TIEMPO DE ADVIENTO
VIERNES DE LA SEMANA II
Del propio del Tiempo. Salterio II

09 de diciembre



OFICIO DE LECTURA
 INVITATORIO


Si ésta es la primera oración del día:

V. Señor abre mis labios
R. Y mi boca proclamará tu alabanza

Se añade el Salmo del  INVITATORIO con la siguiente antífona:
&nbsp
Ant. Al Rey que viene, al Señor que se acerca, venid, adorémosle.
Si antes se ha rezado ya alguna otra Hora:
&nbsp
V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.


 HIMNO: DE LUZ NUEVA SE VISTE LA TIERRA

De luz nueva se viste la tierra,
porque el Sol que del cielo ha venido,
en la entraña feliz de la Virgen,
de su carne se ha revestido.

El amor hizo nuevas las cosas,
el Espíritu ha descendido
y la sombra del que todo puede
en la Virgen su luz ha encendido.

Ya la tierra reclama su fruto
y de bodas se anuncia alegría;
el Señor que en los cielos habita
se hizo carne en la Virgen María.

Gloria a Dios, el Señor poderoso,
a su Hijo y Espíritu Santo,
que amoroso nos ha bendecido
y a su reino nos ha destinado. Amén.

SALMODIA

Ant 1. Señor, no me castigues con cólera.

Salmo 37 I - ORACIÓN DE UN PECADOR EN PELIGRO DE MUERTE

Señor, no me corrijas con ira,
no me castigues con cólera;
tus flechas se me han clavado,
tu mano pesa sobre mí;

no hay parte ilesa en mi carne
a causa de tu furor,
no tienen descanso mis huesos
a causa de mis pecados;
mis culpas sobrepasan mi cabeza,
son un peso superior a mis fuerzas.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Señor, no me castigues con cólera.

Ant 2. Señor, todas mis ansias están en tu presencia.

Salmo 37 II

Mis llagas están podridas y supuran
por causa de mi insensatez;
voy encorvado y encogido,
todo el día camino sombrío;

tengo las espaldas ardiendo,
no hay parte ilesa en mi carne;
estoy agotado, deshecho del todo;
rujo con más fuerza que un león.

Señor mío, todas mis ansias están en tu presencia,
no se te ocultan mis gemidos;
siento palpitar mi corazón,
me abandonan las fuerzas,
y me falta hasta la luz de los ojos.

Mis amigos y compañeros se alejan de mí,
mis parientes se quedan a distancia;
me tienden lazos los que atentan contra mí,
los que desean mi daño me amenazan de muerte,
todo el día murmuran traiciones.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Señor, todas mis ansias están en tu presencia.

Ant 3. Yo te confieso mi culpa, no me abandones, Señor, Dios mío.

Salmo 37 III

Pero yo, como un sordo, no oigo;
como un mudo, no abro la boca;
soy como uno que no oye
y no puede replicar.

En ti, Señor, espero,
y tú me escucharás, Señor, Dios mío;
esto pido: que no se alegren por mi causa,
que, cuando resbale mi pie, no canten triunfo.

Porque yo estoy a punto de caer,
y mi pena no se aparta de mí:
yo confieso mi culpa,
me aflige mi pecado.

Mis enemigos mortales son poderosos,
son muchos los que me aborrecen sin razón,
los que me pagan males por bienes,
los que me atacan cuando procuro el bien.

No me abandones, Señor,
Dios mío, no te quedes lejos;
ven aprisa a socorrerme,
Señor mío, mi salvación.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Yo te confieso mi culpa, no me abandones, Señor, Dios mío.

V. Derrama, Señor, tu misericordia sobre nosotros.
R. Danos tu salvación, según tu promesa.


PRIMERA LECTURA

Del libro de Rut (2, 14-23)

REGRESO DE RUT JUNTO A NOEMÍ

Cuando llegó la hora de comer, Boaz dijo a Rut:

"Acércate, coge pan y moja la rebanada en la salsa."

Ella se sentó junto a los segadores, y él le ofreció grano tostado. Rut comió hasta quedar satisfecha, y todavía le sobró. Después se levantó a espigar, y Boaz ordenó a los criados:

"Aunque espigue entre las gavillas, no la riñáis; y hasta podéis tirar algunas espigas del manojo y las dejáis; y no la reprendáis cuando las recoja."

Rut estuvo espigando en aquel campo hasta la tarde; después vareó lo que había espigado y sacó media fanega de cebada. Se la cargó y marchó al pueblo. Enseñó a su suegra lo que había espigado, sacó lo que le había sobrado de la comida y se lo dio. Su suegra le preguntó:

"¿Dónde has espigado hoy, y, con quién has trabajado? ¡Bendito el que se ha interesado por ti!"

