II Reyes  17 Nueva Biblia de Jerusalén (Desclee, 1998) | 41 versitos |
1
Reinado de Oseas en Israel (732-724).
En el año doce de Ajaz, rey de Judá, comenzó a reinar Oseas, hijo de Elá, en Samaría, sobre Israel. Reinó nueve años.
2 Hizo lo malo a los ojos de Yahvé, aunque no tanto como los reyes de Israel que le precedieron.
3 Salmanasar, rey de Asiria, marchó contra Oseas, que se hizo vasallo suyo y le pagaba tributo.
4 Pero el rey de Asiria descubrió que Oseas le traicionaba: había despachado mensajeros a So, rey de Egipto, y dejó de pagar tributo al rey de Asiria, como en años anteriores. El rey de Asiria arrestó a Oseas y lo encadenó en prisión.
5
Caída de Samaría (721).
Entonces el rey de Asiria avanzó contra todo el país, marchó contra Samaría y la cercó durante tres años.
6 El año noveno de Oseas, el rey de Asiria conquistó Samaría. Deportó a los israelitas a Asiria y los estableció en Jalaj, en el Jabor, río de Gozán, y en las ciudades de los medos.
7
Reflexiones sobre la ruina del reino de Israel.
Esto sucedió porque los israelitas habían pecado contra Yahvé, su Dios, que los había sacado de la tierra de Egipto, sustrayéndolos a la mano del faraón, rey de Egipto. Habían dado culto a otros dioses y
8 seguido las costumbres de las naciones que Yahvé había expulsado ante ellos.
9 Los israelitas cometieron acciones torcidas contra Yahvé su Dios: se edificaron altozanos en todas sus poblaciones, desde las atalayas de vigía hasta las ciudades amuralladas.
10 Se erigieron estelas y cipos sagrados sobre toda colina elevada y bajo todo árbol frondoso.
11 Allí quemaban incienso, en todo lugar de culto, al modo de los pueblos paganos que Yahvé había deportado ante ellos. Obraron mal, irritando a Yahvé,
12 y daban culto a los ídolos cuando Yahvé les había dicho: «No haréis tal cosa.»
13 Yahvé había advertido a Israel y a Judá por boca de todos los profetas y videntes: «Volveos de vuestros malos caminos y guardad mis mandamientos y decretos, conforme a la Doctrina que prescribí a vuestros padres y que les transmití por mano de mis siervos los profetas.»
14 Pero no hicieron caso y mantuvieron rígida la cerviz como habían hecho sus padres, que no confiaron en Yahvé, su Dios.
15 Despreciaron sus leyes y la alianza que había establecido con sus padres y las exigencias que les había impuesto. Caminaron tras dioses que eran nada y se volvieron nada, imitando a las naciones de alrededor, cuando Yahvé les había prescrito no actuar como ellas.
16 Abandonaron todos los mandamientos de Yahvé su Dios, y se hicieron ídolos fundidos, los dos becerros, y un cipo sagrado. Se postraron ante todo el ejército de los cielos y rindieron culto a Baal.
17 Arrojaron sus hijos e hijas a la pira de fuego, consultaron los augurios y practicaron la adivinación. Se prestaron por dinero a hacer lo malo a los ojos de Yahvé, hasta el punto de provocar su ira.
18 Yahvé se encolerizó sobremanera contra Israel y los apartó de delante de su rostro. No quedó sino sólo la tribu de Judá.
19 Tampoco Judá guardó los mandamientos de Yahvé, su Dios. Siguieron las costumbres que Israel había practicado.
20 Yahvé rechazó la descendencia de Israel, los humilló y entregó en manos de saqueadores, hasta que los arrojó de su presencia,
21 porque Israel se había desgajado de la casa de David y había hecho rey a Jeroboán, hijo de Nebat. Jeroboán provocó que Israel se alejara de Yahvé y cometiera un gran pecado.
22 Los israelitas persistieron en todos los pecados que Jeroboán había cometido; no se apartaron de ellos,
23 hasta que Yahvé apartó a Israel de su presencia, como había advertido por medio de todos sus siervos los profetas, y deportó a Israel de su tierra a Asiria, hasta el día de hoy.
24
Origen de los samaritanos.
El rey de Asiria hizo venir gentes de Babilonia, de Cutá, de Avá, de Jamat y de Sefarváin, y los estableció en las poblaciones de Samaría en lugar de los israelitas; ellos tomaron posesión de Samaría y habitaron en sus ciudades.
25 Cuando empezaron a establecerse allí, no conocían el culto a Yahvé, y Yahvé soltó leones que causaban muertos entre ellos.
26 Entonces dijeron al rey de Asiria: «Las gentes paganas que has deportado y establecido en las poblaciones de Samaría no conocen las reglas del dios de la tierra y éste ha soltado leones que los están matando, pues no conocen las reglas del dios de la tierra.»
27 El rey de Asiria dio orden: «Enviad allá a uno de los sacerdotes que habéis deportado; que vaya a establecerse allí y les enseñe las reglas del dios de la tierra.»
28 Uno de los sacerdotes deportados de Samaría fue a establecerse en Betel y les enseñó cómo dar culto a Yahvé.
29 Sin embargo, cada uno de aquellos pueblos paganos continuaba fabricando sus propios dioses y los instalaban en los altozanos que habían hecho los samaritanos; cada nación (los ponía) en las poblaciones que habitaba.
30 Las gentes de Babilonia hacían unos Sucot Benot, las de Cutá un Nergal, las de Jamat un Asimá,
31 los avitas un Nibjaz y un Tartac, y los sefarvitas quemaban a sus hijos en honor de Adramélec y Anamélec, dioses de los sefarvitas.
32 Daban culto también a Yahvé y se hicieron entre ellos sacerdotes de los altozanos, que oficiaban en los lugares de culto.
33 Daban culto a Yahvé y servían a la vez a sus dioses según las costumbres de las naciones de las que habían sido deportados.
34 Hasta el día de hoy han seguido practicando sus ritos antiguos.
No rinden culto (adecuado) a Yahvé y no siguen sus preceptos y sus ritos, la Doctrina y la Instrucción que Yahvé mandó a los hijos de Jacob, al que puso el nombre de Israel.
35 Yahvé hizo una alianza con ellos con el mandato: «No daréis culto a otros dioses, no os postraréis ante ellos, no les serviréis ni ofreceréis sacrificios.
36 Rendiréis culto únicamente a Yahvé, que os trajo de la tierra de Egipto con gran fuerza y con su brazo extendido; ante él os postraréis y a él ofreceréis sacrificios.
37 Guardaréis los preceptos, los ritos, la Doctrina y la Instrucción que os dio por escrito, cumpliéndolos todos los días, y no daréis culto a otros dioses.
38 No olvidéis la alianza que hice con vosotros; no déis culto a otros dioses.
39 Pues sólo a Yahvé vuestro Dios rendiréis culto y él os librará de las manos de todos vuestros enemigos.»
40 Pero ellos no obedecieron, sino que persistieron en sus antiguos ritos.
41 Aquellas gentes daban culto a Yahvé, pero servían también a sus ídolos. Hasta el día de hoy, sus hijos y los hijos de sus hijos han seguido actuando como lo habían hecho sus padres.

