II Reyes  23 Nueva Biblia de Jerusalén (Desclee, 1998) | 37 versitos |
1
Lectura solemne del rollo de la Doctrina.
El rey envió una orden y todos los ancianos de Judá y de Jerusalén se reunieron en asamblea ante él.
2 El rey subió al templo de Yahvé con todos los hombres de Judá y todos los habitantes de Jerusalén, los sacerdotes, los profetas y todo el pueblo, desde los más jóvenes a los más ancianos, y leyó ante ellos el texto completo del rollo de la alianza hallado en el templo de Yahvé.
3 El rey se situó en pie junto a la columna y celebró el rito de la alianza ante Yahvé: que ellos deberían seguir a Yahvé y guardar sus mandamientos, sus testimonios y sus preceptos con todo el corazón y toda el alma, y cumplir los términos de esta alianza tal como estaban en este rollo. Todo el pueblo se comprometió a la alianza.
4
Reforma religiosa de Judá.
El rey ordenó a Jilquías, al segundo de los sacerdotes y a los encargados del umbral que sacaran del santuario de Yahvé todos los objetos fabricados para Baal y Aserá y todo el ejército de los cielos. Los quemó fuera de Jerusalén en los yermos del Cedrón y llevó sus cenizas a Betel.
5 Suprimió los sacerdotes paganos que los reyes de Judá habían designado para quemar incienso en los altozanos, en las poblaciones de Judá y alrededores de Jerusalén, y los que ofrecían incienso a Baal, al sol, a la luna, a las constelaciones y a todo el ejército de los cielos.
6 Sacó la Aserá del templo de Yahvé fuera de Jerusalén, al torrente Cedrón, la quemó allí en el torrente Cedrón, la redujo a cenizas y esparció las cenizas sobre las tumbas del pueblo llano.
7 Derribó las dependencias de los consagrados a la prostitución que estaban en el templo de Yahvé, en el lugar en el que las mujeres tejían mantos para Aserá.
8 Hizo venir a todos los sacerdotes de las poblaciones de Judá y profanó los altozanos en los que los sacerdotes habían quemado incienso, desde Gueba hasta Berseba. Derribó los templetes de las puertas que estaban a la entrada de la puerta de Josué, gobernador de la ciudad, a la izquierda según se entra por la puerta de la ciudad.
9 Sin embargo, los sacerdotes de los altozanos no podían subir al altar de Yahvé en Jerusalén, pero comían los panes ázimos junto con sus hermanos.
10 Profanó el Tófet que había en el valle de Ben Hinón, para que nadie pudiera arrojar a su hijo o hija a la pira de fuego en honor de Mólec.
11 Retiró los caballos que los reyes de Judá habían dedicado al Sol, situados a la entrada del templo de Yahvé, cerca de la cámara del eunuco Natanmélec que había en las dependencias. Quemó el carro del Sol
12 y derribó los altares construidos por los reyes de Judá que estaban sobre la azotea de la cámara superior de Ajaz, y los altares que edificó Manasés en los dos patios del templo de Yahvé. Los retiró, los destruyó allí y arrojó sus cenizas al torrente Cedrón.
13 El rey profanó también los altozanos que estaban frente a Jerusalén, al sur del Monte de los Olivos, que Salomón, rey de Israel, había construido a Astarté, abominación de los sidonios, a Camós, abominación de Moab, y a Milcón, abominación de los amonitas.
14 Deshizo las estelas y cortó los cipos sagrados, cubriendo sus lugares con huesos humanos.
15
La reforma se extiende al antiguo reino del Norte.
También derribó el altar que había en Betel y el altozano que había levantado Jeroboán, hijo de Nebat, el que hizo incurrir en pecado a Israel. Quemó el altozano, rompió las piedras, las redujo a polvo, y quemó el cipo sagrado.
16 Josías se dio la vuelta y vio los sepulcros que había allí en la montaña. Mandó entonces que recogieran los huesos de las tumbas y los quemaran sobre el altar. Lo profanó en cumplimiento del oráculo de Yahvé que el hombre de Dios había proclamado (cuando Jeroboán estaba en pie junto al altar durante la fiesta. Josías se dió la vuelta y alzó los ojos sobre la tumba del hombre de Dios que había proclamado estos acontecimientos).