Rut le contó:

"El hombre con el que he trabajado hoy se llama Boaz."

Noemí dijo a su nuera:

"Que el Señor lo bendiga; el Señor, que no deja de apiadarse de vivos y muertos."

Y añadió:

"Ese hombre es pariente nuestro, uno de los que tienen que responder por nosotras."

Entonces siguió Rut, la moabita:

"También me dijo que no me apartase de sus criados hasta que no le acaben toda la siega."

Y Noemí le dijo:

"Hija, más vale que salgas con sus criados, y así no te molestarán en otra parte."

Así, pues, Rut siguió con los criados de Boaz, espigando hasta acabar la siega de la cebada y del trigo. Vivía con su suegra.

RESPONSORIO    Lc 1, 68, 70; 1Jn 4, 14

R. El señor ha redimido a su pueblo, * según lo habían predicho desde antiguo por boca de sus santos profetas.
V. El Padre envió a su Hijo para ser Salvador del mundo.
R. Según lo habían predicho desde antiguo por boca de sus santos profetas

SEGUNDA LECTURA

Del tratado de San Ireneo, obispo, Contra las herejías
(Libro 5, 19, 1; 20, 2; 21, 1: SC 153, 248-250. 260-264)

SOBRE EVA Y MARÍA

Cuando vino Dios visiblemente a sus creaturas y fue sostenido por esta creación que es por él mismo sostenida, expió aquella desobediencia cometida bajo un árbol, por medio de la obediencia efectuada sobre otro árbol, y destruyó así la seducción con que fue vilmente engañada aquella virgen Eva, destinada ya para un varón, con la verdad que le fue venturosamente anunciada por el ángel a la Virgen María, ya también prometida a otro varón.

Y así como Eva fue seducida por un ángel para que se alejara de Dios, desobedeciendo su palabra, así María fue notificada por otro ángel de que llevaría a Dios en su seno, si obedecía su palabra. Y como aquélla fue inducida a no obedecer a Dios, así ésta fue persuadida a obedecerlo, y de esta manera la Virgen María se convirtió en abogada de la virgen Eva.

Al renovar profundamente el Señor todas las cosas, declaró la guerra a nuestro enemigo, aplastó a aquel que en un principio nos había hecho cautivos en Adán y pisoteó su cabeza, según lo que, en el Génesis, Dios dice a la serpiente: Pongo hostilidad entre ti y la mujer, entre tu linaje y el suyo: él herirá tu cabeza cuando tú hieras su talón.

Con ello se anunciaba que aquel que debía nacer de una mujer Virgen, hecho hombre como Adán, aplastaría la cabeza de la serpiente. De esta descendencia habla el Apóstol, en la carta a los Gálatas, cuando dice: La ley mosaica fue puesta por Dios hasta que viniese la descendencia a quien se habían hecho las promesas.

Más claramente aún lo demuestra, en esa misma carta, al decir: Cuando se cumplió el tiempo, envió Dios a su Hijo, nacido de una mujer. El enemigo no hubiera sido vencido con justicia si el hombre que lo venció no hubiera nacido de una mujer, pues ya desde el comienzo se opuso al hombre, dominándolo por medio de la mujer.

Por eso el Señor afirma que él es el Hijo del hombre, el hombre por excelencia, el cual resume en sí al linaje nacido de mujer, de modo que, si nuestra especie bajó a la muerte a causa de un hombre vencido, por un hombre victorioso subamos de nuevo a la vida.

RESPONSORIO    Cf. Lc 1, 26. 27. 30. 31. 32

R. Fue enviado el ángel Gabriel a una virgen desposada con un hombre llamado José, para anunciarle el mensaje; y se turbó la Virgen ante su resplandor. «No temas, María, porque has hallado gracia e los ojos de Dios: * Concebirás y darás a luz un hijo, el cual será llamado Hijo del Altísimo.»
V. El Señor Dios le dará el trono de David, su padre y reinará en la casa de Jacob para siempre.
R. Concebirás y darás a luz un hijo, el cual será llamado Hijo del Altísimo.

ORACIÓN.

OREMOS,
Dios todopoderoso, concede a tu pueblo permanecer siempre en vela aguardando la venida de tu Hijo, para que cumpliendo lo que el mismo autor de nuestra salvación nos enseñó, podamos salir a su encuentro con nuestras lámparas encendidas. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos.
Amén

CONCLUSIÓN

V. Bendigamos al Señor.
R. Demos gracias a Dios.


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