Ezequiel  42 Nueva Biblia de Jerusalén (Desclee, 1998) | 20 versitos |
1
Dependencias del templo.
Luego me hizo salir al atrio exterior, hacia el norte, y me llevó a las salas situadas cara al patio, es decir, frente al edificio, al norte.
2 La longitud era de cien codos, hacia el norte, y la anchura de cincuenta codos.
3 Frente a los pórticos del atrio interior, y frente al enlosado del atrio exterior, había una galería a lo largo de la galería triple,
4 y, por delante de las salas, un corredor de diez codos de ancho hacia el interior, y cien codos de largo; sus puertas daban al norte.
5 Las salas superiores eran estrechas, porque las galerías les comían parte de su espacio, más estrechas que las de abajo y las del medio del edificio,
6 porque estaban divididas en tres pisos y no tenían columnas como el atrio. Por eso, se iban estrechando con relación a las de abajo y las del medio (a partir del suelo).
7 Y el muro exterior, paralelo a las salas, en dirección al atrio exterior, frente a las salas, tenía cincuenta codos de longitud.
8 Pues la longitud de las salas que daban al atrio exterior era de cincuenta codos, mientras que las que miraban al Santo tenían cien codos.
9 Por debajo de las salas había una entrada del lado de oriente, que daba acceso desde el atrio exterior.
10 A todo lo largo del muro del atrio, en dirección del mediodía, cara al patio y al edificio, había salas.
11 Un corredor pasaba por delante de ellas, como en las salas situadas en dirección norte; tenían igual longitud e igual anchura; iguales salidas, igual disposición y entradas iguales.
12 Por debajo de las salas orientadas al mediodía había una entrada al comienzo de cada corredor, frente al muro situado hacia oriente, según se entra.
13 Él me dijo: «Las salas del norte y las salas del mediodía que miran al patio son las salas del Santuario, donde los sacerdotes que se acercan a Yahvé comerán las cosas sacratísimas. Allí depositarán las cosas sacratísimas, la oblación, el sacrificio por el pecado y el sacrificio de expiación, porque es un lugar santo.
14 Y cuando los sacerdotes entren allí, no saldrán del santuario al atrio exterior sin haber dejado allí sus vestiduras litúrgicas, porque estas vestiduras son santas; para acercarse a los lugares destinados al pueblo se pondrán otras ropas.»
15
Dimensiones del atrio.
Cuando acabó de medir el interior del templo, me hizo salir en dirección al pórtico que mira a oriente y midió todo el ámbito.
16 Midió el lado oriental con su vara de medir: quinientos codos de perímetro, con la vara de medir.
17 Luego midió el lado norte con la vara de medir: quinientos codos de perímetro.
18 Después midió el lado sur con la vara de medir: quinientos codos
19 de perímetro. Por el lado occidental midió con la vara de medir: quinientos codos.
20 Midió por fin por los cuatro lados el muro que lo cercaba, todo alrededor: longitud, quinientos; anchura, quinientos; para separar lo sagrado de lo profano.

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Introducción a Ezequiel 

Ezequiel.
A diferencia del libro de Jeremías, el de Ezequiel se presenta como un todo bien ordenado. Después de una introducción, 1-3, donde el profeta recibe de Yahvé su misión, el cuerpo del libro se divide claramente en cuatro partes: 1º Los caps. 4-24 contienen casi exclusivamente reproches y amenazas contra los israelitas antes del asedio de Jerusalén; 2º, los caps. 25-32 son oráculos contra las naciones, donde el profeta hace extensiva la maldición divina a los cómplices y a los provocadores de la nación infiel; 3º, en los caps. 33-39, durante y después del asedio, el profeta consuela a su pueblo prometiéndole un porvenir mejor; 4º, prevé, en fin, caps. 40-48, el estatuto político y religioso de la comunidad futura, restablecida en Palestina.

Sin embargo, esta composición tan lógica encubre grandes fallas. Hay muchos duplicados, por ejemplo, Eze_3:17-21 = Eze_33:7-9 ; Eze_18:25-29 = Eze_33:17-20 , etc. Las indicaciones acerca de la mudez con que Dios hiere a Ezequiel, Eze_3:26 ; Eze_24:27 ; Eze_33:22 , están separadas por largos discursos. La visión del carro divino, 1:4-3:15, queda interrumpida por la visión del libro, 2:1-3:9. Igualmente la descripción de los pecados de Jerusalén, Eze_11:1-21 , es continuación del cap. 8 y corta abiertamente el relato de la partida del carro divino que, de Eze_10:22 pasa a Eze_11:22 . Los datos que se dan en los caps. 26-33 no se suceden en orden. Tales fallas son difícilmente imputables a un autor que escribe su obra de una vez. Es mucho más probable que se deban a discípulos que trabajaron valiéndose de escritos o recuerdos, combinándolos y completándolos. Así pues, el libro de Ezequiel ha corrido, en cierto modo, la suerte de los demás libros proféticos. Pero la igualdad de forma y de doctrina nos garantiza que esos discípulos nos han conservado fielmente el pensamiento y, en general, hasta las palabras de su maestro. Su trabajo redaccional resulta perceptible en la última parte del libro, 40-48, cuyo núcleo, sin embargo, se remonta al propio Ezequiel.

