II Samuel  20 Nueva Biblia de Jerusalén (Desclee, 1998) | 26 versitos |
1
Revuelta de Seba.
Había allí un malvado llamado Seba, hijo de Bicrí, benjaminita, que hizo sonar el cuerno y dijo:
«No tenemos parte con David,
ni tenemos heredad con el hijo de Jesé.
¡Cada uno a sus tiendas, Israel!»
2 Y todos los hombres de Israel se apartaron de David para seguir a Seba, hijo de Bicrí, mientras que los hombres de Judá se adhirieron a su rey, desde el Jordán hasta Jerusalén.
3 David entró en su casa de Jerusalén; tomó el rey las diez concubinas que había dejado para guardar la casa y las puso bajo custodia. Proveyó a su mantenimiento, pero no se acercó a ellas y estuvieron encerradas hasta el día de su muerte, como viudas de por vida.
4
Asesinato de Amasá.
El rey dijo a Amasá: «Convócame a los hombres de Judá y preséntate aquí dentro de tres días.»
5 Partió Amasá para convocar a Judá, pero tardó más tiempo del señalado.
6 Entonces David dijo a Abisay: «Ahora Seba, hijo de Bicrí, nos va a hacer más mal que Absalón. Toma los veteranos de tu señor y parte en su persecución para que no alcance las ciudades fortificadas y lo perdamos de vista.»
7 Salieron tras él los hombres de Joab, los quereteos, los peleteos y todos los valientes; salieron de Jerusalén para perseguir a Seba, hijo de Bicrí.
8 Estaban cerca de la piedra grande que hay en Gabaón cuando Amasá se presentó ante ellos. Vestía Joab su vestido militar y llevaba sobre él la espada, en la vaina, ceñida al costado. La espada se salió y cayó.
9 Joab dijo a Amasá: «¿Estás bien, hermano mío?», y sujetó Joab con su mano derecha la barba de Amasá como para besarle.
10 Amasá no se fijó en la espada que Joab tenía en su mano; éste le hirió en el vientre y se esparcieron sus entrañas por tierra. No tuvo que repetir para matarlo. Luego Joab y su hermano Abisay continuaron la persecución de Seba, hijo de Bicrí.
11 Se quedó junto a Amasá uno de los criados de Joab que decía: «Quien quiera a Joab y quien esté por David, que siga a Joab.»
12 Amasá, envuelto en sangre, estaba en medio del camino; viendo el hombre que todo el pueblo paraba, apartó a Amasá del camino al campo, y le puso encima un vestido, porque vio que todos los que llegaban hasta él se detenían.
13 Cuando Amasá fue apartado del camino, todos los hombres seguían en pos de Joab, en persecución de Seba, hijo de Bicrí.
14
Fin de la revuelta.
Atravesó todas las tribus de Israel hacia Abel Bet Maacá, y todos los aliados se reunieron y le siguieron.
15 Vinieron y le cercaron en Abel Bet Maacá. Alzaron junto a la ciudad un terraplén que llegaba hasta el contramuro y todo el ejército que estaba con Joab hacía trabajos de zapa para derribar el muro.
16 Entonces una mujer sagaz gritó desde la ciudad: «¡Escuchad, escuchad! Decid a Joab que se acerque aquí, que quiero hablarle.»
17 Se acercó él y la mujer dijo: «¿Eres tú Joab?» Respondió: «Yo soy.» Ella le dijo: «Escucha las palabras de tu sierva.» «Te escucho» —dijo él—.
18 Ella continuó: «Antes se solía decir: Para consultar, que se consulte en Abel. Y el asunto queda zanjado.
19 Soy pacífica y fiel en Israel. ¿Y tú estás buscando la destrucción de una ciudad, madre de ciudades en Israel? ¿Por qué quieres destruir una heredad de Yahvé?»
20 Respondió Joab: «¡Lejos, lejos de mí querer destruir y aniquilar!
21 No se trata de eso, sino de un hombre de la montaña de Efraín, llamado Seba, hijo de Bicrí, que ha alzado su mano contra el rey, contra David. Entregadlo en nuestras manos y me marcharé de la ciudad.» Respondió la mujer a Joab: «Se te echará su cabeza por encima del muro.»
22 La mujer habló a todo el pueblo con su habitual sagacidad. Le cortaron la cabeza a Seba, hijo de Bicrí, y se la arrojaron a Joab. Entonces éste hizo sonar el cuerno y se alejaron de la ciudad cada uno a su tienda. Joab se volvió a Jerusalén junto al rey.
23
Altos cargos del reino de David.
Joab era jefe de todo el ejército de Israel. Benaías, hijo de Joadá, era jefe de los quereteos y los peleteos.
24 Adonirán era jefe de la leva, y Josafat, hijo de Ajilud, era el heraldo.
25 Serayas era secretario; Sadoc y Abiatar eran sacerdotes.
26 También Irá el yairita era sacerdote de David.

