de Lázaro (
Jua_11:11.14). En las tumbas judías de Roma se lee frecuentemente: Que en paz (sea) tu
sueño 33. Pero aquí el contraste entre muerte y sueño no permitía la interpretación eufemística. Y, sabiendo aquellos mercenarios fúnebres la realidad de la muerte de la niña, se rieron de Cristo. Pero ¡dormía! Porque El precisamente venía a despertarla. Igual que hizo con Lázaro (
Jua_11:11).
Sólo permitió penetrar en la habitación de la niña muerta a sus padres y a sus tres apóstoles. Y a todos los demás los echó fuera (Mc).
Y, acercándose al lecho, tomó a la niña de la mano, y le dijo unas palabras aramaicas que Mc-Pedro conservaron: ?????? ????, que significa: Niña, levántate. Lo que Mc traduce para sus lectores étnico-cristianos. Mc intercala en la versión de la fórmula el (Yo) a ti te digo, para destacar la
autoridad de Cristo. Un tema eje de los evangelios.
Y al instante la niña se levantó y echó a andar. Mc-Lc harán ver la posibilidad de esto, pues tenía ya doce años. Y Cristo mandó que diesen de comer a la niña. Tenía esto dos finalidades: una apologética, demostrar aún más la verdad de la resurrección (
Luc_24:41-43), y otra demostrar la duplicidad del milagro:
no sólo la había resucitado, sino curado; la necesidad de comida le haría ver la perfecta salud que ya gozaba.
Hecho el milagro recomienda insistentemente
que no se divulgue. Es el secreto mesiánico marcano. A esto mismo obedeció el echar de la cámara a todos, excepto a los padres de la niña. Buscaba con este silencio el que no se excitasen extemporáneamente los ánimos mesiánicos. Precisamente en aquel
ambiente de expectación mesiánica flotaban, confusamente,
diversos signos sobre la aparición del Mesías. Y entre éstos, uno de los que flotaba diversamente interpretado
era la resurrección de los muertos y su relación con los días mesiánicos 33. La resurrección de un muerto podía encender, mejor que otro hecho,
la explosión mesiánica. Esta parece ser la diferencia de conducta de Cristo ante la curación de la nena, cuya confesión El mismo provoca, y esta resurrección, a cuyo milagro El impone secreto. Es verdad que no era fácil que se guardase el secreto en aquel caso. La muerta iba a aparecer viva. Pero siempre se vería que él no buscaba la exhibición mesiánica, y que en aquel momento permitía evitar aclamaciones y turbulencias.
El milagro de la resurrección de un muerto evocaba el poder divino en él. Pero no al estilo de un profeta que invocaba el nombre de Dios (
2Re_5:11). Aquí aparece hecho con simplicidad y autoridad. él, sin más,
le manda resucitar. Mc tiene buen cuidado de matizar esto al hacer la traducción de la fórmula aramaica Joven, levántate, intercalando, como recuerdo e interpretación, el (Yo) a ti te digo, levántate, lo que omite Mt. Pero el poder de la vida es poder reservado a Dios en el A.T.
Es éste un modo de presentarse Cristo como Dios. Curación de la hemorroísa. Los tres evangelistas relatan esta curación intercalada entre la petición de la curación de la hija de Jairo y la ida de Cristo a su casa. El relato hace ver que fue precisamente en este intervalo cuando se realiza esta curación.
Es una mujer que padecía ya doce años flujo de sangre. Debía de ser de cierta posición social, pues había consultado muchos médicos y gastado toda su hacienda con ellos. Sólo Mc-Lc narran estos detalles. Pero se ve el juicio distinto que dan Mc y Lc. Este, médico, sólo dice que, después de haber gastado en médicos toda su hacienda, no había podido ser curada por ninguno; pero, en cambio, Mc refleja mejor, sin prejuicios de clase, lo que significaron aquellas consultas curandiles para aquella pobre mujer, pues dice que había
sufrido grandemente de muchos médicos y gastado toda su hacienda sin provecho alguno,
antes iba de mal en peor, no sólo por la inutilidad de aquellos remedios, sino, en parte, causados por los mismos.