Según el libro en su estado actual, el profeta ejerció toda su actividad con los desterrados de Babilonia entre los años 593 y 571, fechas extremas que da el texto, Eze_1:2 y Eze_29:17 . Ha llamado la atención el que, en estas condiciones, los oráculos de la primera parte parezcan dirigidos a los habitantes de Jerusalén, y que, en ocasiones, Ezequiel parezca hallarse corporalmente presente en la ciudad, ver en especial Eze_11:13 . En vista de ello se ha emitido la hipótesis de un doble ministerio de Ezequiel: se habría quedado en Palestina, donde habría predicado hasta la ruina de Jerusalén el 587. Sólo entonces se habría unido a los cautivos de Babilonia. La visión del rollo en 2:1-3:9 señalaría la vocación del profeta en Palestina; la del carro divino, Eze_1:4-28 y Eze_3:10-15 , indicaría su llegada junto a los desterrados. El traslado de esta visión al comienzo del libro habría cambiado toda su perspectiva. Esta hipótesis sirve para responder a algunas dificultades, pero plantea otras. Supone serias modificaciones del texto, tiene que admitir que, aun durante su ministerio «palestinense», Ezequiel vivía de ordinario fuera de la ciudad, puesto que se le «traslada» a ella, Eze_8:3 , y resulta curioso que, si Ezequiel y Jeremías predicaron a la vez en Jerusalén, ninguno de ellos aluda al ministerio de su colega. Por otra parte, las dificultades de la tesis tradicional no son insuperables: las censuras dirigidas a la gente de Jerusalén servían de lección a los desterrados y, cuando Ezequiel parece hallarse en la Ciudad Santa, el texto dice expresamente que ha sido trasladado a ella «en visión», Eze_8:3 , como también ha sido devuelto «en visión», Eze_11:24 . La hipótesis de un doble ministerio conserva pocos partidarios.

Sea cual fuere la solución adoptada, es una misma la gran personalidad que se nos muestra en el libro. Ezequiel es un sacerdote, Eze_1:3 . Su mayor preocupación la constituye el Templo, trátese del Templo presente que está manchado de ritos impuros, 8, y al que abandona la gloria de Yahvé, 10, o del Templo futuro, cuyo diseño describe minuciosamente, 40-42, y adonde ve regresar a Yahvé, 43. Guarda el culto de la Ley, y al hacer historia de las infidelidades de Israel, 20, repite como un estribillo el reproche de haber «profanado los sábados». Tiene horror a las impurezas legales, Eze_4:14 , y una gran preocupación por separar lo sagrado de lo profano, Eze_45:1-6 . Como sacerdote que era, resolvía casos de derecho o de moral, y por esta razón su enseñanza adquiere un tono casuístico, 18. Su pensamiento y su vocabulario son afines a la Ley de Santidad, Lv 17-26. Sin embargo, no se puede demostrar que se haya inspirado en ella ni que la Ley de Santidad dependa de él, y las conexiones más llamativas se encuentran en pasajes redaccionales. Queda el hecho de que los dos conjuntos han sido transmitidos en ambientes de pensamiento muy afines. La obra de Ezequiel se integra en la corriente «sacerdotal», como la de Jeremías pertenecía a la corriente «deuteronomista».

Pero este sacerdote es también un activo profeta. Más que ningún otro, ha multiplicado las acciones simbólicas. Remeda con gestos el asedio de Jerusalén, 4:1-5:4, la salida de los emigrantes, Eze_12:1-7 , al rey de Babilonia en la encrucijada, Eze_21:23 s, la unión de Judá e Israel, Eze_37:15 s. Hasta en las pruebas personales que Dios le envía, él mismo es una «señal» para Israel, Eze_24:24 , como lo habían sido Oseas, Isaías y Jeremías. Pero la complejidad de sus acciones simbólicas contrasta con la simplicidad de gestos de sus predecesores.

Ezequiel es sobre todo un visionario. Su libro no contiene más que cuatro visiones propiamente dichas, pero ocupan un espacio considerable: 1-3; 8-11; 37; 40-48. Descubren un mundo fantástico: los cuatro animales del carro de Yahvé, la zarabanda cultual del Templo con el rebullicio de ganado y de ídolos, la llanura de los huesos que se reaniman, un Templo futuro dibujado como en el plano de un arquitecto, y de donde brota un río de ensueño en una geografía utópica. Este poder de imaginación se extiende a los cuadros alegóricos que pinta el profeta: las dos hermanas Oholá y Oholibá, 23, el Naufragio de Tiro, 27, el Faraón-Cocodrilo, 29 y 32, el Árbol Gigante, 31, la Bajada a los Infiernos, 32.

En contraste con esta potencia visual, y quizá como precio de la misma, como si la intensidad de las imágenes ahogara la expresión, el estilo de Ezequiel es monótono y gris, frío y diluido, de una pobreza extraña si se le compara con el de los grandes clásicos, con la vigorosa pureza de Isaías, o con el calor emocionado de Jeremías. El arte de Ezequiel se hace valer por sus dimensiones y su relieve, que crean como una atmósfera de horror sagrado ante el misterio de lo divino.

