Jueves, 24 Noviembre 2022

Jueves, XXXIV semana del Tiempo Ordinario (Año II) 2ª semana

Feriale
(de la Feria)

Laudes

V. Señor, ábreme los labios.
R. Y mi boca proclamará tu alabanza.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.

 INVITATORIO

Ant. Venid, adoremos al Señor, rey de los mártires. 

Salmo 94

Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos.

Porque el Señor es un Dios grande,
soberano de todos los dioses:
tiene en su mano las simas de la tierra,
son suyas las cumbres de los montes.
Suyo es el mar, porque él lo hizo,
la tierra firme que modelaron sus manos. 

Venid, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía. 

Ojalá escuchéis hoy su voz:
"No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto:
cuando vuestros padres me pusieron a prueba,
y dudaron de mí, aunque habían visto mis obras."

Durante cuarenta años
aquella generación me repugnó, y dije:
"Es un pueblo de corazón extraviado,
que no reconoce mi camino;
por eso he jurado en mi cólera
que no entrarán en mi descanso."

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Venid, adoremos al Señor, rey de los mártires. 

 HIMNO

Testigos de la sangre
con sangre rubricada,
frutos de amor cortados
al golpe de la espada.
 
Testigos del amor
en sumisión callada;
canto y cielo en los labios
al golpe de la espada.
 
Testigos del dolor
de vida enamorada;
diario placer de muerte
al golpe de la espada.
 
Testigos del cansancio
de una vida inmolada
a golpe de Evangelio
y al golpe de la espada.
 
Demos gracias al Padre
por la sangre sagrada;
pidamos ser sus mártires,
y a cada madrugada
poder morir la vida
al golpe de la espada. Amén.

SALMODIA

Ant. 1. Sáname, Señor, porque he pecado contra ti.

Salmo 40
ORACIÓN DE UN ENFERMO
Uno de vosotros me va a entregar: uno que está comiendo conmigo (Mc 14, 18).

Dichoso el que cuida del pobre y desvalido;
en el día aciago lo pondrá a salvo el Señor.
 
El Señor lo guarda y lo conserva en vida,
para que sea dichoso en la tierra,
y no lo entrega a la saña de sus enemigos.
 
El Señor lo sostendrá en el lecho del dolor,
calmará los dolores de su enfermedad.
 
Yo dije: «Señor, ten misericordia,
sáname, porque he pecado contra ti.»
 
Mis enemigos me desean lo peor:
«A ver si se muere y se acaba su apellido.»
 
El que viene a verme habla con fingimiento,
disimula su mala intención,
y cuando sale afuera, la dice.
 
Mis adversarios se reúnen a murmurar contra mí,
hacen cálculos siniestros:
«Padece un mal sin remedio,
se acostó para no levantarse.»
 
Incluso mi amigo, de quien yo me fiaba,
que compartía mi pan,
es el primero en traicionarme.
 
Pero tú, Señor, apiádate de mí,
haz que pueda levantarme,
para que yo les dé su merecido.
 
En esto conozco que me amas:
en que mi enemigo no triunfa de mí.
 
A mí, en cambio, me conservas la salud,
me mantienes siempre en tu presencia.
 
Bendito el Señor, Dios de Israel,
ahora y por siempre. Amén, amén.

Ant. Sáname, Señor, porque he pecado contra ti.

Ant. 2. El Señor de los ejércitos está con nosotros, nuestro alcázar es el Dios de Jacob.

Salmo 45
DIOS, REFUGIO Y FORTALEZA DE SU PUEBLO
Le pondrán por nombre Emmanuel, que significa «Dios-con-nosotros» (Mt 1, 23).

Dios es nuestro refugio y nuestra fuerza,
poderoso defensor en el peligro.
 
Por eso no tememos aunque tiemble la tierra
y los montes se desplomen en el mar.
 
Que hiervan y bramen sus olas,
que sacudan a los montes con su furia:
 
el Señor de los ejércitos está con nosotros,
nuestro alcázar es el Dios de Jacob.
 
El correr de las acequias alegra la ciudad de Dios,
el Altísimo consagra su morada.
 
Teniendo a Dios en medio, no vacila;
Dios la socorre al despuntar la aurora.
 
Los pueblos se amotinan, los reyes se rebelan;
pero él lanza su trueno y se tambalea la tierra.
 