Estas múltiples consultas habían sido hechas no solamente por la esperanza guardada en todo enfermo, sino por una cierta manía oriental. Plinio habla de una turba medicorum consultada 34. Todavía en el año 1929 escribía Lagrange: Es aún hoy una molesta costumbre de Oriente el llamar para los enfermos el mayor número posible de médicos. 35
Los procedimientos usuales eran una mezcla de superstición. El Talmud recoge muchas de estas prescripciones ridículas usadas precisamente para curar este tipo de enfermedad. Así se lee: Tomad el peso de un denario de goma de Alejandría, el peso de un denario de azafrán de jardín; machacadlos juntos y dadlos con vino a la mujer hemorroísa. Si esto no da remedio, se le ofrecen otros procedimientos semejantes. Y llegan hasta darle gritos diciendo que está curada. También se menciona este procedimiento: Se cavarán siete hoyos, en los cuales se quemarán sarmientos de viñas no podadas, y la mujer (hemorroísa), teniendo en su mano un vaso de vino, se sentará sucesivamente al borde de cada hoyo, y se le dirá, haciéndola levantar: [Cura de tu flujo! Y también se ponen en juego recetas en las que intervienen cenizas de huevo de avestruz o excrementos de animales 36. De esa primitiva medicina, que era curandería, se llega a decir en el Talmud: El mejor médico está destinado al infierno. 37 Compárese esto con los procedimientos de Cristo.
Habiendo oído esta mujer la fama curativa de Cristo, apeló, desesperada ya de médicos, al recurso a él.
Sólo pensó en tocar su vestido, porque creía que con ello curaría. Pero Mt-Lc dicen que lo que deseaba tocar era la franja de su manto. Este término griego usado (÷ñáóðÝäïí) lo mismo puede significar el ruedo del manto o vestido, que las borlas o flecos (
tsitsith)
38, que se usaban en los cuatro ángulos de los vestidos para acordarse de los mandamientos de la Ley (
Num_15:37-40;
Deu_22:12) y ponerlos por obra 39.
Si la hemorroísa pretende venir clandestinamente a Cristo por detrás (v.27) y como robarle o sorprenderle un milagro, era debido al tipo de impureza legal que significaba su enfermedad (
Lev_15:25), ya que otros enfermos tocaban a Cristo para curar (
Mar_3:10). Las prescripciones rabínicas sobre este tema, para aislar a la mujer a fin de que no contagiase su impureza legal, llegan a lo neurótico. Para ello, el Talmud dedica un tratado entero:
elNidda (impureza reglar de la mujer).
Cuando Cristo iba a casa del archisinagogo para curar a su hija, tiene lugar esta escena. Iba acompañado de una gran multitud, que le apretujaba. En las callejuelas del viejo Oriente, el entusiasmo despertado por Cristo hacía que la multitud, empujándose por acercarse, le apretujase. Entre esta turba se mezcló la mujer angustiada
y tocó con fe el vestido del Señor. Y al punto se hizo su curación. Cristo se vuelve preguntando quién le ha tocado, porque he sentido que de mí salió virtud. Y miraba en torno suyo, es la clásica mirada circular del estilo de Mc como queriendo descubrir quién había sido. Si Cristo obra así, no es por ignorancia, sino por elevar y confirmar la fe de aquella mujer, haciéndole ver que no fue la curación por un contacto supersticioso, sino por efecto de la fe. Ante esto, los discípulos (Mc), y más en concreto Pedro (Lc), se extrañan de esta pregunta, pues todos le apretujaban y nadie se había acercado a El con gestos o modos especiales (Lc). Pero Cristo insistió en su afirmación. San Agustín lo expresó en una fórmula excelente: Los otros le oprimen, ésta toca. 40
Ante esto, la mujer se postró ante El (Mc) y le confesó, lo mismo que ante todo el pueblo (Lc), la causa por que había obrado así y la curación que instantáneamente había logrado.
Mc-Lc hacen un relato a este propósito que ha preocupado antes a algunos exegetas sobre la ciencia de Cristo. Al acercarse a El con fe esta mujer y ser curada, Mc, aún más que Lc, lo narra así: Luego Jesús, sintiendo en sí mismo la virtud que había salido de El, se volvió y dijo: ¿Quién ha tocado mis vestidos?
¿Supone esto que Cristo no tenía esa plenitud de conocimiento que la teología enseña? No es esto lo que se va a concluir de este relato. El evangelista relata de un
modo sencillo, popular, el hecho de que Cristo sintió en sí mismo la virtud que de El salía, pero no de un modo mágico ni como una sensación inesperada, sino queriéndolo y autorizándolo él. Aun dentro del rigor teológico, tiene su exacta explicación por su ciencia experimental. Pero parece que Marcos ha querido oponer al conocimiento experimental sensible de la mujer el conocimiento intelectual de Jesús. 41
El que Cristo no prohiba aquí la divulgación del milagro se explica por la misma naturaleza oculta de la enfermedad.
