II Samuel  18 Nueva Biblia de Jerusalén (Desclee, 1998) | 32 versitos |
1
Derrota del partido de Absalón.
David pasó revista al ejército que estaba con él y puso a su cabeza jefes de millar y de cien.
2 Dividió David el ejército en tres cuerpos: un tercio a las órdenes de Joab; un tercio a las órdenes de Abisay, hijo de Sarvia, hermano de Joab, y un tercio a las órdenes de Itay de Gat. Y dijo David a su ejército: «Yo mismo saldré también con vosotros.»
3 Pero la tropa dijo: «No debes salir, porque si nosotros tenemos que huir, no tendría importancia; aunque muriera la mitad de nosotros no tendría importancia; pero tú eres como diez mil de nosotros. Es mejor que puedas venir en nuestra ayuda desde la ciudad.»
4 El rey les dijo: «Haré lo que bien os parezca.» Se quedó, pues, el rey junto a la puerta y salió todo el ejército por centenares y millares.
5 El rey ordenó a Joab, Abisay e Itay: «Tratad bien, por amor a mí, al joven Absalón.» Y todo el ejército oyó las órdenes del rey a todos los jefes acerca de Absalón.
6 El ejército salió al campo, al encuentro de Israel, y se trabó la batalla en el bosque de Efraín.
7 El pueblo de Israel fue derrotado allí por los veteranos de David, y hubo aquel día un gran estrago de veinte mil hombres.
8 La batalla se extendió por todo aquel contorno y aquel día devoró el bosque más hombres que la espada.
9
Muerte de Absalón.
Absalón se topó con los veteranos de David. Iba Absalón montado en un mulo y el mulo se metió bajo el ramaje de una gran encina. La cabeza de Absalón se trabó y quedó en la encina colgado entre el cielo y la tierra, mientras que el mulo sobre el que montaba siguió adelante.
10 Lo vio un hombre y se lo avisó a Joab diciendo: «He visto a Absalón colgado de una encina.»
11 Joab dijo al hombre que le avisaba: «Si lo has visto, ¿por qué no lo has derribado allí mismo en tierra? Yo te habría dado diez siclos de plata y un cinturón.»
12 El hombre respondió a Joab: «Aunque pudiera pesar en la palma de mi mano mil siclos de plata, no alzaría mi mano contra el hijo del rey, pues ante nuestros oídos te ordenó el rey, a ti, a Abisay y a Itay: “Guardadme al joven Absalón.”
13 Si me hubiera mentido a mí mismo, expondría mi vida, pues al rey nada se le oculta y tú mismo te hubieras mantenido aparte.»
14 Respondió Joab: «No voy a estarme mirando tu cara.» Y tomando tres dardos en su mano los clavó en el corazón de Absalón, que estaba todavía vivo en medio de la encina.
15 Luego se acercaron diez jóvenes, escuderos de Joab, que hirieron a Absalón y lo remataron.
16 Joab mandó tocar el cuerno y el ejército dejó de perseguir a Israel, porque Joab retuvo al ejército.
17 Tomaron a Absalón, lo echaron en el bosque en un gran hoyo y pusieron encima un gran montón de piedras; y todo Israel huyó, cada uno a su tienda.
18 Estando en vida, había decidido Absalón alzarse la estela que está en el valle del rey, pues se había dicho: «No tengo hijo para perpetuar mi nombre», y había puesto a la estela su mismo nombre. Se llama «La Mano de Absalón», hasta el día de hoy.
19
Llegan noticias a David.
Ajimás, hijo de Sadoc, dijo: «Voy a correr y anunciar al rey la buena noticia de que Yahvé lo ha librado de manos de sus enemigos.»
20 Pero Joab le dijo: «No serás tú hombre que dé buenas noticias hoy. Otro día las darás; hoy no las darás porque el hijo del rey ha muerto.»
21 Y Joab dijo al cusita: «Anda y anuncia al rey lo que has visto.» El cusita se postró ante Joab y partió a la carrera.
22 Insistió de nuevo Ajimás, hijo de Sadoc, y dijo a Joab: «Pase lo que pase, yo también quiero correr tras el cusita.» Joab le dijo: «¿Para qué vas a correr, hijo mío? Aunque vayas, por esta noticia no te van a dar albricias.»
23 Él dijo: «Pase lo que pase, voy a correr.» Entonces le dijo: «Corre.» Ajimás corrió por el camino de la vega y adelantó al cusita.
24 Estaba David entre las dos puertas. El centinela que estaba en el terrado de la puerta, sobre la muralla, alzó la vista y vio a un hombre que venía corriendo solo.
25 Gritó el centinela y se lo comunicó al rey, y él dijo: «Si viene solo, hay buenas noticias en su boca.» Mientras éste se acercaba corriendo,
26 vio el centinela otro hombre corriendo y gritó el centinela de la puerta: «Ahí viene otro hombre solo, corriendo.» Dijo el rey: «También éste trae buenas noticias.»
27 Dijo el centinela: «Ya distingo el modo de correr del primero: por su modo de correr es Ajimás, hijo de Sadoc.» Dijo el rey: «Es un hombre de bien; viene para dar buenas noticias.»
28 Ajimás gritó al rey: «¡Paz!», y se postró ante el rey, rostro en tierra. Luego prosiguió: «Bendito sea Yahvé, tu Dios, que ha sometido a los hombres que alzaban la mano contra mi señor el rey.»
29 Preguntó el rey: «¿Está bien el joven Absalón?» Ajimás respondió: «Yo vi un gran tumulto cuando el siervo del rey, Joab, envió a tu siervo, pero no sé qué era.»
30 El rey dijo: «Pasa y ponte acá.» Él pasó y se quedó.
31 Llegó el cusita y dijo: «Recibe, oh rey mi señor, la buena noticia, pues hoy te ha liberado Yahvé de la mano de todos los que se alzaban contra ti.»
32 Dijo el rey al cusita: «¿Está bien el joven Absalón?» Respondió el cusita: «Que les suceda como a ese joven a todos los enemigos de mi señor el rey y a todos los que se levantan contra ti para hacerte mal.»