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Introducción a II Reyes 

Los libros de los Reyes , como los de Samuel, constituían una sola obra en la Biblia hebrea. Corresponden a los dos últimos libros de los Reinos en la traducción griega, y de los Reyes en la Vulgata.

Son la continuación de los libros de Samuel, y 1 R 1-2 contiene la parte final del gran documento de 2 S 9-20. La larga narración del reinado de Salomón, 1 R 3-11, detalla la excelencia de su sabiduría, el esplendor de sus construcciones, sobre todo del Templo de Jerusalén, y la abundancia de sus riquezas. Es ciertamente una época gloriosa, pero el espíritu conquistador del reino de David ha desaparecido: se conserva, se organiza y, sobre todo, se saca partido de los triunfos de David. Se mantiene la oposición entre las dos fracciones del pueblo, y a la muerte de Salomón, en 931, el reino se divide: las diez tribus del Norte llevan a cabo una secesión agravada por un cisma religioso, 1 R 12-13. La historia paralela de los dos reinos de Israel y Judá se desarrolla de 1 R 14 a 2 R 17: con frecuencia es la historia de las luchas entre estos reinos hermanos, es también la de los asaltos del exterior por parte de Egipto contra Judá y de los arameos por el Norte. El peligro arrecia cuando los ejércitos asirios intervienen en la región, primero en el siglo IX, con más fuerza en el siglo VIII, cuando Samaría cae bajo sus golpes el 721, mientras que Judá se ha declarado ya vasallo. La historia, limitada ya a Judá, prosigue hasta la ruina de Jerusalén el 587 en 2 R 18-25 21. La narración se alarga al tratar de dos reinados, el de Ezequías, 2 R 18-20, y el de Josías, 2 R 22-23, marcados por un despertar nacional y una reforma religiosa. Los grandes acontecimientos políticos son entonces la invasión de Senaquerib bajo Ezequías el 701, en respuesta a la denegación del tributo asirio y, bajo Josías, la ruina de Asiria y la formación del imperio caldeo. Judá hubo de someterse a los nuevos amos de Oriente, pero pronto se rebeló. El castigo no se hizo esperar: el 597, los ejércitos de Nabucodonosor conquistaron Jerusalén y llevaron cautivos a una parte de sus habitantes; diez años después un amago de independencia provocó una segunda intervención de Nabucodonosor, que terminó el 587 con la ruina de Jerusalén y una segunda deportación. Reyes concluye con dos breves apéndices, 2Re_25:22-30 .

