Biblia Comentada, Profesores de Salamanca (BAC, 1965)
19. Destrucción de Sodoma.
Extremada Corrupción de los Sodomitas (1-11).
1Llegaron a Sodoma los d0os ángeles ya de tarde, y Lot estaba sentado a la puerta de la ciudad. Al verlos, se levantó Lot y les salió al encuentro, e inclinó su rostro a tierra, 2diciendo: Mirad, señores; os ruego que vengáis a la casa de vuestro siervo, para pernoctar en ella y lavaros los pies. Cuando os levantéis por la mañana, seguiréis vuestro camino. Y le contestaron: No; pasaremos la noche en la plaza. 3Instóles mucho, y se fueron con él a su casa, donde les preparó de comer, y coció panes ácimos y comieron. 4Antes que fueran a acostarse, los hombres de la ciudad, los habitantes de Sodoma, rodearon la casa, mozos y viejos, todos sin excepción. 5Llamaron a Lot y le dijeron: ¿Dónde están los hombres que han venido a tu casa esta noche? Sácanoslos, para que los conozcamos. 6Salió Lot a la puerta, y, cerrándola tras sí, 7les dijo: Por favor, hermanos, no hagáis semejante maldad. 8He aquí que tengo dos hijas que no han conocido varón; os las sacaré, para que hagáis con ellas como bien os parezca; pero a esos hombres no les hagáis nada, pues para eso se han acogido a la sombra de mi techo. 9Ellos le respondieron: ¡Quítate allá! Quien ha venido como extranjero, ¿va a querer gobernarnos ahora? Te trataremos a ti peor que a ellos. Forcejeaban con Lot violentamente, y estaban ya para romper la puerta, cuando, 10sacando los hombres su mano, metieron a Lot dentro de la casa y cerraron la puerta. 11A los que estaban fuera los hirieron de ceguera, desde el menor hasta el mayor, y no pudieron ya dar con la puerta.
Yahvé desaparece de la escena, y Abraham se vuelve a su tienda. Entre tanto, los dos varones, que se habían apartado de Yahvé y de Abraham para encaminarse a Sodoma, llegan a las puertas de la ciudad al atardecer. Allí se hallarían reunidos los vecinos para disfrutar del fresco y curiosear las gentes nuevas, que entraban siempre con noticias recientes. La cortesía y la hospitalidad oriental pedían que todos se apresurasen a ofrecer hospitalidad a los dos forasteros que llegaban. Pero solamente Lot se acerca a ellos y les brinda su casa1. La conducta de las gentes de Sodoma, que, entrada la noche, van a reclamar a los huéspedes para abusar de ellos, no sólo ofende a las sagradas leyes de la hospitalidad, sino confirma lo dicho anteriormente sobre la corrupción de Sodoma. La conducta de Lot, defendiendo a sus huéspedes, responde a la que seguiría un jeque honorable, a quien la Ley imponía morir en defensa de los que se acogieran a su tienda. La solución que ofrece Lot para defenderlos es la misma que vemos puesta en práctica en el caso del levita que entregó su concubina a los benjaminitas2. El vicio sodomítico estaba muy extendido en el mundo pagano antiguo. En la Ley mosaica es penado con la muerte 3, mientras que en el
Código de Hammurabi se favorece la institución de los hieródulos masculinos al servicio de los templos4. En el templo de Jerusalén, por influencia asiria, llegaron a instalarse estos hieródulos5. En
Deu_23:18 se les llama
perros. San Pablo alude a estas degeneraciones en el mundo pagano6. Lot defiende a los huéspedes, que para el jeque oriental son inviolables, y debe defenderlos y protegerlos mientras estén en su casa. Y así, entre su deber de defender a los huéspedes y el de salvar el honor de sus hijas, se inclina por el primero, ofreciendo a éstas para calmar la voluptuosidad de los atacantes. Para nosotros, esta conducta nos resulta incomprensible; pero, en el ambiente social primitivo oriental, esto es lo normal7. Agustín de Hipona trata de disculpar a Lot, diciendo que estaba en estado de turbación ante la invasión de los sodomitas8. San Juan Crisóstomo considera heroica la conducta de Lot, al sacrificar el honor de sus hijas al deber de la hospitalidad9.