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Introducción a II Samuel 

Los libros de Samuel formaban una sola obra en la Biblia hebrea. La división en dos libros se remonta a la traducción griega que ha unido asimismo Samuel y Reyes bajo un mismo título: los cuatro libros de los Reinos; la Vulgata los llama los cuatro libros de los Reyes. El Samuel hebreo corresponde a los dos primeros. Este título proviene de la tradición que atribuía al profeta Samuel la composición de este escrito.

El texto es uno de los peor conservados del AT. La traducción griega de los Setenta da un texto bastante diferente, que se remonta a un prototipo del que las cuevas de Qumrán han proporcionado importantes fragmentos. Existían, pues, varias recensiones hebraicas de los libros de Samuel.

Se distinguen en él cinco partes:
a) Samuel, 1 S 1-7;
b) Samuel y Saúl, 1 S 8-15;
c) Saúl y David, 1 S 16 a 2 S 1;
d) David, 2 S 2-20;
e) suplementos, 2 S 21-24.

La obra combina o yuxtapone diversas fuentes y tradiciones sobre los comienzos del período monárquico. Hay una historia del arca y de su cautiverio entre los filisteos, 1 S 4-6, en la que no aparece Samuel y que proseguirá en 2 S 6. Está enmarcada por un relato de la infancia de Samuel, 1 S 1-3, y por otro relato que presenta a Samuel como el último de los Jueces y anticipa la liberación del yugo filisteo, 7. Samuel desempeña un papel esencial en la historia de la institución de la realeza, 1 S 8-12, donde se han distinguido desde hace tiempo dos grupos de tradiciones: 9; 1Sa_10:1-16 ; 11, por una parte, y 8; 1Sa_10:17-24 ; 12, por otra. Al primer grupo se le ha denominado versión monárquica del acontecimiento, y al segundo, versión antimonárquica; esta última sería posterior. En realidad ambas tradiciones son antiguas y solamente representan tendencias diferentes; además, la segunda corriente no es tan antimonárquica como se afirma, sino que solamente se opone a una realeza que no respetaría los derechos de Dios. Las guerras de Saúl contra los filisteos son narradas en 13-14, con una primera versión del rechazo de Saúl, 1Sa_13:7 a; una segunda versión de este rechazo se da en 15, en conexión con una guerra contra los amalecitas. Este rechazo prepara la unción de David por Samuel, 1Sa_16:1-13 . Sobre los comienzos de David y sus desavenencias con Saúl, se han recogido tradiciones paralelas y, al parecer, de igual antigüedad en 1Sa 16:14 - 2 S 1, donde los duplicados son frecuentes. El final de esta historia se encuentra en 2 S 2-5: el reinado de David en Hebrón, la guerra filistea y la toma de Jerusalén aseguran la confirmación de David como rey sobre todo Israel, 2Sa_5:12 . El cap. 6 prosigue la historia del arca; la profecía de Natán, 7, es antigua, pero ha sido retocada; el cap. 8 es un resumen redaccional. En 2 S 9 se inicia una larga narración que no concluirá hasta el comienzo de Reyes, 1R 1-2. Es la historia de la familia de David y de las luchas en torno a la sucesión al trono, escrita por un testigo ocular, en la primera mitad del reinado de Salomón. Queda interrumpida por 2 S 21-24, que agrupa trozos de origen diverso sobre el reinado de David.

Es posible que desde los primeros siglos de la monarquía hayan tomado cuerpo, además de la gran historia de 2 S 9-20, otras agrupaciones literarias: un primer ciclo de Samuel, dos historias de Saúl y David. Es posible, asimismo, que estos conjuntos hayan sido combinados en torno al año 700, pero los libros no recibieron su forma definitiva hasta que fueron incorporados a la gran historia deuteronomista. Sin embargo, la influencia del Deuteronomio resulta aquí menos visible que en Jueces y Reyes. Se la descubre particularmente en los primeros capítulos de la obra, especialmente en 1Sa_2:22-36 ; 7 y 12, quizá en una modificación de la profecía de Natán, 2 S 7; pero el relato de 2 S 9-20 se ha conservado casi sin retoque.