El Señor de los ejércitos está con nosotros,
nuestro alcázar es el Dios de Jacob.
 
Venid a ver las obras del Señor,
las maravillas que hace en la tierra:
 
Pone fin a la guerra hasta el extremo del orbe,
rompe los arcos, quiebra las lanzas,
prende fuego a los escudos.
 
«Rendíos, reconoced que yo soy Dios:
más alto que los pueblos, más alto que la tierra.»
 
El Señor de los ejércitos está con nosotros,
nuestro alcázar es el Dios de Jacob.

Ant. El Señor de los ejércitos está con nosotros, nuestro alcázar es el Dios de Jacob.

Ant. 3. Vendrán todas las naciones y se postrarán en tu acatamiento, Señor.

Cántico Ap 15, 3-4
CANTO DE LOS VENCEDORES

Grandes y maravillosas son tus obras,
Señor, Dios omnipotente,
justos y verdaderos tus caminos,
¡oh Rey de los siglos!
 
¿Quién no temerá, Señor,
y glorificará tu nombre?
Porque tú solo eres santo,
porque vendrán todas las naciones
y se postrarán en tu acatamiento,
porque tus juicios se hicieron manifiestos.

Ant. Vendrán todas las naciones y se postrarán en tu acatamiento, Señor. 

LECTURA BREVE 2 Co 1, 3-5

Bendito sea Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo Padre de misericordia y Dios de todo consuelo; él nos consuela en todas nuestras luchas, para poder nosotros consolar a los que están en toda tribulación, mediante el consuelo con que nosotros somos consolados por Dios. Porque si es cierto que los sufrimientos de Cristo rebosan sobre nosotros, también por Cristo rebosa nuestro consuelo.

RESPONSORIO BREVE

V. Los justos viven eternamente.
R. Los justos viven eternamente.
V. Reciben de Dios su recompensa.
R. Viven eternamente.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Alegría perpetua habrá en ellos. 

CÁNTICO EVANGÉLICO

Ant. Una multitud innumerable de mártires perseveró en el amor fraterno, porque tenían un mismo espíritu y una misma fe.

BENEDICTUS Lc 1, 68-79
EL MESÍAS Y SU PRECURSOR

Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo,
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo,
por boca de sus santos profetas.
 
Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
realizando la misericordia
que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abrahán.
 
Para concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días.
 
Y a ti, niño, te llamarán profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos,
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.
 
Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tinieblas
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos
por el camino de la paz.
 
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Una multitud innumerable de mártires perseveró en el amor fraterno, porque tenían un mismo espíritu y una misma fe.

 PRECES

Celebremos, amados hermanos, a Jesús, el testigo fiel, y al recordar hoy a los santos mártires sacrificados a causa de la palabra de Dios, aclamémosle diciendo:

Nos has comprado, Señor, con tu sangre.
 
Por la intercesión de los santos mártires que entregaron libremente su vida como testimonio de la fe,
— concédenos, Señor, la verdadera libertad de espíritu.
 
Por la intercesión de los santos mártires que proclamaron la fe hasta derramar su sangre,
— concédenos, Señor, la integridad y constancia de la fe.
 
Por la intercesión de los santos mártires que soportando la cruz siguieron tus pasos,
— concédenos, Señor, soportar con generosidad las contrariedades de la vida.
 
Por la intercesión de los santos mártires que blanquearon su manto en la sangre del Cordero,
— concédenos, Señor, vencer las obras del mundo y de la carne.

Dirijamos ahora nuestra oración al Padre que está en los cielos, diciendo:


intenciones libres

Padre nuestro, que estás en el cielo, santificado sea tu Nombre; venga a nosotros tu reino; hágase tu voluntad  en la tierra como en el cielo. Danos hoy nuestro pan de cada día; perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en la tentación, y líbranos del mal.  

ORACIÓN 

Oh Dios, fuente y origen de toda paternidad, tú hiciste que los santos mártires Andrés y sus compañeros fueran fieles a la cruz de Cristo, con una fidelidad que llegó hasta el derramamiento de su sangre; concédenos, por su intercesión, que difundamos tu amor entre nuestros hermanos y que nos llamemos y seamos de verdad hijos tuyos. Por nuestro Señor Jesucristo.

CONCLUSIÓN

V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.

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