Los huéspedes defienden a Lot y cierran la puerta contra los asaltantes, haciéndoles padecer una especie de ceguera o ilusión óptica, de forma que no dieran con la puerta (v.11).
Anuncio de la Destrucción de Sodoma (12-14).
12Dijeron los dos hombres a Lot: ¿Tienes aquí alguno, yerno, hijo o hija? Todo cuanto tengas en esta ciudad, sácalo de aquí, 13porque vamos a destruir este lugar, pues es grande su clamor en la presencia de Yahvé, y éste nos ha mandado para destruirla. 14Salió, pues, Lot para hablar a sus yernos, los que habían de tomar por mujeres a sus hijas, y les dijo: Levantaos y salid de este lugar, porque va a destruir Yahvé esta ciudad; y les pareció a sus yernos que se burlaba.
Después del incidente, los dos visitantes, mostrando ya un poder sobrehumano, dan a entender que tienen una misión concreta en su viaje, la de anunciar la inmediata destrucción de la ciudad para que Lot y su familia se ponga a salvo.
Se presentan como enviados de Yahvé (v.13). Lot lo comunica a sus yernos, que habían de casarse con sus hijas10. Pero éstos no toman en serio la advertencia de su suegro y se ríen de sus malos presentimientos.
Destrucción de Sodoma y Gomorra (15-29).
15En cuanto salió la aurora, dieron prisa los ángeles a Lot, diciéndole: Levántate, toma a tu mujer y a las dos hijas que tienes, no sea que perezcas tú también por las iniquidades de la ciudad. 16Y como se retardase, agarráronlos de la mano los hombres a él, a su mujer y a sus dos hijas, pues quería Yahvé salvarle, y, sacándolos, los pusieron fuera de la ciudad. 17Una vez fuera, le dijeron: Sálvate; no mires atrás y no te detengas en parte alguna del contorno; huye al monte si no quieres perecer. 18Díjoles Lot: No, por favor, señores; 19vuestro siervo ha hallado gracia a vuestros ojos, pues me habéis hecho el gran beneficio de salvarme la vida; pero yo no podré salvarme en el monte sin el riesgo de que me alcance la destrucción y perezca. 20Mirad, ahí cerca está esa ciudad en que podré refugiarme; es bien pequeña; permitid que me salve en ella: ¿no es bien pequeña? Así viviría. 21Y le dijeron: He aquí que te concedo también la gracia de no destruir esa ciudad de que hablas. 22Pero apresúrate a refugiarte en ella, pues no puedo hacer nada mientras en ella no hayas entrado tú. Por eso se dio a aquella ciudad el nombre de Soar. 23Salía el sol sobre la tierra cuando entraba Lot en Soar, 24e hizo Yahvé llover sobre Sodoma y Gomorra azufre y fuego de Yahvé desde el cielo. 25Destruyó estas ciudades y toda la hoya, y cuantos hombres había en ellas, y hasta las plantas de la tierra. 26La mujer de Lot miró atrás, y se convirtió en un bloque de sal. 27Levantóse Abraham de mañana y fue al lugar donde había estado con Yahvé, 28y, mirando hacia Sodoma y Gomorra y toda la hoya, vio que salía de la tierra una humareda, como humareda de horno. 29Cuando destruyó Yahvé las ciudades de la hoya, se acordó de Abraham, y salvó a Lot de la destrucción al aniquilar las ciudades donde habitaba Lot.