Se puede así deducir que, a pesar de estár unido a sus predecesores por muchos rasgos, Ezequiel abre un camino nuevo. Y esto es también verdad respecto de su doctrina. Ezequiel rompe con el pasado de su nación. El recuerdo de las promesas hechas a los Padres y de la Alianza concluida en el Sinaí aparece esporádicamente, pero si Dios ha salvado hasta el presente a su pueblo manchado desde su nacimiento, Eze_16:3 s, no lo ha hecho por cumplir las promesas, sino para defender la honra de su nombre, 20; si ha de sustituir la Alianza antigua con una Alianza eterna, Eze_16:60 ; Eze_37:26 s, no lo hará en premio de una «vuelta» del pueblo hacia él, sino por pura benevolencia, diríamos que por una gracia preveniente, y el arrepentimiento vendrá después, Eze_16:62-63 . El mesianismo de Ezequiel, poco explícito por lo demás, ya no es regio y glorioso: cierto que anuncia a un futuro David, pero éste no será más que el «pastor» de su pueblo, Eze_34:23 ; Eze_37:24 , un «príncipe», Eze_24:24 , y no un rey, pues para reyes no hay lugar en la visión teocrática del futuro, Eze_45:7 s. Rompe con la tradición de la solidaridad en el castigo y afirma el principio de la retribución individual, 18; ver 33. Solución teológica provisional que, desmentida muy a menudo por los hechos, llevará poco a poco a la idea de una retribución de ultratumba. Aunque Ezequiel era un sacerdote muy vinculado al Templo, rompe, como ya lo había hecho Jeremías, con la idea de que Dios esté ligado a su santuario. En Ezequiel se concilian el espíritu profético y el espíritu sacerdotal que tantas veces habían sido opuestos: los ritos —que subsisten— cobran su valor de los sentimientos que los inspiran. Toda la doctrina de Ezequiel se centra en la renovación interior: hay que hacerse un corazón nuevo y un espíritu nuevo, Eze_18:31 , o mejor, Dios mismo dará «otro» corazón, un corazón «nuevo» y pondrá en el hombre un espíritu «nuevo», Eze_11:19 ; Eze_36:26 . Como en el caso de la benevolencia divina que previene el arrepentimiento, nos hallamos también aquí en el umbral de la teología de la gracia, que desarrollarán San Juan y San Pablo.

Esta espiritualización de todos los datos religiosos es la gran aportación de Ezequiel. Cuando se le llama padre del Judaísmo, suele alegarse a menudo su afán de separación de lo profano, de pureza legal, sus minucias rituales, y se piensa en los fariseos. Esto es totalmente injusto: Ezequiel, tanto como Jeremías, aunque de otra manera, da origen a esa corriente espiritual muy pura que, pasando por el Judaísmo, desemboca en el Nuevo Testamento. Jesús es el Buen Pastor que Ezequiel había anunciado, y Jesús es quien ha inaugurado el culto en espíritu que el profeta había exigido.

Bajo otro aspecto, Ezequiel da comienzo a la corriente apocalíptica. Sus grandiosas visiones anuncian ya las de Daniel, y no es nada extraño que en el Apocalipsis de San Juan encontremos tan a menudo su influencia.

Fuente: Nueva Biblia de Jerusalén (1998) - referencias, notas e introducciones a los libros

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Notas

Ezequiel  42,1
NOTAS

42 Los vv. Eze_42:1-14 reúnen elementos heterogéneos procedentes de los medios sacerdotales del Destierro, que han completado la descripción de Ezequiel. El texto se halla en mal estado y algunos versículos son difícilmente inteligibles. -Los vv. Eze_42:15-20 son la conclusión de la medición del templo, comenzada en el cap. 40.


Ezequiel  42,2
NOTAS

42:2 El hebr. añade al comienzo «hacia la cara de», omitido por el griego. -«hacia el norte» griego; «la puerta septentrional» hebr.

Ezequiel  42,3
NOTAS

42:3 «pórticos» griego; «veinte» hebr.

Ezequiel  42,4
NOTAS

42:4 «cien codos de largo» versiones; «un camino de un codo» hebr.

Ezequiel  42,10
NOTAS

42:10 «mediodía» griego; «oriente» hebr., pero ver Eze_42:12-13.

Ezequiel  42,12
NOTAS

42:12 «Por debajo de» conj. (ver Eze_42:9); «entradas iguales» hebr., ditografía. El resto del v. es muy oscuro y las versiones no sirven de gran ayuda.

Ezequiel  42,13
REFERENCIAS CRUZADAS

[1] Lev_2:3+

Ezequiel  42,14
REFERENCIAS CRUZADAS

[1] Lev_17:1+

Ezequiel  42,15
REFERENCIAS CRUZADAS

[1] Eze_45:2

Ezequiel  42,16
NOTAS

42:16 «quinientos codos» versiones; «cinco codos de varas» hebr.