17 Y preguntó: «¿Qué monumento es ése que estoy viendo?» Los hombres de la ciudad le respondieron: «Es la tumba del hombre de Dios que vino de Judá y anunció esto que has hecho con el altar de Betel.»
18 Él dijo: «Dejadlo. Que nadie remueva sus huesos.» Así respetaron sus huesos junto con los del profeta que procedía de Samaría.
19 Josías abolió también todos los santuarios de los altozanos en las poblaciones de Samaría que habían construido los reyes de Israel irritando con ello a Yahvé. Hizo con ellos exactamente como había hecho con Betel.
20 Inmoló sobre los altares a todos los sacerdotes de los altozanos que se encontraban allí y quemó sobre ellos huesos humanos. Luego se volvió a Jerusalén.
21
Celebración de la Pascua.
El rey dio orden a todo el pueblo: «Celebrad la Pascua en honor de Yahvé, vuestro Dios, según está escrito en este rollo de la alianza.»
22 La Pascua no se había celebrado de este modo en los días de los Jueces que habían gobernado Israel ni en los días de los reyes de Israel y de los reyes de Judá.
23 Tan sólo el año dieciocho del rey Josías se celebró de este modo una Pascua en honor de Yahvé en Jerusalén.
24
Conclusión sobre la reforma religiosa.
Josías eliminó también los nigromantes y adivinos, los terafim y los ídolos, y todas las abominaciones que se podían ver en la tierra de Judá y en Jerusalén, cumpliendo así los términos de la Doctrina escritos en el rollo encontrado por el sacerdote Jilquías en el templo de Yahvé.
25 No hubo antes rey alguno que como él se volviera a Yahvé con todo su corazón, con toda su alma y con todas sus fuerzas, conforme a la Doctrina de Moisés; tampoco ha surgido después ninguno como él.
26 Sin embargo, Yahvé no se volvió atrás del ardor de su fuerte cólera que echaba chispas contra Judá por todo lo que Manasés había hecho para irritarle.
27 Yahvé había dicho: «Expulsaré también a Judá de mi presencia, como aparté a Israel, y rechazaré a Jerusalén, la ciudad que había elegido, y el templo del que había dicho: Mi Nombre estará en él.»
28
Final del reinado de Josías.
El resto de los hechos de Josías, todo cuanto hizo, ¿no está escrito en el Libro de los Anales de los reyes de Judá?
29 En sus días el faraón Necó, rey de Egipto, marchó hacia el río Éufrates donde el rey de Asiria . El rey Josías fue a su encuentro, pero, en cuanto le hizo frente, Necó lo mató en Meguidó.
30 Sus servidores condujeron su cuerpo en carro desde Meguidó, lo trasladaron a Jerusalén y lo enterraron en su sepulcro. El pueblo del país tomó a Joacaz, hijo de Josías, y lo ungieron y proclamaron rey, en lugar de su padre.
31
4. LA RUINA DE JERUSALÉN
Reinado de Joacaz en Judá (609).
Joacaz tenía veintitrés años cuando comenzó a reinar, y reinó tres meses en Jerusalén. Su madre se llamaba Jamital, hija de Jeremías, de Libná.
32 Hizo lo malo a los ojos de Yahvé, exactamente como habían hecho sus padres.
33 El faraón Necó lo hizo prisionero en Riblá, en el país de Jamat (para impedirle reinar en Jerusalén), e impuso al país una indemnización de cien talentos de plata y diez talentos de oro.
34 El faraón Necó designó rey a Eliaquín, hijo de Josías, en lugar de su padre Josías, cambiando su nombre por el de Joaquín. Tomó a Joacaz y lo llevó a Egipto, donde murió.
35 Joaquín entregó al faraón la plata y el oro, pero impuso un gravamen sobre el país para pagar el dinero exigido por el faraón. Requirió al pueblo del país, a cada uno según sus bienes, la plata y el oro que había de entregar al faraón Necó.
36
Reinado de Joaquín en Judá (609-598).
Joaquín tenía veinticinco años cuando comenzó a reinar, y reinó once años en Jerusalén. Su madre se llamaba Zebida, hija de Pedayas, de Rumá.
37 Hizo lo malo a los ojos de Yahvé, exactamente como hicieron sus padres.