Los libros de Samuel abarcan el período que va de los orígenes de la monarquía israelita al final del reinado de David. La expansión de los filisteos (la batalla de Afec, 1 S 4, se sitúa hacia el 1050) ponía en peligro la existencia misma de Israel e impuso la monarquía. Saúl, hacia el 1030, es, en un principio, como un continuador de los Jueces, pero su reconocimiento por todas las tribus le confiere una autoridad universal y permanente: ha nacido la realeza. Comienza la guerra de liberación y los filisteos son arrojados hasta su territorio, 1 S 14; los encuentros ulteriores tienen lugar en los confines del territorio israelita, 1 S 17 (valle del Terebinto), 28 y 31 (Gelboé). Este último combate acaba en desastre y en él muere Saúl, hacia el 1010. La unidad nacional se ve de nuevo comprometida, David es consagrado rey en Hebrón por los de Judá, y las tribus del Norte le oponen a Isbaal, descendiente de Saúl, refugiado en Transjordania. Sin embargo, el asesinato de Isbaal hace posible la unión, y David es reconocido rey por Israel.

El segundo libro de Samuel no da más que un resumen de los resultados políticos del reinado de David: fueron, sin embargo, considerables. Los filisteos fueron definitivamente rechazados, la unificación del territorio concluye con la absorción de los enclaves cananeos, y en primer lugar Jerusalén, que se convirtió en la capital política y religiosa del reino. Fue sometida Transjordania, y David extendió su dominio sobre los arameos de Siria meridional. Con todo, cuando murió David, hacia el 970, la unidad nacional no estaba verdaderamente consolidada; David era rey de Israel y de Judá y estas dos fracciones se oponían a menudo: la rebelión de Absalón fue sostenida por las gentes del Norte, el benjaminita Seba quiso sublevar al pueblo al grito de «A tus tiendas, Israel». Se presiente ya el cisma.

Estos libros traen un mensaje religioso; exponen las condiciones y las dificultades de un reino de Dios sobre la tierra. El ideal sólo se ha conseguido bajo David; este logro ha sido precedido por el fracaso de Saúl y será seguido por todas las infidelidades de la monarquía, que atraerán la condenación de Dios y provocarán la ruina de la nación. A partir de la profecía de Natán, la esperanza mesiánica se ha alimentado de las promesas hechas a la casa de David. El NT se refiere a ellas tres veces, Hch_2:30 , 2Co_6:18 , Heb_1:5 . Jesús es descendiente de David, y el nombre de hijo de David que le da el pueblo es el reconocimiento de sus títulos mesiánicos. Los Padres han establecido un paralelo entre la vida de David y la de Jesús, el Cristo, el Ungido, elegido para salvación de todos, rey del pueblo espiritual de Dios y, sin embargo, perseguido por los suyos.

Fuente: Nueva Biblia de Jerusalén (1998) - referencias, notas e introducciones a los libros

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Notas

II Samuel  20,1
REFERENCIAS CRUZADAS

[1] 1Re_12:16

NOTAS

20 En esta rebelión, provocada por un benjaminita, no contaba sólo el rencor de la tribu de Saúl. En ella se encerraba la enemistad entre Israel y Judá.


II Samuel  20,3
REFERENCIAS CRUZADAS

[1] 2Sa_15:16; 2Sa_16:20-22

II Samuel  20,4
REFERENCIAS CRUZADAS

[1] 2Sa_19:14 [2Sa_19:13]

II Samuel  20,7
REFERENCIAS CRUZADAS

[1] 2Sa_8:18; 2Sa_23:8 s

[2] 2Sa_2:13

II Samuel  20,13
NOTAS

20:13 Joab se impone con su prestigio como jefe, contra la voluntad del rey, y el ejército se une a él.

II Samuel  20,14
NOTAS

20:14 (a) El v. no está muy claro, pero parece que es Joab quien recorre el territorio de Israel, refuerza su tropa y pone cerco a Abel Bet Maacá.

20:14 (b) Un espacio en blanco en los mss sugiere que han desaparecido algunas palabras. El texto del v. es dudoso.

II Samuel  20,18
NOTAS

20:18 La mujer habla en nombre de la ciudad, cuya reputación en materia de juicio es proverbial.

II Samuel  20,23
REFERENCIAS CRUZADAS

[1] = 2Sa_8:16-18

II Samuel  20,25
REFERENCIAS CRUZADAS

[1] 2Sa_8:18+

NOTAS

20:25 Serayas, restituido según 2Sa_8:17. Hebr. «Seya».