Los enviados apremian a que Lot y los suyos abandonen sin demora la ciudad maldita, pues la catástrofe se avecina. Ellos mismos, ante el atolondramiento de Lot, cogen con la mano a sus familiares y los sacan de la ciudad (v.16). El peligro es tan inminente, que no debe perder el tiempo:
no mires atrás (v.17). Debe correr hacia la montaña, pero Lot prefiere ir hacia una ciudad pequeña llamada Soar 11, situada al sur del mar Muerto12. Cuando llegó a esta ciudad, tuvo lugar la catástrofe de Sodoma y Gomorra: las dos ciudades fueron anegadas por una tempestad de
azufre y de fuego de Yahvé (v.24). Esto tiene explicación en la naturaleza del suelo sobre que estaban fundadas estas ciudades. Los griegos llamaban lago
Asfaltites al mar Muerto, por las emanaciones asfálticas y sulfurosas que hay en su fondo, pues salen a la superficie en grandes cantidades. Así, podemos suponer que hubo un terremoto, que, al abrir la tierra, dio salida a los gases sulfurosos, inflamados al ponerse en contacto con el aire (
azufre y fuego de Yahvé), abrasando a las ciudades malditas de la hoya del sur del mar Muerto. La justicia de Dios se sirvió de esta conmoción volcánica o sísmica para castigar la iniquidad de estas ciudades, revelando con ello su santidad, incompatible con el pecado, sobre todo con el crimen nefando carnal contra naturaleza13. El nombre de la ciudad de Sodoma parece conservado en el actual
dgebel Usdum, al sudoeste del mar Muerto, donde aún se ven las estelas de sal caprichosamente modeladas por la erosión, y algunas de forma humana, relacionadas en el folklore con la suerte de la mujer de Lot petrificada14. La petrificación de ella se puede concebir suponiendo que fue anegada por una ola de sustancias salino-sulfurosas, quedando después endurecida como una piedra. A propósito de este hecho, la literatura bíblica
ha sacado consecuencias morales15.
El historiador sagrado es un profeta, y su principal propósito, al narrarnos los hechos históricos, es ponernos ante los ojos los atributos divinos16. El vicio de Sodoma, pecado contra naturaleza, parece haber sido común en Sodoma, como lo era en otros pueblos orientales, de donde se propagó a los griegos, y de éstos a los romanos. La Escritura nos habla de los
perros, designación despectiva de los hombres que se dedicaban a la prostitución17. La perversión llegaba a tal extremo, que se designaba a estos miserables con el nombre de
qadesim (sagrados), considerando su oficio como algo sagrado, en cuanto que estaban vinculados a algún santuario18. Estos testimonios nos muestran que Israel no estaba exento de este vicio, y a condenarlo se dirige el presente relato. El autor de la Sabiduría comenta el suceso al estilo midrásico: La sabiduría salvó de la ruina de los impíos al justo en su huida del fuego que descendía sobre la Pentápolis; y en testimonio de la maldad continúa la tierra desolada, humeante, y sus árboles dan frutos que no maduran, y una estatua de sal quedó cual monumento de un alma desobediente.19
El Salvador trae a la memoria de sus oyentes la conducta de los moradores de Sodoma, los cuales, cuando les amenazaba la ruina, comían y bebían,
sin pensar en el juicio de Dios que pesaba sobre ellos. También recuerda la imprudencia de la mujer de Lot, que, por desatender las advertencias de los ángeles, quedó convertida en estatua de sal20.
La Descendencia de Lot (30-38).
30Subió Lot desde Soar, y habitó en el monte con sus hijas, porque temía habitar en Soar, y moró en una caverna con sus dos hijas. 31Y dijo la mayor a la menor: Nuestro padre es ya viejo, y no hay aquí hombres que entren a nosotras, como en todas partes se acostumbra. 32Vamos a embriagar a nuestro padre y acostarnos con él, a ver si tenemos de él descendencia. 33Embriagaron, pues, a su padre aquella misma noche, y se acostó con él la mayor, sin que él la sintiera, ni al acostarse ella ni al levantarse. 34Al día siguiente dijo la mayor a la menor: Ayer me acosté yo con mi padre; embriaguémosle también esta noche, y te acuestas tú con él para ver si tenemos descendencia de nuestro padre. 35Embriagaron, pues, también aquella noche a su padre, y se acostó con él la menor, sin que al acostarse ella ni al levantarse lo sintiera. 36Y concibieron de su padre las dos hijas de Lot. 37Parió la mayor un hijo, a quien llamó Moab, que es el padre de Moab hasta hoy. 38También la menor parió un hijo, a quien llamó Ben Ammí, que es el padre de los Bene-Ammón hasta hoy.