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Introducción a II Reyes 

Los libros de los Reyes , como los de Samuel, constituían una sola obra en la Biblia hebrea. Corresponden a los dos últimos libros de los Reinos en la traducción griega, y de los Reyes en la Vulgata.

Son la continuación de los libros de Samuel, y 1 R 1-2 contiene la parte final del gran documento de 2 S 9-20. La larga narración del reinado de Salomón, 1 R 3-11, detalla la excelencia de su sabiduría, el esplendor de sus construcciones, sobre todo del Templo de Jerusalén, y la abundancia de sus riquezas. Es ciertamente una época gloriosa, pero el espíritu conquistador del reino de David ha desaparecido: se conserva, se organiza y, sobre todo, se saca partido de los triunfos de David. Se mantiene la oposición entre las dos fracciones del pueblo, y a la muerte de Salomón, en 931, el reino se divide: las diez tribus del Norte llevan a cabo una secesión agravada por un cisma religioso, 1 R 12-13. La historia paralela de los dos reinos de Israel y Judá se desarrolla de 1 R 14 a 2 R 17: con frecuencia es la historia de las luchas entre estos reinos hermanos, es también la de los asaltos del exterior por parte de Egipto contra Judá y de los arameos por el Norte. El peligro arrecia cuando los ejércitos asirios intervienen en la región, primero en el siglo IX, con más fuerza en el siglo VIII, cuando Samaría cae bajo sus golpes el 721, mientras que Judá se ha declarado ya vasallo. La historia, limitada ya a Judá, prosigue hasta la ruina de Jerusalén el 587 en 2 R 18-25 21. La narración se alarga al tratar de dos reinados, el de Ezequías, 2 R 18-20, y el de Josías, 2 R 22-23, marcados por un despertar nacional y una reforma religiosa. Los grandes acontecimientos políticos son entonces la invasión de Senaquerib bajo Ezequías el 701, en respuesta a la denegación del tributo asirio y, bajo Josías, la ruina de Asiria y la formación del imperio caldeo. Judá hubo de someterse a los nuevos amos de Oriente, pero pronto se rebeló. El castigo no se hizo esperar: el 597, los ejércitos de Nabucodonosor conquistaron Jerusalén y llevaron cautivos a una parte de sus habitantes; diez años después un amago de independencia provocó una segunda intervención de Nabucodonosor, que terminó el 587 con la ruina de Jerusalén y una segunda deportación. Reyes concluye con dos breves apéndices, 2Re_25:22-30 .

La obra cita nominalmente tres de sus fuentes, una Historia de Salomón, los Anales de los reyes de Israel y los Anales de los reyes de Judá, pero también existieron otras: además de la parte final del gran documento davídico, 1 R 1-2, una descripción del Templo, de origen sacerdotal, 1 R 6-7, y, sobre todo, una historia de Elías compuesta hacia fines del siglo IX y una historia de Eliseo un poco posterior; estas dos historias forman la base de los ciclos de Elías, 1 R 17 - 2 R 1, y de Eliseo, 2 R 2-13. Los relatos del reinado de Ezequías que presentan en escena a Isaías, 2Re_18:17-20:19, provienen de los discípulos de este profeta.