La obra cita nominalmente tres de sus fuentes, una Historia de Salomón, los Anales de los reyes de Israel y los Anales de los reyes de Judá, pero también existieron otras: además de la parte final del gran documento davídico, 1 R 1-2, una descripción del Templo, de origen sacerdotal, 1 R 6-7, y, sobre todo, una historia de Elías compuesta hacia fines del siglo IX y una historia de Eliseo un poco posterior; estas dos historias forman la base de los ciclos de Elías, 1 R 17 - 2 R 1, y de Eliseo, 2 R 2-13. Los relatos del reinado de Ezequías que presentan en escena a Isaías, 2Re_18:17-20:19, provienen de los discípulos de este profeta.

Cuando la utilización de las fuentes no lo impide, los sucesos quedan encerrados en un marco uniforme: se trata cada reinado como una unidad independiente y completa, su comienzo y su fin se señalan casi con las mismas fórmulas, en las que jamás falta un juicio sobre la conducta religiosa del rey. Se condena a todos los reyes de Israel a causa del pecado original de este reino, la fundación del santuario de Betel; entre los reyes de Judá, ocho solamente son alabados por su fidelidad general a las prescripciones de Yahvé. Pero esta alabanza queda restringida seis veces por la observación de que los altos no desaparecieron; únicamente Ezequías y Josías reciben una aprobación sin reservas.

Estos juicios se inspiran evidentemente en la ley del Deuteronomio sobre la unidad del santuario. Más aún: el descubrimiento del Deuteronomio bajo Josías y la reforma religiosa que inspiró señalan el punto culminante de toda esta historia, y toda la obra es una demostración de la tesis fundamental del Deuteronomio, repetida en 1 R 8 y 2 R 17: si el pueblo observa la alianza concluida con Dios, será bendecido; si la rompe, será castigado. Este influjo deuteronomista se encuentra también en el estilo, siempre que el redactor desarrolla o comenta sus fuentes.

Es probable que una primera redacción deuteronomista fuera hecha antes del Destierro, antes de la muerte de Josías en Meguidó el 609, y la alabanza otorgada a este rey, 2Re_23:25 (menos las últimas palabras) sería la conclusión de la obra primitiva. Una segunda edición, asimismo deuteronomista, se hizo durante el Destierro: después del 562, si se le atribuye el final del libro, 2Re_25:22-30 , o algo antes si ponemos su punto final después del relato de la segunda deportación, 2Re_25:21 , que tiene trazas de ser una conclusión. Hubo, finalmente, algunas adiciones, durante y después del Destierro.

Los libros de los Reyes se han de leer con el espíritu con que fueron escritos, como una historia de salvación: la ingratitud del pueblo elegido, la ruina sucesiva de las dos fracciones de la nación parecen llevar al fracaso el plan de Dios; pero siempre queda, para defender el futuro, un grupo de fieles que no han doblado las rodillas ante Baal, un resto de Sión que guarda la Alianza. La firmeza de las disposiciones divinas se manifiesta en la admirable subsistencia del linaje davídico, depositario de las promesas mesiánicas, y el libro, en su forma definitiva, se cierra con la gracia concedida a Jeconías, como aurora de una redención.

Fuente: Nueva Biblia de Jerusalén (1998) - referencias, notas e introducciones a los libros

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Notas

II Reyes  17,3
NOTAS

17:3 Salmanasar V (727-722), sucesor de Teglatfalasar III.