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Introducción a II Samuel 

Los libros de Samuel formaban una sola obra en la Biblia hebrea. La división en dos libros se remonta a la traducción griega que ha unido asimismo Samuel y Reyes bajo un mismo título: los cuatro libros de los Reinos; la Vulgata los llama los cuatro libros de los Reyes. El Samuel hebreo corresponde a los dos primeros. Este título proviene de la tradición que atribuía al profeta Samuel la composición de este escrito.

El texto es uno de los peor conservados del AT. La traducción griega de los Setenta da un texto bastante diferente, que se remonta a un prototipo del que las cuevas de Qumrán han proporcionado importantes fragmentos. Existían, pues, varias recensiones hebraicas de los libros de Samuel.

Se distinguen en él cinco partes:
a) Samuel, 1 S 1-7;
b) Samuel y Saúl, 1 S 8-15;
c) Saúl y David, 1 S 16 a 2 S 1;
d) David, 2 S 2-20;
e) suplementos, 2 S 21-24.

La obra combina o yuxtapone diversas fuentes y tradiciones sobre los comienzos del período monárquico. Hay una historia del arca y de su cautiverio entre los filisteos, 1 S 4-6, en la que no aparece Samuel y que proseguirá en 2 S 6. Está enmarcada por un relato de la infancia de Samuel, 1 S 1-3, y por otro relato que presenta a Samuel como el último de los Jueces y anticipa la liberación del yugo filisteo, 7. Samuel desempeña un papel esencial en la historia de la institución de la realeza, 1 S 8-12, donde se han distinguido desde hace tiempo dos grupos de tradiciones: 9; 1Sa_10:1-16 ; 11, por una parte, y 8; 1Sa_10:17-24 ; 12, por otra. Al primer grupo se le ha denominado versión monárquica del acontecimiento, y al segundo, versión antimonárquica; esta última sería posterior. En realidad ambas tradiciones son antiguas y solamente representan tendencias diferentes; además, la segunda corriente no es tan antimonárquica como se afirma, sino que solamente se opone a una realeza que no respetaría los derechos de Dios. Las guerras de Saúl contra los filisteos son narradas en 13-14, con una primera versión del rechazo de Saúl, 1Sa_13:7 a; una segunda versión de este rechazo se da en 15, en conexión con una guerra contra los amalecitas. Este rechazo prepara la unción de David por Samuel, 1Sa_16:1-13 . Sobre los comienzos de David y sus desavenencias con Saúl, se han recogido tradiciones paralelas y, al parecer, de igual antigüedad en 1Sa 16:14 - 2 S 1, donde los duplicados son frecuentes. El final de esta historia se encuentra en 2 S 2-5: el reinado de David en Hebrón, la guerra filistea y la toma de Jerusalén aseguran la confirmación de David como rey sobre todo Israel, 2Sa_5:12 . El cap. 6 prosigue la historia del arca; la profecía de Natán, 7, es antigua, pero ha sido retocada; el cap. 8 es un resumen redaccional. En 2 S 9 se inicia una larga narración que no concluirá hasta el comienzo de Reyes, 1R 1-2. Es la historia de la familia de David y de las luchas en torno a la sucesión al trono, escrita por un testigo ocular, en la primera mitad del reinado de Salomón. Queda interrumpida por 2 S 21-24, que agrupa trozos de origen diverso sobre el reinado de David.