Cuando la utilización de las fuentes no lo impide, los sucesos quedan encerrados en un marco uniforme: se trata cada reinado como una unidad independiente y completa, su comienzo y su fin se señalan casi con las mismas fórmulas, en las que jamás falta un juicio sobre la conducta religiosa del rey. Se condena a todos los reyes de Israel a causa del pecado original de este reino, la fundación del santuario de Betel; entre los reyes de Judá, ocho solamente son alabados por su fidelidad general a las prescripciones de Yahvé. Pero esta alabanza queda restringida seis veces por la observación de que los altos no desaparecieron; únicamente Ezequías y Josías reciben una aprobación sin reservas.

Estos juicios se inspiran evidentemente en la ley del Deuteronomio sobre la unidad del santuario. Más aún: el descubrimiento del Deuteronomio bajo Josías y la reforma religiosa que inspiró señalan el punto culminante de toda esta historia, y toda la obra es una demostración de la tesis fundamental del Deuteronomio, repetida en 1 R 8 y 2 R 17: si el pueblo observa la alianza concluida con Dios, será bendecido; si la rompe, será castigado. Este influjo deuteronomista se encuentra también en el estilo, siempre que el redactor desarrolla o comenta sus fuentes.

Es probable que una primera redacción deuteronomista fuera hecha antes del Destierro, antes de la muerte de Josías en Meguidó el 609, y la alabanza otorgada a este rey, 2Re_23:25 (menos las últimas palabras) sería la conclusión de la obra primitiva. Una segunda edición, asimismo deuteronomista, se hizo durante el Destierro: después del 562, si se le atribuye el final del libro, 2Re_25:22-30 , o algo antes si ponemos su punto final después del relato de la segunda deportación, 2Re_25:21 , que tiene trazas de ser una conclusión. Hubo, finalmente, algunas adiciones, durante y después del Destierro.

Los libros de los Reyes se han de leer con el espíritu con que fueron escritos, como una historia de salvación: la ingratitud del pueblo elegido, la ruina sucesiva de las dos fracciones de la nación parecen llevar al fracaso el plan de Dios; pero siempre queda, para defender el futuro, un grupo de fieles que no han doblado las rodillas ante Baal, un resto de Sión que guarda la Alianza. La firmeza de las disposiciones divinas se manifiesta en la admirable subsistencia del linaje davídico, depositario de las promesas mesiánicas, y el libro, en su forma definitiva, se cierra con la gracia concedida a Jeconías, como aurora de una redención.

Fuente: Nueva Biblia de Jerusalén (1998) - referencias, notas e introducciones a los libros

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Notas

II Reyes  23,1
REFERENCIAS CRUZADAS

[1] |2Cr_34:29-31


II Reyes  23,2
NOTAS

23:2 Ver 2Re_22:8+. El Dt se presenta a sí mismo como el código de la alianza con Yahvé, Deu_5:2; Deu_28:69 [Deu_29:1].

II Reyes  23,4
REFERENCIAS CRUZADAS

[1] |2Cr_34:3-5

[2] 2Re_21:3; 2Re_21:7

NOTAS

23:4 (a) El hebr. añade: «el sumo sacerdote», título postexílico.

23:4 (b) «al segundo de los sacerdotes» Targ.; «a los sacerdotes de segundo rango», hebr. -Es el sustituto del sumo sacerdote. Los encargados del umbral, ver 2Re_12:10 [2Re_12:9], ocupaban también un rango elevado en el sacerdocio. Ver también 2Re_25:18.

II Reyes  23,5
REFERENCIAS CRUZADAS

[1] Deu_17:3

NOTAS

23:5 (a) «para quemar incienso», griego antiguo; «y quemó» hebr.

23:5 (b) Los vv. 2Re_23:4-5 pueden ser una adición.

II Reyes  23,6
REFERENCIAS CRUZADAS

[1] 1Re_14:23; Deu_16:21+

NOTAS

23:6 «tumbas» griego antiguo; «tumba» o cementerio, hebr.