Según hemos visto, Lot era sobrino de Abraham, y, por consiguiente, la descendencia de Lot, Moab y Amón, está emparentada con Israel. Sin embargo, las enemistades no son raras entre los pueblos vecinos, y esto sucedía entre Israel, de una parte, y Moab y Amón, de otra. Leemos en el Deuteronomio: Los amonitas y moabitas no serán admitidos en la asamblea de Yahvé ni aun a la décima generación; no entrarán jamás. No buscarás su amistad ni cuidarás de su bienestar en los días de tu vida.21 Todas estas prohibiciones tenían por causa la hostilidad con que los moabitas y amonitas recibieron a Israel cuando pidió paso por su territorio camino de Canaán. Claro que esto tenía sus excepciones. La buena Rut,
que figura en la genealogía del Salvador, era moabita, y este hecho debe explicar otro muy curioso de la vida de David. Cuando éste se vio acosado por Saúl, temiendo que las iras del rey fueran a desahogarse en sus padres, los hizo trasladar a Moab, encomendándoles a la benevolencia de su rey22. Aquior, el que hizo la apología de Israel en presencia de Holofernes y luego se incorporó al pueblo escogido, era amonita23. Pero, a pesar de estos detalles, las relaciones de estos pueblos con Israel no eran todo lo cordiales que sería de desear; corrían entre unos y otros anécdotas despectivas, con las que mutuamente se zaherían, como esta picante sátira sobre el origen incestuoso de los moabitas y amonitas, que eran así mal nacidos.
Como en la tabla etnográfica del c.10, el autor sagrado utiliza el sistema de los epónimos para aclarar el origen de los pueblos, y supone que Moab y Amón fueron dos personajes que dieron nombre a estas respectivas naciones. Así, este relato se presenta como una leyenda etnológica que pretende explicar el origen de los dos pueblos vecinos de los israelitas, los moabitas y amonitas.24 Para los hebreos, el incesto era una abominación25. Por eso, atribuir un origen incestuoso a sus enemigos hereditarios, los moabitas y amonitas, no podía ser sino una burla despectiva26
De todos modos, la anécdota es concebible dentro de la mentalidad de la época. Después de la catástrofe, las hijas de Lot creían no poder encontrar hombres, sobre todo de su parentela, como era ley en la historia patriarcal, para casarse y tener la ansiada descendencia, y así, en su ignorancia (supuesta la rudeza de costumbres de la época), consideran lícito tener descendencia de su propio padre. Ante el dilema de quedar sin descendencia y el vencer la repugnancia a tener relaciones sexuales con su progenitor, se dejan llevar por el deseo de tener descendencia. Para nosotros, esto resulta incomprensible; pero, dada la moralidad sexual, no muy exigente, de los tiempos patriarcales (sobre todo por influencia del ambiente pagano), es explicable. Es un caso similar al gesto de Lot de ofrecer el honor de sus hijas para salvar el deber de la hospitalidad, que considera más sagrado27. No obstante, el autor sagrado considera esta unión incestuosa como monstruosa, y en su relato hay una sangrienta ironía contra el supuesto origen de los moabitas y amonitas. La etimología de los amonitas se relaciona con la exclamación de una de las hijas de Lot: Hijo de mi pueblo (
Bene Ammón),
y los LXX, paralelamente, añaden a propósito de Moab: Hijo de mi raza (de
Mehabí: de mi padre, o
muabi: agua de mi padre:
semen patris)28. Los lexicólogos demuestran el parentesco de hebreos, moabitas y amonitas, ya que las lenguas de ellos son como formas dialectales de un común cananeo.