II Reyes  17,4
NOTAS

17:4 (a) So es desconocido como nombre de un rey de Egipto; acaso deba leerse un nombre de ciudad, Sais, en el delta, residencia del faraón Tefnakht, contemporáneo de Oseas. Según otra conjetura, se trataría de un general egipcio llamado Sibe por los asirios.

17:4 (b) Este encarcelamiento de Oseas, que había salido al encuentro de Salmanasar o que había huido de Samaría, coincidió con el comienzo del sitio de la ciudad y señala el final del reino (año noveno).

II Reyes  17,5
REFERENCIAS CRUZADAS

[1] = 2Re_18:9-11

II Reyes  17,6
NOTAS

17:6 (a) Salmanasar había iniciado el sitio el 724. La ciudad no fue tomada hasta el comienzo del reinado de su hijo Sargón, probablemente a principios del 721. El «año noveno de Oseas» responde al comienzo del sitio.

17:6 (b) No lejos de Jarán, en el extremo norte de Mesopotamia.

17:6 (c) Al este de Mesopotamia. Los colonos israelitas sustituían allí a los indígenas que Teglatfalasar había deportado. La acción del libro de Tobías es situada en este marco.

II Reyes  17,7
REFERENCIAS CRUZADAS

[1] 2Re_18:12

NOTAS

17:7 Estas reflexiones no son de una sola mano. Para el autor principal del libro, el gran pecado de Israel es el cisma religioso, 1Re_12:26-33, «pecado original» recordado contra cada uno de los reyes de Israel y también aquí en 2Re_17:7 a y 2Re_17:21-23. Se ha añadido una exposición llena de reminiscencias del Dt de los Profetas (sobre todo Jr), acerca del sincretismo religioso y los santuarios locales, 2Re_17:7-18. Otra adición engloba a Judá en esta reprobación, 2Re_17:19-20.

II Reyes  17,8
NOTAS

17:8 El hebr. añade algunas palabras: «y (las costumbres) de los reyes de Israel que ellos eligieron», glosa (según 2Re_17:21) destinada al comienzo de 2Re_17:9.

II Reyes  17,9
REFERENCIAS CRUZADAS

[1] Éxo_23:24+; Éxo_34:13+; Deu_12:2+

II Reyes  17,14
REFERENCIAS CRUZADAS

[1] Deu_9:13+

II Reyes  17,15
REFERENCIAS CRUZADAS

[1] Jer_2:5

[2] 1Re_12:28

II Reyes  17,16
REFERENCIAS CRUZADAS

[1] Éxo_34:13+; Deu_4:19; Deu_17:3

[2] Lev_18:21+; Deu_18:10

II Reyes  17,18
REFERENCIAS CRUZADAS

[1] 1Re_12:20

II Reyes  17,21
REFERENCIAS CRUZADAS

[1] 1Re_12:26-33

II Reyes  17,24
NOTAS

17:24 Los vv. 2Re_17:24-28 y 2Re_17:41 ofrecen una visión simplificada de la repoblación del reino del Norte: suponen una deportación total de los habitantes israelitas y engloban diversas colonizaciones sucesivas; la historia de 2Re_17:25-28 explica la persistencia del culto yahvista en ese ambiente pagano. Los detalles de 2Re_17:29-34 a han sido añadidos durante el Destierro. La exposición de 2Re_17:34-40 vuelve sobre las faltas que han motivado la ruina de Israel y estaría mejor en la primera parte del cap.

II Reyes  17,27
NOTAS

17:27 Según hebr.; Targ. dice: «deporté de allí». -«que vaya» versiones; plural en hebr.

II Reyes  17,29
REFERENCIAS CRUZADAS

[1] Jua_4:9+

II Reyes  17,32
REFERENCIAS CRUZADAS

[1] 1Re_12:31

II Reyes  17,34
REFERENCIAS CRUZADAS

[1] Gén_32:29 [Gén_32:28]; Éxo_19:1+

NOTAS

17:34 Ya no se trata de paganos, como en los vv. precedentes, sino de israelitas infieles, como en 2Re_17:14 s. -«sus preceptos y sus ritos (de Yahvé)» conj.; «los preceptos y los ritos de ellos» hebr. Los vv. 2Re_17:34-40 son una adición que acumula fórmulas generales sin conexión con la situación histórica.