II Reyes  23,7
REFERENCIAS CRUZADAS

[1] 1Re_14:24; Deu_23:18-19+ [Deu_23:17-18]

NOTAS

23:7 «dependencias» hebr.; singular en griego. -«mantos», «estolas», griego antiguo; battîm en hebr., battum «vestido» en árabe.

II Reyes  23,8
REFERENCIAS CRUZADAS

[1] Deu 12

NOTAS

23:8 (a) Josías centraliza por la fuerza en Jerusalén el culto de todo el territorio de Judá, conforme a la ley de la unicidad de santuario, Dt 12. Estos «altozanos» (1Re_3:2) son santuarios de Yahvé, condenados únicamente porque contravienen la ley.

23:8 (b) Nada se sabe sobre estos lugares de culto.

II Reyes  23,9
NOTAS

23:9 La ley preveía, Deu_18:6-8, que los sacerdotes de provincia que vinieran a Jerusalén gozaran de los mismos derechos que los sacerdotes de la ciudad, sus «hermanos». La oposición del clero de la capital consiguió sin duda reducir a un rango subalterno a los «sacerdotes de los altozanos» concentrados en Jerusalén.

II Reyes  23,10
REFERENCIAS CRUZADAS

[1] Lev_18:21+

NOTAS

23:10 Nombre del lugar en que los hijos eran sacrificados por el fuego a Mólec, Lev_18:21+. El término (al que sin duda se le han incorporado las vocales de boset «vergüenza/infamia») acabó teniendo probablemente el significado de «quemadero».

II Reyes  23,11
REFERENCIAS CRUZADAS

[1] 2Re_21:5

NOTAS

23:11 Mención aislada y de difícil explicación. -«a la entrada del templo» versiones; «para no entrar en el templo» hebr. -«las dependencias» traducción dudosa. -«el carro» griego; «los carros» hebr.

II Reyes  23,12
NOTAS

23:12 (a) Pequeños altares dedicados a las divinidades astrales, Jer_19:13; Sof_1:5.

23:12 (b) «los destruyó allí» wayyerassem sam, conj.; «corrió de allí» wayyaros missam hebr. La traducción pretende expresar la doble lectura «removió de allí» / «destruyó allí».

II Reyes  23,13
REFERENCIAS CRUZADAS

[1] 1Re_11:7

NOTAS

23:13 «de los Olivos», lit. «del aceite» griego, Targ.; «de la Perdición» hebr., deformación peyorativa de «Monte de la Unción».

II Reyes  23,14
REFERENCIAS CRUZADAS

[1] 1Re_14:23; Deu_16:21-22+

NOTAS

23:14 Así profanaba definitivamente estos lugares, ver 2Re_23:16 y 2Re_23:20. Las medidas de Josías se dirigen, por una parte, contra los santuarios locales, donde se practicaba un culto más o menos adulterado a Yahvé, y, por otra, contra costumbres francamente paganas, relacionadas con los dioses y ritos cananeos o importados de Asiria (cultos astrales). Esto, referido a la situación religiosa de Judá, da una triste impresión, confirmada por Jeremías, Sofonías y Ezequiel.

II Reyes  23,15
REFERENCIAS CRUZADAS

[1] 1Re_12:31-32

NOTAS

23:15 (a) Josías, aprovechándose de la decadencia de Asiria, no sólo había devuelto la independencia a Judá, sino que había extendido su autoridad sobre una parte del antiguo territorio israelita.

23:15 (b) «rompió las piedras» griego; «quemó el altozano», hebr. La traducción yuxtapone las dos lecturas alternativas.

II Reyes  23,16
REFERENCIAS CRUZADAS

[1] 1Re 12:33—13:32

NOTAS

23:16 «cuando Jeroboán... del hombre de Dios» griego; omitido por hebr. Puede tratarse de una interpolación o de una omisión por homoioteleuton.