Con este relato tan singular, el autor sagrado nos despide de Lot, el sobrino de Abraham. La verdad es que su figura no se nos muestra tan simpática y atrayente como la de Abraham. Al separarse los dos, el tío se revela lleno de generosidad, mientras que el sobrino se demuestra al menos poco delicado en no otorgar la facultad de elección a su tío. Se deja llevar de las riquezas del valle de Jordán, que se parecía al valle del Nilo29, sin atender a la condición de los moradores de él. Cuando llega la invasión de los reyes caldeos, Abraham se distingue por su decisión y generosidad; pero de Lot nada se dice, sino que fue rescatado en virtud de la victoria de su tío. En este último episodio,
Abraham se manifiesta el amigo de Yahvé, que aprovecha esta amistad para interceder por aquellos a quienes
la justicia divina tenía amenazados. De Lot sólo se pone de manifiesto su hospitalidad. Otras cosas redundan en su honor, aunque la gracia de su tío le haya traído la salvación de tan grave peligro.
1 Cf.
Jue_19:1;
Jue_19:5s. 2 Jue 19:22. 3 Cf.
Lev_18:22;
Lev_20:13;
Deu_23:18-19. 4
Cód. de Hammur. art. 187.192.193. 5 Cf.
2Re_23:7. 6
Rom_1:26-27. 7 Cf. Jaussen, Coutumes des Arabes au Pays de Moab 79,93. 8 Agustín de Hipona,
Quaest. in Hexateuchum I 42: PL 34,559. 9 San Crisóstomo,
Hom. in Gen. 43: PG 54,400-401. 10 En el
Código de Hammuabi se prevé el caso de una mujer desposada que vive en la casa de su padre que no ha tenido aún relaciones con su marido (art. 130). Y se considera como adulterio la violación de tal esposa. 11 En hebreo hay un juego de palabras entre
misear (pequeña) y Soar, que los LXX transcriben Segor, que se relaciona con el árabe
sagir (pequeño). 12 Cf. Fl. Josefo, Bell.
iud. IV 8,4; cf. coment. a
Gen_13:10. 13 Cf.
Eco_16:9. 14 Hoy día uno de esos bloques de sal sulfurosos que tiene forma humana es llamado hija de Lot. A este propósito comenta el P. Lagrange: ¿No habrá dado la imaginación popular a estas cosas una fisonomía y, al encontrar un bloque de sal con alguna semejanza (humana), no la habrá mezclado al recuerdo de una mujer desaparecida en una gran catástrofe? (
La métode historique [París 1903] 202). Los árabes llaman
Bahr Lut (Mar de Lot) al mar Muerto. 15 Cf.
Deu_29:22;
Deu_32:32;
Isa_1:9-10;
Isa_3:9;
Isa_13:19;
Jer_23:14;
Jer_49:18. 16
Eco_16:9. 17 Cf.
Deu_23:18;
Rev_22:15. 18 Cf.
1Re_14:24;
1Re_15:12;
1Re_22:47. 19
Sab_10:6s. 20
Luc_17:28s. 21
Deu_23:3-6. 22
1Sa_22:3. 23
Jud_1:5s. 24 A. Clamer, o.c., p.297. A este propósito dice el P. Lagrange: El autor no creía, sin duda, en la realidad del hecho (la mujer cambiada en estatua de sal) como cuando cuenta el origen incestuoso de Moab y Amón. Aquí la ironía es acerba; los juegos de palabras, tan ficticios y tan crueles, que la tradición sabía muy bien a qué atenerse, y San Jerónimo decía de los rabinos de su tiempo, sin protestar contra su opinión: ponen puntos para indicar que esto no es creíble. Sea lo que fuere de la finalidad de los puntos, el sentimiento exegético es muy justo: una sátira no es una historia (
La méthode historique p.207). 25 Cf.
Deu_27:20;
Deu_27:23;
Lev_18:6-18. 26 J. Chaine, o.c., p.253. 27 Véase el caso de Tamar, también llevada del deseo de tener hijos a toda costa: Gén c.38. 28 P. Dhorme: RB (1931) 373. 29
Gen_13:5-18.