Es posible que desde los primeros siglos de la monarquía hayan tomado cuerpo, además de la gran historia de 2 S 9-20, otras agrupaciones literarias: un primer ciclo de Samuel, dos historias de Saúl y David. Es posible, asimismo, que estos conjuntos hayan sido combinados en torno al año 700, pero los libros no recibieron su forma definitiva hasta que fueron incorporados a la gran historia deuteronomista. Sin embargo, la influencia del Deuteronomio resulta aquí menos visible que en Jueces y Reyes. Se la descubre particularmente en los primeros capítulos de la obra, especialmente en 1Sa_2:22-36 ; 7 y 12, quizá en una modificación de la profecía de Natán, 2 S 7; pero el relato de 2 S 9-20 se ha conservado casi sin retoque.

Los libros de Samuel abarcan el período que va de los orígenes de la monarquía israelita al final del reinado de David. La expansión de los filisteos (la batalla de Afec, 1 S 4, se sitúa hacia el 1050) ponía en peligro la existencia misma de Israel e impuso la monarquía. Saúl, hacia el 1030, es, en un principio, como un continuador de los Jueces, pero su reconocimiento por todas las tribus le confiere una autoridad universal y permanente: ha nacido la realeza. Comienza la guerra de liberación y los filisteos son arrojados hasta su territorio, 1 S 14; los encuentros ulteriores tienen lugar en los confines del territorio israelita, 1 S 17 (valle del Terebinto), 28 y 31 (Gelboé). Este último combate acaba en desastre y en él muere Saúl, hacia el 1010. La unidad nacional se ve de nuevo comprometida, David es consagrado rey en Hebrón por los de Judá, y las tribus del Norte le oponen a Isbaal, descendiente de Saúl, refugiado en Transjordania. Sin embargo, el asesinato de Isbaal hace posible la unión, y David es reconocido rey por Israel.

El segundo libro de Samuel no da más que un resumen de los resultados políticos del reinado de David: fueron, sin embargo, considerables. Los filisteos fueron definitivamente rechazados, la unificación del territorio concluye con la absorción de los enclaves cananeos, y en primer lugar Jerusalén, que se convirtió en la capital política y religiosa del reino. Fue sometida Transjordania, y David extendió su dominio sobre los arameos de Siria meridional. Con todo, cuando murió David, hacia el 970, la unidad nacional no estaba verdaderamente consolidada; David era rey de Israel y de Judá y estas dos fracciones se oponían a menudo: la rebelión de Absalón fue sostenida por las gentes del Norte, el benjaminita Seba quiso sublevar al pueblo al grito de «A tus tiendas, Israel». Se presiente ya el cisma.

Estos libros traen un mensaje religioso; exponen las condiciones y las dificultades de un reino de Dios sobre la tierra. El ideal sólo se ha conseguido bajo David; este logro ha sido precedido por el fracaso de Saúl y será seguido por todas las infidelidades de la monarquía, que atraerán la condenación de Dios y provocarán la ruina de la nación. A partir de la profecía de Natán, la esperanza mesiánica se ha alimentado de las promesas hechas a la casa de David. El NT se refiere a ellas tres veces, Hch_2:30 , 2Co_6:18 , Heb_1:5 . Jesús es descendiente de David, y el nombre de hijo de David que le da el pueblo es el reconocimiento de sus títulos mesiánicos. Los Padres han establecido un paralelo entre la vida de David y la de Jesús, el Cristo, el Ungido, elegido para salvación de todos, rey del pueblo espiritual de Dios y, sin embargo, perseguido por los suyos.

Fuente: Nueva Biblia de Jerusalén (1998) - referencias, notas e introducciones a los libros

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Notas

II Samuel  18,1
REFERENCIAS CRUZADAS

[1] 1Sa_11:11; Jue_7:16


II Samuel  18,2
NOTAS

18:2 «dividió (en tres)» griego luc.; «envió» hebr.

II Samuel  18,6
NOTAS

18:6 Emplazamiento dudoso.

II Samuel  18,9
NOTAS

18:9 «quedó... colgado» versiones; «fue puesto» hebr.

II Samuel  18,12
REFERENCIAS CRUZADAS

[1] 2Sa_18:5

II Samuel  18,15
REFERENCIAS CRUZADAS

[1] 1Sa_14:13

II Samuel  18,17
REFERENCIAS CRUZADAS

[1] Jos_7:26; Jos_8:29; Jos_10:27

II Samuel  18,18
REFERENCIAS CRUZADAS

[1] Gén_14:17; 2Sa_14:27

NOTAS

18:18 Este monumento no es la tumba helenística que puede verse en el valle del Cedrón. Era una massebah, una estela funeraria, ver Gén_35:20.

II Samuel  18,22
NOTAS

18:22 Al portador de una buena noticia se le dan albricias, es decir, una gratificación.

II Samuel  18,25
NOTAS

18:25 Un desastre sería anunciado por un tropel de fugitivos.

II Samuel  18,27
REFERENCIAS CRUZADAS

[1] 2Re_9:20

[2] 1Re_1:42

II Samuel  18,29
NOTAS

18:29 Ajimás trata de pasar a segundo plano, dejando que sea el otro mensajero quien dé la mala noticia.