1 Nestlé,
N.T. graece et latine, ap. crít. a estos lug. 2 Josefo,
Antíq, XVII 11:4;
De bello iud. II 6:3; IV 8:3. 3 Josefo, o.c., III 3:1. 4 Abel,
Géograpku de la Palest. (1938) II p.323. 5 cf. Dorado,
Praelect. bib. X. T. (1947) p.615-616. 6 Abel! o.c. II p.146; Koursi, en Journal of Palestine Oriental Society (1927) 112ss. 7 F. Truyols,
Vida dejesucnsto (1954) p.316; para otras hipótesis topográficas, 8
Terumoth I 40:2. 9
Hagiga I 13:2; Rodewyk,
De daemoniacis: VD (1960) 301-306; Ayuso, en Est. Bib. (1934) 374-384, sobre el demonio como espíritu impuro; Balducci,
Gli in-demoniati (1959). 10 Tamborino,
De antiquorum daemonismo (1909) p.ll. 11
De bello iud. VII 6:3. 12
Antiq. VIII 2:5. 13
Apol. II 6; cf.
Dial. 14
Hec_16:16.17; Josefo,
Antiq. XVI 6:2. 15 Sobre el valor de esta expresión, cf.
Comentario a Jua_2:4. 16 SMIT,
De daemoniacis. (1913) p.377; BLASS,
Grammatik. (1902) p.!93ss. 17
Hec_19:13; Deissmann,
Bibelstudien (1895) p.25ss. 18
Henoc XV-XVl;Jubil. X 8; Bauernfeind,
Die Worte der Damonen in Markuse-vangelium (1927) p.23ss.34ss.69ss. 19 Tamborino,
De antiq. daemonismo (1909) p.ll. 20 Orígenes, Contra Celsum VI 40. 21 Libro de Henoc XVIII 11-15; X 6, etc. 22 Strack-B., Kommentar. I p.492ss; cf.
Lev_11:7. 23 Rev. Bib. (1908) 549 nota 1. 24 Josefo, Antiq. XVII 11:44. 25 Josefo, De bello iud. II 18.1.5. 26 Lagrange,
évang. s. St. Marc (1929) p.138. 27 Black, An Aramaic Approach to the Gospels and Acts (1945) p.ll. 28 Josefo,
Antiq. XIV 4:4; Abel,
Geographie de la Palest. (1938) II p.145-146; Szczepanski,
Geogr. hist. Palestinae antiquae (1928) p.261-268;
Dict. Bib. II 1333-1336. 29 Josefo,
De bello iud. II 18:5. 30 Sobre las explicaciones racionalistas de este pasaje, cf. Smit,
De daemoniacis. (1913) p.335-427; E. Lohmeyer,
Das Evangelium des Markus (1957) p.99, ve en ello una lección práctica sobre los incrédulos empedernidos, que prefieren los animales impuros a Cristo; T. A. Burkill,
Concerning Mc 5:7
and 5:18-20: Studia Theol. (Lund 1958); J. A. Kleist,
The Gadarene Demoniaes: The Cath. Bibl. Quart. (1947) 101-105; H. Shalin,
Die Perikope gerasenischen und der Plan der Markusevangeliums: Studia Theol. (Lund 1964) 159-172; J. Loyw,
De Bezetene en de Kudde (Mar_5:1-20): NedTTs (1958) 59ss; P. Lamarche,
Le possede de Cerosa (Mat_8:24-34; Mar_5:1-20; Lev_8:26-39): Nouv. Rev. Theol. (1968) p.581-597. 31 Pirot,
évang. s. St. Marc (1946) p.458. 32 Citado en Schuster-Holzammer,//¿rt.
Bib., vers. esp. (1935) II p.212 nota 1. 33 Schürer, Gemeindeverfass der Juden in Rom p.33-35. 33 Lagrange,
Le Messianisme. (1909) p.!76ss. 34 Plinio, Nat. Hist. XXIX 5. 35 Lagrange,
évang. s. St. Marc (1929) p.140. 36
Talmud bab. 110a; STRACK-B.,
Kommentar. I p.520ss. 37
Qiddushin IV 14. 38
Berakoth Y. 3a; Bonsirven,
Textes rabbiniques. (1955) n.392.2110. 39 Strack-B.,
Kommentar. excurs.12 t.4 p.277-292; Bonsirven,
Textes rabbini-qiies. (1955) p.731. Indexanalytique-lexique, Franges, donde se expone la legislación rabínica sobre todo esto. 40 lili premunt, ista tetigit
(Serm. II 45). 41 Lagrange,
évang. s. St. Marc (1929) p. 140-141.