II Reyes  23,18
REFERENCIAS CRUZADAS

[1] 1Re_13:31

NOTAS

23:18 Este profeta residía en Betel, que en tiempos de Josías pertenecía a la provincia asiria de Samaría.

II Reyes  23,19
REFERENCIAS CRUZADAS

[1] |2Cr_34:6-7

NOTAS

23:19 «a Yahvé» versiones; omitido por hebr.

II Reyes  23,21
REFERENCIAS CRUZADAS

[1] |2Cr_35:1; 2Cr_35:18-19

[2] Deu_16:1-8

II Reyes  23,23
NOTAS

23:23 Estos vv., que insisten en el hecho de que una Pascua como aquella no había sido celebrada nunca durante el periodo de la monarquía, no se explican suficientemente acudiendo a una celebración excepcionalmente solemne. Todo esto supone una «novedad» en el ritual deuteronómico, aplicado por primera vez. Esta novedad es la obligación de celebrar la Pascua en el templo, Deu_16:2, Deu_16:5-6. Es la vuelta a la costumbre de la federación de las tribus, cuando la Pascua se celebraba en el santuario central del Arca. Durante la monarquía se había convertido en una fiesta familiar.

II Reyes  23,24
REFERENCIAS CRUZADAS

[1] 2Re_21:6; Deu_18:11; Gén_31:19+; Jue_18:14

II Reyes  23,25
REFERENCIAS CRUZADAS

[1] Deu_6:5

NOTAS

23:25 Aquí se detenía el relato de la reforma, y quizá la primera edición de los Libros de los Reyes.

II Reyes  23,26
NOTAS

23:26 El término hebr. 'appayim «nariz» significa también «ira» y la expresión literal antropomórfica es «echar chispas por la nariz».

II Reyes  23,28
REFERENCIAS CRUZADAS

[1] |2Cr_35:26-27

II Reyes  23,29
REFERENCIAS CRUZADAS

[1] |2Cr_35:20-24

NOTAS

23:29 «donde el rey», no «contra el rey». Necao (609-595), al que la Biblia llama Necó, vino en efecto (609) en ayuda del último rey de Asiria, expulsado de Babilonia, y luego de Jarán, por los medos y los babilonios. Josías quiso oponerse a la unión entre egipcios y asirios, porque calculaba sacar, de la ruina definitiva de Asiria, ventajas para el reino de Judá.

II Reyes  23,30
REFERENCIAS CRUZADAS

[1] |2Cr_36:1; 2Re_11:20; 2Re_21:24

II Reyes  23,31
REFERENCIAS CRUZADAS

[1] |2Cr_36:2-4

NOTAS

23:31 Este Jeremías sólo el nombre tiene en común con el profeta.

II Reyes  23,33
REFERENCIAS CRUZADAS

[1] 2Re_25:6; Eze_6:14

NOTAS

23:33 (a) Necao volvía de su expedición hacia el norte, 2Re_23:29, y la caída de Asiria le había dado el dominio sobre Siria y Palestina.

23:33 (b) «para impedirle reinar en Jerusalén» qeré y versiones, ver 2Cr_36:3; «cuando era rey en Jerusalén» ketib. -«talentos»: sin duda la cifra desapareció accidentalmente del hebr.; griego luc. y sir. dicen «diez talentos»; el resto del griego dice «ciento diez talentos».

II Reyes  23,34
NOTAS

23:34 (a) El nombre (en hebreo Yehoyaquim) es poco más o menos el mismo («Yahvé exalta» en lugar de «Dios exalta»). Acaso sea un nombre de coronación, ver 2Re_14:21+, o bien el cambio supondría una señal de vasallaje, ver también 2Re_24:17.

23:34 (b) «lo llevó» griego; «vino» hebr.

II Reyes  23,36
REFERENCIAS CRUZADAS

[1] |2Cr_36:5-7