Job  3, 11-26

¿Por qué no morí desde la matriz? ¿Por qué fui sacado desde la concepción? Entonces me enardecí. ¿Por qué fui criado sobre las rodillas? ¿Para qué me amamanté de los pechos? Pues tal vez ahora yacería y estaría en quietud, dormiría y tendría reposo junto con los reyes y los gobernantes de la tierra, los cuales reconstruyeron ruinas para sí, o junto con los príncipes que tenían oro y llenaban sus casas de plata, o sería semejante a abortos ocultos que nunca existieron, o como fetos que nunca vieron la luz. Porque allí dejaron de airarse los inicuos; allí reposan los que están cansados de su vida. Descansan juntos los prisioneros, y no escuchan la voz del capataz. El pequeño y el grande están allí, y el esclavo es libre de su amo. ¿Para qué es dada luz a los angustiados, y vida a los de alma amargada, que esperan la muerte y no llega, aunque la buscan como a tesoro, que se regocijan al ser recogidos, y saltan de gozo cuando encuentran el sepulcro, al hombre cuyo camino arruina, y Dios está en su contra sin motivo? Porque antes de mi pan subió mi suspiro, y mis quejidos fluyen como aguas. Porque el temor que yo presentía me sobrevino; lo que me aterraba me alcanzó. No tuve quietud, reposo ni sosiego, y vino la indignación.
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